Última llamada [VMin] {10/10}

Por LadyAkari

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Tráiler de la historia: https://www.youtube.com/watch?v=To0Gz8-2QSw&t=2s ¿Sabes lo que se siente al hacer a... Más

Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro [1/2]
Capítulo Cuatro [2/2]
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Epílogo

Capítulo Diez

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Por LadyAkari

Todavía podía sentir el calor de sus labios sobre los míos. Incluso después de que la distancia volviera a ponerse en medio, sentía el tacto de su piel, el sonido de su risa, la humedad de sus lágrimas y sus sentimientos siendo susurrados en mi oído. Era como si estuviese a mi lado, como si me observara desde lejos. Mi corazón palpitaba con la esperanza de que a través de la tormenta que sacudía la ciudad, su silueta se dibujara en lo más profundo de las vías, qué su perfecta figura apareciera caminando, disipando la niebla como un foco en el momento más oscuro de una pesadilla.

Pero mis ojos, fieles detractores de mis sentimientos, me devolvían a la realidad llena de lágrimas que seguían precipitándose en las calles de la misma ciudad que no hace mucho me había visto partir, pero esta vez, en sentido contrario.

La sensación de que no habría un retorno que me permitiese volver me desgarraba el corazón a cada paso que daba, pasos que parecían incitarme a la traición, como si por cada uno que fuese dado, algo de él se desvaneciera. Mis manos en un puño se resguardaban de la nieve que caía dándome la bienvenida, acompañándome hasta casa. Es como si me hubiera llevado algo de ese lugar, algo que irremediablemente, me recordaba a Taehyung. Una pequeña ráfaga de viento me acarició el rostro, dándome la razón de mis pensamientos.

"Jimin, estoy aquí."

Mis ojos se cerraron dolidos y los apreté con fuerza. Un sollozo estremeció mi cuerpo y tuve que luchar con el gran nudo que tenía en la garganta, por lo que me paré. Me tuve que parar a llorar, por primera vez en mi vida, me detuve a llorar lo que realmente sentía en ese momento. Me llevé una de las manos a la boca para detener el angustioso sonido que salía de mis labios o, más bien, de mi corazón. No podía caminar, me temblaban las piernas y mi cuerpo convulsionaba a causa del dolor que cargaba en mi pecho.

Un fugaz destello me iluminó débilmente a través de las nubes grises que adornaban Seúl. Al instante, un sonido estridente hizo temblar el cielo. Por un momento, sentí empatía con el tiempo. Vi en ese trueno mi corazón siendo atravesado y, después de varios, no quedaba ni rastro, pero me seguía doliendo. Me limpié como pude los ojos con las manos congeladas y emprendí la marcha de nuevo. Los músculos se resintieron debido al frío que hacía, pero en algún momento tenía que llegar a casa y, tras pasar la calle, aquel hecho se materializó. No obstante, tenía miedo. Miedo de volver a la realidad. Miedo de darme cuenta lo que supondría seguir adelante. No tenía fuerzas para enfrentarme a su recuerdo en estos instantes.

Solté un gran suspiro para luego impregnarme de algo de valentía y, cuando vine a darme cuenta, ya estaba frente a la puerta. Por un momento, mi mente viajó siete días atrás haciéndome caer en la poca similitud que tenía con el presente. Pulsé el código con un pulso ridículo y, tras varios intentos fallidos, conseguí quitar el seguro y el calor del interior me acogió. Me envolvió con suavidad como si no me recriminara nada, como si entendiera de verdad lo que estaba sintiendo.

Sin darme tiempo a levantar la vista del suelo, una mano me agarró con escasa sutileza y me sentó en el sillón con brusquedad. No quería, realmente no quería esto:

- Hazme el favor de explicarme ahora mismo por qué desobedeciste –me recriminó una voz furiosa.

Alcé con lentitud el rostro y me encontré al mánager con ojos acusadores y un rostro totalmente enfadado:

- ¿En qué estabas pensando? –se acercó más a mí, aumentando el tono de voz. En cualquier momento, empezaría a gritar.

Me miró esperando una respuesta, esa que yo no le iba a dar:

- ¡Contéstame! –ahí estaba.

Agaché el rostro con el propósito de aparentar un arrepentimiento que en realidad no sentía, pero de nada servía porque no sabía mentir. Escuché los pasos apresurados saliendo de las habitaciones y ni me cuestioné de quiénes se trataban. No me importaba ni lo más mínimo, solo quería estar solo o irme, pero eso ya no era posible:

- ¿Crees que tu carrera es un juego? ¿Qué al mínimo capricho que se te antoje puedes apartarla a un lado? Ahora eres una celebridad, ¿entiendes eso?

