¡Va a ser mío!

By Mabib_

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Todo el alumnado femenino de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, está de acuerdo con que... More

Derechos de autor.
Sinopsis.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Diez.
Doce.
Trece.
Catorce.
Quince.
Dieciséis.
Diecisiete.
Dieciocho.
Diecinueve.
Veinte.
Veintiuno.
Veintidós.
Veintitrés.
Veinticuatro.
Veinticinco.
Veintiséis.
Veintisiete.
Veintiocho.
Veintinueve.
Treinta.
Treinta y uno.
Treinta y dos.
Treinta y tres.
Treinta y cuatro.
Treinta y cinco.
Treinta y seis.
Treinta y siete.
Treinta y ocho.
Treinta y nueve.
Cuarenta.
Cuarenta y uno.
Cuarenta y dos.
Cuarenta y tres.
Cuarenta y cuatro.
Cuarenta y cinco.
Cuarenta y seis.
Cuarenta y siete.
Cuarenta y ocho.
Cuarenta y nueve.
Cincuenta.
Epílogo.

Once.

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By Mabib_

Mi mamá y mi papá creían que ser adulta y hacerme cargo de las cosas significaba no ir a la universidad el lunes, ellos decían que tenía que tomarme mi tiempo y reflexionar para accionar, pero al fin y al cabo estaban apañando que me retrajera por algo que no tenía sentido. Sabía perfectamente que no fui yo la asquerosa que jugó con eso, y Lautaro iba hacerse cargo muy bien de hacérselo saber a todos.

Estacioné el auto de frente a la universidad y al apagarlo respiré hondo, levanté la vista y me miré al espejo retrovisor, veía a una chica segura y decidida de sus acciones, una chica madura y responsable, sobre todo muy limpia como para hacer la asquerosidad del sábado, por lo que nadie iba a poder juzgarme de lo contrario. Bajé y me puse mis anteojos de sol, me colgué mi bolso en el hombro y cerré la puerta para apretar el botón de seguridad en la llave de mi auto.

Fue fácil caminar en el estacionamiento porque las pocas personas que había no me miraban diferente, y si lo hacían una vez que los pasaba a mis espaldas ya no podía ver si se reían o algo similar, no me importaba pensar en eso porque al abrir la puerta principal, me armé de valor para afrontar la realidad por mí misma. Había un poco de esperanza en mí que todos se olvidaran por lo que habían consumido en la noche, pero si no, estaba bien, yo podía con eso. Thiago, Coco y Aye estaban hablando en el pasillo de los casilleros, así que me acerqué sintiéndome inmune a las inevitables mirada.

— ¡Cali!

—Hola chicos.

— ¿Cómo estás Cali? —me preguntó Thiago un poco apenado. —te mandé un mensaje.

—Sí lo recibí, gracias estoy bien.

—Obvio que estás bien. —me abrazó Aye por los hombros y yo sonreí, tanto ella como Dani habían sido un gran sostén el camino a casa el sábado por la noche, pedirles que me dejaran fue parte del agradecimiento por las grandiosas amigas que tenía. —ella es invencible, nada ni nadie va a derrotar a esta bebé.

—Vos lo dijiste.

—Lautaro es un estúpido, está celoso porque Dante quiere salir con vos.

—Nunca me cayó bien Lautaro, ahora menos. —dijo Coco. —se cree que tiene a todos a sus pies porque las chicas están detrás de él aunque sea gay.

—Sí es un creído, un sexy y egocéntrico pero hermoso gay reprimido. —rodó los ojos mi amiga y nosotros nos reímos, nadie podía negar ningún adjetivo que le estableció.

—No sé si es tan reprimido, pero obviamente es un estúpido.

— ¿Y cuál es el plan venganza ahora? Yo te ayudo. —me dijo Coco y Aye levantó la mano. Thiago era su amigo así que se quedó callado.

—Yo también.

—No voy a vengarme de él, no tengo cinco años, mi coeficiente intelectual da más que eso a comparación del suyo.

—Bueno pero algo hay que hacerle, que se muera de la bronca.

—No. —negué convencida. —No voy a caer bajo como él.

La hora que empezaban las primeras materias comenzó y los chicos se alborotaron un poco en llegar a sus salones así conseguir el mejor asiento, por mi parte no era lo que quería pero tampoco me gustaba llegar tarde para que todos en la sala me vieran entrar, así que me encaminé con ellos a nuestros diferentes salones. Antes de entrar al mío, vi a Lautaro hablar con su amiga mientras se acercaba, me apresuré para que no me viera pero fue un intento fallido cuando escuché mi nombre en su boca y pronto su mano en mi brazo.

—Hey, ¿podemos hablar? —me preguntó girándome, con voluntad propia también lo hice. —Por favor.

—Tengo clase ahora.

—Pero la tenés todo el cuatrimestre, no va a pasar nada si no entras a una.

— ¿Tan largo es lo que me tenés que decir?

