A prueba de sueños © (COMPLET...

By Themma

690K 45.8K 3.1K

Ximena experimentará aquello que juró jamás permitirse por temor a salir herida. Teo encontrará lo que jamás... More

- Sinopsis -
- A prueba de sueños -
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo IV
Capítulo V -Final-

Capítulo III

66.6K 6.1K 442
By Themma

  Auryn - Electric  


—EL DESCUBRIMIENTO—


Llegué a mi apartamento, y como siempre, corrí para cambiarme, no tardaría Teo en tocar. No tenía idea de qué haríamos, no me importaba en realidad, yo solo quería estar con él, sentirlo suave contra mi cuerpo, con sus ojos oscuros abrazando los míos, nada más.

Un sobre en la mesa me detuvo. Seguro Mauro lo había dejado ahí. Lo tomé con prisa, era para mí. De inmediato reconocí el logo, la maestría. Dejé de respirar y juro que mi corazón paro por unos segundos. Mis palmas sudaron. Me senté sobre mi cama y lo observé por varios segundos. En un arranque lo abrí y...

¡Oh por Dios! Había sido admitida. Lo leí casi mil veces, hasta que el timbre me sacó de la ensoñación. No lo podía creer. Quería gritar, saltar, correr, no sé, me sentía demasiado feliz. Le abrí envuelta en la euforia. En cuanto apareció en mi campo de visión me abalancé sobre él, abrazándolo con fuerza.

—¡Vaya! No sé qué te puso así, pero me agrada esta efusividad –desenredé mis piernas de su cadera para ponerme de pie. Lo miré por un segundo con intensidad. Iba con su desgarbo habitual, pero de no haber estado yo tan emocionada, hubiese notado que algo en sus ojos avellana no era lo de siempre. Le tendí la hoja alzando mi mentón con orgullo. La tomó con curiosidad y comenzó a leerla. De pronto su semblante se tornó serio. Pasó una de sus manos por su cuello, frotándoselo.

—¡Me aceptaron! –Él alzó sus rostro sonriendo con ternura, admiración y... algo de agobio—. La maestría, ¿lo recuerdas? Te había dicho –manoteé feliz, sonriendo. Me besó presa de un arranque. Sentí su ansiedad cubriendo mi lengua, su necesidad, su urgencia. Me aferré a sus hombros siguiendo su gesto. De repente nada importaba salvo su aliento fundiéndose con el mío. Se separó un poco, acarició mi mejilla y me observó fijamente—. No veo por qué te asombra, Ojitos, eres muy inteligente –musitó sobre mis labios, con admiración.

—Gracias, Teo, es lo que planeé, lo que quiero –tomó mi mano guiándome hasta a un sofá. Se sentó y luego rodeó mi cintura para que me posara sobre sus piernas. Me abrazó por un largo rato, escondiendo su rostro en mi cuello. Aspiraba mi aroma, no deseaba soltarme. Ya sentía conocerlo, por lo que comprendí que algo le ocurría.

—Creí que te pondría tan feliz como a mí –musité acariciando sus rizos oscuros. Me rodeó más fuerte aún.

—Lo estoy –habló aún escondido—. Tú mereces todo lo bueno que te pueda ocurrir –sonreí besando su cabeza.

—Acabo de descubrir algo, Teo –alzó su rostro con curiosidad, pero con un dejo de melancolía—. Es poco tiempo pero siento aquí –y señalé mi pecho—, que te amo –susurré cerca de sus gruesos labios. Su mirada se iluminó de una manera imposible, como si luciérnagas en la noche se apoderaran de su oscuro iris. Me besó de inmediato de manera vehemente.

—Ximena, te has metido en mí de una manera irreversible, mágica, siendo tan diferentes en casi todo, siento que me completas, que nada ya es sin ti... Ha sido tan rápido todo, tan imprevisto... Pero quiero que tengas la certeza de que yo también te amo, Ojitos, cómo no hacerlo si eres lo que soñé –sonreí enamorada. Era muy especial, demasiado y todo lo que podría desear.

—Estás extraño... —solté alejándome un poco más, pues a pesar de lo que generaban esas palabras en mi sistema, esa actitud un tanto seria me desconcertó. Sonrió asintiendo, frotándose el rostro. Me bajó de sus piernas, sentándome a su lado. Tomó mis manos y me observó fijamente. Algo dentro de mí tembló, me alertó.

