Desobediente

By carolinatperinetti

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''Quiero que te resistas, que rompas mis reglas, que me digas ''No''. Aunque no lo creas, Natalie, quiero que... More

Resumen
Nota del autor
Dedicatoria
Desobediente
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
(...)
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 7

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By carolinatperinetti

No podía creer lo que me estaba pidiendo.

De seguro ser sádico, o como él le decía ''ser un amo'', tenía sus reglas. Pero esto iba contra todo eso, el significado de sumisa ya no encajaba para lo que Daniel me pedía, entonces...

─No sería una sumisa. ─Susurré como conclusión.

─No exactamente.

Lo miré esperando a que me explicara todo porque cada frase me confundía aún más.

─Una sumisa obedece en todo, por lo tanto, no necesita...contención.

Seguía confundida. Daniel dio unas carcajadas por mi expresión y se acercó lentamente, evaluando mi reacción. Dejé que caminara hasta invadir mi metro cuadrado y sentir su respiración en mi frente.

─Voy a amarrarte con una cuerda, a darte duro e intentaré someterte, porque eso me excita demasiado. ─Acarició mi mejilla con la yema de sus dedos. ─Serás mi sumisa que no se quiere someter.

─No soy buena actriz. ─dije nerviosa, me sentía intimidada por el calor que emanaba su cuerpo.

─ ¿Te suena a una obra de teatro? ─Se rio de manera natural. En ese momento, vi a un Daniel más guapo.

─Pues sí, como a una planificación de pareja para salir de la rutina

Volvió a reír y esta vez me contagie, los nervios me carcomían por dentro.

─No tienes que actuar, la idea es que seas tú. Compláceme. ─Nunca le había escuchado ese tono de voz, parecía que me suplicaba.

─No puedo.

─ ¿Por qué? ─Sus palabras pisaron a las mías.

─Te acostaste con mi hermana. ─me aparté de él y adopté una posición más formal. ─Primera ley de hermandad: ''Nunca te acostarás con el mismo hombre que tu hermana'' ¿Qué acaso eso no se cumple para el sexo masculino?

─No lo sé, no tengo hermanos.

Nos miramos en silencio. Creí ver algo en sus ojos, como si recordara algo triste.

─Bueno, esa es mi razón. Para mí es suficiente.

Me acerqué a la puerta y esta vez no me detuvo cuando la abrí.

Mientras conducía a mi hogar entendí porque Katherine había quedado cautivada. Daniel sabía manipular mentes, además de tener sus encantos. La manera en que me había acorralado y tocado me paralizaba. Una parte de mí lo odiaba, pero la otra había despertado y estaba intrigada, quería saber lo que se sentía estar sometida a sus acciones y que él fuera mi amo.

Me detuve en seco frente al semáforo con luz roja, ¿Qué estaba pensando? No me podía acostar con Daniel, estaba prohibido para mí desde que Katherine se había enredado en sus sábanas. Pero... Había estado con bastantes hombres como para llegar a la conclusión de que él me calentaba sólo con un susurró, con una mirada, con un roce...

No podía dejar de pensar en él, ni siquiera cuando estaba al fondo de la piscina casi sin oxígeno. Mi cerebro prefería morir que dejar de pensar en Daniel tocando mi cuerpo. Luego de unos minutos intentando sacarlo de mi cabeza sin éxito, tuve que salir del agua por el cansancio, tenía que dormir para ir al trabajo, aunque sabía perfectamente que las pesadillas no me dejarían.

Sequé mi cuerpo suavemente, casi recordando su mano recorriendo mi escote, mi abdomen... Por último, sequé mis extremidades una por una y me detuve en mi muñeca izquierda: Tenía dos moretones muy redondos que no pasaban desapercibidos. Parecían un par de dedos que acorralaban a mi extremidad.


***


Con todo lo que había sucedido casi olvido el ensayo de la boda de Emily, debía asistir porque era uno de los personajes principales y no podía equivocarme durante la ceremonia.

Miré mi rostro en el retrovisor, lucía de espanto. Me había quedado hasta las cinco de la mañana leyendo el diario de Katherine, todas esas descripciones de cómo Daniel la sometían me habían mantenido despierta, además de generar pesadillas en las que yo era sometida.

Me maquillé antes de bajar del auto, esperando que eso cubriera mi desvelo, pero no tuve éxito.

Emily me estaba esperando en la entrada de la iglesia con su futuro esposo, un hombre alto y de facciones perfectas; guapo, pero humilde.

─ ¡Natalie! ─Dijo emocionada, me besó la mejilla y sonrió. ─Él es Carlos.

Saludé con un brazo al chico y le recalqué lo afortunado que era al encontrar una chica como Emily. Yo no la conocía muy bien, pero Katy no dejaba de decir lo buena persona que era y que se merecía toda esta felicidad.

