Adrien se quedó dormido en la cama de Antonella mientras ella peinaba su cabello y limpiaba las lágrimas de sus ojos. Le acaricio las orejas con la yema de los dedos y luego dejó su cabeza cuidadosamente recargada en una almohada mientras intentaba irse pero el rubio le tomó de la muñeca obligándola a quedarse. Antonella se sorprendió un poco pero se echó a su lado y lo abrazó con fuerza. Adrien aspiró el olor de su pelo, le besó la mejilla suavemente mientras recorría sus mejillas con la yema de sus dedos.
-No puedo verte así Adrian. Mi corazón se rompe con cada lágrima tuya, maldito testarudo...-María Antonella lo quedó mirando fijamente a los ojos- Tienes qué...
-Mírame María Antonella, mírame por completo...-dijo Adrien mientras la atraía más a él- Ella se dejó besar por él... Salió con él mientras yo sufría en Shanghái...
-Pero Adrien, ella te ama...-dijo María Antonella- Lo vi en sus ojos mientras corría. También creí que estaba engañándote pero cuando salí sentí en el hombre una gran malicia en aquella acción. Estaba sonriendo...
-No me importa si lo hizo con el afán de separarnos. Ella salió con él y no me dijo nada. Mientras yo fui completamente transparente con ella. Le dije de la existencia de ustedes, le dije de tu existencia. Maldición... -se tapó los ojos con el antebrazo- ... ¿Por qué me hizo esto?
-Agreste...-dijo ella destapándole los ojos, le sonrió con calidez para luego tomar firme mente su rostro mientras se sentaba sobre él- Solo cállate y escúchame... solo lo diré una vez...
-¿La defenderás otra vez? –Se quedó sentada sobre su abdomen mientras él limpiaba sus lágrimas- Oye...podrías...
-Vas a escuchar lo que tengo que decirte...-dijo ella cruzando los brazos mientras daba ligeros brincos sobre su abdomen- Necesito que pongas atención Adrián. Ella te ama, se muere por ti... Si te hubiera engañado no correría en la lluvia mientras su novio corre a un taxi con una chica extraña que apenas y conoce...
-Pero ella....-intentó interceder a él a su favor. Protegiéndose de posibles represarías que lo harían queda como un total imbécil. Al final ella terminó dándole una cachetada que lo hizo estamparse en la cama.
-Te amo...-dijo ella al final- Como un hermano y como hermana mayor estoy pidiendo que sigas una orden mía muy sencilla...-Antonella le agarró el rostro y se lo acarició- No te dejes llevar por la ira. Para tomar una decisión debes... considerar muchos factores. Y claramente solo estás viendo los tuyos...
-Porque la defiendes tanto, dices que eres mi hermana, dices que me amas. Pero, ¿Por qué no piensas en mí? –Adrien se sentó en la cama mientras ella hacia lo mismo frente a él. Sonrieron un poco y chocaron sus frentes con delicadeza suspirando.
-¿No crees que es algo estúpido todo esto? Haz venido por ella, no sería justo que solo terminen por algo que ella no provocó. Lo sabes, lo viste al igual que yo...-dijo María Antonella tomándole las manos a Adrien con delicadeza- Si te soy sincera, sentí celos todo este tiempo de ella, pero al verla, pude darme cuenta claramente de que ella y yo somos personas totalmente diferentes en gran sustancia... En todo en realidad, desde la forma de caminar y expresarse hasta para cuando pide perdón...
-Porque estás hablando de esta manera...-María Antonella sonrió un poco mientras se mordía los labios- .... Acaso tu....
-Me di cuenta de que Marinette te ama verdaderamente y lo que alguna vez sentí por ti no fue nada mas parte de un proceso hormonal de mi cuerpo. Mirarla correr mientras tomabas mi mano, con los ojos llenos de lágrimas mientras vanamente intentaba alcanzarte me hizo pensar en que si yo... fuera ella me gustaría que me escucharan... Una última vez... -La muchacha, se echó hacia atrás y su espalda dio en el suave colchón de aquella habitación mientras sonreía poniéndose el antebrazo sobre los ojos- Escúchala. Hazlo por nosotros...