—Creo, pero dale, por favor. —me pidió y yo miré por encima de mi hombro mi clase empezar a llenarse, no quería entrar con tanta gente expectante así que fingiendo falsa frustración, empecé a caminar soltándome de su agarre para buscar la salida.

— ¿Qué querés?

—Es obvio ¿no?

—Ya no sé qué es obvio con vos, así que no, no es obvio.

—Exageré un poco el sábado. —dijo abriéndome la puerta y yo levanté una ceja saliendo primera, él me siguió.

— ¿Un poco?

—Bueno un poco bastante, pero para serte sincero me dejé llevar por... la mala influencia.

— ¿Quién te podría haber influenciado en algo que sólo vos y yo estábamos jugando?

—Es que justamente fue eso, un juego al que sólo vos y yo jugábamos y no tuve que dejar que otros se metieran, no me justifico pero en realidad me dejé llevar por la emoción.

— ¿La emoción de qué?

—De joderte, no sé, estabas haciéndomelo picante y tuve que estar a la altura.

—Ay Lautaro eso es una estupidez.

—Sí, ya sé, no era mi intención humillarte.

— ¿Ah no? —pregunté incrédula. —eso no pareció lo contrario.

—Me di cuenta de la gravedad cuando lo vi y sí jugué mal, no sé qué me pasó, jamás pensé que podía lastimar a alguien de esa forma.

— ¿Al menos te sentís arrepentido? Porque de todo lo que dijiste no te escuché pedirme mínimas disculpas, te estás justificando.

—Ah cierto, eso era el punto, perdón. —hizo una mueca con la nariz, debajo de su anteojos mirándome de frente y parando antes de cruzar la calle para entrar a la playa. —de verdad lamento haberte... humillado así, me arrepiento mucho en serio.

—Bueno ¿y cuál es la solución?

—Te dije perdón, deberías decirme... no importa, o está bien.

—No, no está bien. —rodé los ojos y crucé la calle para entrar a la playa, caminé para acercarme a la orilla del mar y sabiendo que me seguía, me senté en la arena contemplando la vista más linda de la ciudad, él se sentó a mi lado. —vengo de una familia sensible, y no les gustó verme mal, se preocuparon por mí.

— ¿Decís que si voy personalmente a disculparme me van a sacar algún diente? —preguntó y yo pensé en esa posibilidad, si fuese mi hermano de seguro. —eso arruinaría mi años de brakets.

— ¿Usabas brakets?

—Obvio, ¿cómo crees que tengo los dientes tan perfectos?

—A ver. —le dije y me sonrió mostrándome su dentadura perfectamente blanca a pesar del filtro de mis anteojos, todas las piezas parejas. Me reí sintiéndome un poco envidiosa de la perfección de sus dientes. — ¿así le sonreís a los chicos o sólo a las chicas?

—La sonrisa es un arma de seducción para todos. —levantó las cejas con picardía y ambos nos reímos. —En todos, creo que es lo más lindo que tenemos y es un arma de batalla muy fuerte.

—Yo no soy gran fan de mi sonrisa, pero es la que me tocó.

—Pero tenés linda sonrisa, tus dientes están parejos, y a Dante le gusta.

— ¿Decís que a Dante les gusta los que tenemos los dientes parejos?

—Seguramente, por algo sale con vos.

—Y con vos. —confirmé a pesar de no agradarme la idea, él negó con la cabeza.

—Conmigo no sale, solamente tuvimos sexo.

— ¿En serio?

—Sip, pero es obvio que no te lo va a decir.

—No, no lo dice, ¿eso te molesta?

—Yo asumo lo que me gusta. —levantó ambas manos en defensa. —no tengo que esconder quién soy, o qué me gusta.

—Bueno pero por algo no querés que Dante no salga conmigo, porque él no asume que es... ¿gay?

—Yo no creo que Dante sea gay, le gustan ciertas cosas que al salir con vos... no expresa, al menos que lo hagas por el culo ¿alguna vez lo hiciste?

— ¡Lautaro! —bufé empujándolo un poco, él se rió. —No te voy a decir eso.

—Ay sí lo hiciste, ¿qué te haces?

—No me hago nada, no voy a contarte de mi vida privada.

—Da igual, a Dante no le gusta meterla por el culo.

— ¿Le gusta que se la metan? —le pregunté riendo y él asintió riéndose también, me tapé la boca sin poder creer lo que estaba escuchando. —O le gusta que vos se la metas.

—Él sabrá, yo sólo quiero disfrutar de mi sexualidad y quién venga está bien, Dante es un púber en descubrimiento, le gustan ambas cosas pero eso no significa que es gay.

— ¿Que te guste que te la maten no significa ser gay?

—Mirá Cali el sexo se disfruta, si vos haces un trío y te dejas seducir por una chica para pasar el momento eso no te hace lesbiana, porque te sigue gustando el chico...

— ¿Te hace bisexual?