Desvíe mi mirada hacia el interior del establecimiento, era acogedor e iluminado gracias a las ventanas que se encontraban en el techo.

─Es un lugar hermoso. ─susurré

Miré al centro, donde se encontraba un Cristo lleno de brillo. Pero a los segundos vi a otro hombre, también parecía brillar al centro de la iglesia y estaba mirándome fijamente.

Mi estómago se apretó, sentí náuseas y mareos, como si me fuera a desvanecer en cualquier momento y cayera en un agujero negro.

─ ¿Qué hace Maximiliano aquí? ─Le dije a Emily casi sin respiración.

─Él es mi testigo y padrino. ─dijo Carlos.

Los miré a ambos, por alguna razón me sentí traicionada. Quizás Katherine no le había mencionado a su amiga lo que había sucedido, pero todo el mundo sabía que él era mi exnovio.

─Perdón, no quise decirlo porque sabía que te negarías. ─Em estaba preocupada, su expresión me lo decía todo. Por un momento me sentí mal, ella era la novia, no podía hacerla llorar.

─No te preocupes. ─Traté de sonreír y entrar a la iglesia sin que las piernas me temblaran.

Me acerqué a Max y le ofrecí la mano en forma de saludo. Él se quedó mirándome y tomó mi extremidad con suavidad. Que extraña se sentía su piel sobre la mía luego de tanto tiempo.

Emily nos presentó a la organizadora de su matrimonio, una chica alta y de piel morena. Ella nos indicaría cada paso que daríamos dentro del recinto.

─Natalie, tú entrarás antes que la novia, con un ramo de tulipanes blancos y una sonrisa de oreja a oreja.

Estaba en la puerta de la iglesia y lo único que veía era a Max esperándome al otro lado, junto al padre que llevaría a cabo la ceremonia. No podía sonreír si él me miraba como si lo torturaran.

─ ¿Natalie? ─dijo la chica.

─Si, ese día sonreiré.

Caminé lentamente, fingiendo que tenía un ramo en las manos y mirando fijamente al Cristo para que Max no me desconcentrara. Llegué a su lado y desvíe la mirada para no cruzarme con la suya, el novio tomó su lugar y la novia comenzó a entrar tan emocionada como si en realidad hoy fuera ese día especial.

─El padre dirá la ceremonia. Max, tú leerás el evangelio. Y Natalie, tú el salmo. ─Ambos asentimos al mismo tiempo. ─Luego, de la reflexión del evangelio, a pedido de los novios, los padrinos tomarán esta cinta roja y dirán unas palabras.

La chica nos entregó un extremo del lazo a cada uno y nos dijo que repitiéramos después de ella.

Max me miraba mientras hablaba y yo trataba de mirar a la organizadora fingiendo que no sentía sus ojos sobre mí.

─Ahora necesito que se miren a los ojos y repitan nuevamente.

─ ¿Es necesario? ─pregunté molesta.

─Sí, quiero ver si hay química entre ustedes para ser testigos de este amor

Miré a Em que me susurró un ''Por favor''.

Suspiré y puse mis ojos en los de Max, comenzamos a repetir las palabras y al terminar aparté la mirada, el alivio fue inmediato.

Me percaté que la manga de mi blusa se había subido más de la cuenta y que dejaba a la vista los hematomas de mi muñeca. Me cubrí rápidamente y traté de disimular, al parecer nadie me había visto.

─Por último, los novios dirán sus votos, los cuales ensayaremos por separado, y listo. Necesito que cada uno se aprenda su parte para no tener problemas el día de la boda. Eso sería todo.

Suspiré al saber que por fin todo había terminado y que me podía ir a dormir. Me despedí de Emily y Carlos, ella me recordó que el lunes debía pasar por el vestido y que por favor no llegara tarde el sábado. Asentí entre risas, sólo quedaba una semana y los nervios ya se comían a la chica.

Caminé hacia mi coche, casi imaginando mi cómoda almohada y que el sueño me relajaría después de haber visto a Max.

─Naty. ─Dijo tocando mi hombro.

Sabía que era él, ¿mi mente lo había invocado?

Me volteé y lo miré esperando a que dijera algo, pero sólo clavó sus ojos en los míos.

─ ¿Qué quieres? ─mi tono de voz parecía molesto, creo que no podía hablarle de otra manera.

─ ¿Cómo estás?

─Bien...

─Me refiero a lo de Katy.

─Estamos bien, acostumbrándonos a vivir sin ella. ─dije incluyendo a mi familia.

─Lamento que la perdieras.

─Bueno, no es la primer ves que pierdo algo que amo.