Él no era un capricho, él no era nada comparado con algo de eso. Me hirvió la sangre, pero no iba a abrir la boca, porque sería confesarle al mundo que estaba enamorado de Taehyung, del hombre más maravilloso que había conocido jamás. Del alma más pura sobre la Tierra, del ser por el que daría mi vida, por el que respiraba cada día, por el que dejaba de ser egoísta, por el que aprendí a amar y por el que me dolía el pecho. No, Taehyung no era un capricho.

- También has puesto en peligro tu salud. Eso no es cuestionable, la salud no es una opción.

No, no lo era, porque de ser así, el largo camino recorrido hubiese sido de la mano de la persona a la que amaba. ¿Cómo hubiera sido traerlo de vuelta? Me pregunto qué hubiera pasado si ahora estuviese conmigo, a mi lado, sentado, explicándole al resto que su acto solo fue un error, que su sonrisa lo demostraba, que ellos le creerían y que esta familia no volvería a romperse. ¿Cómo sonarían las risas de los siete a la vez? ¿Cómo de cálido hubiera sido el abrazo que nos hubiésemos dado? ¿Cuántas veces... Le hubiera dicho ya... Que le amo?

Miré al suelo, que perdía la nitidez conforme las lágrimas caían en picado y me llevé ambas manos a los ojos, descendiendo hasta la barbilla, limpiándome las lágrimas que con amargura iban siendo sustituidas por otras:

- Jimin – lo sentí acercarse hasta mí.

- Creo que este no es el mejor momento para hablar de lo que ha ocurrido. Será mejor que nos vayamos a dormir y espere hasta mañana –la voz de Yoongi-hyung lo detuvo y mi consciencia se lo agradeció en silencio.

El hombre cerca de mí suspiró con pesadez para calmar sus nervios y, en vista de que no me movía, decidió darle la razón:

- Está bien, nos vemos mañana. Recuerden que a las siete de la tarde los quiero a todos arreglados para la ceremonia de los premios.

- Así será, no se preocupe –oí a Namjoon-hyung.

- Vayan a dormir ya, incluido tú -sabía que eso era a mí-. Buenas noches.

El único ruido que se oyó después de cerrar la puerta fue el mal tiempo que hacía fuera. Tragué con pesadez, aún con el rostro húmedo, y me levanté ante la mirada de todos. Me disculpé mentalmente con ellos y me encerré en el baño. Apoyé la espalda en la fría pared y no pude evitar romperme del todo mientras me deslizaba por ella hasta sentarme en el suelo. Atraje las rodillas hasta mi pecho y hundí mi cabeza como un niño pequeño, porque así me sentía, débil, sin fuerzas, sin sentido, un cuerpo inerte perdiendo la vida.

Agradecí que ellos entendieran que no quería saber nada de nadie, al menos, por ahora. No tenía ni la más remota idea de cómo iba a presentarme mañana ante el público. Justo mañana, tenía que ser mañana con todos los días que había en el calendario.





Me estaba consumiendo por dentro y eso no hacía más que desesperarme. No sabía cuánto tiempo llevaba encerrado allí, pero no me pareció el suficiente:

- Jimin –unos golpecitos en la madera me asustaron, por el silencio pensé que todos estarían dormidos.

- Pasa –no me reconocía la voz.

La puerta se abrió con cuidado y el rostro de Yoongi-hyung se asomó por ella. Ingresó por completo dentro del baño y cerró tras de sí. Vi como su cuerpo se movía para colocarse frente a mí. Se agachó y esperó unos segundos en silencio:

- ¿Quieres hablar de ello?

- Realmente no lo sé –dije apoyando mi cabeza justo como la tenía antes de que entrara.

- Estoy aquí contigo, Jimin. Todos estamos aquí y sabes que cualquier cosa que suceda podremos afrontarlo como la familia que somos.

- Lo sé, hyung –dije tratando de calmarme.

- ¿Ha pasado algo con Taehyung? –dejó la pregunta en el aire-. ¿Te ha hecho daño? –intentó.

