Mi Soldado; Esperando a...

NuriaOrtiz tarafından

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Esto es una mini temporada, que cuenta la historia de algo que, creo que la gran mayoría quería, y es la lleg... Daha Fazla

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Epilogo
Parte 23 (Extra de Halloween) (Cortito)
SUPER NOTICION!!

Capitulo 17

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NuriaOrtiz tarafından


Nadie le dijo en su momento que estar embarazada conllevaba ver a tu medico muchas más veces a tu propia familia. Ir cada dos semanas para que le hicieran el mismo chequeo, estaba resultando ser un poco bastante agotador. Eran pruebas repetitivas y conversaciones que se sabía hasta la saciedad, pero que por nada del mundo podía saltarse, puesto que era importante para mantener un adecuado control de Liv. Quien a las veintisiete semanas de embarazo, crecía sin descanso y pateaba cada vez más y más fuerte. Su pequeña hija tenia fijación por las artes marciales, así que ya sabía a que apuntarla en cuanto comenzada a andar.

Durante esas cinco semanas desde que Alex se marcho, todo había ido volviendo poco a poco a su habitual cauce, y es que el llevaba una semana completa sin dar señales de vida, pero dado que eso era lo común cuando él se marchaba, estaba tranquila respecto a esa escasez de noticias por su parte. En realidad, ese desapego era lo normal. Alexander se restringía a si mismo durante una semana o dos, para habituarse más fácilmente a la vida en la base, tras un periodo largo en casa. Le gustaba que el volviese a ser el mismo de siempre, pese a que comenzó a disfrutar las llamadas casi diarias que recibía.

Aun así, lo correcto era el distanciamiento, para asegurar una mejor concentración durante la misión vigente. Y de ese modo, ella estaba mucho más tranquila de que él estaba cien por cien bien, donde quiera que estuviese en esos momentos. Para aliviar un poco su necesidad de contacto, y de ese modo mantenerlo informado de cómo iba el crecimiento de Liv, mandaba alguna que otra foto y los resultados del doctor, con las notas justas para que entendiera de que iban todo, aunque después de acompañarla a alguna que otra consulta, estaba segura que tenía una idea de que era.

Todo marchaba bien con el embarazo, y en medio de su séptimo mes de gestación, se veía como una pelota de playa, extra inflada. Aunque por suerte ella ya había pasado de largo la etapa que la pobre Anne estaba sufriendo en propias carnes, en esos momentos. Se compadecía de ella, pero ahora que estaba en la recta final del embarazo, comprendía que solo era una etapa más de los nueve meses y que pasaría pronto. Su cuerpo necesitaba adaptarse a la vida que estaba creando, a veces le costaba menos y otra más. Los efectos de ello, eran las nauseas, mareos y malestar general. Pero estaba claro, que pese a todos esos contras que tenia, Anne estaba emocionada por convertirse en mama.

Casi podía asegurar que quien peor lo pasaba, era Héctor, ya que tenía que estar pendiente de dos embarazadas al mismo tiempo. Una de ellas demasiado cerca de la meta de salida, pasando por un sinfín de malestares, y otra a punto de coger vez en el hospital para dar a luz. Si durante esos cuatro meses a Héctor no le daba algo, sería un absoluto milagro.

Pero aun así, se le veía contento pese al estado de pánico en el cual parecía vivir.

Sobándose un punto en el costado derecho, respiro hondo y rodo los ojos cuando su hija comenzó una nueva fiesta dentro de su vientre. Abriendo la puerta de su casa, arqueo las cejas al oír la voz de Héctor.

--¿Necesitas algo? Dime ¿Qué puedo hacer...?

Guiándose por la voz del hombre, dejo el bolso y las llaves sobre la mesa del comedor, y encontró a la pareja en el baño de invitados.

--¿Va todo bien?

Pregunto al ver la escena que estaba montando Héctor. El hombre ya debería haberse calmado después de esas semanas, pero parecía ir a peor, a medida que los días pasaban.

Anne alzo un brazo, apunto a Héctor y le dio un pulgar abajo, avisándole que si no se ocupaba del hombre, iba a matarlo en cuanto se recuperara un poco.

