Ellie
Dos horas y media mas tarde...
Me estaba empezando a cansar de esperar a que el doctor regresara a mi cuarto con la prescripción de mis medicinas para el dolor. En el momento que terminé de contarle a Jefferson y Gunner lo que sucedió, sólo quería que alguien me disparara. Ambos me miraron como si estuvieran listos para irse a patear el trasero de Ryan. Una pequeña parte de mí deseaba que lo hicieran. Mi mano dolía tanto que quería llorar.
Gracias a Dios no estaba rota. El médico de atención de urgencias dijo que era un esguince de segundo grado. Sin roturas de ligamentos, pero necesitaba hacer algo llamado R.I.C.E. Ari, por supuesto, escribió lo que significaba. No podía pensar y mucho menos tratar en recordar alguna sigla.
Gunner permaneció apoyado contra la pared, justo frente a mí, todo el tiempo. Traté de mantener mis ojos o en Jefferson, Ari, el doctor o el piso. Cada vez que levantaba la vista hacia él, sonreía y sentía mariposas en mi estómago. Le devolvía la sonrisa educadamente y luego miraba hacia otro lado.
Nadie, jamás, tuvo ese tipo de efecto en mí antes, ni siquiera Ryan. Siempre me molestó que nunca sintiera mariposas con Ryan, esas de las que todas mis amigas hablaban. Sabía que, en el fondo, Ryan y yo nunca estuvimos destinados a estar juntos. Quiero decir, ya ni siquiera me siento molesta por lo que pasó.
Por supuesto, podría ser debido al increíble chico de pie al otro lado de la habitación, quien me miraba fijamente con esos bellos ojos azul cielo que simplemente derretían mi corazón y que, por primera vez en mi vida, hacían que mi cuerpo temblara con anticipación… ahí abajo.
Oh, santos infiernos… ¿qué está pasando conmigo?
Sacudí la cabeza para aclarar mis pensamientos de nuevo. No podía dejar que este chico se metiera bajo mi piel. Sin importar cuán malditamente caliente estuviera. Levanté la mirada para verlo de nuevo, y esta vez sentí el calor arrastrarse por mi rostro. Gunner dejó escapar una pequeña risa que hizo que su cuerpo entero se sacudiera. Lamí mis labios mientras miraba su cuerpo responder a su risa. Cristo, este chico tenía un cuerpo grandioso. Todo lo que quería hacer era inspeccionar cada centímetro cuadrado de él.
Espera… ¡Ese jodido bastardo acababa de reírse de mí! Este es el por qué nunca voy a involucrarme con un hombre de nuevo. Moriré virgen y estaré orgullosa de ello.
—Así que, ¿cuáles son los planes para el sábado por la noche? — preguntó Ari mientras miraba a Jefferson; estoy bastante segura que de la misma forma que yo a Gunner.
—Sé cuáles son mis planes, no estoy seguro de los tuyos, niña —le respondió Jefferson a Ari.
—¡Oh, por Dios! ¡¿Puedes, por favor, no llamarme así?! Tengo dieciocho años, no soy una niña, idiota —siseó Ari.
—Bueno, de seguro actúas como una niña, enana —declaró Jefferson.
—Pensé que íbamos a tener una fiesta en la casa, para celebrar la graduación de Ellie —dijo Gunner mientras miraba de Ari a Jefferson. Parecía tan confundido con lo que sucedía entre ellos como yo. Juraría que se encontraban en medio de un concurso de miradas con la forma que se lanzaban dardos con los ojos el uno al otro.
—Espera… ¡Espera un maldito minuto! ¿Vas a dar una fiesta… en tu casa? ¡¿Para nosotras?! Oh. Por. Dios… ¡Esto es increíble! —Ari saltó y casi volcó el contenedor de objetos punzantes que se hallaba a su derecha.
—Eh, no, enana, voy a dar una fiesta en mi casa para Ellie. No para ti —dijo Jefferson mientras se giraba para mirarme. Sonreí mi más grande sonrisa de “te amo” mientras lo miraba.
—¡¿En serio?! ¡Quiero decir, por fin voy a tener la oportunidad de conocer a tus amigos e ir a una fiesta universitaria! —Estaba a punto de actuar como una total idiota y saltar de arriba abajo. Si Gunner no hubiera estado en la habitación, lo habría hecho.
—Por supuesto que sí, Ells. Sólo te gradúas de la escuela una vez. ¡Es uno de mis regalos para ti! —dijo Jefferson, levantándose para abrazarme.