Yo levanté la cabeza y lo miré a los ojos. Aquellos denotaban inquietud y preocupación. Me mordí el labio en una lucha por no caer en su recuerdo de nuevo, pero fue imposible y tan solo sonreí con una melancolía que me arañaba la garganta:

- No, ese es el problema. Me ama, me ama hyung –lo miré con los ojos cristalizados de nuevo-. Me ama igual que yo a él, pero me duele, me duele hasta el punto de solo querer gritar. Me dijo que era lo mejor que le había pasado y que... -un sollozo me interrumpió-. Y que los echaba a todos de menos. Me dijo tantas cosas que... -rompí en llanto asfixiándome con mi pesar.

Unos cálidos brazos me rodearon con ternura y yo solo pude desahogarme en su pecho. Me acarició la espalda con una delicadeza que desconocía de él, ya que siempre aparentaba ser frío:

- Tranquilo, todo estará bien –me susurró y yo sacudí la cabeza negando. No supe si más para mí mismo o como respuesta.

- Nada estará bien, él se irá –me separé al notar como comenzaba a faltarme el aire-. Se irá hyung, él se irá y no volverá...

- Jimin, respira, tienes que tranquilizarte. No te estoy entendiendo, pero necesito que te calmes –me sujetó el rostro con ambas manos, pero yo no podía ni si quiera detener las lágrimas.

- Se irá hyung, se va a ir –dije con la voz rota.

- ¿A dónde se va a ir? ¿Se va del país? –cuestionó confuso e intranquilo por mi comportamiento.

- ¡Taehyung se irá y no volverá! –mi pecho subía y bajaba con brusquedad.

- Jimin, cálmate, me estás asustando.

- ¡No! ¡No quiero! –grité preso de todo el dolor que se estaba apoderando de mí.

- ¡Jimin! –intentó llamar mi atención-. ¿A dónde se va a ir Taehyung? –preguntó alterado.

- Se va lejos...

- ¿A dónde?

- Se va al cielo.

- ¿Qué? –preguntó confuso.

- No volverá.

- Jimin.

- Me dejará solo.

- Jimin.

- Taehyung se va a morir.

Su rostro se volvió pálido y el sonido de un cristal rompiéndose hizo eco en lo más profundo de mí ser. Así, así había sonado mi corazón aquel día cuando me lo dijo:

- Ji-min, ¿qué estás di-ciendo?

- Tae-hyung está enfermo y se va a morir.

Un ruido secó se oyó detrás de la puerta y me asusté. Volví la mirada a Yoongi-hyung y no se movía. Parecía haberse congelado en el sitio, pero al instante sus ojos se tornaron rojos y dos lágrimas comenzaron a surcar sus blancas mejillas. Me levanté como pude, dejándolo en el sitio, y abrí la puerta preocupado mientras me limpiaba un poco el rostro, pero el corazón se me volvió a detener:

- Jungkook... –susurré, la voz no me salió de otra forma.

El cristal que había oído era el vaso de agua que se encontraba repartido en pequeños trozos por el pasillo. Él levantó la mirada con los ojos rojos y el rostro totalmente húmedo:

- Dime que no es verdad... –me suplicó.

La angustia se hizo notar en mi cuerpo al verle de esa forma, al igual que a Yoongi-hyung y no pude evitar derramar más lágrimas, acompañándolos:

- No... -se levantó del suelo-. Dime que no es cierto.

Yo volví a entrar al baño al no poder resistir esa mirada en sus ojos:

- No puede ser... Eso no... - sus ojos se dirigieron a Yoongi-hyung que seguía anclado en el mismo sitio, quizá recordando.

- Lo siento, Jungkook –dije entre hipidos.

Al ver que no mentía su rostro se descompuso en una mueca de dolor y vi como su camiseta comenzaba a humedecerse a causa del llanto:

- ¿Qué pasa? –dijo la voz adormilada de Jin-hyung apareciendo detrás de Jungkook, seguido del resto.





Jamás en mi vida había tenido una responsabilidad como aquella. Me sentí como el mensajero del mismísimo infierno. Ver uno a uno como los rostros de las personas que más querías se rompían en mil pedazos solo me hacía sentir culpable de algo que no era, pero aun así, impotente por no hallar una solución. Ahora había entendido la decisión que había tomado Taehyung de irse sin una explicación.

El sol había salido por fin de su escondite y alumbró el silencio sepulcral que se había instalado desde aquel momento. Uno que sería de tiempo indefinido, uno que nos obligarían a olvidar esta noche, al menos, por unos instantes. Yo no veía a nadie con fuerzas para sonreír si ni siquiera podían dejar de llorar. No era justo, y quería retroceder en el tiempo. Desearía haberme callado y haberme ido a la deriva yo solo, que el naufragio fuese solo mío, pero había perdido el norte, esa noche había perdido el sentido del latir y me encontraba asolado con una herida que no cicatrizaría nunca. No veía el horizonte y, eso, me asustaba.