—Puede ser, pero Dante no estuvo con muchos chicos como para declararse bisexual.

—Pero le gustan las dos cosas, lo tuyo... y lo mío.

—Sí, es cierto, aunque con tu sexo va a querer formalizar y ser normal. —hizo comilla con los dedos. —con el mío sólo va a querer divertirse, y acá estoy entonces.

— ¿No te molesta ser la diversión?

— ¿Por qué me molestaría ser a quién viene porque vos no lo complaces? —preguntó riendo y yo le pegué en el brazo. —a menos que cuando tengan sexo le metas algo en el culo, comprate un consolador aparte si es así.

—Ay Dios no, que lo haga en su casa yo no voy a meterle nada.

—O mandalo a la mía. —me dijo y levantando sus anteojos me guiñó el ojo y ambos nos reímos, estuve de acuerdo con que así sea.

— ¿Y entonces...por qué peleas conmigo si podemos compartirlo?

—Es verdad, hagamos un trío.

— ¡No!

—Estoy jodiendo. —se rió. —Yo no creo que quieras compartir al chico con el que te acostas con otras.

—En realidad si es algo casual no debería importarme.

—Pero para vos Dante no es algo casual y para mí tampoco, necesito desenmascararlo antes de cedértelo por completo.

— ¿Y eso en qué consiste?

—No quiero que Dante sea gay, quiero que tenga seguridad para ser lo que quiera, hay tantas personas que dudan de la vida y yo no lo entiendo... todos dicen que hay muchas vidas pero ahora el alma está en este cuerpo, hay que hacer vivir a este cuerpo, no todo es alma.

— ¿Por eso cogés todos los días con alguien diferente?

—Sip, pero eso no es sólo hacer vivir al cuerpo, hay otras cosas ¿vos haces vivir tu cuerpo aparte del sexo?

—No tengo tanta suerte como vos, pero lo demás creo que sí.

—Ay por favor, tenés buen culo, buenas tetas, linda sonrisa, dientes parejos... sos re linda, eso de que no tenés suerte es mentira.

—Supongo que... gracias. —fruncí el ceño, él me había dicho lo que debería gustarme que me dijera un chico heterosexual, sin embargo me hacía sentir bien pensar que lo pensaba, justamente porque no iba a querer nada conmigo. —pero tampoco queda bien acostarme con uno diferente todos los días.

—Eso según la sociedad, y querida si vos sos de las que le preocupan lo que digan los demás, vas perdida en la vida.

—No es eso, influye la sociedad, pero no me sentiría bien acostándome con uno diferente siempre.

—Qué aburrida, ¿te gusta casarte?

—No, justamente es todo lo contrario.

— ¿Entonces? Son prejuicios ¿ves?

—Un poco quizá, pero sería una puta si lo hiciera... no está bien visto.

—Con buenos condones en el bolsillo y pastillas anticonceptivas, nadie puede decirte cómo disfrutar de tu sexualidad, eso sí tampoco te vendas como si no valieras nada, nadie puede hacerte sentir una cosa por disfrutarte a vos misma, nada ni nadie ¿entendiste?

—Entendí. —asentí pensando en aquellas posibilidades.


Él abrió la puerta para mí y entré sintiéndome un poco tensa, la mayoría de los alumnos de la universidad almorzaban en la cafetería y esperaban para entrar a otra clase, o para tomar un descanso antes de irse a trabajar, otros entraban al horario de la tarde y como después del almuerzo era la primera hora, llegaban antes. No estaban todos y eso era seguro, pero Lautaro le había pasado su teléfono a uno de los chicos que estaba sentado en frente de la mesa que eligió para que lo filmara.

Iba a retractarme y pedirle que no lo hiciera, pero no es como si fuese un chico capaz de escuchar cuando algo se le metía en la cabeza, así que se paró en la silla y pidió la atención de todos.

—Tienen que saber que lo que pasó el sábado a la noche no fue real, me imagino que se habrán dado cuenta de eso porque la sangre no tiene ese color... y si no lo saben chúpensela a alguien que esté sangrando.

— ¡Lautaro!

—El punto, yo le hice una broma a Cali para joderla, sí estuvo gracioso pero a ella no le pareció tan gracioso, principalmente porque no está sangrando...

— ¡Lautaro!

—Bueno perdón, intento que parezca real. —me dijo mirándome con las cejas levantadas, yo lo fulminé con los ojos. —Así que nada, dejemos de reírnos de esto y olvídense de lo que pasó, sólo era un chiste mío, no era en serio... ya le pedí disculpas... sigan con su almuerzo, gracias.

Se bajó de la silla y me miró esperando a que dijera algo.

— ¿Estuvo bien?

—Sí, gracias. —murmuré y él se acercó frunciendo el ceño, poniéndose una mano en el oído para amplificarlo.

— ¿Cómo?

— ¡Que gracias, tarado! —le dije y él sonrió guiñándome un ojo, se fue por mi costado empujándome y yo lo empujé otro poco.

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