Apretando los labios para evitar reírse, apretó los dedos alrededor de la gruesa muñeca del hombro y tiro de él hacia afuera pese a la fuerte reticencia, logro sacarlo solo por el hecho de que tuvo compasión por su embarazo y no hizo mucho esfuerzo. Alejándolo de Anne, consiguió darle un momento de paz a la pobre mujer, pese a las nauseas que estaba experimentando, sería un pequeño alivio para ella. Guiándolo hacia el salón, empujo el pecho de su cuñado, obligándole a tomar asiento en el sofá.

--¿Cuánto tiempo vas a seguir con esto, Héctor?

--Pero...

--¡Solo son nauseas! Está embarazada, por el amor de Dios, es normal. A muchas mujeres nos pasa. Unas más que otras, pero la gran mayoría pasamos por esto.

Héctor enderezo la espalda, bajo la mirada y froto sus muslos con las palmas de las manos.

--Odio verla así.

--Solo es el primer trimestre. En cuanto pasen las doce primeras semanas, se sentirá mucho mejor. Ya lo veras.

Su cuñado respiro hondo, mirándola con el rostro un poco más sereno, asintió despacito. No parecía muy estable en su decisión, pero estaba segura que intentaría relajarse un poco y hacerle el camino más fácil a Anne, ya que no era justo que tuviera que preocuparse porque al hombre le diese algo, mientras ella ofrecía su desayuno, comida o cena, al rey taza.

Arqueando una ceja cuando una idea le vino a la mente, se movió por el salón buscando la última revista sobre embarazo que su madre le había mandado. Lanzándose al regazo, sonrió hacia el hombre y señalo la revista con un dedo.

--Ve a comprar esas banditas azules. Son para las nauseas y mareos. Dicen que son muy efectivas.

Mandarlo a comprar le daría un momento para calmarse y enfocar su mente en otra cosa que no fuese el malestar que invadía a Anne. Eso le daría un poco de paz a la mujer, el cual estaría agradecida de tener.

Héctor se puso en pie con la revista en la mano, besando la cima de su cabeza, salió corriendo de la casa como si aquel artículo fuese a esfumarse si tardaba un par de minutos en ponerse en movimiento. Durante al menos veinte minutos,

--¿Cómo vas?

Le pregunto a su amiga, mojando una toallita pequeña y entregándosela. Ella suspiro, enderezando la espalda, se retiro un poco hacia atrás, apoyándose en la mampara de la ducha, llevándose la toallita al cuello para refrescarse un poco la piel.

--¿Cómo lo soportaste?

--Deje que pasara. La verdad es que no hice mucho. Permanecía quieta, tirada en la cama y comía fruta. Eso fue lo que me alivio.

--Eso no funciona. Ya lo he probado.

Riéndose suavemente, se encogió de hombros.

--Cada una es un mundo, Anne. Tendrás que encontrar tus propios trucos, si no quieres tomar pastillas.

--No quiero.

--Entonces, busca algo que te alivie el malestar.

Su amiga no se atrevió ni asentir, por si acaso la acción activaba una nueva ronda de nauseas. Ella lo paso mal, en el sentido de que los mareos la dejaban para el arrastre, consumiendo una gran parte de su energía y dejándole sin la posibilidad de disfrutar de un día completo, por culpa de ellos, pero fue capaz de sobrepasar esos momentos y poco a poco encontró un modo de ayudarse a sí misma a afrontarlo con más facilidad. La fruta, por ejemplo, fue su gran salvación. Y el Nestie.

Anne tendría que encontrar un modo de paliar con los síntomas del embarazo.

--Tengo galletitas saladas y te ¿Quieres probar?

La mujer le lanzo una muy mala mirada, ante la cual solo pudo reírse. Anne no estaba dispuesta a probar bocado hasta que las nauseas no desaparecieran por ese día. Así que asumía que estaría un buen rato sin probar bocado, con tal de mantener las visitas al sanitario, al mínimo.

--Como quieras. Siéntete como en casa. Si necesitas tumbarte, puedes usar la cama.

Si ella no quería poner un poquito de su parte, por encontrar un modo de aliviar esos síntomas, allá ella. Solo podía esperar que tomase la decisión correcta, y que pese al prueba y error que podía ocurrir, lo mejor era ponerse manos a la obra y encontrar una fórmula que le ayudase. Mientras tanto, ella se tomaría los meses que le quedaban de gestación, muy tranquilamente, a la espera de que Liv creciera y engordara, y así estar lista para su llegada al mundo exterior.