—También tengo noticias... —comenzó con voz ahogada, sin soltar mis ojos. Humedecí mis labios—. Conseguí contrato en la revista de la que te hablé, y... —sacudí mi cabeza, zafé mis manos de las suyas y me puse de pie ladeando mi rostro sin dejar de verlo. De pronto la felicidad que sentía, se empañó.

—Te irás, ¿cierto? –cerró los ojos sin moverse, bajando el rostro, cubriéndolo con sus manos. Sentí que algo congelaba mi pecho, que una piedra lo hundía de forma veloz, puedo jurar que incluso me dolió de forma física. Cerré mis puños respirando con temor, con... ansiedad—. ¿Teo? –logré articular con la voz cortada. Asintió enfrentándome de nuevo, poniéndose de pie, planeando acercarse. Negué alejándome—. ¿Cuánto tiempo? –quise saber mientras mi interior se iba desquebrajando. De alguna manera siempre lo supe, intuía que llegaríamos a ese punto. Desde que lo conocí noté que no trabajaba y un día por curiosa, supe que le iba muy bien con sus fotografías y vivía de sus ventas, pero que lo que realmente anhelaba era entrar a aquella revista, que sus imágenes circularan por doquier, que los demás pudiesen ver lo que él veía, perderse en parajes lejanos, en la sensación que despertaba estar tras su lente captando la esencia de lo que para él, ya tenía alma por sí mismo. Me encantaba escucharlo hablar de su pasión, lo cierto era que lo había pintado tan complicado que de alguna manera lo negué para no estar pensando en eso ya que de otra forma nada hubiera avanzado entre los dos.

—Indefinido... —habló con voz seria, gruesa, mirándome con temor. Pasó saliva y volvió a acercarse, esta vez no me moví. Sentí su palma cálida sobre mi antebrazo. Mis ojos se empañaron, leí su determinación y el peso de su decisión.

—¿Cuándo lo supiste? –pude articular al tiempo que una lágrima se escapaba. Apretó sus labios tomando mi otro brazo.

—Hoy en la mañana, no me lo esperaba –Lo observé en silencio por varios minutos en los que ninguno se atrevió a decir nada. Sin más me abalancé sobre él y lo rodeé con fuerza.

—Felicidades, Teo –susurré llorando, por mucho que deseaba evitarlo no podía, sabía lo que eso implicaba para ambos, para lo que teníamos, pero también comprendía que era lo que buscó desde siempre.

—No te dejaré ir, Ximena –soltó de pronto, apartándome. Su voz era seria, cargada de decisión. Sonreí al tiempo que él limpiaba mis lágrimas.

—Es tu sueño, debes seguirlo... —Acunó mi barbilla, alzándola para acercarla a su cara.

—Lo haré, pero contigo a mi lado –sentenció con firmeza. Arrugué la frente sin comprender—. Sé que podemos lograrlo, sé que podremos con la distancia... —retiré con delicadeza su mano de mi barbilla, negando.

—¿Lograr qué? –pregunté abrazándome, dolida, llorosa. Todo lo que había surgido entre él y yo debía acabar, no se iría uno o dos meses, sino "tiempo indefinido" y eso implicaba poner a nuestra relación en la misma categoría. No tenía sentido.

—Estar juntos. No puedo dejarte, Ximena, no lo haré –mordí la parte interna de mis labios sintiendo la piel incluso sensible ante la mera idea de no verlo, de no tocarlo.

—Teo, sé realista... No tiene caso, tú conocerás otros lugares, harás realidad tu sueño, no tenemos idea de cuándo vuelvas...

—Ganaré muy bien, mejor de lo que ahora. Te iba a pedir que vinieras conmigo –sentí que el nudo en la garganta se incrementaba y que el llanto pulsaba por salir—. Pero...

—La maestría –completé. Asintió con tristeza—. Mi vida está aquí, mis planes, lo que deseo, no podría dejarlo. No irás a un sitio fijo, no tendrás un lugar de residencia... No podría seguirte el paso, lo sé, conozco mis limites –se pasó una mano por la frente.