- Jimin, es la tercera vez que te maquillo. Haz el esfuerzo –me dijo angustiada.

- Lo siento –dije limpiándome el rostro.

El resto estaba igual, luchando contra los recuerdos, sus recuerdos. De pronto, sentí como una mano apretaba la mía en señal de apoyo. Era Jin-hyung quien no paraba de limpiarse las lágrimas con disimulo cuando la maquilladora no le veía. Yo intenté sonreírle y él apreció mi esfuerzo. Respiré hondo y, con mi mano apretando la suya, intenté relajarme para que la pobre chica terminara el trabajo.





Me miré al espejo por última vez antes de salir al escenario. Conseguí tragarme la amargura, con dificultad, pero al menos lo había logrado. El mánager había notado el ambiente y no quiso tocar el tema, no sé si era porque lo sabía o porque prefería dejarlo pasar. El caso es que el agradecimiento en general fue en forma de suspiros:

- Un minuto, chicos.

Todos salimos del camerino en fila y nos preparamos detrás del escenario. Noté que Namjoon-hyung iba a abrir la boca para decir unas palabras, pero ningún consuelo iba a hacer efecto, así que puso su mano en el centro y todos le seguimos, apoyándonos unos a los otros.

Los aplausos no se hicieron esperar y la posición inicial fue marcada en el centro del escenario. La música sonó más fuerte de lo normal, tal vez, con la intensión de callar nuestros pensamientos, como una forma de reproche, pero, ¿qué hacer cuando la canción refleja lo que corre por tus venas, cuando no tienes que hacer el mínimo esfuerzo por interpretarla? No era el único que había extrapolado el sentimiento.

Hoseok-hyung no estaba disfrutando de su pasión, las voces del rap sonaban apagadas, Jin-hyung no sonrió ni una vez y la voz de Jungkook se rompió en mitad del agudo. Y yo... Yo me paré cuando escuché su voz, cuando escuché su parte sola y fría, sin su dueño. Me llevé ambas manos al pecho y la canción siguió sonando con todos ahí arriba llorando. Quería seguir, porque él nos estaba viendo, porque me lo había prometido, pero mi llanto retumbó por todo el recinto y los demás miembros lo siguieron a coro.

No me atrevía a mirar al público que, seguramente, estaría desconcertado y consciente de su ausencia en el escenario. Me pareció oír la voz de Yoongi-hyung intentado retomarlo, pero solo logró pronunciar dos palabras y, rendido, bajó el micrófono. La música sonó hasta el final y aquello se convirtió en un homenaje para nosotros. La última canción de todos juntos, de los siete. De él.

Cuando todo se quedó a oscuras, Namjoon-hyung se disculpó en nombre de todos y nos retiramos de nuevo. El mánager nos observó con cara de pena, pero no dijo nada. Nos dio las indicaciones de donde debíamos sentarnos cuando bajásemos y se retiró. Nos cambiamos de ropa a un ritmo pausado, como sufriendo en silencio y, después de retocarnos el maquillaje por enésima vez, salimos de allí rumbo a los asientos a esperar los premios. Habíamos sido los penúltimos así que la canción que se escuchaba era el final.

Mi cabeza seguía agachada buscando el refugio necesario para continuar la noche. A mi lado, Jungkook no paraba de limpiarse los ojos con cuidado, así que llevé mi mano a su pierna, llamando su atención:

- ¿Estás bien? –pregunta estúpida, sí.

Él me sonrió y asintió no muy convencido, pues sus ojos hablaban por sí solos. Rodeé sus hombros con mi brazo izquierdo y él apoyó su cabeza.

Varias personas se habían acercado preguntándonos si estábamos bien, los amigos más cercanos. Otros por respeto, no lo hacían. Admiraba la capacidad de Namjoon-hyung para poder controlarse en público. Aunque se notaba desde lejos que había llorado y que no tardaría es hacerlo de nuevo, el responder a los conocidos parecía distraerlo.

Alcé la vista y la paseé por cada grupo observando las expectaciones en sus ojos, la emoción de la gala, el deseo de ganar y ser recompensados por sus esfuerzos y yo... No sabía cómo sentirme.





- ¡No! ¡Ah! Taehyung, ¡para! –no podía dejar de reír debido a las cosquillas.

