Rompiendo Promesas

Av Writing_on_Dreams

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"Hasta que la muerte los separe" Christian Harris había rehecho su vida con Mila Rogers. Se habían enamorado... Mer

Prologo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciseis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Capítulo Veintiuno
Capítulo Veintidos
Capítulo Veintitres
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo Veintiseis
Capítulo Veintisiete
Capítulo Veintiocho
Capítulo Veintinueve
Capítulo Treinta
Capítulo Treinta y Uno
Capítulo Treinta y Dos
Capítulo Treinta y Tres
Capítulo Treinta y Cuatro
Capítulo Treinta y Cinco
Capítulo Treinta y Seis
Capítulo Treinta y Siete
Capítulo Treinta y Ocho
Capítulo Treinta y Nueve
Epílogo
Agradecimientos
Capítulo Extra
SEGUNDA PARTE

Capítulo Cuarenta

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Av Writing_on_Dreams


VERA

Corrí a la salida con las lágrimas recorriendo mis mejillas. Me detuve, observando la carretera. Esta era mi decisión, y no la iba a cambiar, yo decidí amar a Maximilian, él me había demostrado lo que era el verdadero amor, y yo no podía dejarlo ir, no luego de todo lo que pasamos juntos.

Vivir en el pasado estaba ahogándome, y el temor a no salir estaba creciendo cada vez más. A pesar de que amaba a Christian, yo no podía seguir con los malos tratos de su madre, su egoísmo, su manera de tenerme en segundo plano, todas esas acciones que realmente me herían y estaban matándome lentamente. Amaba a Christian, sí, pero me di cuenta de que era momento de amarme más a mí.

Caminé por las calles de la ciudad tratando de ocultar mis lágrimas, pues lo único en lo que podía pensar en ese momento fue en el milagro que Dios me concedió aún luego de todas mis equivocaciones.

Vera, ¿estás lista? escuché la voz de Dina a través del pasillo.

En un minuto respondí mientras terminaba de colocarme mis pendientes.

Le di una última mirada al espejo y bajé la mirada. Sentía que algo no andaba bien con mi cuerpo, pero decidí ignorar la sensación y caminé hacia la salida. Cuando atravesé el pasillo, Dina me miró, pero su mirada era de total preocupación.

¿Vera?

De repente, vi borroso y caí al suelo, algo no andaba bien conmigo.

¡Oh, Dios! sentí como se arrodilló a mi lado—. ¡Mamá, ayuda!

Pude escuchar el grito ahogado de mi suegra, pero no pude moverme ni abrir mis ojos, me sentía débil, sentía que mis fuerzas se habían ido por completo.

¡Erick, llama una ambulancia!

La oscuridad se hizo presente.

Abrí mis ojos lentamente, tratando de adaptar mi mirada a la fuerte luz que provenía de la habitación. Volteé lentamente y pude ver a Dina dormida en el pequeño sofá que decoraba el lugar. Bajé la mirada y me encontré conectada a diversos cables. ¿Qué había pasado conmigo?

¡Oh, querida! de repente, la figura de mi suegra se hizo presente—. Me tenías tan preocupada.

Ella se acercó y besó mi frente, lo que formó un nudo en mi garganta. Al morir mis padres yo no volví a recibir ese tipo de amor, pero ahí estaba ella, demostrándome lo mucho que le importaba mi bienestar.

¿Qué me pasó?

Dina en ese momento se despertó y tomó mi mano. Fruncí el ceño, pero no dije nada, esperaba una respuesta. Finalmente, ambas sonrieron y me miraron de nuevo, esta vez había algo diferente en sus miradas.

Vera, el motivo de tu desmayo se debió a un aviso.

¿Un aviso?

Estás embarazada.

Llegué al apartamento justo al instante en que solté un sollozo y acaricié mi vientre. Mis posibilidades de quedar embarazada eran nulas, pero justo ese día recibí la noticia de que, en uno de mis momentos con Max, logramos concebir y ahora esperaba un bebé. Finalmente iba a tener una familia con el hombre perfecto, el problema era que no sabía si sobreviviría para verlo.

Luego de haber dormido durante cuatro horas, recibí una llamada de Dina que me indicó sobre el estado de Max. Salí de la cama y corrí a arreglarme rápidamente. Corrí hacia el garaje y subí al auto para luego arrancar y conducir a toda velocidad. Conduje por la carretera a todo lo que daba hasta que llegué al hospital. Una vez ahí, corrí hacia el mostrador, mostrando mi pase. La secretaria me sonrió y aprobó mi entrada. En cuanto las puertas del ascensor se abrieron en el piso correcto y corrí hasta la habitación de Max, algo en mí despertó.

Sus ojos se encontraron conmigo inmediatamente y pude ver un atisbo de sonrisa en sus labios. Él recibió una bala por mí y peleó por quedarse a mi lado, pues ahí estaba, mirándome como si fuera la primera vez.

—Max —sonreí y las lágrimas rodaron por mis mejillas.

—Hola —respondió con dificultad.

Me acerqué lentamente y tomé su mano. Su familia nos miró y asintieron, permitiéndome tener un momento a solas con él.

—¿Cómo te sientes? —besé cortamente su mano y él sonrió.

—Ahora estoy bien —susurró—. ¿Tú cómo estás? ¿estás bien?

—Salvaste mi vida, Max.

—Y no dudaría en hacerlo de nuevo por verte justo así.

Sonreí, aún en mis peores momentos él lograba ver lo mejor de mí.

—Te amo, Maximilian.

Pasaron tres días de que mi prometido había despertado y según el doctor, había una gran mejoría en Max. Toda nuestra familia se reunió para convencernos de que querían continuar con los planes de una boda más pequeña. Ambos acordamos que sería una buena idea, pero lo primero era enfocarnos en su recuperación. Sin embargo, con el miedo de que mi novio entrara en coma otra vez, le dije sobre mi embarazo.