Ella por el contrario, si iba a comer, pues se sentía un poco floja tras ir a hacerse análisis de sangre en ayunas. Preparándose un par de tostadas, un bol lleno de fruta y un gigantesco vaso de zumo, lo llevo todo a la mesita de café que mantenía frente al sofá, y encendió el portátil que allí descansaba, esperando encontrar un email de Alexander, aunque sus esperanzas eran bastante bajas, siempre cabía la posibilidad de que se obrara el milagro, por así decirlo.

Pero no. El hombre seguía incomunicado, dejando que su mente y cuerpo se habituaran al lugar en el cual se encontraba. Y pese a que echaba de menos oír su voz, se alegraba que los problemillas de adaptación, se hubiesen solucionado al fin.

--¿Aun nada?

Pregunto Anne, con la voz un poco ronca. Mirando por encima del hombro, vio su amiga mientras soltaba un largo suspiro, antes de acercarse y desplomarse sobre el sofá.

--No. Pero eso son buenas noticias.

Con su rostro serio y una intensidad desmesurada en sus ojos, Anne la miro con atención, en completo silencio durante un par de minutos, en los cuales comenzó a jugar distraídamente con el collar que llevaba al cuello y que sin ninguna duda, era un regalo del bombero.

--¿Cómo lo haces?

--¿El qué?

Pregunto, distraída por la ultima foto que le mando Alexander, antes de cortar la comunicación con ella. En aquella instantánea, salían un par de los compañeros que conocía, entre ellos Izan, quien se mantenía fiel a su papel de guardián, para que nada malo le pasase a su soldado.

--Permanecer tan calmada, cuando sabes que él se está jugando la vida.

--Tu estas más o menos igual que yo. Héctor lucha contra el fuego.

--Si, pero es distinto.

--Ya lo sé. Pero así es nuestra vida. El ama ser militar, así que confió en sus facultades y su entrenamiento. Y sobre todo, confió en sus compañeros y en él.

--¿Sus compañeros?

Mostrándole la foto, señalo a Izan.

--Se ha autoproclamado guardaespaldas oficial de Alexander, para que no haga nada estúpido en ninguna misión. Digamos que se ha convertido en mis ojos, allá donde están. Una vez regresan me dice todo lo que ha estado haciendo Alex.

Rio ella. Anne arqueo una ceja, observando la foto con atención en completo silencio. No le quedaba más remedio que confiar y esperar. Así que lo único que podía hacer era sonreír ante sus fotos y pensar en el día que el regresara a casa. Eso la mantenía cuerda y tranquila, pues a medida que los años fueron pasando, la confianza en sus habilidades y el entrenamiento que llevaban a cabo para entrar en la unidad a la cual el pertenecía, fue creciendo con cada misión realizada con éxito. Si se ponía a pensar en los peligros o en lo que podía llegar a ocurrirle, sentía como la respiración se le cortaba de golpe, y su corazón bombeaba como un loco. Así que, básicamente, el equilibrio consistía en confiar y esperar. Eso era lo único que podía hacer, aparte de darse fuerzas el uno al otro, mediante las conversaciones que tenían de vez en cuando.

--Si no confió en él y en su entrenamiento, no sería capaz de seguir el día a día con una sonrisa, porque estaría aterrada de lo que podría ocurrirle donde sea que este.

Cuando los brazos de su amiga le rodearon los hombros, sintió como sus ojos se aguaban por la emoción del momento, pero se negó en redondo a llorar. No tenía ningún motivo para derramar lágrimas de tristeza, pues Alexander estaba bien, pese a que estaba lejos de casa.

Mirando la fotografía enmarcada de ambos, que descasaba cobre una balda del armario, sonrió al encontrarse con los ojos de Alex, sintiendo inmediatamente la tranquilidad que su presencia y su mirada, siempre le otorgaban.

***

Cada vez que sonaba ese tono en la melodía de su teléfono móvil, se asustaba y un amargo recuerdo regresaba para atormentarlo. Una memoria de cinco años atrás, cuando el capitán Harrison lo llamo para informarle de que su hermano estaba gravemente herido y que muy probablemente, no lo lograra.

