Mi Soldado; Esperando a...

By NuriaOrtiz

152K 9.7K 1.2K

Esto es una mini temporada, que cuenta la historia de algo que, creo que la gran mayoría quería, y es la lleg... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Epilogo
Parte 23 (Extra de Halloween) (Cortito)
SUPER NOTICION!!

Capitulo 15

5.2K 408 92
By NuriaOrtiz


Cuando una persona sabia que tras un breve periodo de tiempo la felicidad que experimentaba en ese momento se esfumaría del mismo modo que su compañía, era entonces cuando se percataba que sin importar el número de horas que pasase a su lado, la llegada de ese día nefasto, arrasaría con todo a su paso, sin dejarle nada.

Así era como se sentía a solo dos días de la marcha de Alex.

Su luna de miel era inolvidable y aunque intentaba centrarse únicamente en la parte buena de ello, como la maravillosa compañía o los increíbles momentos que pasaron juntos, su mente iba una y otra vez al mismo lugar, y ese era el conocimiento de su partida.

Cuatro meses lejos de él no eran ninguna novedad y en realidad, era un tiempo bastante bajo para alguna de las misiones que a las que había sido llamado. Como en una ocasión en la que la duración de la misión, constaba de ocho meses. Ese fue un año muy duro para ambos, pues Alex se paso casi la totalidad de este fuera de casa. A la vuelta, la etapa por la que pasaba antes de regresar a la normalidad, duro mucho más. Alex se pasaba el día híper alerta y saltaba por cualquier pequeño sonido parecido a una detonación de arma, como el mismo le informo. Las noches fueron difíciles y las salidas aun mas. Los últimos cuatro meses del año, lo emplearon en normalizar su estado, ya que su humor también cambio. Era como un animal asustado, agresivo y posesivo. A la mínima enseñaba los dientes o te lanzaba una dentellada para que respetaras su espacio. Por suerte, ella era capaz de acercarse y estar con él con tranquilidad, pero el resto de la gente no tanto, y por eso tuvieron que eliminar toda esa energía negativa que traía consigo de la misión. Tate, el dueño de un dojo y amigo de los hermanos Acker, fue un bote salvavidas para ellos. No supo los días y noches que pasaron dentro de las paredes de ese tatami, esperando que con el ejercicio ayudara a Alex, y si no lo hacía eso, seria la lucha cuerpo a cuerpo contra Héctor, el propio Tate y alguno de los asiduos al dojo.

Fue una época que esperaba no tener que repetir, pero por la cual no se extrañaría si tuviera que vivirla de nuevo.

El trabajo de Alex era así de duro y aunque a veces regresaba únicamente con un estado de alerta perpetuo durante unas semanas, otras su mente era un completo y absoluto caos.

Pero lo peor de esa partida, era su embarazo.

No quería que Alex se perdiera nada, y aunque le dijo que lo único que a ella le importaba era que estuviese ahí para poder criarla juntos, en realidad le gustaría que formase parte de cada momento del embarazo que le quedaba. Los últimos cuatro meses, aunque eran los más difíciles, también eran los más satisfactorios porque al término de ellos llegaba la vida que tanto tiempo habían estado esperando. Liv estaba cerca de llegar al mundo y quería que Alex estuviese ahí para recibirla.

Pero eso no iba a ser posible, y a menos que el parto se atrasara, que era una posibilidad, el no sería capaz de ver el nacimiento de su hija.

Y eso la entristecía.

Su padre una vez le dijo que el trabajo de Alexander no era el idóneo para formar una familia, y lo sabía. Aun así se habían aventurado a concebir una nueva vida a la que, muy probablemente, tendría que dar la bienvenida sola.

Deslizando sus dedos por el pelo de Alex, sonrió con tristeza cuando los suaves y duros mechones no cubrieron sus dedos como normalmente hacían. Su Soldado había pasado por una peluquería ese mismo día para cortárselo del modo reglamentario. No totalmente, pero sí bastante corto.