- Es mi venganza por terminarte el último trozo de carne –dijo juguetón.

- ¡Pero si hay más en la cocina! –exclamé a la par que intentaban sujetarle las manos.

- Pero yo quería ese –hizo un puchero, uno que me derritió.

- Pareces un niño peleando por un dulce –dije burlándome.

En un arranque de fuerza, me agarró ambas muñecas pasándolas por encima de mi cabeza y yo, perdido en sus hermosos ojos, no pude resistirme. Acercó su rostro al mío, pudiendo sentir el roce de sus labios. Ambos jadeábamos debido al forcejeo anterior y su juguetona lengua se escurrió de su boca lamiendo con devoción mi labio inferior, saboreándolo con deseo y yo no pude hacer otra cosa que estirar mi cuello para atrapar su lengua y besarlo con todo el amor que me embargaba:

- Y tú, eres mi favorito –dijo desciendo sus manos a lo largo de mis antebrazos acariciándome todo el cuerpo hasta dejarlas en la cintura.

- Taehyung –me sonrojé y me estremecí al sentir sus caricias.

- Yo también te amo, Jiminie –me besó con lentitud. Rodeé su cuello con ambas manos y pegué su cuerpo al mío.

- Te amo tanto –susurré mirando el brillo en sus ojos. Él me sonrió y volvió a unir nuestros labios.





Una mano en mi hombro me hizo volver a la realidad. Me percaté de que todos los miembros se levantaban y la gente nos aplaudía. Observé la gran pantalla y ahí lo vi. Habíamos ganado. Aun sin creérmelo, me levanté y seguí a los demás agradeciendo amablemente las felicitaciones del resto de grupos que habían sido nominados.





Ella sonrió emocionada y me estrechó en sus brazos:

- ¿Has visto cariño? Han ganado el premio.

- Sí –dije verdaderamente contento.

Los miré uno por uno, sus rostros, sus sonrisas y sus lágrimas. Todo había merecido la pena y no podía haber otro regalo mejor que ese. Él estaba escondido detrás de todos, pero yo lo veía a pesar de eso. Estaba hermoso. Todos lo estaban y me sentí completamente orgulloso de mi segunda familia con la que había compartido la mejor época de mi vida.

Mis ojos se aguaron, nublándome la vista por unos segundos, y me llevé la mano al pecho, sintiéndome pleno:

- Mamá.

- ¿Qué pasa cariño? –me dijo con dulzura.

- Soy feliz.





El líder se colocó delante del micrófono y pude notar como suspiró con pesadez:



- Queríamos agradecer a todos lo que han hecho posible este premio...



¡Taehyung! ¡Taehyung!



- Todas esas personas nos han ayudado y lo siguen haciendo y gracias a eso...



¡Taehyung, cariño! ¡Aguanta!



- Pero esta noche, queríamos agradecerle a una persona muy especial para nosotros y qué ha sido uno más de nuestra familia.



¡Necesito una ambulancia inmediatamente! ¡Por favor, dense prisa!



- Alguien a quien no olvidaremos nunca y que seguirá siempre con nosotros, pase lo que pase.



¡Tenemos un código azul, el paciente ha sufrido una parada cardiorrespiratoria! ¡No tiene pulso, atención equipo médico!



- Seguramente ya sabréis de quien hablo. Así que desde aquí, queremos decirle lo mucho que lo queremos y que...



¡El desfibrilador! ¡Rápido!



- Jamás abandonará nuestros corazones.



¡No responde! ¡Doctor!



- Siempre será uno más del grupo...



Señora, ¿puedo hablar con usted?



- Porque nunca, nunca...



¡¿Cómo está?! ¡¿Cómo está mi hijo?!



- Nunca dejó de serlo...



Lo siento señora, lo hemos perdido.



El mánager abrió la puerta y por fin pudimos descansar en casa. Había sido una noche difícil, pero al menos habíamos ganado:

- Felicidades chicos. Coman algo y descansen, se lo merecen. Nos vemos mañana.

- Buenas noches –dijeron algunos que no distinguí.

- ¿Quién se baña primero? –preguntó Jin-hyung dejándose caer en el pequeño sillón.

Nadie estaba por la labor de mover un dedo, aunque en realidad necesitásemos una buena ducha:

- A mí me da igual –me encogí de hombros.

- Venga Jimin, por hablar. Te toca a ti primero.

- No es justo –me quejé.

- Andando –me señaló la puerta con la cabeza.

