30 DÍAS DE MATRIMONIO (Editan...

By danielacgalvis

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Susan piensa que su vida ha sido un completo caos. Por "ahora". No tiene suerte en el amor y sus planes nunca... More

Capitulo 2: Acostumbrándome a mi nueva vida

Capitulo 1: Hogar, dulce hogar.

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By danielacgalvis

Desempaque una a una las cosas después de que el camión de mudanza se marchó. Había logrado por mi propia cuenta el sueño de toda una vida, era la dueña de una casa totalmente y exclusivamente para mí, ni siquiera la "yo" del pasado habría creído en algo como aquello. Recuerdo que cuando tenía unos seis años tenía un linda casa de muñecas de un color rosa con lila, recuerdo cuidarla de que no fuera a romperse, la consideraba mi tesoro más preciado, y desde allí la pequeña niña de ojos azules que se crío en una granja familiar en una pequeña ciudad de Texas se prometió tener en un futuro una casa tan linda como esa, y aquel sueño de niña se volvió una realidad.

Me asegure de que cada una de las cajas de la mudanza quedaran acomodadas en un mismo lugar, sería todo un reto ponerme en la ardua tarea de remodelar algunas cosas de mi nuevo hogar, faltaban demasiadas cosas como la pintura, el jardín, la madera y algunos otros problemas con la tubería.

En aquellos momentos eché mucho de menos la ayuda de papá, pero dejar mi hogar en Texas para vivir en California y dedicarme a mi carrera como maestra había sido parte de mi decisión, ahora debía asumir las consecuencias de mi independencia.

-Creo que es todo.

Dejé a un lado la última caja y tomé entre mis manos una de las mantas y exhausta por mi larga mudanza terminé dormida sobre el bonito sofá cama que había adquirido por internet semanas atrás.

**

El ruido de la puerta me hizo despegar mi rostro de la almohada.

-Hmm... -me removí de mi postura.

Escuché un nuevo golpeteo.

Me puse de pie y fijé mis ojos cansados en dirección a la puerta.

-¿Quién? -pregunté.

-Somos Molly y Ana, tus vecinas -escuché una voz femenina del a otro lado.

¿Vecinas? ¿Qué hacían las vecinas en este momento y a esta hora de la mañana paradas en la puerta de mi casa? Bueno, quizás querían decirme algo sobre el vecindario o advertirme de posibles robos que pudieran suceder o alguna de esas charlas que te dan cuando te mudas.

-Voy enseguida -respondí.

Me puse en marcha a la puerta, y al abrir descubrí a dos mujeres con sus ojos de águila clavados en mí.

-Hola, lamento si te hemos molestado.

Era muy tarde para eso.

-No te preocupes, acabo de despertarme. ¿Puedo ayudar en algo?

-Oh no, solo hemos venido a saludar, es un gusto, soy Molly -esbozo una media sonrisa-. Y ella es Ana -señalo a la pelirroja de al lado.

-Soy Susan -le respondí con una sonrisa de vuelta.

-Esto es para ti -extendió un plato con un trozo de pastel de chocolate-. Lo hacemos con todos los vecinos nuevos.

Eso sonaba realmente perturbador, había escuchado y visto muchos de esos programas de asesinos seriales y documentales sobre crimines sin resolver y el que mi misteriosa vecina me visitara de repente para ofrecerme un trozo de comida era una razón suficiente para salir corriendo de allí, pero lejos de hacerlo permanecí sin moverme de mi postura.

-No debieron molestarse...

En especial porque el pastel terminaría por echarse a perder, porque soy alérgica al chocolate.

-No es molestia -respondió mientras daba una leve vista al interior de mi casa-. Estábamos curiosas de quien habría comprado tal...., propiedad. Ya sabes, es un poco vieja -hizo énfasis en aquellas últimas palabras.

Molly era el estilo de esposa moderna, no le colocaba unos cuantos años mayor que yo, cabello castaño largo, ojos oscuros, elegante y presumida a la hora de hablar de su vida personal llena de lujos junto a su esposo. Por el contrario Ana lucía un poco mayor que ella, cabello rojizo, ojos verdes, aunque su rostro reflejaba timidez, como si tuviera miedo de hablar o conocer a otras personas.

-Gracias por su bienvenida, la verdad es que no tengo amigos aquí, acabo de mudarme de la casa de mis padres en Texas y decidí empezar mi vida en California.

-Vaya Texas, eso está un poco lejos.

-Si un poco.

-Tu casa es bastante grande, para una mujer y sola.

-No estoy sola. Y lamento sonar grosera, pero debo ocuparme de algunas cosas de la mudanza, una vez más gracias por el pastel.

No quería dar mayor explicación de mi vida privada a nadie y menos a la vecina que acababa de conocer. ¿Y en ultimas que podría importarle si vivía sola o no? Aquella no es pregunta que le haces a tus vecinos.

-Claro, no queríamos incomodar, nos veremos después, que tengas un buen día.

-Vale, gracias.

