El Proyecto Nerd (EPN#1) | ✓

Por CurlySunny

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Alex se encuentra en el escalafón más bajo de la pirámide social escolar; Colin, en cambio, es el chico que r... Más

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulos 16.
Capítulos 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Epílogo.
Segunda temporada, Plagio y Agradecimientos.

Capítulo 2.

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Por CurlySunny

Capítulo 2 — "Galletas y tontos"

P.O.V. de Alex

—Bien, una barra de mantequilla —dije.

—Comprobado —contestó Bruce deslizándola hacia el bol de masa de galletas.

—Un huevo. —Lo miré.

Se acerca a mi cara y me saca un huevo de detrás de la oreja.

—Comprobado.

Me reí.

—De todas formas, ¿cómo lo haces?

—Es un secreto —contestó Bruce, y luego empezó a echar los ingredientes en el bol.

Le vi coger una cuchara y empezar a removerlo. Bruce se metió una cucharada en la boca y empezó a remover de nuevo.

—¡Bruce! —exclamé.

—¿Qué? —dijo burlándose de mi tono.

—No te comas la masa de galletas, tiene huevo crudo. —Fruncí el ceño.

—Solo lo dices porque tú también quieres un poco. —Bruce se encogió de hombros, sonriendo.

—No quiero —murmuré mirando fijamente, mientras él ponía un poco en la cuchara. Señaló hacia mí—. ¡No! —grité. Bruce dio un paso hacia mí, con las cejas levantadas.

—No quiero morir de intoxicación por salmonela. —Retrocedí hacia el horno. Me abrió los labios con el pulgar y me metió la cuchara en la boca.

Lo mordisqueé con descontento, aunque estaba muy bueno. —Te has convertido en víctima del todopoderoso hombre araña, Oso Pooh. —Bruce se rio y se volvió hacia el cuenco.

—¿Por qué el hombre araña? —pregunté caminando a su lado mientras él empezaba a fundir la masa pegajosa en bolas gruesas.

—Spider-Man es el mejor superhéroe de la historia —dijo, como si fuera obvio, mientras yo agarraba un trozo de masa y empezaba a fundirlo yo mismo.

—De todas formas, ¿cuál es el problema con él? —suspiré haciendo una pausa para subirme las gafas a la nariz.

Bruce me lanzó una mirada.

—¿Has oído alguna vez que un superhéroe se invente su propio beso?

Hice una pausa para pensar.

—Pues no, pero eso no significa que sea mejor que el resto de los superhéroes —murmuré, mirando la bola de masa de galletas que tenía en mis manos.

—Tienes razón, las supermujeres tampoco son tan malas. —Bruce movió las cejas hacia arriba y hacia abajo mirándome.

—Eres un niño —suspiré poniendo mi bola de masa de galletas junto a la suya en la bandeja.

—Vaya, eso espero —Bruce bromeó.

Y así continuamos, hablando de varios superhéroes y pegando masa de galletas en las bandejas.

Después, subí rápidamente las escaleras y me cambié el pijama.

—¿A dónde van ustedes dos? —mi madre nos llamó mientras entraba en la sala de estar.

—Oh, solo estábamos paseando por el barrio. Volveremos en un rato —le expliqué cogiendo mi teléfono (el de prepago) y metiéndomelo en el bolsillo.

—No os quedéis mucho tiempo fuera, hace frío —nos llamó mientras salíamos por la puerta.

—Acuérdate de recordármelo, treinta minutos, Alex —dijo Bruce mientras caminábamos por mi calle.

—Bruce, ¿de verdad? Si puedo recordar cien palabras de vocabulario de SAT creo que puedo recordar estar de vuelta en treinta minutos —dije.

Treinta minutos después.

—¡Empújame más alto! —le grité, apretando las cadenas del columpio mientras Bruce empujaba mi espalda suavemente.

—Estas cosas no son lo que solían ser. Podrían romperse o algo así —murmuró dándome otro suave empujón.