Acurrucándose contra su cadera, Alex rodeo sus muslos desnudos con un pesado brazo.

--¿Aun sigues despierta?

Su voz ronca le erizo la piel.

--Si. No soy capaz de dormir.

--¿Por qué?

--Solo queda mañana.

No servía de nada guardarse sus temores. Abriendo esos ojos claros del mismo color que el mar de las Bahamas, Alex la miro por un momento. Moviéndose sobre ella, acomodo su cabeza sobre sus piernas y se cruzo en la cama, colocándose boca arriba.

--¿Tienes miedo?

Pregunta absurda, pensó al oírla.

--¿Cuándo no lo he tenido cada vez que te has marchado?

El asintió despacio y suspiro.

--Regresare.

--Lo sé. Hiciste una promesa de volver a casa sano y a salvo, cada vez que te marchases.

Cuando los ojos de Alex conectaron con los suyos, ella fue incapaz de apartar la mirada.

--¿Crees que la cumpliré?

Acariciando suavemente la mejilla del hombre, sonrió levemente.

--Si.

Y lo creía realmente. Alexander no dejaría que nada ni nadie lo separase de sus ganas de ser padre y ejercer como tal. Y ahora que habían conseguido lo que tantos años estaban esperando poder hacer, nada iba a impedirle regresar a casa y disfrutar de la familia que juntos estaban creando. La llegada de Liv, la boda, la posible mudanza... todo eso lo llevaba a querer disfrutar sus vidas juntos y pasar cada año de estas.

Así que... Si, confiaba en que el regresaría a casa.

Agarrando su muñeca, Alex retiro su mano de su cara y coloco su palma abierta sobre el centro de su pecho. Piel a piel, sintiendo el calor que su cuerpo desprendía y el maravilloso golpeteo de su corazón latiendo bajo su mano, ella miro por encima de su redondeado vientre a Alex y espero.

Un largo silencio se instalo entre ellos, pero como siempre, no resulto incomodo. Estaba segura de que Alex debía estar ordenando sus pensamientos, o quizás simplemente no quería decir nada en esos momentos, así que en medio de aquel momento, ella cerro sus ojos y recostó su cabeza contra el alto cabecero de la cama que usaban en aquella hotel en el cual habían pasado la totalidad de su luna de miel.

Aquellas horas que tenían por delante eran las últimas durante los cuatro siguientes meses, así que iba a provecharlas al máximo. No importaba si salían o se quedaban en la habitación, lo que importaba en esos momentos era pasarlos juntos.

***

Durante los años que llevaba junto a Alex, y en los cuales no falto ni una sola vez a despedirlo en el punto de encuentro con su unidad, nunca tuvo la aplastante sensación de vacío que la embargaba en esos momentos. Y era curioso y aterrador al mismo tiempo, puesto que incluso su pequeña Liv se mantenía quieta dentro de su vientre, como si supiera que estaban en medio de algo demasiado importante como para que ella estuviese haciendo cabriolas en su interior. Aun así, ella pasaba la mano derecha una y otra vez sobre su abultada barriga de seis meses. Era un gesto tranquilizador que no solo servía para conectar con Liv, sino mas bien para recordarse a ella misma que sus emociones y estados anímicos afectaban al bebe que llevaba dentro y que por lo tanto no debía volverse loca. Respirar y expirar era el mejor método para mantenerse tan estable como pudiera, pese a que a veces pensaba que esa técnica no era nada más que palabrería.

Su corazón palpitaba a un ritmo un poco acelerado y era normal. Siempre le había pasado cuando tenía que decirle adiós a Alex. Aunque nunca lo hacía, ella siempre usaba un hasta luego, pues sentía que del orto modo era como una despedida para siempre y eso no le gustaba. Quería que su chico regresara a casa.