Molly dejo la entrada de la casa junto a Ana y yo me devolví al interior de mi casa para continuar desempacando, lo primero que saque de entre aquellas cosas fueron los portarretratos, habían algunas fotos de mi madre y mi padre junto a mi en la granja familiar y otras de mi niñez, y por último estaban las de él.

Odiaba no haberme podido deshacerme de los recuerdos, odiaba no tener el suficiente valor de tan solo tirarlas a la basura.

Realmente era patético y un pensamiento estúpido.

-Basta ya no puede doler -me susurré dejando las fotografías a un lado sin evitar sentir como un nudo en la garganta se me creaba.

Estuve cerca de casi dos horas acomodando un par de cosas en la cocina junto a otras de la habitación. Se suponía que debía empezar a por reparar las goteras del techo de mi casa y algunas tejas rotas, pero dado a mi mala experiencia con las alturas debía recurrir a una segunda mano que me ayudase con aquel trabajo. Así que opte por ir hasta la ferretería de los alrededores que había visto de camino y buscar ayuda de alguien allí pero para mí mala suerte, el chico que se encargaba de aquellos trabajos recientemente había renunciado, y su reemplazo no regresaría sino hasta dentro de dos semanas.

Parecía que al final tendría que romper mi miedo a las alturas si no quería que el techo de mi casa se terminara cayendo a pedazos. Me regrese por el mismo camino que había tomado lo que me permitió darle un amplio vistazo a mi vecindario, era realmente tranquilo no se escuchaba ni siquiera el ruido de una mosca y los autos poco transitaban por allí, las casas eran hermosas y otras más inmensas que otras, pero hubo una en particular que llamo mi atención, una diferente. Una enorme mansión de tres plantas, con un patio cinco veces más grande que el mío, a lo lejos una linda piscina, y hasta una cancha de tenis.

Parecía una idiota mirando a través de las rejas aquella enorme mansión.

-Vaya, eso sí que es lujoso y exclusivo.

-¿Buscaba algo señorita? -escuche una voz masculina salir de la nada.

-¿Quién ha dicho eso?

-La estoy viendo por la cámara -respondió una vez más esa voz.

Mis ojos se fijaron entonces en el moderno citofono de un costado.

-No busco nada en particular, creí que la casa estaba vacía, sola daba un vistazo.

Pero qué vergüenza.

-Creí que se trataba de la pizza a domicilio, disculpe usted si la he confundido, solo es una espía.

-Claro que no, ya le dije que solo daba un vistazo, y de hecho ya me iba. Así que, adiós.

Si huye, huye de ahí Susan, tu cuerpo no soportara más preguntas incomodas.

-Adiós espía -respondió del otro lado.

**

Los días pasaron y por más trabajo que hiciera no podía terminar de arreglar por completo mis cosas, la casa era vieja y necesitaba bastante renovación. Molly siguió viniendo a mi casa con las excusas de traerme comida, pero sabía que sus gestos de amabilidad no escondían más que saber más de mi vida, lo cual era realmente incomodo, porque había sido la misma razón por la que había dejado mi vida feliz en Texas para mudarme a cientos de kilómetros lejos de personas tan especiales como mis padres pero de otras no tan gratas en mi existencia.

El viernes de esa misma semana, Molly llegó junto a Ana tocando a mi puerta, traía como de costumbre comida, una pizza que había pedido por domicilio, las deje pasar porque siempre había crecido con la idea de que si no eras amable con las personas no podrías recibir amabilidad de su parte y porque mi madre de niña siempre me menciono que era de muy mala educación rechazar regalos de otros.

Quizás era algo de mi personalidad, que por más que intentarse cambiar seguiría estando allí, ser amable con personas que no se lo merecían, aunque ellos me lastimaran una y otra, y otra vez...

-Susan, ¿me estas escuchando?

La voz de Molly me hizo salir de mis pensamientos.

-¿Si?

-Estaba diciendo que esta sería una perfecta noche para conocer un poco de cada una de nosotras.

-De hecho en mi vida no hay nada interesante -me encogí de hombros.

-Oh claro que debe haberlo, no todas las veces tenemos una vecina de Texas. Di que sí "chica de rodeo" -se burló graciosa.

-Está bien -accedí a su estúpida petición.

-Entonces empieza tu Ana. Háblanos un poco de ti,

-¿Era necesario Molly? -articuló molesta.

-No lo hagas si no quieres, no todos vamos por el mundo comentando de nuestra vida.

-No seas extremista Susan, a ella le encanta hablar de su vida. ¿Cierto Ana?

Rodé los ojos.

-Está bien, mi nombre es Ana Brown, llevo cuatro años de casada con mi esposo Taylor, vivo desde hace dos años en este vecindario, junto a mi esposo y mi hijo de tres años, Jim. Me dedico a ser secretaria del Banco Central de California, mientras que Taylor es vendedor de autos.

Había algo que detectaba de todo lo que había dicho Ana durante su presentación, y es que el miedo se disfrazaba en sus ojos cada vez que hablaba de su marido. Como si ocultase algo, y esperaba equivocarme con aquello.

