Emma: La calma precede la tor...

By Madam_Negrere

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Tras acabar las enseñanzas básicas ha llegado el momento que todo estudiante espera: aprender la verdadera ma... More

1.-Volver a empezar.
1.-Volver a empezar, parte 2.
1.-Volver a empezar, parte 3.
2.-Eythera.
2.-Eythera, parte 2.
3.-Cosas del primer día.
4.-De excursiones y eso.
5.- Margaritas de Tigreen y capas largas, magníficas clases de vuelo; parte 1.
5.- Margaritas de Tigreen y capas largas, magníficas clases de vuelo; parte 2.
6.-Clase de recuerdos que dan miedo.
7.-De octubre, el último sábado.
8.-Los mellizos Donovan
9.- ¿Y quién eres tú?
10.- Un espeso humo color cian, parte 1.
10.-Un espeso humo color cian, parte 2.
11.- La jornada de esoterismo, parte 1.
11.- La jornada de esoterimo, parte 2.
12.- Atlaea, parte 1.
12.- Atlaea, parte dos.
12.- Atlaea, parte 3.
13.- No digamos adiós, solo "hasta la próxima".
14.- ¿Ya estás pensando otra vez en meterte en problemas?
15.- Peligro en el Archivo
16.- Una noche muy larga y una mañana de rumores.
17.- Por fin, llegó el día.
18.- Las Pruebas
18.- Las pruebas, parte 2.
19.- Las Hogueras.
20.- La selección de familias.
21.-Un poco sobre aquella noche.
22.-Lo que en realidad pasó aquella noche, parte 1.
22.- Lo que en realidad pasó aquella noche, parte 2.
Capítulo 23: La Torre Efímera de Elde
23.-La Torre Efímera de Elde, parte 2.
24.- La vuelta
24.-La vuelta, parte 2.
Capítulo 25: El Punffle y Dala Sur
capítulo 26: El regreso de Azel, parte 1.
El regreso de Azel, parte 2.
Capítulo 27: Los desbaratados planes de Leyla y Vanesa, parte 1.
Los desbaratados planes de Leyla y Vnaesa, parte2
Capítulo 28: El secreto de Ethan (o uno de ellos)
El secreto de Ethan, parte dos
Capítulo 29: Poco para la acción
Capítulo 30: Aquello que una vez sucedió.
Aquello que una vez sucedió, parte 2.
Aquello que una vez sucedió, parte 3.
Capítulo 31: Un regalo valioso
Capítulo 32: El Último, parte uno.
El Último, parte 2.
El Último, parte 3.
EPÍLOGO

3.-Cosas del primer día, parte 2.

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By Madam_Negrere


-Emma Wilcox.

Lo había dicho. Sí, había notado como habían escapado las palabras de su boca. Ahora solo cabía esperar. Pero, ¿el qué? ¿A qué no reconocieran su nombre? ¿O que aunque lo reconocieran no hicieran ningún comentario, o que les diese igual? Emma no sabía exactamente qué era lo que estaba esperando, pero por alguna razón, supo que iba a ser todo lo contrario. Y no hizo falta esperar mucho para que sus sospechas se confirmaran. Realmente no pasó siquiera un segundo antes de que todas las miradas, atónitas, se volvieran a mirarla. Ahora no solo era la que llegaba tarde, la que venía acompañada de un importante alumno, sino que también se había convertido en la desconocida, y en algunos casos insospechada, hija de la directora. Quizá lo mejor fuera eso, pues tarde o temprano se acabarían enterando, y la verdad de quién era se revelaría. Sí, quizá fuera mejor así; al menos de esta forma, podría enseñarles a todos quien era desde el principio.

Pero pensarlo era mucho más fácil que decirlo, y más aún que actuar en consecuencia. Eso lo supo cuando sintió la penetrante mirada sorprendida de Timmy clavada en ella.

-Vaya, parece que tenemos un pequeño prodigio entre nosotros...- susurró Fretz, con una sonrisa ladeada.

Emma cerró los ojos y suspiró. Cuando los abrió, estaba decidida a hacerle frente a cualquier cosa.

-Aún no puedo creerlo.- admitió Timmy, mientras recorrían uno de los amplios y anchos corredores.- Quiero decir, jamás pensé que la directora tuviera una hija.