—No puedo ni quiero que cambies lo que eres, te amo así, tal cual... Si dejas de ser mi ancla, quien sujeta el cordón, no podré. Pero... puedes ir a verme, yo correré con todos los gastos, hablaremos a diario por Skype, WhatsApp, estaremos en contacto en todo momento... —buscó convencerme.

—¿Cuánto tiempo crees que eso puede durar? –Me acerqué nuevamente hasta él, insegura. Me tomó por la cintura pegándome a su cuerpo.

—Eso dependerá de nosotros, Ojitos... Sé que podremos... —agaché el rostro y ya sin poder contenerme más, comencé a llorar sobre su camisa de algodón. No deseaba perderlo, no podía, pero tampoco imaginaba un día sin sus besos, sin su tacto, mucho menos ser parte de algo tan poco estable. Qué futuro tendría eso, nosotros...

Nuestros sueños eran diferentes, nuestros planes, opuestos, cómo podríamos empatarlos.

Acarició mi cabello por largo rato, ambos en silencio, sin poder articular ni una sola palabra. Varios minutos después me separé, absorbiendo el llanto. Sus ojos se encontraban enrojecidos, su confusión era palpable. Sonreí con tristeza, con los labios temblando.

—Debemos celebrar esto, ¿no crees? –Y lo rodeé con el afán de alejarme, de poner distancia, me estaba rompiendo por dentro. Tomó mi brazo y me acercó nuevamente. Bajó su rostro hasta el mío.

—No terminaremos, no lo permitiré, Ximena –sollocé de nuevo, colocando mis manos en sus mejillas, disfrutando de la sensación que me regalaba su barba incipiente en mis palmas.

—No tiene sentido... Lo sabes... —le intenté hacer ver, ansiosa, demasiado afligida.

—Ni siquiera lo hemos intentado, arriésgate, por favor, hagámoslo. No puedo ni quiero seguir sin ti –cerré mis ojos, dejando de nuevo salir las lágrimas. Parecía nervioso, preocupado, con miedo.

—Estarás en otros sitios, conocerás gente nueva, a donde nos llevará esto... No quiero que nos lastimemos. Lo que hemos creado es hermoso, lo mejor que me ha ocurrido, Teo, no lo quiero ensuciar, no quiero que se empañe... —musité mirándolo fijamente. Sus pupilas, dilatadas, me demostraban su desacuerdo, y también su decisión.

—Necesito ir, debo hacerlo –habló sin soltarme.

—No espero menos de ti, eso es lo que eres, por lo que te amo, es solo que... yo no y... esas diferencias nos separan... —quise zafarme, lo evitó—. Quizá algún día...

—No te dejaré, ya te lo dije. Escucha –y ahora fue él quien sujetó mi rostro con ambas manos, buscando captar toda mi atención pues yo me removía con ansiedad, plagada de desazón—. Veré la manera de pasar cierto tiempo aquí, acomodaré todo, vendré, tú irás. Será difícil al comienzo pero con el tiempo sé que puedo ir manejando mi agenda para tener más estabilidad y viajar menos...

—Teo, no necesitas esta complicación... —murmuré.

—Te necesito a ti, ¿no lo ves? Estoy loco por ti. Te quiero en mi vida, y no ahora, te quiero para vivirla contigo –lucía tan ansioso.

—No sé si pueda –volví a romper en llanto—. No sé si estoy lista para algo así, no era lo que quería, y... —me besó transmitiendo su sentir con ese gesto. Me aferré a él dejándome llevar, no deseaba ya pensar. ¿En qué momento todo se enredó de esa manera?

Abrazados, en mi cama, jugueteando con nuestras manos, permanecimos en silencio por largo tiempo.

—¿Cuándo debes irte? –Me atreví a preguntar. Se llevó mis dedos a sus labios.

—Un mes, debo estar en Singapur en un mes –dejé de respirar por un segundo. Él lo notó—. No tomemos ahora una decisión, por favor... —me rogó elevando mi barbilla con su dedo, mientras acariciaba la piel de mi cintura. Asentí, me encontraba absolutamente confundida, perdida, triste. Para mí la decisión estaba clara, aunque no tenía idea de cómo llevarla a cabo, sin embargo, evidentemente Teo pensaba diferente.

