Trillizos Park. - bts

By mintaeyoon

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Cuando existen dos réplicas tuyas, tu mayor deseo es destacar por tus cualidades y buscar algo que te defina... More

Preludio
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By mintaeyoon

Mihua en la foto (͡• ͜ʖ ͡•)

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—Esto es una pesadilla.

Mi voz sonó ahogada, mi rostro contra la mesa del laboratorio de bioquímica. Escuché la tímida risa de Dooly retumbando en la sala y al elevar la cabeza me encontré con sus ojos, observándome con un deje de diversión desde su asiento.

Él, al contrario de mí, parecía disfrutar la materia como si fuese su mejor entretenimiento. Sin embargo, los ronquidos de MiHua y Suga al final del aula eran audibles, pero a la profesora no parecía importarle.

—Sólo q-quedan 125 minutos para el descanso, no te preocupes.

—Ya, ese dato era tan necesario en mi vida —dramaticé, apoyando la cabeza sobre el dorso de mi mano con aburrimiento. 

El trillizo bajó el rostro para mirar sus apuntes repletos de fórmulas y curvó una mueca, pulsando rápidamente las teclas de su calculadora. Escribió algo en el papel, girando de nuevo la mirada hasta mí; se encontraba en un asiento frente al mío. 
No iba a mentir, me había sorprendido con creces coincidir con él en aquella materia, pues todo indicaba que sería su segundo año repitiéndola. El resto del grupo ni siquiera me causó curiosidad, pues los ronquidos lo decían todo por ellos. Sin embargo, Dooly parecía un chico estudioso y pendiente de que todo le saliera perfecto, ¿cuál sería la razón por la que reprobaba?

—Deberías hacer la ta-tarea que han mandado.

—Tan solo faltan dos minutos.

—¿S-se te dan bien los cálculos? —continuó la conversación por lo bajo. La catedrática se encontraba de espaldas a nosotros, buscando algo en su ordenador portátil.

Arqueé las cejas con diversión.

—Definitivamente, pero soy más de letras.

—¿Entonces...? —dudó por unos momentos, vigilando que la mujer no nos viera hablar—. ¿Qué haces estudiando medicina?

—Seokjin y su sueño por crear una clínica juntos. Nuestros padres trabajan en un hospital y nos metieron la idea en la cabeza hace años.

—Eso suena b-bien.

—Por cierto, ¿de qué curso eres? Quiero decir, sé que no es vuestro primer año aquí y sólo os veo en algunas asignaturas.

—S-soy de segundo, pero reprobé algunas materias... —confesó apenado, agachando sus ojos hasta encontrar sus uñas algo comidas—. Mis hermanos y Taehyung también están en segundo, pero Namjoon y los gemelos son de tercero.

—No tienes pinta de reprobar asignaturas —sonreí, alzando una de mis cejas para intentar aliviar su vergüenza.

—E-el año pasado fue un mal año p-para mí. 

Un suspiro cruzó su pecho, como si el simple recuerdo de su primer año de universidad fuese un martirio para su corazón, triste y melancólico. Quise quitarle hierro a la conversación, por lo que me incliné levemente hacia él restándole importancia a lo anterior comentado. 

—¿Y en qué carrera está Jungkook? Él es de primer año como yo, ¿verdad? —la duda me acechó, pues lo había visto actuar con bastante confianza con los trillizos en la fiesta.

—Creo que es-está en Fisioterapia, p-pero no estoy seguro...

—Interesante.

El timbre retumbó en las paredes como música para mis oídos y me puse rápidamente en pie, guardando todos los libros en la mochila. Él imitó mi acción y no tardó en desaparecer de la clase con velocidad, despidiéndose de mí con una pequeña disculpa. Colgando la mochila sobre mi hombro caminé hasta la salida, golpeándoles la nuca a Mihua y Suga al pasar por sus lados.

—Eh... ¡¿quién te crees que eres?!

Carcajeé ante la voz somnolienta del pelirrojo y salí del aula, sacando una botella de agua para comenzar a beber.
Unos metros más adelante, Dooly caminaba apresuradamente en dirección a los casilleros. Sólo, como siempre parecía estar. Apresuré mis pasos hasta llegar a su lado y acerqué la botella hasta él, ofreciéndosela.