—Bien —suspiré saltando del columpio a mitad del empujón y aterrizando en el suelo alquitranado del parque infantil.

—Alex —dijo Bruce de repente, su cara se volvió seria.

—¿Qué? —dije nerviosa.

—Las galletas —dijo. Nos miramos fijamente y grité.

—¡¿Por qué no me lo recordaste?! —exclamé saltando sobre su espalda (porque yo era una corredora lenta), y él corriendo por la calle.

—Ese era tu trabajo, señorita cien palabras de vocabulario del SAT —contestó Bruce, con el viento frío soplando en mi cara mientras corría.

—Cállate. —Le di un golpe en la nuca.

Irrumpimos en mi casa para encontrar a mi madre maldiciendo mientras sacaba la bandeja de galletas quemadas del horno.

—Maldita sea Alexandria, ¿por qué no te has acordado de las galletas? —Ella suspiró básicamente tirando la bandeja de galletas arruinadas sobre la mesa.

—Yo... —comencé a explicar.

—Es mi culpa señora Turner, quería ir al parque y perdimos la noción del tiempo. —Bruce me interrumpió, dando un paso adelante.

—No dejes que se repita. Es una pérdida de dinero —murmuró mi madre, que tenía debilidad por Bruce. Desapareció por el comedor y subió las escaleras.

Bruce se acercó a la bandeja de galletas y cogió una, dándole un gran mordisco. Hice una mueca mientras crujía en su boca.

—No está tan mal —dijo entregándome su galleta medio mordida.

—Parece asquerosa —refunfuñé dándole un pequeño mordisco. No era terrible.

—Creo que las galletas de chocolate quemadas se han convertido en mi merienda favorita. —Bruce tarareó llevándose la bandeja mientras nos dirigíamos al sofá. Bruce se sentó en el sillón reclinable, arrojando una manta sobre sus piernas, y señaló el pequeño lugar a su lado. Mi corazón empezó a latir a cien veces por segundo, lo que seguro que no es saludable.

—Alex —dijo Bruce, parpadeando y sonriendo. Estaba disfrutando de lo avergonzada que estaba. Ruborizada, me acerqué al sillón reclinable y él me tiró a su lado, tirando la manta sobre mis piernas también. Colin tenía razón, yo era una idiota.

Bruce encendió la televisión, Victorious apareció en la pantalla. Me lanza una mirada escéptica.

—¿Qué? ¿No te gusta este programa? —pregunté tratando de sonar animosa, lo que terminó sonando como un desastre nervioso.

La cara de Bruce está seria por un segundo, luego sonríe.

—Sí, ese personaje de Beck tiene unos rasgos bonitos.

Empecé a reírme nerviosamente, mi cara probablemente estaba roja, odiaba cuando me reía.

Bruce también se rio, apoyó su cabeza en la mía de forma amistosa y vimos juntos Victorious hasta que me quedé dormida.

****

—Hola, chicos, Colin se sentará hoy con nosotros porque tiene un examen que debe corregir. —Saludé alegremente a Anthony, Summer y Bruce.

—Hola, Colin —dijo Summer en voz baja.

—Hola —murmuró Anthony. Colin asintió hacia ellos.

Bruce se limitó a dar media vuelta, bebiendo su refresco.

—Vale, te entiendo... a la gente no le gusto por alguna loca razón, pero estoy aquí para quedarme —dijo Colin deslizándose en el banco tras de mí.

—Te preguntas por qué no nos gustas... —Bruce murmuró poniendo los ojos en blanco.

—Oh, cállate tonto del... —Colin se detuvo cuando le lancé una mirada.

—Culo —suspiró, rebuscando en su mochila y sacando su examen.

—Mucho mejor —dije, lo que me sirvió para varias miradas de desconcierto. Pasamos las preguntas con bastante facilidad, solo cometió pequeños errores que podría haber arreglado por sí mismo. Un par de sus amigos pasaron, riéndose y susurrando mientras evaluaban nuestra mesa.