Me sentía tan emocionada que difícilmente podía contenerme. Cuando miré por encima del hombro de Jefferson, vi esa sonrisa que hacía caer mis bragas de nuevo. Esta vez, no me importó mucho. Le devolví la sonrisa tan ampliamente como podía. Tengo que admitir que creo que me sentía más emocionada al saber que iba a estar en una fiesta donde daba por hecho que Gunner estaría. Había estado en su casa antes, pero Jefferson siempre se aseguraba de que Gunner nunca estuviera en ella.
Vivían en una casa de dos dormitorios que le pertenecía al abuelo de Gunner. Compró la casa cuando Gunner se mudó a Austin para asistir a a la universidad de Texas. Jefferson y Gunner se llevaban bien a los pocos días de conocerse, y Gunner le preguntó si quería quedarse con él en su casa. Fue pan comido. Jefferson habría hecho lo que fuera por salir de casa con nuestra madre alcohólica. Yo pasaba la mayor parte de mis días en la casa de Ari, de todos modos. O mejor dicho, en su mansión. Su padre era un abogado de alta clase, pero nunca sabrías que tienen dinero por la forma en que se comporta Ari. Esa era una de las cosas que me encantaba de ella.
—¿Al menos estoy invitada a la fiesta de graduación de mi mejor amiga, idiota? —preguntó Ari sarcásticamente.
—¡Si ella te quiere ahí, enana, está bien por mí! —dijo Jefferson, frotando la cabeza de Ari como si tuviera cinco años.
—¡Imbécil! —dijo Ari, alejándose de su mano. Jefferson y Gunner se rieron.
¡Por todo lo santo! Esa risa. Como si su sonrisa, su tacto, y su enorme pecho no fueran suficientes para ser mi perdición. Su risa casi me puso de rodillas. Una extraña sensación corría a través de mi cuerpo cada vez que escuchaba reír a ese chico. ¡¿Qué demonios!?
El doctor volvió justo cuando pensaba que iba a entrar en combustión por la mirada que Gunner me estaba dando. Me dio mi prescripción, otra charla de cómo cuidar mi mano y salió por la puerta por la que entramos. Gracias a Cristo. Entre Ari y Jefferson discutiendo y Gunner de pie frente a mí, dándome miradas que me hacían querer rasgar sus ropas de… estaba más que lista para salir corriendo.
—Oye, idiota, ¿puedes pasarte por la escuela para poder recoger mi camioneta? —gritó Ari por encima de la canción de Maroon 5 sonando a todo volumen en la radio.
—Ellie y yo tenemos nuestro último turno esta noche. —Ari y yo trabajamos a tiempo parcial en Flinotics. Era una pequeña cafetería cerca del centro de Austin.
—¡Oh, diablos, no, Ellie no va a ir a trabajar esta noche! Tiene que descansar su mano y está con medicinas para el dolor. ¡Estás jodidamente loca, Ari! ¡Pensando que Ellie va a ir a trabajar esta noche! —le gritó Jefferson a Ari.
—Sí, no es una buena idea que Ellie vaya a trabajar esta noche. Necesita mantener su mano y muñeca elevadas para que disminuya el edema —dijo Gunner mientras se daba vuelta y me miraba.
Vaya, realmente parecía como si estuviera preocupado por mí. Mi corazón empezó a latir más rápido y sentí un sonrojo extenderse por mi rostro.
¡No! Espera… necesitaba detener esto ahora mismo. No podía permitir que Gunner Mathews entrara en mi corazón. No. Estaba cerrado para el público. Apagado, nunca más abierto a cualquier daño de nuevo.
Nunca serás querida por nadie… ¿Podría alguna vez ser capaz de sacar la voz de mi madre de mi mente?
Ari se reacomodó y los miró, atónita. Seguía mirando de Jefferson a Gunner, y finalmente se echó a reír.
—¡¿Qué?! ¿Acaso son su maldita madre? No, no lo creo. ¡Ells puede hacer lo que se le dé la gana y ustedes dos, idiotas, no tienen ni voz ni voto en ello! Si ella quiere ir a trabajar o no, esa es su decisión. No puedo creer que ustedes… Cristo —dijo Ari duramente, más para Jefferson que para Gunner.
Gunner me dio una pequeña sonrisa, se giró y miró por la ventana lateral. Por un breve instante, me sentí cabreada con Ari por herir sus sentimientos. Él solamente se preocupaba por mí. De sólo pensar en ello, me hizo pensar cosas que no debería haber estado pensando de Gunner.
Santa mierda. Empecé a sonrojarme al pensar cómo se sentiría su toque. Jefferson me sacó de mis descarriadas reflexiones.