Su mirada viajó hacia mí, me observó curioso por unos segundos antes de inclinarse en forma de agradecimiento y beber un trago de agua. Un leve rubor estaba presente en sus mejillas, evitaba mirarme fijamente.

—¿Con quién sueles estar en el descanso? —cuestioné, guardando la botella.

Sus labios se fruncieron en una mueca.

—A veces con Mihua, pero normalmente con nadie...

—Jin me comentó que, ya que no conocía a alguien aquí, fuera a pasar el descanso con él y sus amigos. Pero ahora que te conozco a ti... —me detuve por unos segundos a ver su expresión; mantenía los ojos bien abiertos, anticipando mis palabras—. podríamos descansar juntos.

—¿D-de verdad?

—Sí, ¿te apetece?

La sonrisa amplia ocupó todo su rostro, aceptando mi petición y asintió rápidamente con la cabeza, acomodándose las gafas en un movimiento nervioso; sus ojos afilados brillaban satisfechos.

—¿Qué clases ti-tienes ahora?

—Fisiología celular y la optativa de Medicina del Deporte —sonreí.

—Farmacología y Neurobiología. C-creo que mis hermanos tan bien van a esa optativa —suspiró, deteniéndose en un casillero y adentrando la llave. Desvió la mirada hacia mí tras sacar algunos apuntes y me dedicó una sonrisa tímida—. Hasta lu-luego, entonces...

Sonreí.

—Hasta luego.

{-}

—Así que... ahora Dooly es tu amigo.

Rodé los ojos por quinta vez y empujé a mi hermano sin dejar de correr, logrando que se tambaleara y perdiera el equilibrio. Ignoré su gruñido tratando de adelantarme, que pronto fue capaz de colocarse a mi altura, haciéndome bufar por lo bajo. Nos encontrábamos en el pabellón deportivo de la facultad de Ciencias del Deporte, donde se realizaban las prácticas físicas de la asignatura optativa junto a los alumnos de segundo grado. Mi hermano ni siquiera había escogido aquella materia, pero se había unido a nosotros a escondidas, aprovechando la distracción de la profesora mientras todos corríamos en círculo.

—¿Qué hay de malo, Jin?

—¿Realmente prefieres quedarte con él todo el descanso? Será aburrido.

—Creo que es mejor que tu manada de monos descerebrados... ¡ay!

Me detuve en seco y acaricié mi nuca, donde aquél inútil acababa de pegarme. Él se detuvo junto a mi, suspirando con resignación. Su pecho respiraba agitadamente y tuvo que doblarse unos segundos con las manos apoyadas en sus rodillas, aunque se aproximó a perseguirme en cuanto retomé el paso.

—A Taehyung le interesabas, pensé que...

—¿Cuándo mierda vas a entender que...?

Que no me gustan los hombres, bla bla bla —me interrumpió, imitando mi propia voz de manera graciosa—. Lo sé, lo entiendo. ¡Eso no impide que puedas ser amiga de ellos!

—¡Eso!

Ambos volteamos hasta Hoseok, que pasaba corriendo pegando pequeños saltos, como si estuviese trotando sobre un caballo. Mi hermano negó con la cabeza y siguió su camino a mi lado, aún repasando con la mirada a su amigo que corría con excesiva felicidad y que junto a él, se había infiltrado en nuestra clase con éxito.

—Cuando sean normales, me acercaré a ellos.

—Vamos, ¡no puedes pedir eso!

—Ya, tú también piensas que son idiotas.

Ambos dejamos salir una pequeña carcajada, observando distraídamente cómo Hoseok avanzaba por el gimnasio hasta chocar intencionadamente con Taehyung. En ese momento, la idiotez se le contagió al menor y comenzaron a trotar tomados de la mano, adelantando a los alumnos y haciendo sonidos que retumbaban por todo el pabellón. Mi vista se dirigió a la profesora, quién tenía una mano en el rostro y negaba seguidamente, igual de exasperada que yo. 