-Sí, nuestra pequeña Emma es todo un privilegio.- afirmó Leyla, agarrándola por el cuello y arrastrándola hacia su pecho.

-La verdad, sí que resulta extraño.- estuvo de acuerdo Vanesa.- No os parecéis.

Emma sacudió la cabeza.

-Para nada, somos completamente distintas.- confirmó, bastante segura de que era la cosa más obvia del mundo.

En ese momento, llegaron al vestíbulo principal, tan frecuentado como siempre. Gracias a los dioses, debido a que era enorme, a pesar de la multitud, no daba una sensación agobiante, no se sentía como un espacio cerrado y estrecho en el que apenas se podía respirar. Ese pensamiento se difuminó cuando sus ojos se posaron sobre una silueta que descansaba sobre la blanca barandilla de piedra de las escaleras. Su cuerpo trabajado, sus aspecto frío y solitario y su actitud despreocupada, hicieron que Emma supiera enseguida de quién se trataba. Y al parecer, no fue la única. Timmy se acercó hacia él con paso decidido y le soltó la noticia, como si se tratara del cotillón del día.

-¿Sabías que era la hija de la directora?- le preguntó, señalando a Emma.

Ethan la miró.

-Tiene su sonrisa.- comentó solamente. Emma se sorprendió, bien por el hecho de que se hubiese dado cuenta de ello, bien porque, sí, por primera vez, notó un ligero temblor en su voz, que contrastó con la firmeza que siempre mostraba. Quizá fuese un matiz de sorpresa. Sí, sería lo más probable. Como fuera, Ethan pareció decidir que su momento de soledad había acabado, y se unió al pequeño grupito que se dirigía al comedor. Era ya la hora de la comida, y más de un estómago rugía insatisfecho.

-¿Qué tal os han ido vuestras primeras clases?- preguntó Ethan, que mostraba un interés real.

-Mmm... Reveladoras, diría yo.- respondió Leyla, ansiosa por relatar su mañana.- Ciertamente, nunca pensé que fuese tan distinto a Poplox, nuestro colegio elemental. Todas las clases han sido considerablemente entretenidas, y la gente ha resultado muy abierta.- sonrió.- Creo que me podría acostumbrar.

Emma asintió.

-Me gusta. No pensé que lo diría, al menos tan rápido, pero he de admitir que me gusta. Mucho más que Poplox. Pero creo que lo que más me ha llamado la atención ha sido el propio profesor Fretz. Es enigmático, e hipnotizante.

Ethan se volvió a mirarla.

-Así que eres verde... como Timmy. Bueno, supongo que tenéis suerte. El señor Fretz ha sido siempre uno de mis favoritos, probablemente más adelante imaginarás por qué.- sonrió, y su sonrisa iluminó a todos los presentes. Sus dientes, la forma en que se estiraban sus labios, sus pequeños hoyuelos... Si no fuera porque, por alguna razón, Ethan no la atraía como un chico atraía a una chica, habría hecho sin duda que su corazón latiera más rápido, como latía el de Leyla, o incluso el de la silenciosa Vanesa.- Yo soy violeta, este año. Es la segunda vez, así que para mí está bien.

En ese momento entraron en el comedor, y, tras echar una mirada a su alrededor, repararon en que en una mesa, Arthur y Doyle hablaban alegremente. Emma dejó escapar una risa, por alguna razón, Arthur y Doyle siempre se les adelantaban, y siempre estaban en el comedor ya llevándose comida a sus bocas.

Las tres chicas se acercaron, pero Timmy e Ethan fueron retenidos por el camino. Una chica de su edad, alta, de pelo rizado color caoba y bastante mona, que le resultaba bastante familiar a Emma les agarró del brazo.

-Vosotros dos venís conmigo.- afirmó.- Tenemos que resolver un pequeño asunto.- añadió más bajo, claramente con la intención de que las chicas no la entendieran. Emma comprendió su familiaridad: era la chica del autobús mágico, la que había informado de que no quedaba asientos libres.

Timmy alzó las cejas, comprendiendo.

-En ese caso, ya nos veremos en otra ocasión.- afirmó, volviéndose hacia las chicas y dedicándoles una sonrisa.

Ethan, por el contrario, se limitó a seguirles con el ceño fruncido.