Salimos a comer, brindamos por lo acontecido sin poder ocultar lo mucho que nos atormentaba lo que estaba ocurriendo. Por la noche su padre nos invitó a cenar. Se veía tan orgulloso de su hijo y no era para menos, lo que había conseguido era de aplaudirse, resultado de mucho trabajo, perseverancia y esmero, de tenacidad.

Al llegar a mi casa, iba a bajar de su auto cuando me detuvo del brazo. Lo miré sonriendo.

—No quiero dejar la decisión en ti, pero seré completamente honesto y espero que no suene a chantaje porque te prometo que no es lo que quiero. Ximena, si no aceptas una relación a distancia, buscaré la manera de realizarme aquí... Debes saberlo, necesito que comprendas hasta donde llegaría por ti, de lo que soy capaz, mi sueño es importante, pero tú, tú eres mi eje, y sin ti lo otro no tendrá sentido –Sus ojos, vidriosos, me quebraron. Acerqué una mano hasta su mejilla, poblada por aquella barba que amaba, que tanto extrañaría.

—Jamás podría admitir algo así, hablemos después, estoy cansada y...

—Te amo, Ojitos, te amo y estoy orgulloso de tu ingreso a la maestría, de que lograras lo que te propones –¡Cierto, la maestría! Y ni siquiera la recordaba. Asentí acercándome, lo besé con ternura, mordisqueando su labio inferior.

—Eres un ser impresionante, Teodoro Baeza, te amo, y sé que conquistarás el mundo –me acompañó a la puerta, no sin antes abrazarme nuevamente. Estaba siendo tan difícil ese día pese a que ambas noticias habían sido lo que ambos deseábamos escuchar.

Al cerrar la puerta de mi apartamento, me recargué sobre ella, y me dejé caer hasta el suelo. Las lágrimas llegaron sin dificultad y comencé a llorar, llorar de verdad. Sentía que me ahogaba, que me estaba consumiendo. No quería dejarlo, no podía, pero tampoco detenerlo. Lo último que me dijo, resonó en mi mente. Sollocé aún con más fuerza. De pronto sentí unos brazos, que conocía de toda mi vida, rodear mi tembloroso cuerpo. Me recargué en su hombro y me dejé llevar por el dolor. Mauro acarició mi cabello sin cesar, sin hablar, aguardando a que me calmara, pero me era tan difícil, cada que lo evocaba, de nuevo el líquido emanaba a manera de cascada, sin pausa, sin piedad.

—¿Ya estás mejor? –preguntó soltándome al ver que me tranquilizaba. Negué mirándolo.

—Se va a ir... —susurré limpiándome el rostro. Su gesto se contrajo, negó incrédulo.

—¿De qué hablas? ¿Te refieres a Teo? Hormiga, por Dios, ese hombre respira a través de ti, llevan unos meses y ya parecen estar compenetrados como si fueran años –Sonreí con tristeza, eso era verdad, tanto que todos los que nos rodeaban lo notaban, pero a ambos no nos importaba, vivir lo que sentíamos con esa intensidad era lo primordial, sentir el momento, tomar todo de él. Le expliqué a grosso modo lo que ocurriría. Abrió los ojos, asombrado— ¡Pf!, no puedes detenerlo, Ximena, es un oportunidad impactante...

—Lo sé, debe ir, pero no tengo idea de cómo afrontarlo, si podré con su lejanía, si... lograré estar bien –acunó mi barbilla, alzándola.

—Lo estarás, eres una mujer muy fuerte, inteligente.

—No quiero pasar mis días sin él y no puedo pedirle que se quede.

—Entonces intenta lo que te propone, sé que para ti es muy difícil siquiera pensarlo, pero no eres de las que se amedrenta, eres de las que lucha. Si Teo vale la pena, si lo que tienen es tan importante, entonces trata, puede ser que lo logren.

—Todo se enfriará –musité asustada. Me abrazó recargando mi rostro en su pecho.

—La cercanía no consiste en compartir el mismo espacio, Xime, es convivir de la manera que sea, dar calidad al coincidir, buscar las palabras, trasmitir lo que se siente con gestos, con detalles... No ocurrirá como con nuestros padres, lo harás distinto, y además, si no lo intentas, la duda siempre te acompañará. ¿Podrás vivir con eso? ¿Con lo que pudo ser?