-Es mi turno. Soy Molly Walker, me casé hace aproximadamente dos años con mi maravilloso esposo Mike, es el hijo de uno de los grandes socios de la empresa de construcción Hill de Seattle, así que trabaja como subgerente, mientras que yo me dedico a mi boutique exclusiva de ropa aquí en California, es una de los más grandes y reconocidas, deberías de ir un día de estos, puedo hacerte un descuento.

-¿Qué puedo decir? Sus vidas son grandiosas -les respondí.

Seguía mi turno y aunque mi vida no sonaba tan perfecta como la que alardeaba Molly, estaba orgullosa de lo que había logrado hasta hoy, obviamente omitiría algunos asuntos personales, como lo era mi ruptura con mi ex novio con el cual había durado cerca de tres años juntos y tenía planes de casarme, pero todo se arruinó cuando lo sorprendí, siéndome infiel con una de mis mejores amigas.

Aquella era una de las cosas que quería dejar atrás. No importaba lo que hiciera, las personas siempre terminaban traicionándome y mintiéndome. Estaba harta de eso.

-Soy Susan Jones, nací y me críe en Texas junto a mis padres, ellos son dueños de una venta de insumos animales, hace un año me gradué de maestra de primaria, me gustan mucho los niños, así que uno de los siguientes pasos era independizarme y bueno...,decidí mudarme a California, eso es lo que puedo decir de mi vida.

-Maestra, que lindo..., y me imagino que tu esposo debe ser un hombre maravilloso.

De repente mi celular comenzó a sonar, en la pantalla aparecía el número de mi padre, así que conteste, no había hablado con ellos desde el día en que llegue, así que deberían estar preocupados por mi falta de comunicación.

-Vuelvo enseguida es importante -les dije a ambas antes de alejarme a un lugar no muy lejano de allí para tomar la llamada.

-Susan, hija. Es casi imposible contactarte, tu madre ha estado muy preocupada por ti, ¿Está todo bien? ¿Cómo has estado? ¿Terminaste la mudanza? -pregunto papá al otro lado de la línea.

-Hola papá, no. Aún no he terminado, me faltan muchas cosas, pero no te preocupes en menos de tres semanas todo estará listo.

-¡Tres semanas! Eso es mucho, deberías encontrar a alguien que te ayude.

-Papá acabo de mudarme, no he hecho muchos amigos y no creo que alguien esté dispuesto a hacerlo. Además ya he buscado pero no he encontrado a nadie que pueda ayudarme.

-Mi niña, te dije que yo te ayudaría, y no me dejaste hacerlo.

-Papá sabes que estas mal del corazón, no quería arriesgarte a un viaje tan largo. Además puedo arreglármelas sola.

-Eres tan testaruda, típico de los virgo. ¿Quieres que haga tu carta astral?

Solté una risa con aquello, mi padre era un amante de la astrología y creía en el poder de las estrellas y las constelaciones sobre los signos. Lo había aprendido de mi abuela quien era una experta en el tema, mi padre siempre ha tenido la creencia de que todo se rige por las estrellas pero yo nunca le he creído aquello.

Creo que eres tú mismo quien rige tu destino.

-Te recuerdo que mi signo es Sagitario, y estoy bien así. No necesito nada de cartas astrales.

-Lo sé, sé que nunca has creído en eso. Pero en verdad estoy seguro de que alguien vendrá a tu vida para sanarte el corazón. Venus esta en tu casa del zodiaco.

-No necesito ningún venus en mi casa del zodiaco. He tenido suficiente con el tema del amor.

-No dejes que nadie te quite la felicidad, ni tu misma. Recuérdalo amor. Te quiero mucho y te extraño. Tengo que colgar, tu madre me necesita.

-También te extraño papá y te quiero muchísimo, cuida de tu salud.

Colgué la llamada con mi padre mientras regresaba a la sala, pero pude escuchar la conversación que mantenían ambas.

-Creo que ella es muy extraña, primero compra esta casa horrible, y luego la ves aquí sola. Creo que es posible que este divorciada. O solo sea una de esas mujeres que rentan su casa para ya sabes, pasar las noches con hombres.

-Molly basta, va a escucharnos -se quejó Ana.

No podía creer lo que había escuchado, la lengua de Molly era bastante larga y afilada como la de una serpiente. Me contuve de no gritarle en la cara que la había escuchado claramente, pero solo opte por fingir una sonrisa.

-Es un poco tarde ya, creo que me iré a dormir -les dije a amabas queriendo que desaparecieran de allí enseguida.

-Claro, nos vamos ya, no queremos incomodarte debes estar cansada por todo el trabajo en tu casa -respondió Molly.

Ambas tomaron sus cosas y se marcharon para poder dejarme sola de nuevo, subí a mi habitación y me acosté en mi cama, el reloj marcaba las diez de la noche y estaba exhausta, me había pasado toda la tarde remodelando algunas cosas y empezaba considerar la idea de que comprar una casa como esa había sido un error.

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