Saliendo del comedor, con los estómagos llenos, el grupo de cinco se encontraron con una multitud, formada en el patio en el que habían estado expuestas las listas esa misma mañana. Los alumnos se disponían en un círculo, rodeando algo que no lograban divisar. Los chicos se acercaron cuanto pudieron, curiosos, ¿qué estaría pasando? ¿Era una pelea? ¿Habría peleas en Eythera? Cuando hubieron visto a los dos chicos que estaban en medio del círculo, la ferocidad de sus ojos, la posición de sus cuerpos, y por supuesto, las manos que agarraban el cuello de la camisa del otro, todo quedó perfectamente claro. Desde luego, se trataba de eso mismo, una pelea. Y estaba claro quién estaba ganando, aunque, curiosamente, parecía también el que más ganas tenía de acabarla, el que se había visto envuelto en ella. Sujetaba al otro del cuello de la camisa, y lo mantenía en una posición que tenía la pinta de ser un tanto incómoda, con la espalda doblada y la cabeza inclinada hacia el suelo, aunque hacía todo lo posible por volver su mirada hacia el chico rubio que le retenía. No era un rubio como el color de las espigas, si no un rubio más apagado, más cenizo, más oscuro, más castaño. Pero brillante. De alguna manera, Emma supo que aquel chico rubio, esbelto y guapo, también contaba con cierta reputación en la escuela. Perecía que Eythera ocultaba más chicos guapos de lo que cualquiera podría pensar, y eso era todo un punto a favor para ellas, se sorprendió pensando Emma, consciente de que todos los chicos con los que se había topado eran, cuanto menos, monos.

-Eres un cabrón, ¿lo sabías?- dijo malamente el que parecía un polluelo malherido.

El chico rubio puso sus ojos azules en blanco.

-No sabía que era tu novia.- respondió simplemente.- Ella no mencionó que estuviera con alguien.- afirmó, y parecía sincero.

El otro lo miró con odio.

-No es como si te importaran esas cosas.- aseguró, escupiendo cerca de sus pies.

-Relájate.- ordenó.- Contra lo que pueda parecer, eso no es cierto. Yo no me meto en relaciones ajenas, son demasiado complicadas.- sonrió.- Si ella no dijo nada, alguna razón tendría, ¿no?

Emma no supo en ese momento que tipo de persona era aquel chico. Si realmente era sincero y agradable, o si era el capullo más grande del mundo. Se giró hacia Leyla, extrañada de que no hubiera hecho ningún comentario. Pero ella estaba con una expresión estupefacta en la cara, con los ojos muy abiertos y los labios contraídos, mirando atónita al chico rubio.

-Es Daniel.- murmuró.- Es mi hermano...

En ese momento, Emma entendió su sorpresa, y comprendió por qué el rostro de aquel chico mostraba la misma expresión que Leyla cuando la vio, y por qué clavó sus ojos en ella.

Emma miró a Vanesa con el ceño fruncido.

-¿Y no ha salido de la habitación desde entonces? ¿No ha dicho nada?- preguntó cuando hubo vuelto a la habitación sobre las seis y media de la tarde, tras dos majestuosas horas de clase.

Vanesa negó.

-Nada, no ha dicho nada. Volvió de clase hace más de una hora, porque cuando yo llegué ya estaba en la habitación, y no ha pronunciado palabra desde eso.

Emma observó preocupada el bulto que le daba la espalda, sentado sobre la cama, retorciéndose las manos.

Vanesa la miró.

-Yo me voy, iré a reconocer los alrededores. Odio no saber ubicarme.

Emma asintió.

-Gracias.- dijo, sabiendo la verdadera razón por la que ella hacía eso.

Vanesa sonrió y dio media vuelta, desapareciendo por la puerta. Emma suspiró y caminó hacia su amiga, quien en ese momento parecía verdaderamente necesitarla.

-Menuda sorpresa, ¿eh?- atinó a decir Emma, colocando una mano sobre su hombro, con suavidad.

Leyla giró lentamente la cabeza hacia ella. Hacía tiempo que Emma no la veía tan decaída, tan calmada, sin su espíritu energizante y alegre que siempre ella traía consigo. Asintió.