Nos miramos a los ojos de una manera tan intensa que me hizo recordar el agujero en mi corazón, era obvio que aún no había sanado.

─Nunca me vas a perdonar. ─Se afirmó a sí mismo en un susurró casi inaudible.

─Ya tengo que irme... ─Traté de subirme al automóvil, pero él me detuvo.

─ ¿Qué te pasó en la muñeca?

¡Ay, no!

─ ¿Alguien te lastimo?

─No... Me apreté con la puerta. ─dije lo primero que se me ocurrió. ─ Además ¿Qué te importa? Ya no eres parte de mi vida.

─Lo sé, pero sigues importándome.

Silencio, sólo se escuchaban las hojas de los árboles removidas por el viento.

─No mientas...jamás te importe...jamás te importamos. ─Mis ojos se pusieron llorosos y me refugié en el coche.

Aceleré para alejarme lo más rápido posible, pero ya era tarde. Podía escapar de Max, pero no de mis recuerdos, no de mi pasado, no de mis errores...

<< Mis ojos ardían por tanto llorar, pero aun así las lágrimas no dejaban de recorrer mis mejillas.

Estaba sentada en mi cama, leyendo su mensaje en mi celular una y otra vez: ''Tengo un dinero guardado, puedo dártelo para que solucionemos este problema'' ¿Desde cuándo nuestro hijo se había vuelto un problema? Estaba claro que Max creía que un aborto era la solución a todo esto.

Tocaron mi puerta, a los segundos Katy susurraba mi nombre y me preguntaba si todo estaba bien.

─Déjame entrar. ─Suplicó

No se lo había contado, en realidad sólo Max y yo sabíamos. Tenía miedo de decirle a alguien y darme cuenta de que no estaba soñando.

─Quiero estar sola. ─Le grité.

─Sabes que llorar sola no te hace bien. Anda ábreme la puerta y conversemos.

Cuando Katy me abrazaba me sentía protegida, apoyada y más aliviada, en esos momentos lo necesitaba y lo deseaba. Abrí la puerta para que mi hermana entrara, al ver mi rostro se preocupó.

─ ¿Qué pasa?

Rompí en un llanto intenso, mis piernas se volvieron frágiles y caí al suelo. Katy me abrazó rápidamente y me rogaba que le dijera que sucedía.

─Ya no puedo más. ─dije entre lágrimas.

Tomó mi rostro para que nos viéramos a los ojos y me volvió a rogar que le dijera que pasaba.

─Estoy embarazada. ─dije, y me oculté en su hombro para seguir llorando.

Me consoló por varios minutos. Acariciaba mi cabello, tranquilizándome, hasta que el llanto cesó.

─ ¿Max lo sabe? ─asentí. ─ ¿Y qué dijo?

─Que no está listo para ser padre.

─Idiota. La cosa está hecha, ahora debe hacerse cargo.

─Katy, él no quiere ser padre...dice que arruinará su futuro. ─Sequé mis lágrimas con pañuelos desechables.

─Está en trance, espera unas semanas, se le pasará y querrá ser padre. Max te ama.

Tomé mi celular y le mostré el mensaje a mi hermana.

─ ¿Qué quiere decir? ─dijo impactada. ─ ¿Quiere que abortes?

Asentí en silencio.

─ ¿Qué piensas tú? ─La miré a los ojos, ella esperaba mi respuesta.

─Nosotras crecimos sin un padre, y sufrimos cada día por su ausencia. Imagínate cómo sufriría un niño que sabe que no puede ver a su padre porque él no lo ama. No quiero que mi hijo sienta ese dolor.

─Entiendo... Tengo unos ahorros. Dicen que con menos meses disminuyen los riesgos y no quiero que te tardes por conseguir el dinero.

─Aún no estoy segura. ─Puse mi mano en mi vientre, casi podía sentir al bebé.

Katy puso su mano sobre la mía y sonrió.

─En lo que decidas te apoyaré. ─me abrazó con fuerza y susurró en mi oído. ─Si se queda prometo ser la mejor tía.

Sonreí y dejé que sus brazos me hicieran sentir protegida.>>

Estacioné en mi edificio, pero no bajé del auto. Me quedé pensando y recordando.

Las lágrimas recorrieron mis mejillas, pero no fue suficiente. Liberé mi rabia gritando hasta que mi garganta se desgarrara y ardiera de dolor. Lloré algunos minutos apoyada en el volante y mi conciencia preguntó: ''¿Por qué lo hiciste?''

Abrí la puerta de mi hogar, no escuchar ni un solo ruido me hizo sentir aún más sola, cuanta falta me hacía Katy. De seguro ella estaría viviendo aquí conmigo y me esperaría con algo dulce para ver una película. Luego reflexioné y me di cuenta de que, si ella no hubiera muerto, yo no estaría aquí en Santiago.