Deslizando su mano arriba y abajo por su barriga, ladeo la cabeza y observo el perfil de Alexander. Estaba claro que no era la única que odiaba aquellos momentos. Las manos del soldado se aferraban con fuerza al volante del coche y sus nudillos, lucían blancos por la presión ejercida sobre la rueda. Tenía los hombros tensos y sus ojos parecían dos ratos laser puestos en la carretera. De vez en cuando apretaba los dientes, marcando la línea de su mandíbula y lanzaba una respiración fuerte entre otras más suaves. Era como el resoplido de un toro bravo. El no quería alejarse de ellas en esos momentos, puesto que Liv estaba un tiro de piedra de nacer.

Era la primera hija para ambos y los dos querían darle la bienvenida juntos. Y eso ahora no iba poder ser.

Alargando su mano a través de la palanca de cambios, apoyo su mano sobre el muslo de Alex, y apretó el duro musculo con los dedos para darle un silencioso voto de apoyo.

No iba a ser fácil, pero cuando ellos empezaron y se entero de que él era militar, ella ya supuso que los momentos difíciles iban a ser varios y que uno de ellos seria las despedidas y la incertidumbre del no saber. Había cosas que llevaba mejor que otras, pero siempre existía algo que le hacía temblar de miedo.

Aun así, tenía plena confianza en su marido y en los compañeros de este. Eran un grupo muy unido y ella contaba con un as en la manga al que adoraba igual que su hijo. Izan se convertía en el guardaespaldas de Alex cuando estaban juntos de misión, y eso llegaba a tranquilizarla un poco. Así que esperaba que cuando llegaran al punto de reunión, viese al enorme hombre entre los soldados vestidos con camuflaje. Si era así, respiraría tranquila por un momento, puesto que había alguien al lado de Alex que lo cuidaría.

Poco a poco, a medida que los kilómetros recorridos se iban quedando atrás, ella vio la señal que les avisaba de su pronta llegada al punto de encuentro. Y por un momento, cuando Alex no redujo la velocidad para internarse en el lugar, ella pensó que lo pasaría de largo.

Pero no lo hizo. El sentido del deber en Alexander era tan alto que el hombre comenzó a sentirse mal con solo pensar en dejar de lado a sus compañeros y fugarse e sus obligaciones.

Riéndose suavemente, se desabrocho el cinturón y se inclino un poco hacia él. Besando su mejilla, apretó el muslo que aun no había soltado.

--Eres demasiado leal, cariño.

El chasqueo la lengua, girando la cabeza le robo un rápido beso antes de bajar del coche.

Para la luna de miel se habían llevado su BMW, puesto que Alex aseguraba que ella era una cabeza loca y que por lo tanto tenía vetada la posición de conductor en el Mustang.

Bajando del coche, cerró la puerta y lo rodeo para situarse al costado de Alex, quien se había calado firmemente la corra del uniforme de campo. Una vez acabo, entrelazo sus dedos con los de ella y caminaron juntos hacia el pequeño grupo que se reunía allí.

Una vez más, vio muchas caras conocidas y otras que no. Pero tal y como había esperado, Izan estaba allí. Y en cuanto los vio se acerco con las cejar enarcadas y una sonrisilla en los labios. A lo lejos, Jake corría hacia ellos.

--Pero bueno... ¿Eso es que has comido mucho o realmente estas embarazada?

Pregunto el hombre, engulléndola en un apretado abrazo. Palmeando la espalda de Izan, se rio.

--Estoy de seis meses recién cumplidos.

--¡Oh vamos! ¿Qué es?

Alternando su mirada de Alex a ella, espero a que uno de los dos contestase. Alex estaba ocupado hablando con Jake, así que ella lo hizo antes de que el niño de Izan reclamara su atención.

--Es una niña. Se va a llamar Liv.

--¡Felicidades!

Sonriendo abiertamente dejo que el hombre saludara a la pequeña, apoyando una mano sobre la cima de su vientre. Ella vio como Alex lo miraba por el rabillo del ojo y como todo su cuerpo se tensaba.

--Papa oso está a punto de gruñir.

Aviso ella conteniendo sus ganas de reírse. Izan miro a Alex y deliberadamente apoyo la otra mano a un costado de su vientre. Luciendo una encantadora sonrisa, abrió sus ojos con sorpresa cuando Liv le pateo la mano.

