Me encontraba fuera de la escuela. Bueno, aún no abrían las puertas, así que me encontraba sentado en la acera con mi mochila en mis piernas, dándole palmadas e imaginando que era un tambor o algo así.
—¡Amigo de toda la vida!—miré a la derecha y encontré a Lean, mi mejor amigo, caminando como toda una mujer.
—Hola—dije con seriedad, mirando mi mochila como si esta fuera lo más interesante del mundo.
—¡No seas perra y responde decentemente!—hizo un puchero de lo más nena.
—En primera, no soy una perra—Levanté mí dedo índice, indicando mi primera explicación.—...soy un perro. Y en segunda—Elevé el meñique, indicando la segunda explicación.—Me gusta el rock—Moví la mano de arriba a abajo como realizan las personas en los conciertos de Rock.
Miré a mi amigo que tenía cara de no comprender. Me reí por su cara de no entender nada.
—¡No te rías, imbécil!—un leve rubor llenó las mejillas de Lean.
—Está bien, perdón—me reí unos segundos más. Adoraba ese lado tan tonto de mi amigo.
Se escuchó como las puertas del Instituto se abrían. Me levanté rápido de la acera y colgué mi mochila en los hombros. Iba a caminar pero mi amigo salió corriendo a los salones.
—¡El último en llegar es gay!—gritó.
—¡Hijo de puta!—grité, mientras trataba de correr lo más rápido que daban mis malditas piernas.