-Fue algo impactante. No sé, sabía que me lo encontraría, pero...- suspiró, y Emma supo cuan duro resultaba aquello para ella, aunque nunca lo hubiese mencionado.- Está bastante mayor. Y parece que no le sobran amistades.- sonrió algo forzadamente.- Debo parecer tonta, no sé por qué me ha afectado tanto.

Emma negó.

-No pareces tonta. Pueden parecer pequeñas cosas a simple vista, puede que los demás lo vean como minucias.- sonrió de vuelta.- Pero yo me sentí igual tras encontrarme con mi madre.

Leyla la miró.

-Supongo que yo al menos tengo la oportunidad de empezar con buen pie con él, ¿no?

Emma suspiró.

-Supongo que sí. Además, yo siempre quise tener un hermano. Te empezaría a mirar mal si viera que estás alejándote del único que tienes, dejando escapar la oportunidad.- bromeó.

-Lo más fácil es siempre quedarse sentado y ver cómo van discurriendo las cosas, ¿eh?

-Quizá haya que cambiar eso.- asintió.- Quizá solo haga falta saludarle y darle los buenos días para comenzar una conversación.

-Lo intentaré la próxima vez que lo vea, lo juro.- dijo Leyla, cruzando los dedos como los niños pequeños.

Emma sonrió.

-A mí no me jures nada, no quiero tener nada que ver con vuestros problemas.- aseguró, y, cogiendo a Leyla del brazo, la arrastró fuera de la habitación.

-¿A dónde vamos?- preguntó esta, curiosa.

Emma se volvió hacia ella y sonrió de lado.

-Al salón de esta residencia. Va siendo hora de que nos sociabilicemos y conozcamos a aquellos que serán nuestros compañeros de curso. Y de paso, quizá encontremos a alguno que merezca la pena.

Acogedor. Si hubiera que elegir una palabra para describir aquella sala de estar, sería sin duda acogedora. Quizá principalmente se debiera a que no era muy grande, nada en comparación con las grandes salas y corredores del edificio principal. O quizá fueran los sofás, tan visiblemente cómodos, colocados entorno a dos chimeneas y una estufa que se encenderían a la llegada del invierno. Luego había una alfombra, mullida, y varios sillones colocados junto a lámparas de mesa, tras las estanterías. Como había supuesto Emma, estaba lleno de gente, lleno de alumnos de su edad que hablaban en grupitos y reían continuamente. Sería un buen lugar por la noche, el mejor lugar para ir después de la cena y pasar un rato agradable todos juntos. Un chico moreno, delgado y con pecas, divisó a las dos chicas, reconociendo a la castaña. Sonrió ampliamente y se dirigió hacia ellas con la intención de autopresentarse.

-Vosotras dos sois las que no cogisteis el autobús mágico, ¿no?- señaló a Emma.- Y tú eres la hija de la directora.- ¿Es que a partir de entonces se las conocería por aquello? ¿Es que ya se había extendido por toda la escuela quién era Emma?- Yo soy Samuel.

Leyla hizo una mueca.

-Preferiría que me conocieras por lo guapa que soy en vez de por ese pequeño incidente.

Samuel sonrió.

-Supongo que podré hacerlo.- aseguró, guiñándola un ojo.- Solo si tú me conoces por lo mismo.- añadió.

Leyla sonrió, eso no resultaría difícil... El chico tenía una sonrisa de esas que derretían corazones.

Samuel pareció acordarse de algo.

-Esta noche vamos a quedar unos pocos aquí, para conocernos, hablar, y esas cosas... Venid con nosotros si queréis. Podéis traer a alguien más.

Leyla y Emma se miraron y asintieron.

-Por mí bien.- afirmó Leyla. Samuel sonrió y miró a Emma, esperando que ella lo confirmara también.

-Claro, por qué no.- contestó esta.

Samuel asintió, complacido.

-Muy bien, pues nos vemos esta noche, chicas.- afirmó, y dio media vuelta, y se acercó a otro pequeño grupito con la misma sonrisa.

-Así cualquiera.- rió Leyla cuando se hubo ido.

Emma sacudió la cabeza, divertida.

-Sí, sobre todo si la gente muestra tanto interés como tú.- afirmó, dando un pequeño codazo a su amiga.

Leyla se encogió de hombros.

-Bueno, ya que estamos en una escuela donde abundan los tíos buenos, ¿qué menos que hacerles un poquito de caso?