--¿Sera futbolista?

--Nada de eso. Ya es experta en MMA como su padre.

Inquirió ella con un suspiro. Izan se carcajeo acompañando las risas de Alexander.

Si con seis meses Liv ya tenía una buena fuerza, ¿Qué sería de ella cuando estuviese en los ocho meses?

Jake se alejo un poco de su marido y se acerco a ella para abrazarla. El pequeño llorón que conoció en el hospital, corriendo para escaparse de su tío, había crecido. Y cada vez que lo veía, se parecía mas y mas a Izan.

--Hola, Jake.

--Hola.

El niño la abrazo con una cálida sonrisa. Muchas veces hizo de canguro del pequeño y a decir verdad, era un autentico ángel. Ella disfrutaba pasar tiempo con Jake, porque era un niño muy amable y cariñoso. Era un poco trasto ¿Pero qué niño no lo era? Así que se lo pasaban bien paseando de parque en parque.

Izan palmeo la espalda de Alex, empujándolo hacia delante.

--¿Por qué no vas a saludar?

Su soldado entorno los ojos, pero cedió. Sabía que a Izan le encantaba sacarlo de quicio tanto como podía, y estaba usando esos últimos momentos de libertad, para llevar a cabo ese pasatiempo tan encantador. Ella no lo culpaba, pues Alex era una presa fácil en ese sentido.

Una vez su chico se alejo y comenzó a saludar a la gente ofreciéndoles su mano, ella se percato del cambio que tuvo el rostro de Izan cuando la miro.

--Voy a cuidar de tu chico.

--Marido.

Corrigió ella, alzando su mano izquierda para mostrarle la alianza.

--Nos casamos hace seis días.

--¿Y no me invitasteis?

--Fue totalmente improvisada. No te hubiese dado tiempo a venir, lo siento.

Con un leve encogimiento de hombros, su rostro se torno serio una vez más.

--Voy a cuidarlo ¿De acuerdo? Regresara de una pieza y vivo.

Asintiendo con un nudo en la garganta, abrazo al hombre agradeciéndole enormemente esa promesa. Si ella se quedaba un poco más tranquila cuando el salía de misión, era porque Izan estaba al lado de su chico y ambos se cuidaban entre sí. Y eso le daba una pizquita de paz en esos momentos tan tensos.

--Suelta a mí esposa.

Gruño Alex. Soltando una carcajada ella deshizo el abrazo, observando la sonrisa en el rostro de Izan cuando este lo miro.

--Ella ha sido la que me ha abrazado, amigo ¿Qué culpa tengo yo de ser tan irresistibles para las mujeres?

Alex entorno los ojos y ella se rio un poco más. Estaba claro que el hombre se lo estaba pasando pipa a costa del pobre Alex.

Distanciándose de Izan, se acerco a Alex y rodeo la cintura de su soldado con los brazos. Apoyando la mejilla contra su pecho cubierto, sonrió un poco cuando él se relajo. Esos momentos en los que otros hombres la abrazaban, como podían ser los propios hermanos de Alex, o sus amigos más cercanos, el siempre se molestaba un poco. Se convertía en un oso gruñón, al que ella tenía que parar los pies en cuanto daba la primera muestra de celos.

Mirando hacia arriba, gravo en su mente esa imagen de Alex, mientras que al intercambiar palabras con Izan, sus ojos brillaban con fuerza. Quizás el hombre le molestaba un poco, pero era fácil ver que cuando estaba vestido con el uniforme de campo, y estaba listo para irse rodeado de sus compañeros, Alexander estaba en su salsa. Y era en esos momentos, donde pese a que ella quería que dejara atrás la peligrosidad de su trabajo, comprendía que lo que mantenía vivo al hombre que él era, era ser un soldado.