—Sabes que la enana tiene razón, no soy tu madre, pero soy tu hermano. Ells, no creo que sea una buena idea, cariño. Además, estás tomando medicinas para el dolor y, en realidad no puedes usar tu mano.
Tal vez Jefferson tenía razón. Había sido un día largo y me sentía muy cansada. Mi mano me estaba matando y todo lo que realmente quería hacer era acurrucarme en algún lugar, dormir y olvidar que todo este día incluso hubiese pasado. Bueno, tal vez no todo el día. Si Ryan no me hubiera engañado, no habría sido honrada con la presencia de Gunner toda la tarde.
Gunner… Incluso cuando pienso en él, mi estómago cae en picada. ¿Eso realmente le llega a pasar a la gente? De acuerdo con mi madre, todos los hombres son viles bastardos. Jefferson no es un vil bastardo. Él nunca lastimaría a nadie a propósito. A pesar de que parece estar haciendo un buen trabajo molestando a Ari hoy. Actualmente, ambos están discutiendo sobre lo que es mejor para mí. Si no los conociera mejor, diría que…
¡Oh, por Dios! ¡Oh, por Dios! ¡A Jefferson le gusta Arianna! ¡Joder, ¿cómo no me di cuenta de esto antes?! La forma que sigue mirándola y hablándole. La vez que golpeó a Brad Roberts. Una vez que Ari comenzó la secundaria y en realidad empezó a lucir más como una chica que como una de sus hermanas pequeñas… amiga pequeña. ¡Oh, Jesús! Jefferson prácticamente nos dejó y ya no pasaba el rato con nosotras justo después de eso.
¿Cómo podría olvidar que solía llamarla su enana? Guau… Tendría que pensar en esto más adelante. Justo ahora, ya tenía suficiente con lo que tratar con mi mano y esos locos e intensos sentimientos por Gunner.
—¡Oh, por todo lo santo, podrían, por favor, cerrar la maldita boca!
Ari y Jefferson se callaron inmediatamente, y Ari me miró y tomó mi mano buena.
—Ari, odio admitir esto, pero estoy realmente cansada y mi mano me está matando. Tal vez debería descansar un poco. Hoy ha sido un día bastante largo y estoy lista para que se acabe —dije mientras miraba a Jefferson, quien se giró rápidamente para darme una sonrisa.
—Tienes razón, dulzura. Lo siento. Les dejaré saber lo que pasó y por qué no podrás ir. ¡Esta noche era la última, de todos modos! —dijo Ari, inclinándose para darme un abrazo.
—¡Gracias, Ari, eres la mejor! —Noté que el cuerpo de Jefferson se tensó justo en ese momento. Debió haber recordado algo.
—Ells, tal vez deberías pasar la noche en mi casa. Si mamá está en casa, va a hacerte un montón de preguntas, y no estoy seguro si quieres hablar con ella sobre ese imbécil de Ryan. Siempre tienes una bolsa con ropa y esas cosas en la camioneta de Ari, ¿cierto? —preguntó Jefferson mientras entraba en el estacionamiento de la secundaria.
—Oh, eh, sí, ni siquiera pensé en mamá o algo. La última cosa que necesito es escucharla decir te lo dije —susurré mientras pensaba en mi madre y en cómo nunca iba a parar de molestarme cuando se enterara sobre lo de Ryan.
Jefferson quería que me quedara en su casa… la casa de Gunner…
Oh, santo infierno… esto va a terminar mal. Por favor, por favor, por favor dime que Gunner va a salir toda la noche, que tiene que salir de la ciudad. Por favor, no le permitas decir que va a estar ahí. ¡Quiero decir, Jefferson nunca me dejó conocer a ninguno de sus amigos de la universidad, ni siquiera a su mejor amigo, ¿y ahora quiere que pase la noche en la misma casa con el chico que prácticamente me ha mirado fijamente todo el día y por el que muero por devorar?!
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
—Claro, si eso está bien contigo, Gunner. Ellie puede usar mi cuarto y yo dormiré en el sofá —dijo Jefferson, que salió de la camioneta para ayudar a traer mis cosas.
—¡Por supuesto que está bien por mí! Ellie puede quedarse todo el tiempo que quiera. Nuestra casa es su casa, en lo que a mí respecta —dijo Gunner mientras se giraba y me miraba, guiñándome un ojo para luego darme esa jodida sonrisa derrite bragas.
¡Bastardo! Él sabía lo que hacía. No me podía engañar. Sabía que tenía un efecto en mí, y probablemente no era más que un juego para él. ¡Ya verá!