-Está bien...-dijo Adrien sonriendo un poco mientras miraba al techo de la habitación- ... Así que te gustaba...
-Si. Pero fue hace un buen tiempo ya...-La chica se puso en posición Fetal. Lo quedó mirando un rato y luego se echó a reír
-Eres fantástica... –Adrien se acomodó a su lado y la quedó mirando a los ojos- No sé qué haría sin ti...
-Estoy segura que harías cualquier cosa menos lo que debes hacer...-dijo ella arrimándose a él para recibir su calor. Adrien abrazó a María Antonella y luego de un par de minutos ambos quedaron completamente dormidos.
Marinette estaba caminando de un lado a otro, quería matar a Augustus mientras la pequeña Rosse Mary intentaba alcanzarla con sus manos. Fiorella quedó viendo sus reacciones, cada una de ellas más intensa que la otra. Se sentaba y comenzaba a mover una de sus piernas, se paraba caminando de un lado otro haciendo chasquear sus zapatillas contra el suelo de aquel pequeño salón. Al final se recargaba en el marco de la ventana para llorar otro rato. Pasaron exactamente cuatro horas desde que Adrien se fue de la florería, aún lo costaba creer todo lo que había pasado.
Comenzó a llorar a proporciones inigualables hasta que su celular sonó por la llegada de un mensaje hecho del celular de Adrien. Al abrirlo pudo ver que el mensaje decía lo siguiente: "Ven al café de la plaza. Te estaré esperando con mi chaqueta negra, me reconocerás al instante. Alístate con el mejor de tus vestidos, arreglaremos esto hablando de tú a tú"
Marinette soltó el teléfono, se vió en el reflejo del vidrio. Lo pensó un poco y al final cedió a la idea de que Adrien al esperaría en medio de la madrugada en un café del centro. Pero, ¿Acaso era él? No quería preguntárselo, tenía que ir a su llamado. Su amado clamaba por ella y se acercaría a él con tal de salvar algo que era intenso y fuerte. Pues, quieran o no, ambos se amaban.
En el otro lado de la ciudad salía de bañarse la mujer de cabello rubio claro, se puso las medias negras hasta la altura de los muslos, sacó uno de sus mejores trajes negros mientras el rubio ojiesmeralda dormía en la cama de su habitación. Se perfumó con la colonia de Adrien y se pintó los labios de un rojo potente.
La mujer se arregló el cabello, rizándolo con las manos hasta que quedó perfecto. Se puso la chaqueta negra de Adrien y sonriendo salió de la habitación llevándose la llave maestra de la habitación. Un taxi la esperaba afuera del hotel , esta caminó la extensión de la sala de recepciones hasta salir afuera, abrió la puerta de su movilidad y simplemente se adentró a él como si fuera su madriguera , aquella donde guardaría su presa a medio comer.
Cuando el auto arrancó supo que iría a arreglar algo que ella no debía pero que era necesario, cruzó sus piernas mientras se arreglaba la chaqueta. Y cuando llegó a su destino pidió que esperara hasta que Marinette llegó con cualquier cosa menos con lo que se le había pedido, falda y una blusa y algo ligero abrigándola. Ella sonrió saliendo del auto con unas gafas negras y sonriendo, se mordió los labios en señal de satisfacción a lo que haría.
-Querida... Supongo que sabes quién soy...-dijo María Antonella a Marinette que se encontraba desconcertada. Era la primera vez que Marinette no tenía que responder, se rio un poco ante esa mujer. Una narcisista total, hasta que se le ocurrió algo mejor.