Por suerte, el tenia la llave que haría que el maldito chico siguiera vivo, ayudando a la obra de los doctores que trabajaban sobre él. Itziar fue un milagro en sus vidas, y no solo por que consiguiera que su hermano confiara en una mujer, sino por que mantuvo con vida al chico durante todo el proceso quirúrgico y el posoperatorio.

Así que cuando esa melodía sonaba, todo su cuerpo temblaba un sudor frio le recorría la espalda.

Mirando la pantalla del teléfono, frunciendo el ceño cuando se percato de que era una llamada de Skype. Deslizando el dedo sobre la pantalla, descolgó la llamada y arqueo una ceja al ver el rostro de su hermano.

--¿Alex?

--Buenas.

Eso sí que era raro. ¿Alexander llamándolo a él en vez de a Itziar? ¿Qué tramaba? O más bien ¿Qué pasaba?

--¿Está todo bien?

--Si. Solo te llamaba para preguntarte cómo estás viendo a Itzi y cómo va Anne con el embarazo.

Y eso lo explicaba, pensó con una sonrisa.

--¿No hablas con ella?

--Llevo dos semanas sin llamarla. Es un poco más difícil que antes y...

Negando con la cabeza, se recostó contra la fachada de una cafetería, girando la cabeza, observo como la mujer de su hermano pedía su almuerzo, tras una visita al doctor en la que solo recibieron buenas noticias, como cada vez que iban. Pero eso su hermano no podía verlo.

--Ahora esta de veintiocho semanas y esta estupenda. Se queja un poco de que se está poniendo demasiado grande, pero es normal. La pequeña tiene que coger peso y grasa para cuando nazca y está creciendo a un buen ritmo. Todo está bien.

-- ¿Y su ánimo?

--No es tan débil como crees, Alex. Es una mujer que sabe que tiene que ser fuerte y lo es.

--Pero...

--¿Qué quieres que te diga? ¿Qué tiene altibajos? Los tiene. Está embarazada, y tú no estás con ella, claro que se pone triste en algunas ocasiones, pero remonta y mantiene una sonrisa en su rostro, para mantenerse fuerte.

Un manto de tristeza, orgullo y alivio, cubrió el rostro de su hermano cuando escucho sus palabras y es que no era para menos. Anne también estaba embarazada y él lo pasaba bastante mal dejándola sola cuando tenía guardia, porque sabía que durante los tres primeros meses del embarazo, estaba un poco inestable por las nauseas y mareos matutinos que en realidad atacaban a cualquier hora del día, sin embargo, tras las bandas que Itziar le mando a comprar, ella se encontraba mucho mejor y aun así, era reacio a dejarla, así que no sabía cómo su hermano era capaz de sobrellevarlo.

--Mantenla vigilada, por favor.

--Lo hago. Ahora mismo estamos a punto de almorzar. Hoy ha tenido una cita con el médico.

--¿Esta ahí?

Si fuese capaz de salir de la pantalla para poder estrangularlo y posteriormente abrazar a su esposa, el chico lo haría con gusto. Riéndose suavemente y aun sabiendo que aquello podía ser perjudicial para su hermano, sabía que en el fondo, su hermano terminaría agradeciéndoselo. Asomándose una vez más, comprobó que ella estaba ajena a todo, sentada frente a una ensalada de fruta, un cupcake y un gigantesco vaso de zumo, Itziar estaba a la espera de que el regresara para comenzar a comer, sin embargo, sus dedos iban y venían, pillando un trocito de fruta cada vez y llevándoselo a los labios. Girando el teléfono, lo apoyo contra el cristal del escaparate y permitió que su hermano viera a su esposa.

--Eres un cabrón.

Mascullo el chico. Sonriendo sin que él pudiera verlo, deslizo el dedo hacia la cámara frontal del teléfono y escucho con gusto la maldición que su hermano pequeño soltó.

--¡Quita el dedo, Héctor!

--¿Por qué? Si soy un cabrón, es lógico que haga estas cosas.

Alexander rumiaba algo, mascullando por lo bajo algo sobre él y aunque no captaba correctamente las palabras, estaba claro que los insultos volaban hacia él, pero mantuvo la cámara tapada durante unos pocos segundos más, alargando la tortura que suponía para el chico, saber que Itziar estaba ahí pero que no podía verla. Era un juego bastante sucio por su parte, pero era justo defenderse tras un ataque. Así contando tres, despejo la vista para Alex.