Emma rió.

-Sí, creo que lo de los chicos guapos es todo un punto a favor para Eythera.

Leyla iba a decir algo, o quizá lo dijo, pero Emma no la escuchó, porque otra voz la interrumpió por la espalda.

-Eres verde, ¿verdad?- preguntó una chica con el pelo azul oscuro tras ella. Emma no pudo apartar los ojos de aquel cabello, tan impresionantemente peculiar, preguntándose si sería natural.- Es que te he visto en la tutoría esta mañana, con aquel chico mayor rubio.

Emma asintió, pensando que ella sin embargo no se acordaba de haberla visto.

-La cuestión es que el profesor Fretz ha ido avisando a los verdes que se ha encontrado de que mañana después de la comida quiere realizar un pequeña salida a un lago cercano al bosque, o al pueblo, no sé muy bien qué ha dicho, cuesta entenderle.- aseguró, frunciendo el ceño.- La cuestión es que hemos quedado en la explanada a las cuatro, y que según él "no esperaremos a los son incapaces de mover su culo lo suficientemente rápido como para llegar a tiempo".- sonrió.- Dioses, soy una grosera.- dijo de repente, haciendo una mueca.- No me he presentado. Soy Miranda, encantada.

Emma, algo aturdida, agarró la mano que le tendía. Parecía simpática.

-Emma.- respondió.

La chica volvió a sonreír.

-Lo sé. Bueno, nos vemos mañana, voy a buscar a otros verdes para avisarles.- afirmó sacudiendo la mano, y desapareció por la puerta en busca del resto.

Leyla hizo un puchero.

-Qué morro... El segundo día y ya os sacan de excursión. Espero que al menos Judith haga algo divertido alguna vez. Por el momento, me conformo con conocer a Tina La Vidente. La vi esta mañana cargando una pila de libros y dirigiéndose a una clase de quinto, me parece. Estaba fabulosa.

Emma alzó los ojos al cielo y suspiró mientras rogaba que ella no tuviera que encontrarse con lo mismo.

A la hora de la cena, los cinco estaban juntos de nuevo, y esta vez estaban acompañados por tres personajes más. Timmy, Ethan y Max se habían acercado a ellos, curiosos por saber qué tal estaba terminando su primer día real en Eythera. Mientras Doyle se presentó a los tres chicos y Arthur relató todo lo más o menos interesante que le había ocurrido durante el día, Emma recordó lo que el tal Samuel les había propuesto sobre aquella noche, y decidió trasmitírselo al resto de sus compañeros.

-Esta noche vamos a ir al salón de La Residencia con otro grupo de gente, para hablar y eso.- informó.- Un tal Samuel nos ha preguntado si queríamos ir, y ha dicho que avisásemos a quienes quisiéramos. ¿Os venís?

Vanesa pareció pensárselo un momento, pero acabó accediendo después de que Arthur y Doyle asintieran enérgicamente. Mientras, Timmy alzaba los ojos y asentía.

-Me acuerdo de mi primera noche en Eythera.- arrugó la frente.- Aunque esta es en realidad la segunda... Bueno, la cuestión es que unos cuantos decidimos empezar a invitar gente a una especie de fiesta de bienvenida. Cerca de las cuatro de la mañana la cosa comenzó a descontrolarse un poco...- sonrió.- La gente se había dispersado y los que quedaban o se estaban liando entre sí, o estaban demasiado perjudicados para hacer nada más que rodar por las esquinas. Y luego estaba yo, que huí al jardín trasero de La Residencia escapando de una pretendiente.- abrazó los hombros de Ethan y lo atrajo hacia sí.- Ese fue el momento en el que le conocí. Estaba medio tumbado en el suelo, con la cabeza inclinada hacia el cielo y la mirada clavada en las estrellas. La primera impresión que me dio fue de ser un chico raro y bastante solitario, pero en esas circunstancias, cualquier persona habría estado bien para hablar.- le miró divertido.- Desde luego, mi impresión no se alejaba para nada de la realidad.

Ethan frunció el ceño y se apartó de su amigo.

-Y yo pensé que sería el típico niño graciosillo que deseaba llamar la atención.- le hizo burla.- Nada más lejos de la realidad.

Todos rieron.