—Ellos se alejaron y mira, somos unos desconocidos –Me separó negando, decidido.

—No tomes tus decisiones basadas en esa experiencia, nos hemos tenido el uno al otro, y eso, hermana, aunque me fuera al fin del mundo, jamás cambiaría, siempre seríamos tú y yo, y lo que nos une, jamás se romperá. ¿Comprendes?

—¿Tú te adentrarías en una relación a distancia, sin garantías? –torció los labios, recargando su cabeza en la puerta.

—Si sintiera por alguien lo que veo ustedes sienten, es probable –asentí pensativa.

—Pero no estás seguro –noté con voz débil.

—No soy tú, Ximena, no soy él. Esto se trata de ustedes y son los únicos que saben si podrán con algo así... Lo cierto es que he conocido personas que lo logran... —me recargué a su lado sobre la madera, suspirando con fuerza.

—Aún no se va y ya me siento sola –me dio un pequeño empujón.

—Creo que a veces la vida tiene una forma torcida de enseñarnos... A lo mejor esto debías vivirlo –le di yo otro empujón.

—Estudias arquitectura, no filosofía –me burlé sintiéndome un poco más tranquila.

—Y tú literatura, y mira, no tienes idea del romanticismo –refutó logrando así que riera.

Pasé la noche en vela, por mucho que lo intenté, no lograba conciliar el sueño. En la madrugada me senté sobre el colchón y tomé una fotografía que me había regalado hacía unas semanas donde los dos salíamos riéndonos mientras el aire nos despeinaba. No era profesional, la tomamos con su móvil, pero para mí valía demasiado. Acaricié su rostro con mi dedo tembloroso.

¿Qué debía hacer? Tenía veintitrés años, entrar en algo así ¿no era absurdo a mi edad? Me recosté del lado con la imagen frente a mí. Evoqué cada instante a su lado, cada momento y es que todo era tan intenso que de inmediato vino a mí lo que dijo aquel día cuando comenzamos... "El tiempo no se mide en horas, sino por la intensidad con la que se vive cada una de ellas". Dejé salir un suspiro cargado de ansiedad, de temor. Él me había demostrado el significado de esas palabras, gracias a Teo veía todo de otra manera, me sentía ligera, optimista, feliz. Con su ausencia, ¿eso continuaría? ¿Lograría pese a la distancia, sentirlo así de cerca? Lo que habíamos creado en tan poco tiempo ¿realmente sería tan fuerte como para lograrlo? Y lo más importante, ¿cuál era el fin de hacerlo?

Sacudí mi cabeza cerrando los ojos, pegando la fotografía a mi pecho, dejando salir de nuevo aquel liquido salado que de solo pensarlo lejos, retornaba. No tenía idea de lo que era mejor, lo único que sabía era que no podía perderlo, no sin luchar, no sin, por lo menos, averiguar la respuesta a mis preguntas. Perdida en mis divagues, escuché la alerta de WhatsApp, tomé el Lumia, con desgano, e intrigada, eran casi las cuatro de la mañana.

<<Sé que estás despierta. Solo deseo que sepas algo que yo mismo he comprobado: La distancia se lleva en el alma. Y tú, Ximena, vives ya en la mía. Cierra tus párpados, Ojitos, te amo y eso es lo más real en mi mundo>>

Mi corazón sufrió una pequeña arritmia, se podía sentir tanta tristeza y alegría a la vez.

<<Dejémoslo a los días. Encontrarte hizo que me encontrara. Nos vemos mañana, te amo, Teo>>

<<Te amo, Ximena>>

oln����3

Continue Reading

You'll Also Like

15.6K 1.1K 52
Emily Brown esta por empezar su segundo año en la Universidad, su primer año había sido bastante complicado y había sufrido mucho por causa del que f...
168K 3.5K 31
Busquemos salir un poco de la realidad imaginando historias con sus pilotos favoritos🖤
Tentación Prohibida. By Lola

Mystery / Thriller

11.2K 735 20
Ella lucía débil ante cualquiera, sus ojos grandes y brillantes dejaban ver en su alma el sufrimiento que la atormentaba a diario, los problemas se a...
23K 1.5K 27
Una chica de 24 años decide regresar a su hogar despues de años de estar lejos de aqui. Regresa solo para el casamiento de su hermana Anahi despues...