Mi mamá, mi hermano y yo nos encontrábamos en la cocina intentando hacer un pastel decente.
Lo cual nos salía pésimo.
Intentábamos y tratábamos, hasta que creamos 5 pasteles, de los cuales, 3 quedaron quemados y 2 salados.
¿Por qué salados? Pues porque mientras mi madre y yo preparábamos la masa de los pasteles, Alejandro nos entregaba los condimentos para el proceso, pero en un descuido Alejandro en vez de darnos azúcar nos entregó sal.
—Bueno, bueno. Aún tenemos tiempo para hacer un pastel más antes de que su padre regrese del trabajo. Así que ánimo chicos—exclamó mi madre feliz, elevando los brazos al cielo.
—Yo pienso que ya es demasiado tarde para crear otro past...—opinó mi hermano, siendo interrumpido por la mano de mi madre, quien no permitiría que unos de sus hijos se quejara.
—Shhh, no te quejes—dijo la mayor.
Continuamos con la preparación del último pastel, el cual nos salió como deseábamos. Nos dimos los cinco y saltamos de alegría, mientras tanto sonreímos por el gran triunfo.
¡Toc, Toc!
Nos miramos con complicidad y nos acercamos hasta la puerta para abrirla entre todos. Pero frente a nosotros se encontraba el vecino, al cual todos lo miramos fríamente y el tuvo la buena elección de marcharse. Suspiramos cansados, cerrando la puerta detrás de nosotros, estábamos agotados de tanto trabajar en la cocina.
¡Toc, Toc!
Tocaron la puerta de nuevo, nos acercamos otra vez, teniendo la idea errónea de que era el vecino. La abrimos y nos encontramos con la sorpresa de que fuera papá.
—¡Felicidades!—Exclamó mi hermano, quien fue el primero en felicitarlo. Saltando a los brazos de él, quien lo recibió con gusto.
Mi mamá y yo nos miramos, para después correr a los brazos de mi padre y su esposo, felicitándolo entre todos.
Él sonreía en todo el transcurso de la tarde. Miramos películas con frituras de acompañamiento. Continuamos con los regalos envueltos, los cuales se le hicieron impresionantes.
Todos la pasábamos bien, nada extraño ocurría. Mí madre nos llamó para que cortáramos el pastel, dejándolo sobre la mesa, mientras mi hermano ponía y encendía las velas del pastel. Mi papá se acercó a las velas para apagarlas y comer después el pastel.
Pero...
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La ropa de mi papá se estaba incendiando. El problema fue que se acercó demasiado a las velas y el fuego de la vela comenzó a quemar su corbata, para después continuar con su camiseta y por último sus pantalones.
—¡Me quemo, me quemo! ¡Llamen a los bomberos, no quiero morir sin ver por última vez mi serie favorita!—Gritaba el mayor, corriendo en círculos por la calle.
Al final quedó en calzoncillos y lleno de agua en todo el cuerpo, ya que a mi hermano se le ocurrió la gran idea de tomar un bote grande lleno de agua y tirárselo encima a mi padre.
—No puede ser —Dije, mientras seguía con la mirada a mi papá correr por la calle semi-desnudo.—Este es un raro día del padre.
¡Hola!, este es un día muy especial para el padre, festejemos con ellos este excelente mes y día con nuestros seres queridos, denle un enorme abrazo y un gran beso en la mejilla, él estará conforme con cualquier pequeño regalo que le den, porque "las pequeñas cosas cuentan mucho".
¡Feliz día del padre!