Le devolví una muy seductora sonrisa, bueno, al menos muy seductora para mí, y le susurré amorosamente—: Ah, Gunner, cuán dulce de tu parte. Ahora me siento como si tuviera dos hermanos mayores que me cuidan. Eres un buen amigo. —Su sonrisa se desvaneció más rápido que una puesta de sol en Texas.
¡Já! Toma eso, bastardo. Estoy segura que acababa de lanzar un galón de agua fría en su libido. Diablos… ¡Me hizo sentir malditamente bien, también! Tuve que sonreír ante mi pequeña victoria y lanzar el puño al aire mentalmente.
Jefferson había abierto mi puerta, esperando a que saliera de la camioneta. Miró de Gunner a mí, y frunció el ceño ligeramente mientras me ayudaba a salir.
Ari se puso detrás de mí y me susurró al oído—: Estoy tan emocionada con ese bolso Coach. —Rápidamente me giré para mirarla y darle la mirada más enojada que podía manejar.
—Nunca va a suceder, Arianna… ¡Jamás! —siseé entre dientes. Ari sólo inclinó la cabeza hacia atrás y se rió, tendiéndole a Jefferson el bolso de viaje que mantenía en su Jeep.
—¡Lo que tú digas, dulzura!
—Cuando terminen de hablar con acertijos, ¿podemos irnos? Gunner tiene que ir a un lado —dijo Jefferson mientras abría la camioneta y lanzaba mi bolso en el asiento trasero. Gunner le dio a Jefferson una mirada extraña.
—¡Que te diviertas, Ells! ¡Te llamaré más tarde para ver cómo estuvo tu noche! —dijo Ari con una risa mientras subía a su Jeep, lista para irse al trabajo. Encendió la camioneta y comenzó a poner su cabello en una cola de caballo. Era realmente hermosa. Era difícil de creer que no tuviera novio. Miré a Jefferson, quien la miraba fijamente antes de que pareciera recobrar la consciencia y comenzara a caminar hasta su puerta. Ari hizo sonar la bocina y todo lo que vi fue la cubierta rosada de su neumático de repuesto cuando se fue.
Me quedé ahí y observé a la perra de mi mejor amiga marcharse y dejarme para valerme por mí misma. Recordaría esto. Me giré y fui a subirme en el asiento trasero cuando Gunner cogió mi brazo. Mi respiración instantáneamente se atascó y si lo conociera mejor, habría pensado que tuvo la misma reacción.
—¿Por qué no te sientas al frente con tu hermano, Ellie? Yo me sentaré atrás.
¡Chico, hizo hincapié en “hermano”! Ups, me preguntaba si lo molesté con lo de antes. El pensamiento pareció inquietarme. Mi estómago empezó a apretarse. ¿Qué diablos? Tal vez era sólo debido al dolor de mi mano.
—Oh, de acuerdo, eh, gracias. Lamento si impedí que hicieras lo que tenías que hacer esta tarde. De todas formas, gracias por tu ayuda. Realmente lo aprecio.
—Buen Dios, de alguna manera me las arreglé para conseguir que todo eso saliera de mi boca sin sonar como una idiota.
—No pasa nada, Ellie. Aparte de que tengas una mano herida, he disfrutado bastante mí tarde. Mucho, en realidad —dijo Gunner con la más dulce de las sonrisas. De acuerdo, este chico realmente sabía cómo confundirme.
Le eché un vistazo a su mano. Rápidamente la dejó caer y abrió la puerta de la camioneta para mí. Me volví para sonreírle justo cuando cerraba mi puerta. Una vez Gunner se encontraba dentro, Jefferson encendió la camioneta y comenzó a dirigirse a su casa. Alargó la mano y cambió de planes, buscando una canción antes de que Truck Yeah empezara de nuevo.
—¡No! —gemimos Gunner y yo al mismo tiempo. Jefferson sólo inclinó la cabeza hacia atrás y se rió. Me miró y me dio un guiño, saliendo a la carretera principal.
¡Iba a eliminar esa canción de su iPod a la primera oportunidad que tuviera!
Mi corazón latía con fuerza y sentí como si estuviera luchando con cada respiro. ¿Qué estaba mal conmigo? Había estado en la casa de Jefferson un montón de veces. Era una casa linda y me encantaba ir allí. Tenía dos dormitorios con un gran patio en Hyde Park. Era de color blanco con ribetes azules. El pórtico delantero tenía un columpio en él y siempre pensé cuán bueno sería sentarse allí y leer un libro. Estaba segura de que el padre de Gunner pagó una pequeña fortuna por él, pero Jefferson dijo que era una buena inversión.