—¿Juegas? —preguntó emocionado.

Negué.

—No —sonreí—, estamos esperando un bebé.

—¿¡Voy a ser papá!? —Max se levantó de forma rápida, me moví para sostenerlo.

—¡Tranquilo! —reí y lo besé—. Sí, vas a ser papá.

Él me besó con tanta pasión que sentí mi corazón estallar de emoción. Nuestros labios se buscaron con tanta necesidad que ni el oxígeno ni su recuperación nos importó en ese momento, todo se reducía a que estábamos formando una familia, estábamos muy cerca de conseguir lo que tanto quisimos.

—Estamos embarazados —sonrió y me estrechó entre sus brazos.


Me encontraba a su lado leyendo cuando su voz me hizo levantar la mirada.

—Vera —sus ojos buscaron los míos.

—¿Sí?

De pronto, pude ver el miedo danzar en su mirada.

—¿Christian? —preguntó y supe a qué se refería.

—Todo ha acabado para los dos, Max —tomé su mano y continué—. Nuestra relación jamás iba a funcionar. Era un círculo vicioso que alguno de los dos debía romper, pues siempre volvíamos al punto de partida. Eso no era sano ni para mí, ni para él. Quizá en otra vida, pero en esta, lo mejor era acabar con esta tortura. Yo no soy para él, ni él para mí.

—¿Aún lo quieres? —me miró.

Le sostuve la mirada y respondí con toda la convicción que pude tener en ese momento.

—No, ya no —sonreí—. Finalmente, encontré al hombre ideal para mí.

Max sonrió y me abrazó. Había encontrado mi lugar en el mundo, y este era en sus brazos.


DOS AÑOS DESPUÉS

Finalmente me había casado con Maximilian y habíamos tenido a nuestra bebé. Resultó ser una preciosa niña. Le pusimos por nombre Leah Duncan Williams, nuestro precioso tesoro. Era una niña llena de vida, llena de nuevas oportunidades y totalmente sana. Max estaba encantado con ella, pues no paraba de decirme que era idéntica a mí.

Luego de que mi esposo saliera del hospital, decidimos mudarnos lejos de la ciudad e iniciar una nueva vida donde decidimos contraer matrimonio. Ahí compramos un terreno y decidimos construir nuestra casa. A los nueve meses, nació nuestro pequeño pedacito de cielo y la criamos con todo el amor del mundo junto a la familia de Max, quienes nos visitaban de vez en cuando.

A pesar de mi difícil decisión de dejar a Christian y mi amor por él atrás, supe que había sido un pensamiento muy acertado en mi vida. Aunque me dolió el tener que olvidarlo, gracias a que lo hice, conseguí enamorarme de un maravilloso hombre como Maximilian y como bonus extra, formamos una hermosa familia que era todo para mí. Los tres disfrutamos de cada momento juntos y no pude estar más agradecida con Dios, gracias a él, pude tener mi final feliz.

Respecto a la familia de Christian, supe por Gabriela, que su madre se había ido a la quiebra y estaba hasta el cuello de préstamos y deudas. Javier había comenzado a salir con una chica italiana que conoció en Las Vegas y estaba por casarse. Gabriela había comenzado a estudiar arte en España y estaba muy emocionada por convertirse en una artista de gran reconocimiento. En cuanto a Christian, supe que decidió criar a su hijo como padre soltero y se dedicó a la empresa de su padre, pero esta vez optó por hacer todo a su manera y no siguiendo viejos hábitos. Actualmente está tratando de ayudar a su madre con la casa, la cual dejé por la paz ya que no me interesaba vengar aquello que era parte de mi pasado.

Aunque no todos tuvieron un final feliz, supe que ya no era tiempo para pensar en la felicidad ajena, no cuando la mía estaba a mi lado y me alegraba cada día. A pesar de que tardé mucho en darme cuenta, ahora era feliz, y eso era todo lo que me importaba. Miré a mi pequeña jugar en su cuna y sonreí, no necesitaba nada más que a mi familia.

—Piensas mucho —los brazos de Max me rodearon por detrás y me dio un beso en la mejilla.

—Solo contemplaba a nuestra pequeña jugar a la luz de la luna.

—¿Sabes lo que me gusta de la noche? —su voz era ronca, lo que me hizo estremecer.

—Que tiene comparación contigo. Aunque sea oscura, tiene sus estrellas, lo cual no la hace verse totalmente negra, apagada, sino que le da ese toque chispeante que atrae todas las miradas, cosa que tienes tú. Aunque tu pasado no fuera el mejor, tienes tu propia luz, mi amor, y eso hace que me sienta atraído por ti y totalmente enamorado —besó mi hombro—. ¿Lo sabías?

Volteé y besé sus labios lentamente, apartándome solo un poco para mirarlo a los ojos.

—Ahora lo sé...

FIN

_______________________________________

¿Por dónde empiezo?

Comencé esta novela sin inspiración. Lo admito.

Tuve muchos obstáculos en mi mente que me bloqueaban y realmente no creí llegar a terminarla, pensé muchas veces en cancelarla... pero vi su apoyo y me inspiró a continuar a pesar de los obstáculos y ganas de renunciar.

El apoyo que cada una de ustedes me brindó fue la causa de que siguiera con esta novela y llegara hasta aquí. Realmente quiero agradecerles por todo el apoyo del mundo, sus hermosos comentarios y todo el amor que me han dado. Sé que esperaban otro final, o quizá este les haya gustado, no lo sé, lo sabré cuando comenten y me digan qué les pareció.

Ahora solo quiero darles las gracias por este viaje y su gran apoyo.

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