—Bien, chicos —habló la mujer, haciendo palmas para llamar nuestra atención—. Vamos a comenzar a jugar al baloncesto para continuar con el calentamiento, ¿está bien? Pónganse en parejas y tomen una pelota. Quiero dos grupos separados, cada uno en una cancha. Veteranos y novatos en lados diferentes, ¡ya!

Al segundo, me volteé hacia Jin para comenzar la práctica. Sin embargo, me crucé de brazos molesta al ver que ya se encontraba junto a Yoongi, tratando de arrebatarle el balón mientras el cabello-mentolado lo botaba con facilidad. En cuestión de segundos, vi cómo toda la clase tomaba sus respectivas parejas hasta dejarme completamente fuera, maldiciéndo entre dientes.

—¿No tienes compañero, Kim? —oí comentar a la profesora, que dejó su pequeña libreta en el banquillo para acercarse hasta mí.

Negué, pero justo cuando iba a hablar las puertas del pabellón se abrieron de par en par, dejando ver la figura esbelta de Jimin. Como si fuese una aparición y tras su entrada triunfal, se aproximó corriendo hasta detenerse junto a nosotras, respirando agitada y entrecortadamente. Su piel brillaba con una fina capa de sudor, su cabello oscuro estaba revuelto.

—Siento llegar tarde, señora Wilson. Estaba ayudando a la profesora de Bioética en algo —murmuró entrecortado, y aquella mirada que le dedicaba la maestra de mediana edad no terminó de gustarme.

De todos los alumnos en el instituto, justo tenía que ser él.

Una obvia sonrisa tonta salió de los labios de la mujer, que deslizó su mano por el musculoso brazo del trillizo, encogiéndose de hombros y restándole importancia. Algo raro, ya que según Jin decía, aquella profesora adoraba fastidiar a sus alumnos. Hice una mueca de desagrado en cuanto los ojos de él viajaron hasta mí burlonamente, como si la situación le divirtiera.

—Bueno, Kim. Parece que estás de suerte —comentó la entrenadora cuando terminó de admirar los bíceps de mi compañero, girándose hacia mí y señalándolo con una mueca—. Ya tienes pareja.

—¡No, no! —la chica pelirroja de rasgos europeos que ya conocía a los trillizos apareció con una pelota en la mano, acercándose a Jimin como si fuesen los amigos más cercanos que existían; su brazo se enroscó con el suyo y lo atrajo hacia él, con un puchero—. Profesora, HeeYoung me ha dicho que está deseando conocer a la novata. Ellas pueden entrenar juntas.

—¿Qué? Josephine, eso es men... —aquella chica no pudo terminar de hablar, debido a la mirada fulminante de la contraria.

Alcé una ceja divertida ante la situación y me acerqué a la tal HeeYoung, dedicándole una pequeña sonrisa mientras Jimin se alejaba con su amiga sin rechistar; parecían tener bastante confianza entre ellos, a juzgar por las risas que compartieron.
Mientras tanto, me centré en la veterana frente a mí: HeeYoung era alta, su cabello castaño llegaba por los hombros y traía una sonrisa suave. Sus ojos rasgados y oscuros, tan oscuros que apenas podía diferenciar el color de sus pupilas. A juzgar por su nombre, supuse que tendríamos un país en común.

Y estaba agradecida de su compañía, ya que definitivamente pasar el tiempo con el boxeador estaba fuera de mis planes.

—¿Te llamas Kim Brooke?

—Sí, ¿HeeYoung?

—Oí que eres hermana de Seokjin, ¿es cierto? —la oí decir, comenzando a botar la pelota sobre el suelo—. Debéis ser coreanos también.

Elevé las manos y las agité levemente, esperando a que la pasara en mi dirección. Segundos después lo hizo y tuve que dar un saltito para atraparla, esta vez botándola yo a mi antojo.

—Por desgracia, sí, soy su hermana. Y sí, coreanos —suspiré, comenzando a correr hasta la canasta—. Hay muchos asiáticos en la Universidad, ¿cierto?