Eran las siete de la tarde, había perdido gran parte del día en el ensayo. Traté de descansar sobre la cama, dormir un poco, pero no lo conseguí, las pesadillas me sobresaltaban y dejaban un vacío en mi corazón.

Cuando me fui a Puerto Montt los sueños disminuyeron y el vacío dolía cada vez menos. Pero volver a Santiago y ver a Max... Desenterró todo ese sufrimiento que había dejado bajo tierra.

Prendí la lámpara y tomé el diario de Katy, necesitaba distraerme. Llevaba un cuarto leído y aún no encontraba respuesta a la interrogante, pero no sólo eso me mantenía en una lectura permanente; Katherine describía de manera perfecta cada emoción que sentía bajo los dedos de Daniel y eso me agradaba como lector.


20 de diciembre del 2014

Querida Natalie.

Ya casi es navidad, espero con ansias el 23 para que llegues y me abraces con fuerza, te extraño demasiado. Quiero contarte todo, desde la pérdida de mi virginidad hasta lo genial que es ser una sumisa, pero no puedo, le prometí a Daniel que guardaría el secreto, además estoy segura de que tú no lo comprenderías y me obligarías a dejarlo como amo y como terapeuta.

Aún no sé cómo voy a disimular todo esto, jamás te he mentido ni he ocultado algo. Será difícil mirarte a los ojos sin que te des cuenta de que soy otra mujer...

Bueno cambiando de tema...tuve problemas con la vecina (otra vez). De verdad que estoy casi segura de que entra a nuestra casa, revisa mis cosas y se prueba mi ropa. Hace unos días, encontré un cabello que no era mío, es obvio porque lo tengo negro y ondulado, este era castaño claro como el de mamá...de acuerdo podría ser de ella...aun así sospecho que la vecina no nos quiere y busca la manera de hacernos daño.

PD: Pensándolo bien...no hay forma de que esa mujer entre a mi cuarto porque lo dejo con llave...creo que eso no es real.

Confundida...Katy


Suspiré. Las crisis de mi hermana iban en aumento a medida que avanzaba en mi lectura.


21 de diciembre del 2014

Natalie.

Ya no resisto más en nuestro hogar, siento que hasta las paredes tienen ojos y que observan cada una de mis acciones. Escapé a la casa de Daniel, ese era mi refugio y donde olvidaba todo. Es domingo... Él nunca me había recibido esos días porque los lunes debía empezar temprano las sesiones. Pero al ver mi desesperación me dejó entrar y me ofreció un té con cáscaras de naranja (para relajarme).

Nunca he estado en su casa sin entregarme a él, hoy no fue la excepción... Me vendó los ojos y me amordazó como siempre, tomó una fusta de su colección y dio con fuerza en una de mis nalgas...gemí de placer. Es extraño y quizás jamás lo logres comprender, pero con Daniel todo el dolor, no sólo el que él te hace sentir, sino también tu dolor personal, se convierte en placer. Quizás por eso me escogió, porque sabe que una persona con tanto dolor necesita que este se convierta en placer y disfrutarlo de alguna manera.

Ser sumisa agota, muero de sueño y sólo quiero dormir...así es sigo en su casa y me tomé el tiempo de escribir el diario porque no quiero confundirme...esto es absolutamente real.

Katherine.


Convertir el dolor en placer...

Katherine tenía razón, no lo entendía. El dolor y vacío que yo sentía no se transformarían en placer porque Daniel Ferrer me golpeara, no tenía mucha coherencia. Pero ¿por qué habría de tenerla? Quizás no hay que buscarle la razón si no sentirlo.

Mi lado curioso se hacía presente otra vez. ¿Y si dejara de sentir ese vacío que me ahogaba, por algunas horas? No tenía nada de malo experimentar...sólo una vez...sin compromisos.

Tomé mi celular y me lo pregunté en una última ocasión ¿Estás segura?

─Doctor Ferrer. ─Dijo al contestar su teléfono. Marqué el número que estaba en su tarjeta.

─Soy Natalie. ─dije nerviosa

Guardó silencio por algunos segundos, para mí fueron horas.

─ ¿Ocurre algo? ─Su voz mostraba preocupación.

─No, todo está bien. ─Reí, nuevamente delatando mis nervios. ─Es que...cuando sucedió lo de Katy mencionaste que si quería hablar con alguien...como amigo...

─Sí, claro, lo recuerdo.

─Tú...─ ¿Estás segura de lo que pedirás? ─ ¿Vendrías a mi departamento?

Otra vez ese silencio eterno.

─Dame tudirección, estoy saliendo de mi casa.

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