-Y desde entonces, son pareja inseparable, un matrimonio feliz.- dijo irónicamente Max, divertido. Hizo una mueca cuando recibió un golpe por parte de cada uno, pero no impidió que continuara.- Seguramente, Timmy es una de las pocas personas realmente cercanas a Ethan, si no la única.

Este sacudió la cabeza, ya habían agotado el tiempo límite para hablar de él.

-Entonces, ¿os vais de excursión mañana?- preguntó, mirando a Timmy y a Emma. Los dos asintieron.

-Sep. Me da que este año los verdes seremos los privilegiados.- comentó, guiñándole un ojo a Emma.

-Pff, y yo me quedaré aquí mientras Timmy se aprovecha de tener chicas guapas a su alrededor.

Timmy lo miró y sonrió.

-Todavía no he analizado a mi grupo, así que no te sabría decir. Más bien aprovecharé para tratar de buscar algo que haga que no me aburra en las clases este año.- le respondió a Max. Este frunció el ceño con picardía.

-Vaya, y yo que pensé que esa era la razón por la que os habías acercado a Emma.-comentó, guiñándole un ojo a la mencionada.- Tendré que empezar a buscar entonces otras razones...

Emma se sonrojó ligeramente, aunque solo ella misma lo notó. Se acordaba de la conversación que había tenido el día anterior con aquel chico, en el autobús mágico, en la que le había seguido la corriente. Al pillarle, supo por qué había dicho aquello, pero fue la única que entendió. Por eso Timmy se quedó de repente algo cortado, Ethan frunció el ceño, y los otros cuatro chicos lo miraron, algo desorientados. Mientras Ethan permaneció callado, Timmy se adelantó a decir:

-Lo siento, pero pilla demasiado pequeña para mí.- contestó, receloso.- Sin ofender.- añadió, mirando a Emma. Esta negó, repasando con la mente la diferencia de edad que había entre los dos. No le pareció tanto.

Samuel le tendió un vaso con una especie de líquido azul, cuyo olor que desprendía olía a una mezcla entre el relleno de los bombones di fresa y el aguardiente. Emma lo miró algo desconfiada, no era la primera vez que probaba las bebidas fuertes, pero no acostumbraba a tomar lo que un casi desconocido le tendía.

-¿Qué es?- preguntó.

- Duende azul de hidromiel.- respondió, pero aquello no le dijo absolutamente nada a Emma.- No es realmente hidromiel, sino más bien un tipo de licor... Pero debido al sabor similar lo llamaron así. Y lo del duende azul te puedes imaginar por qué es.-sonrió.- Está bueno.- aseguró, y se lo acercó más, con la intención de que Emma lo aceptara. Esta cogió el vaso y se lo llevó a los labios, todavía desconfiada, pero se atrevió a probarlo. Solo una gota fue necesaria para experimentar la explosión de sabor que aquella bebida producía. Su sabor no era nada parecido a cualquier otra cosa que hubiera probado antes, pero estaba buenísimo. Una sensación de calor le recorrió toda la espina dorsal.

-¿De dónde lo has sacado?- preguntó.

Samuel señaló a un chico que se encontraba entre la multitud que tenían a la derecha.

-Josh se llevó algunas de casa. Son típicas de donde él viene.- explicó, recogiendo el vaso que Emma le devolvía. Volvió la cabeza hacia un grupo de chicos que se encontraban en el medio de la sala, sentados formando un círculo y produciendo toda una melodía de risas y gritos. Samuel le cogió suavemente del brazo.- ¿Nos unimos?

Emma se encogió de hombros y le siguió hacia el centro de la habitación.

-¿A qué juegan?

-A Adivina Quién.- respondió.- Supongo que habrás jugado alguna vez.

Emma asintió, desde luego que lo había hecho. Ese juego era tan común en niños de seis años como en adolescentes de quince, era raro encontrar a alguien que nunca hubiera jugado. En el círculo, Emma divisó a Leyla y a Vanesa. Frunció el ceño, divertida, desde luego, esas dos no perdían el tiempo. Sin volverse siquiera hacia a Samuel para avisarle, Emma caminó hacia ellas y se sentó a su lado. Leyla, al verla, sonrió.