--¿Qué infiernos hago yo aquí?

Aquel tono tenía cierto punto de auto castigo y sabía que era porque su hermano quería estar cerca de Itziar. En esos momentos, Alexander se fustigaba a sí mismo por alejarse de la familia que estaba creando junto a la mujer que amaba, lo que era peligroso hasta cierto punto, debido a la situación que el podía afrontar durante las misiones, donde necesitaba ser cien por cien un soldado y no un marido, pese a que debía tener esto último muy en mente para no cometer ninguna temeridad que le costara la vida.

Era necesario que él le abriera un poco los ojos.

--Estas trabajando en lo que más te gusta.

Fijándose en el movimiento inquieto de su cuñada, sonrió al darle la vuelta al teléfono a tiempo para conectar con la mirada de Itziar, quien le estaba dando un profundo ceño por tardar tanto. Regalándole una pequeña sonrisa, alzo un dedo. Sus hombros se movieron como si estuviese soltando un largo suspiro y regreso a pescar poco a poco cuadraditos de su fruta.

Alex cerro los parpados y al abrirlos, sus ojos volvían a brillan aunque con un poco menos de intensidad de lo habitual. Suponía que estar lejos de casa cuando estaban esperando su primera hija era demasiado para sobrellevar completamente bien, pero al menos parecía centrado en hacer su trabajo correctamente y mantenerse de una sola pieza, mientras estuviese por allí.

--¿Cómo le va a Anne?

Estaba usando una táctica evasiva para no sentir la imperiosa necesidad de desertar y regresar a casa cuanto antes, pero aun así, sabía que realmente se preocupaba por Anne. La sola mención de la mujer, puso una boba sonrisa en su rostro cuando su corazón retumbo dentro de su pecho con cierto nerviosismo.

--Ha tenido unas semanas...

--¿Malas?

Rio Alex, dándole una mirada de conocimiento.

--Si, bastante. Itzi nos salvo. Me mando a comprarle unas banditas que lleva en las muñecas y eso le está ayudando muchísimo. Pero todo va bien.

--Me alegro. ¿Cómo llevas tu esos ratos?

--Mal. Itziar me dio un sermón y Anne me tiene en el punto de mira. Un paso en falso y me estrangula cualquier día de estos.

Una sonora carcajada sonó desde los altavoces de su teléfono móvil, haciéndole apretar los dientes durante un momento. ¿Qué encontraba gracioso el maldito mocoso? Se preocupaba por su chica, que estaba pasando por un momento bastante malo, pero en vez de ser de ayuda estaba agobiando a la mujer y eso no era sabio cuando estaban en medio de un embarazo donde las mañanas eran un infierno. Así que básicamente estaba aprendiendo a darle espacio y ser una compañía medianamente decente para su chica.

--Es una etapa que pasara.

--No va lo suficientemente rápido.

Con un rostro sereno y una mirada mucho más tranquila, Alexander sonrió suavemente.

--Me tengo que ir. No le digas que te he llamado ¿De acuerdo? No quiero que se preocupe.

--Ni lo menciones.

--Gracias.

Asintiendo, espero a que el chico colgara, antes de guardar el teléfono móvil y regresar al interior de la cafetería. Itzi lo miro un poco mal cuando tomo asiento frente a ella. Dándole un profundo ceño, llevo otro bocadito de fruta a su baca. Suponía que se merecía aquella mirada malhumorada, dado que la hizo esperar un poco demasiado, pero simplemente no era capaz de dejar a su hermano pequeño con la incertidumbre de si todo iba bien o no. El era un enlace que Alexander usaba únicamente cuando estaba de los nervios, pero se sentía lo suficientemente fuerte para hablar directamente con Itziar. Él era el intermediario que le ofrecía noticias, sin necesidad de ponerse demasiado emocional por el momento. Le gustaba eso, pues le daba la oportunidad de hablar con el chico, pese a que a veces era un capullo, seguía siendo su hermano pequeño.

***

Mirando el calendario, se llevo una mano a la nuca, frotándola cuando se percato de lo poco que quedaba. No podía creer que Itziar cumplía treinta y cuatro semanas de embarazo. Ocho meses gestando una vida en su vientre, pasando por incontables malestares e incomodidades. Convirtiéndose en una montaña rusa de emociones y sentimientos variados y esporádicos, que terminaron por volverlo loco en algún punto, pero que ambos llevaban tan bien como podían y que todo eso pasara por una pequeña y valiosa vida que crecía dentro de ella, era increíble.