Gunner nunca le ha cobrado la renta a Jefferson. Simplemente dividen el resto de las cuentas. El único problema con ese lugar era… era asegurarse una plataforma de licenciatura. Las pocas veces que había estado ahí, noté todas las cosas de fútbol y arquitectura, en todas partes. Todavía me asombraba que Gunner y Jefferson hubieran decidido especializarse en el mismo campo. No era de extrañar que llegaran a ser mejores amigos. Ambos amaban el fútbol y la arquitectura, y el fútbol.
Giramos en la avenida F y mi corazón empezó a latir tan fuerte y rápido que estaba segura que Jefferson y Gunner podían oírlo. Jefferson se detuvo y aparcó junto a lo que suponía era el camión de Gunner. Era una camioneta beige modelo F250. ¿Qué tenían los niños de Texas y sus camionetas?
—¿Ese es tu auto, Gunner? —Lo lamenté en el minuto que salió de mi boca. Quiero decir, vamos, Ellie, ¿de quién más podría ser?
—¡Sí! ¡Esa es mi chica! Mi abuelo me la dio cuando fui aceptado en la universidad. Es una F250 del año 98; era utilizada en el rancho, pero nunca me ha fallado —dijo Gunner, bajándose de un salto de la camioneta y abriendo la puerta para mí.
Mmh, modales, buena apariencia y buen cuerpo. Sí, este chico es demasiado bueno para ser cierto. Haría bien en seguir diciéndome eso.
—¿Te refieres a tu auto como una chica? —Miré la camioneta y luego a Gunner. Oh, error… Ahí estaba esa maldita sonrisa de nuevo. ¿Espera? ¿Cuándo se volvió así de torcida? Tal vez sólo era la forma que me sonreía justo ahora. No creo que me hubiera perdido eso… ¿no? Mi cabeza daba vueltas y mi mano latía. Buen señor, estaba tan jodida.
Gunner soltó otra de esas risas que me derretían por dentro. ¡Joder! Debería haberme arriesgado e ido con mi madre.
—Sí, Ellie. Me refiero a ella como una chica. De esta manera sé que la única forma que mi corazón se romperá alguna vez es si ella se averia en medio de la carretera y me deja varado —dijo mientras me guiñaba un ojo.
¡Santo infierno, este chico estaba matándome, y es que es un coqueto! ¡Está bien… este juego pueden jugarlo dos! Busco muy profundo en mi interior y saco mi voz más sexy…
—Bueno… estoy segura que tu corazón está a salvo entonces… ¿no que los Ford son bastante confiables? Quiero decir, odiaría pensar en tu corazón siendo roto. Me entristecería bastante —dije mientras lo miraba a través de las pestañas. Su sonrisa se amplió aún más y por un momento lució como si quisiera besarme.
Mi corazón empezó a latir incluso más rápido… Joder… ¿Era demasiado joven para tener un ataque al corazón? Quiero decir, ¿qué más podía ser esto?
—¡Gunner! —gritó Jefferson, sacándome de mi momento de debilidad, y me di la vuelta para ver a mi hermano sosteniendo mi bolso de viaje y dándonos a ambos una mirada llena de curiosidad—. Amigo, ¿puedo hablar contigo un minuto?
Oh. Por. Dios. ¿Qué hacía? Acababa de coquetear con el mejor amigo de mi hermano, en frente de mi hermano y ahora iba a reñirlo. ¡O peor, golpearlo!
¡Oh, genial! Ahí va mi fiesta del sábado por la noche. ¡Mátenme!
—Oye, Ells. ¿Te importa ir adentro y llevar tu bolsa a mi dormitorio? — preguntó Jefferson mientras caminaba lentamente hacia él.
—Eh, sí, no hay problema, pero, eh, ¿está todo bien?
—Por supuesto que sí, cariño; sólo necesito pedirle a Gunner que me haga un favor —dijo Jefferson mientras me empujaba por las escaleras del pórtico delantero. Me giré y vi cómo Gunner se pasaba las manos por su hermoso y desordenado cabello mientras se acercaba a Jefferson. Oh, me encantaría pasar las manos a través de él. Me echó un vistazo y sonrió. Sentí que mi labio inferior comenzaba a entumecerse, y me di cuenta de que estaba mordiéndolo con fuerza.
Me volví hacia la puerta y la abrí. Tan pronto como entré, sonreí. Olía como a Jefferson. Y como a… Gunner… Oh, sí…
Estaba jodida.
Sé que ya ha pasado tiempo desde que actualice esta novela. Pero ya estoy de vuelta, trataré de actualizar cada fin de semana, si se puede uno o dos capítulos.
Espero hayan disfrutado este nuevo capítulo.
PD: Esta historia no es mia, esta aqui con el fin de ser conocida.
Gracias ❤