—Sí, aunque la mayoría estamos en Medicina. Casualidades de la vida —se encogió de hombros, dando algunos pasos hacia mí para tratar de robarme el balón—. Tu hermano es muy tierno.

Al llegar a la canasta, di un salto con la mirada clavada en mi objetivo y lancé la pelota; sin embargo, esta salió disparada en dirección contraria, cayendo en alguna parte del gran gimnasio. Abrí los ojos con exageración y observé a la castaña como si estuviera loca, abriendo la boca de forma divertida.

No podía estar hablando del mismo Jin que comía como un animal, hacía concursos de eructos y le robaba juguetes de Mario Bross a los niños pequeños.

Solté una carcajada fuerte y busqué con la mirada al susodicho, encontrándolo unos metros más allá discutiendo con Yoongi sobre a quién se le daba mejor el baloncesto, aunque su amigo parecía ignorarlo por completo.

Creo que la respuesta a eso estaba clara.

—Sí. Mi hermano es realmente tierno.

{-}

—Mira cuántos pro-productos químicos, ¿no lees las etiquetas?

Rodé los ojos y me llevé otro trozo a la boca, dejando salir un gemido exagerado de placer al sentir el sabor en mi lengua. Dooly me observaba con el ceño fruncido, mordiendo su manzana sin dejar de ver la manera en la que yo atacaba mi dulce, saboreándolo como si fuese lo mejor del mundo.

—No, sólo leo tarta y el resto es bla bla bla —me burlé, dejando caer mi espalda sobre el tronco del árbol.

Ambos nos encontrábamos tumbados en el césped bajo la sobra de un pino de grandes dimensiones, aprovechando que el resto de personas se acumulaban en la cafetería para descansar. El viento soplaba suavemente, no hacía ni mucho frío, ni mucho calor. El clima era perfecto y no había nadie que pudiese molestar. Deslicé la mirada alrededor del lugar, admirando el contraste del verde hierba y marrón que comenzaba a adornas las hojas del pino, algunas comenzando a desprenderse. Todo estaba tranquilo.

Todo menos Dooly, quién se mantenía tenso, evitando hacer contacto visual conmigo a cada momento que lo encontraba mirándome. Dejé salir un suspiro exasperado y enrollé los dedos en el cuello de su camisa, tirando de él hacia atrás hasta quedar tumbado a mi lado. Pude escuchar el sonido de su garganta al tragar y una mueca de decepción se dibujó en mis labios, dejando la tarta a un lado para cruzarme de brazos.

—¿Te doy miedo o algo, Dooly?

—¿Q-qué? —sus labios se abrieron con rapidez, por primera vez se atrevió clavar sus pupilas en las mías—. No, e-es sólo que...

—Estás nervioso.

—Al-algo así... No estoy acostumbrado.

Bajó la mirada con un suspiro de cansancio, acomodándose las gafas. Sus mejillas estaban teñidas de un color rojo y su boca trataba de no curvarse en una sonrisa, ruborizado.
Sonreí enternecida, acomodándome hasta apoyar mi cabeza sobre su regazo y encontrar sus ojos, que seguían mirando hacia abajo.

Parecía sorprendido de mi acción, pero no dijo nada. Tan sólo fue su sonrojo el que se hizo más intenso.

—Deberías tratarme como si fuera un chico más, no tienes que avergonzarte.

—¡Ya llegó el Rey de la Fiesta! Hola, tortolitos.

Ambos nos sobresaltamos ante la voz estruendosa de Mihua, que tomó asiento a un lado nuestro con un cigarro entre los dientes y un encendedor en su mano. Dio una profunda calada, antes de girar la vista a ambos, examinándonos con atención. Su ceja se mantenía encarnada.
Dooly apartó rápidamente los ojos, avergonzado.

—Así que, a partir de ahora tendremos una nueva compañía cada vez que salga a fumar —comentó, dejando salir el humo.

Observé las formas ondeantes de humo mientras se perdían en el aire, abandonando un fuerte olor a tabaco. Con una mueca de asco me encogí de hombros, terminando la tarta en pocos segundos.

—Si. Posiblemente sí.

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