Cada vez faltaba menos para la llegada de su hija y él seguía estancado en la base, de la cual no podría irse hasta cumplir los cuatro meses de llegada. Tenía la incertidumbre de no saber si llegaría o no para su nacimiento, y eso lo ponía un poco nervioso. Quería darle la bienvenida al mundo, pero si no podía, lo único que haría por el resto de su vida, seria amarla y estar siempre a su lado. Como padre, haría hasta lo imposible por ella, para verla sonreír cada día y saber que estaba bien en cada momento de su camino.

Itziar procuraba mantenerlo totalmente informado, escaneando para él los resultados de las pruebas y cada cosa que el médico le decía sobre el embarazo. Ella por su parte, añadía como se iba sintiendo con el paso de los días. Eso le hacía sentirse mucho más cerca de ella, y le daba la falsa sensación de no estar perdiéndose nada del embarazo, pese a que si lo hacía. Las fotografías y los videos, eran como un bálsamo para su alma, permitiéndole ver como de grande estaba la barriga, o como se movía la pequeña Liv.

Aun así, nada le quitaba el deseo de estar allí presente y disfrutar de cada cambio y cada avance del embarazo, junto a Itziar. Se estaba perdiendo un momento maravilloso, y nadie podría devolvérselo. Era una de las tantas consecuencias de su trabajo, pero nunca espero que este fuese a morderle el culo justo cuando estaban en una de las etapas más dulce de sus vidas.

La alarma que sonó en el interior del edificio, anunciándole una reunión urgente, le obligo a dejar a un lado sus pensamientos sobre Itziar, el embarazo y Liv, y poner su mente en modo trabajo. Cuando esa sirena tronaba, era el anuncio de que algo malo pasaba.

Dejando atrás sus pensamientos, se coloco la camisa del uniforme y mientras se la abrochaba, se dirigió hacia la sala de reuniones, donde solían planear las salidas del equipo y las misiones pendientes, con la única finalidad de tener todo claro a la hora de poner un pie fuera de la protección que ofrecía la base militar en la cual se encontraban. Al llegar, un buen número de soldados ya ocupaba el lugar. Entre ellos, Izan sobresalía gracias a su altura y al poder que emanaba su cuerpo en una situación de alerta. Colocándose a su lado, observo a su superior.

--El equipo de Kellan ha sido atacado a unos quince kilómetros de aquí. La cosa no pinta nada bien. Han pedido refuerzos, pero cuando contestamos nadie respondió. Asumimos que fueron capturados, así que los usaran como rehenes para conseguir un buen trato.

--¿Cuáles son sus ordenes, Señor?

Pregunto uno de sus compañeros.

--¿No es obvio? Ir tras esos cabrones y traer a nuestros chicos a casa. Esa es la finalidad de la misión. Ir, reventarlos y recuperar a nuestros compañeros.

Pese a que la situación no lo ameritaba, las palabras de su superior, le hicieron sonreír, obligándolo a habar la cabeza para no faltar el respeto a nadie con su acción, aunque estaba seguro que más de uno tenía ganas de hacer lo mismo. Aquel tipo no se echaba para atrás cuando un problema venía de frente a por él, se paraba firmemente sobre sus pies y daba la cara. Sin importar cuantos líos crease, seguía el camino que creía debía seguir y mantenía a sus soldados, a aquellos hombres y mujeres que tenía a su cargo, en un punto donde le permitiera verlos en todo momento para asegurarse que estaban bien bajo su cuidado. Eso le gustaba. Por desgracia, ya le toco alguna que otra vez, trabajar a las ordenes de un hombre que no creía en el compañerismo y la amistad y que si un soldado caía, fue por era lo bastante estúpido como para dejarse matar. Llegados a ese punto donde te encontrabas un enemigo conviviendo contigo en la misma base, lo único que podías hacer era apretar los dientes y mantenerte vivo por tu propia cuenta y la de tus compañeros. De lo contrario, habría demasiadas bajas en la unidad. Sin embargo, aquel hombre que tenía delante con sus palabras, su forma de actuar y las ordenes que daba, dejaban bien claro que eran las ordenes de un hombre de su rango con una lealtad muy fuerte con los hombres y mujeres que trabajaba. Era directo y claro. Empleaba malas palabras y era el primero en salir fuera de los muros y vallas de la base, con una pistola en la mano para salvar el culo de cualquier miembro de la unidad. Si todos ellos seguían las ordenes de aquel loco, era porque todos pensaban igual que él y se alegraban de tener a un tipo que comprendía sus sentimientos, cuando un compañero caía en manos del enemigo o era herido por este. De ese modo, se libraban de la impotencia que generaba no poder ir en contra de un superior, cuando sabias que tus deseos eran completamente distintos a los del tipo que gobernaba el lugar y que para colgó tenias una idea muy distinta de lo que era correcto de hacer.