-Te has perdido a Miranda.- dijo.- La tocó salir al medio y el chico que debía hacerle algo cambió su pelo azul a un rojo vivo.- rió.- Se puso hecha todo un basilisco, y en un ataque de rabia convirtió al graciosillo en un ratón. No veas como corría a nuestro alrededor super asustado. Al menos, hasta que alguien volvió a traerlo a su forma humana. Desde luego, a partir de ahora se andará con mucho más cuidado con aquello que hace.

-Quizá fuera un poco exagerada al convertirle en ratón.- opinó Vanesa.- No veas cómo duelen las extremidades cuando vuelves a ser tú.

Leyla asintió.

-Exagerada o no, es bastante obvio cuánto ama Miranda su pelo...

Emma rió.

-Pobre chica, ahora tendrá que pasar un par de horas por lo menos así hasta que el hechizo desaparezca.

-Tampoco estaba tan fea...- rió Leyla.

En ese momento, una chica rubia había salido al medio y jugaba ahora. Le colocaron el pañuelo en los ojos y empezaron a debatir quién sería el que se acercara a ella. Un chico pelirrojo se ofreció voluntario, pero los demás se negaron ya que era un buen amigo de la chica y posiblemente le reconocería, así que otra chica de gafas acabó siendo la que se acercó a ella. Esta cogió las manos de la chica rubia y comenzó a transmitirle su magia. Esta vez, las manos de la chica comenzaron a quedarse blancas y a cubrirse de escarcha. Cinco segundos después, volvió a alejarse y esperó su respuesta. Bastaba con que la chica describiera a la otra, lo cual no era muy difícil si sabías algo de rastrear magia y te habías quedado con la cara de aquellos con quienes estabas jugando. El nombre en este caso quedaba en segundo plano, porque prácticamente ninguno de los presentes se conocía entre sí, y podías no saber el nombre de la persona o no acordarte de él. Afortunadamente, la chica acertó sin dificultad. No fue una partida especialmente interesante, pero fue entretenida. Después, procedió a salir otro chico y continuaron con el juego. Unas cuántas personas más tarde, Samuel le apuntó con el dedo con una sonrisa llena de intenciones de todo tipo.

-Venga, Emma, anímate.- la incitó.

Esta se quedó algo sorprendida, pero esbozó una media sonrisa. Los demás se volvieron hacia ella y comenzaron a animarla, incluso algunos de ellos la reconocieron.

Leyla la sujetó del brazo, con el ceño fruncido.

-No conoces a nadie, y acabas de llegar.

Emma no le respondió, solo se limitó a mirarla. Luego sacudió la cabeza y se levantó.

Caminó hacia el centro del círculo y se sentó. El chico pelirrojo de antes se acercó a ella con la banda y se la colocó en los ojos. Todo se hizo oscuridad, y solo notó como el chico hacía un fuerte nudo en la parte trasera de su cabeza. Luego el chico pareció alejarse y empezó a escuchar murmullos. Silencio. Y entonces lo sintió sobre sus labios. Otros labios. Alguien la estaba besando.

-¿Eso vale?- preguntó alguna chica entre la multitud a quien rápidamente hicieron callar. Emma estaba sorprendida, asombrada, había sido pillada completamente desprevenida. Su mente comenzó a funcionar cuando aquellos labios secos y dulces se apartaron de ella. A pesar de la oscuridad que la rodeaba, Emma pudo sentir la expectación. Se levantó, se llevó las manos a la nuca y se deshizo de la banda. Luego, ante todas las miradas atentas, comenzó a caminar hacia una persona concreta.

-La próxima vez que quieras besarme, al menos regálame unas flores antes.- dijo, esbozando una sonrisa ladeada, especial, peligrosa, distinta a todas las sonrisas que Emma había esbozado hasta ahora. Dejó caer la banda sobre las rodillas del moreno, que la observaba con los ojos muy abiertos. Luego dio media vuelta y salió del círculo, consciente de alguna carcajada aislada y rompedora y de todas aquellas miradas sorprendidas y atónitas que la seguían, y que se preguntaban cómo demonios lo había hecho.

Como siempre, muchísimas gracias por leer.
Espero que estéis pasando un buen veranoo.
Yo me vuelvo a ir de vacaciones y no vuelvo hasta después de tres semanas, así que me temo que tardaré, de nuevo, en subir :{
Disfrutad del veranito.

Un saludo muy caliente, Madam Negrere*°ฯ·

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