En momentos así, estaba demasiado cerca de pedirle que no dejara a un lado la profesión que tanto amaba, pero entonces pensaba en su hija y guardaba silencio. Liv tenía derecho a estar tranquila cuando fuese un poco más grande y comprendiera las cosas, para saber que cuando su padre salía de casa, no implicaba que iba a arriesgar su vida y que regresaría a su lado al final del día. Eso era lo importante al fin y al cabo.

Solo diez minutos después el ambiente del lugar cambio. La hora estaba finalmente sobre sus cabezas y era el momento de despedirse por un tiempo de tu ser querido, para esperarlo a la vuelta, cuatro meses después. Serian días duros, y semanas interminables. Los meses se harían insoportables, pero cada día que pasara, era un día que tachaba en su calendario.

Poniéndose de puntillas, rodeo el cuello de su chico y lo abrazo con fuerza.

--Ten cuidado.

Alex asintió, ciñendo sus brazos a su alrededor.

--Regresa a casa ¿De acuerdo? Te espero dentro de cuatro meses. O te esperamos. Quizás Liv aguante para que estés aquí con nosotras cuando nazca.

El no dijo nada y ella supo que eso era algo que a él realmente le dolía. No estar en el nacimiento de su hija era un sentimiento horrible.

--Cuídate. Y si te sientes rara, llama a Héctor.

--Lo hare.

--Cualquier cosa, Itzi. Lo que sea. Llámalo.

--Si.

--Y si...

Sonriendo tiernamente, miro los ojos de su chico y beso sus labios con suavidad.

--El sexto mes esta chupado, cuando llegue el octavo, mi madre vendrá de vez en cuando. Y si ella no puede, Paula lo hará. Héctor me llamara cada día. Ya lo conoces. Tranquilo, cariño. Tengo esto cubierto.

--¿Segura?

--Si. Además, si ninguno de ellos puede llegar a tiempo, Tate está en la ciudad ¿Verdad?

El asintió rápidamente.

--¿Ves? Todo está controlado. No tienes nada de lo que preocuparte. Tú ve a hacer tu trabajo, asegúrate de cuidarte apropiadamente y cuando vuelvas, yo ya habré orneado a nuestro bollito.

Pese a que lucho contra ello, Alexander termino riendo. El beso su frente, el puente de su nariz y sus labios. Rodeándola apretadamente en un abrazo, apoyo su barbilla en lo alto de su cabeza.

--Te amo.

--Te amo, Soldado.

En un momento determinado, los pasos de los soldados alejándose les aviso de que era hora. Alex se acuclillo frente a ella, apoyo sus manos en su barriga y descanso su frente contra su abultado vientre.

--Se buena con mama, Liv. Crece rápido y bien. No la patees muy fuerte y déjala dormir. Voy irme por un tiempo, pero regresare, princesa. Te quiero, hija.

Y pese a su lucha contra las lagrimas, estas se derramaron, deslizándose por sus mejillas cuando el beso su vientre. Secándolas con las manos, sorbió un poco sonrió hacia abajo cuando él la miro con seriedad.

--Regresare.

Asintiendo, acaricio su mejilla con los nudillos.

--Te estaremos esperando.

El se irguió, agarro su equipaje y con un último beso en los labios, se marcho.

Una vez más, veía como esa ancha espalda se alejaba de ella en dirección a un lugar desconocido y probablemente peligroso. Una vez más ella se quedaba atrás a la espera de recibirlo a su llegada, tras cumplir su misión, o ante una llamada que terminaría por romperle el corazón.

Esperaba que cuando los cuatro meses pasaran, ella pudiera abrazarlo junto a su hija.


Continue Reading

You'll Also Like

315K 20.4K 35
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
3.7M 163K 134
Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo trato de estar planificada. Mi manía e...
44.5K 2.9K 76
Mackenzie perdió todo cuando su exnovio apostó sus ahorros en un juego de póker. Dylan está a un año de ser el director del hospital más importante d...
16.4K 1.6K 59
Lydia ha tenido una mala experiencia con el género masculino. Comenzando con su padre que a los trece años las abandonó a ella y a su madre. Y termin...