Colin empezó a impacientarse con las preguntas, retorciéndose cuanto más gente pasaba.

—Muy bien, vete —suspiré haciéndole un gesto para que se fuera.

—Gracias dork —dijo, abrazándome rápidamente, recogiendo sus cosas y paseando hacia sus amigos.

—¿Dork? —Anthony se burló, echándose unas cuantas patatas fritas más a la boca. —Bonito apodo.

No podía decir si estaba siendo sarcástico o si era un hecho.

—¡Alex! —gritó Colin, y giré la cabeza. Hizo la señal de "llámame" y se volvió hacia sus amigos.

—Por fin se ha ido —suspiré aliviada y apoyé la barbilla en la mesa.

—Bueno, ustedes dos están haciendo planes —dijo Bruce con escepticismo. Abrí los ojos y me volví hacia él.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Oh, nada... —Se encogió de hombros.

—¿Te gusta Colin? —intervino Summer mientras empezaba a comer mi ensalada.

—Creí que ya habíamos hablado de esto. No me gusta. Qué más da. Solo le ayudo a estudiar. —gemí, metiéndome la ensalada en la boca. Todavía no les había contado que Colin me estaba ayudando con mi problema con Bruce y no sé si alguna vez lo haré.

—¿Esto de estudiar implica lenguas? —preguntó Anthony y mi cara se puso roja. Dejé caer el tenedor. Todos se volvieron hacia mí, esperando mi respuesta.

—¿Creen que estábamos... besándonos y demás? —tartamudeé, medio enfadada, medio mortificada—. ¡Él no me mira así! Ni siquiera soy lo suficientemente buena, ya ves las chicas con las que se pasea.

Bruce me da una palmada en la nuca, con fuerza. —Eres guapa.

—¿Cómo es que soy guapa? —Miré las caras de todos—. Ni siquiera sé ser bonita ni nada.

Todos suspiran exasperados y cambian de tema.

P.O.V. de Colin

—Entonces, ¿cómo te va con Alex? —preguntó Leo mientras me sentaba en la mesa del almuerzo.

—Bien, supongo. —Me encogí de hombros.

—¿Bien? Amigo, tienes cinco meses hasta el grado once. Recuerda que si no ganas la apuesta... se acabaron las putadas para ti —me recordó Leo como por quinta vez.

—Lo entiendo, lo entiendo. Lo tengo todo resuelto, no te preocupes. —Suspiré pasándome una mano por el pelo.

—A mí no me lo parece. La última vez que lo comprobé, Alex seguía teniendo el mismo aspecto, estaba enamorada de ese tal Bruce —Leo intervino señalando a Bruce, diciendo alguna broma tonta que hizo que Alex escupiera su leche riendo.

Puse los ojos en blanco, irritándome.

—No estoy perdiendo. Cuando digo que lo tengo controlado, lo tengo controlado.

—Como sé que solo dices eso para que me calle, te daré un consejo. La próxima vez que tengas tu pequeña cita de semental, llévala de compras, tienes el dinero, ¿no? —dijo.

—De acuerdo —dije finalmente. Dios, odiaba que la gente discutiera conmigo. ¿Por qué no pueden aceptar que tengo razón?

Miré hacia donde estaba sentada Alex, Bruce se inclinaba hacia su oído y le susurraba algo; fuera lo que fuera, la hizo estallar en carcajadas. Apreté los dientes y me levanté, saliendo del comedor. Veo a Emma Coots saliendo del baño. Me acerco sigilosamente detrás de ella y la rodeo con mis brazos por la cintura.

—¿Quieres ir a algún sitio? —Respiré en su cuello.

—Claro. —Ella soltó una risita, y yo tiré de ella hacia el baño de mujeres.

No me mires con esa mirada de estoy tan decepcionado de ti. Voy a tener una crisis mental o algo así con lo confuso que era esa pequeña dork, Alex.

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