-Supongo que es por Adrien que estás aquí y con su chaqueta...-dijo Marinette mirándola fijamente. Las piernas largas y su cuerpo grueso, no tan delgada pero tampoco tan gorda. Era alta, más alta que ella. Para ser sincera, era del tamaño de Adrien y eso era mucho.
-Esta chaqueta ahora es mía...-MariaNella se puso tan cerca de ella como pudo mientras descubría su cuello un poco- Así que perdiste... Y si no te vas al lugar donde te indicaré perderás al Rubio...-sacó la tarjeta que se utilizaba como llave maestra del cuarto.
-¿Qué es lo que quieres decir con eso? –La chica de cabellos rubios claros terminó por reír mientras la acercaba más a ella. Marinette estaba algo intimidada, esa mujer tenía cierta cosa que no le gustaba, se quedó en silencio hasta que los labios de esta llegaron a su oído.
-Digamos que lo he secuestrado. Sino vas a la dirección y vistiendo la ropa que te daré, mis hombres le pegarán un tiro...-dijo ella alejándose lo suficiente de ella, caminó de regreso al taxi y sacó un traje que apenas podía visualizar. Se lo entregó a Marinette y sonrió- Cuarto 512.... Cámbiate en el auto...-le guiñó el ojo- Suerte muñeca...
"Voulez vous coucher avec moi, ce soir"
Cuando Marinette se subió al auto vio a la mujer sacar su teléfono. Hizo una llamada y sonrió feliz mientras caminaba en dirección al Gran Hotel Italiano. Marinette comenzó a cambiarse, se puso un vestido rojo apretado con una abertura en el lateral inferior izquierdo, la espalda descubierta hasta la altura de los senos. Los zapatos de charol rojo caían a juego con el brillante vestido. Se desató las coletas y se hizo un solo moño amarrándolo con un prendedor de rosa blanca que tenía. Quedó lista para salvar a su amado Adrien.
María Antonella giró la esquina y se encontró con un hombre con casaca de cuero, lentes de sol ochenteros y una gorra tejida a mano. El hombre le extendió la mano y tomándola con delicadeza la atrajo a él. La rubiecilla sonrió mientras las frentes de ambos chocaban. Le importó un pepino los lentes, se los sacó y le sacó los suyos a sus acompañantes. Se quedó un minuto observándolo a los ojos.
-Quizás debiste esperarme en Shanghái....-dijo María acariciándole el mentón con la yema de sus dedos- Eres maldito Idiota, Bartolomé...
-Que querías que hiciera, te viniste persiguiendo al bambino pecho alzado de Adriano...-dijo mientras se acercaba a los labios de Antonella pero inmediatamente esta se alejó dejándose desear por él-... y me dejaste solo...
-Oh cierto...-Volvió a sacar su teléfono. Era la hora de hacer la llamada maestra.
El celular de Adrien sonaba mientras este estaba en la ducha, con rapidez lo tomó mientras sacaba contestaba. Supuso que iba a decir algo importante. Lo dejó en alta voz y siguió en lo suyo. Hasta que escuchó la puerta y a la vez la voz que provenía del teléfono.
-Dicen que el color rojo es de buena suerte, por eso las mariquitas con rojas con negro... -dijo Maria Antonella algo chistosa- Disfruta tu regalo...
Cuando Adrien terminó de enjuagar su cuerpo, se enrolló la toalla en la cintura para salir de la ducha. Cuando estuvo en el cuarto. Una mujer de silueta esbelta miraba por la ventana. Era ella, su amada Marinette, retrocedió un par de pasos porque llevaba un vestido hermoso, le resaltaba la figura, sus pechos, sus muslos y sobre todo el color de su piel sin contar que sus ojos estaban hechos un par de mentas azules. Se quedó parado helado, de sentirse algo extraño. Ya no era un niño y eso lo estaba sintiendo ahora. Marinette giró sorpresivamente y lo miró a los ojos mientras abría los ojos en grande.
-Adrien....
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LAZOS
(Bartolomé)
(María Antonella -Marianella)