--Izan ocúpate de hacer dos equipos. Equípalos y guíalos.

--Si, señor.

El capitán lo miro, su rostro se mostro un poco más serio que un momento antes y el supo que le tocaba jugarse el cuello a un nivel superior. No tenía miedo, la adrenalina comenzaba a pulsar, recorriendo sus venas con muchas más fuerza que su propia sangre, minimizando las emociones que pudieran desatar el miedo.

Una misión de esas características no sucedían a menudo, pero tampoco eran inusuales. Durante esos momentos de tensión en los que sabias que un compañero estaba en manos enemigas, te olvidabas de todo lo que había a tu espalda y pensabas únicamente en el bienestar de esa persona que tenias que rescatar. En su caso, era esencial que se olvidara de su esposa y futura hija y centrara todos sus pensamientos en Kellan y el grupo que iba con él y en lo que tenía que hacer para que la misión resultara un éxito absoluto.

Sintiendo como su cuerpo se preparaba para la acción, respiro hondo inflando su pecho al máximo y retuvo el aire por un momento. Con los ojos cerrados, permitió que todos sus sentidos se pusieran alerta. Necesitaba cada uno de ellos para regresar de una, vivo y de una pieza a casa.

--¡Moveos!

La orden de salida llego con la fuerza de un yunque cayendo sobre una base de acero. Resonando en la estancia, conectando todos los cables necesarios para que todo se pudiera en marcha. Los atronadores pasos, las conversaciones aceleradas y el tono duro de aquellas voces masculinas que ocultaban un poco las femeninas, pero aun así estas se hacían oír con firmeza, le gusto. No por la naturaleza de la misión, sino por los sentimientos que esto despertaba en el. Día a día, misión a misión, se convencía más y más de que él nació para ser militar. Le daría mucha pena dejar atrás a sus compañeros, pero sabía que en realidad, era lo mejor para su familia, y aunque al principio no le gustara la idea, no quería que Liv sufriera como lo estaba haciendo Itziar. Sería totalmente injusto para la pequeña, preocuparse por el cada vez que saliera de casa. Así que, pese a que echaría de menos todo lo que conllevaba estar en el decimo escuadrón de las fuerzas especiales del ejército de tierra, la mejor decisión que podía tomar respecto al futuro de su familia y el suyo propio, era alejarse del campo de batalla y convertirse en un instructor de novatos.

Pero para eso aún quedaban unos cuantos meses, incluso algún que otro año, si su petición era denegada por cualquier cosa. Lo que ahora tenía que hacer, no era pensar en su futuro, sino poner su mente en la misión que se iba a desarrollar frente a sus narices. Recuperar a sus compañeros, deshacerse del enemigo y dejarles un mensaje muy claro de que ocurría cuando jugaban con un fuego que no eran capaces de controlar.

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Hola a todas mis bellas Brujís!!

Algo rapidito ahora que se acerca el 1 de Agosto!! Y para las que les pique la curiosidad de saber un poquito sobre Jared, aquí abajo os dejo los link de los dos adelantos de ambas novelas, que os llevara directamente a leer! (Si no podéis darle desde aquí, siempre podéis visitar INFO en el perfil de Wattpad.)

Adelanto de Jared: https://issuu.com/odiseaediciones/docs/adelanto_amando_a_jared

Adelanto de Bradley: https://issuu.com/odiseaediciones/docs/adelanto_de_te_amo__bradley

No tendréis que registraros en ningún lado, ni nada, solo hacer clik en los enlaces y a leer!


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