Suspiré resignado y me dirigí a la habitación. Sin embargo, la vibración de mi móvil me hizo detener el paso en mitad del salón. Lo busqué por todos los bolsillos antes de que se cortara la llamada y, finalmente, lo encontré en la chaqueta. Número desconocido. Lo atendí, llevándome la contraria a mí mismo. Había sido un impulso:

- ¿Jimin? –susurró una mujer.

- Sí, soy yo. ¿Quién es?

- Soy Minjung –dijo sollozando.

- ¿Qué pasó? –me alarmé enseguida al reconocer a la madre de Taehyung. Todos me miraron por el repentino tono tan alto.

- Jimin, cariño, yo... -su voz se rompía a cada palabra.

- ¡¿Ocurrió algo?! ¡¿Dónde está Taehyung?! ¡¿Está ahí?! – mi corazón golpeaba con fiereza mi pecho, pidiendo salir a toda velocidad. Mis nervios se dispararon de inmediato y el cuerpo empezó a temblarme.

- Ji-min, Taehyung... Él... -la oía respirar agitada.

- ¡¿Qué pasó con él?! –de repente me paré en seco y mis ojos se abrieron asustados-. No...

- Taehyung acaba de fallecer.

El aparato se me escurrió de entre los dedos cayendo estrepitosamente contra el suelo:

- No... No podía ser... Eso no... Por favor... No –caí de rodillas al suelo sin importarme el dolor que me causó.

- ¡Jimin! –gritaron y se acercaron temerosos.

- ¡No!... ¡No!... ¡¡No!! –me llevé ambas manos a la cabeza negándome el hecho y desgarrándome la garganta, pero no me importó. En ese momento, no me importó nada más.





Un tímido golpe en la puerta lo hizo levantar la cabeza de sus papeles:

- Adelante –dijo una voz profunda.

- Con permiso –sonó otra más infantil.

- Anda –sonrió-. Tú debes de ser Taehyung.

El joven asintió cohibido y cerró la puerta tras de sí:

- Pasa, pasa. Siéntate.

El pequeño obedeció y se sentó en una de las dos sillas que había enfrente de la mesa:

- Me han dicho que has pasado la audición y que querías hablar conmigo.

- Sí, yo... –se lo pensó un poco-. Quería hablarle de una cosa respecto a mí.

- ¿Qué pasó?

- Bueno, yo desobedecí un poco las normas, pero tenía que hacerlo para hablar con usted.

- ¿A qué te refieres?

- Yo falsifiqué el certificado médico...

- ¿Cómo? –frunció el ceño-. Taehyung, eso va en contra de...

- Lo sé, lo sé y lo siento mucho de verdad –dijo realmente apenado.

- ¿Y qué te llevó a eso?

- Quiero vivir.

- ¿Cómo?

- Quiero vivir y cumplir mis sueños, aunque sea uno, aunque sea este.

- No te estoy entendiendo. Suenas como si fuese de vida o muerte –el castaño sonrió con melancolía.

- Me estoy muriendo.

- Jovencito, no estoy para bromas.

- No es una broma, tengo una enfermedad y me estoy muriendo, pero todavía me quedan algunos años y quería pedi...

- De ninguna manera. ¿Cómo puedes hacer algo así? Tendrías que estar en un hospital o...

- No, no quiero más hospitales –dijo a punto de echarse a llorar-. Yo hablé con mi médico y me dijo que me daba siete años y después de eso tenía que volver. Por favor, quiero quedarme, quiero que me dé una oportunidad –dijo llorando por fin.

- Pero Taehyung...

- Yo prometo que trabajaré duro, no se arrepentirá. Haré lo que me diga. Solo dígame que sí.

- Pero, ¿no estás llevando un tratamiento o algo por el estilo?

- Sí, pero eso lo está pagando mi madre. No requiere ningún gasto extra.

El hombre veía al pequeño chico romperse por dentro. Le recordaba a él cuando le rogó a sus padres que lo dejaran estudiar lo que quería, pero este chico era el sinónimo de valiente más perfecto que jamás había conocido. ¿Cuánta injusticia había en la vida? ¿Por qué de esta forma y por qué a él? Una persona tan joven y con tantas ganas de vivir...

- De acuerdo, te dejaré quedarte, pero con una condición. Yo pagaré tu tratamiento mientras estés bajo la empresa.

El chico lo miró con los ojitos iluminados, los cuales se desbordaron de nuevo, pero esta vez de alegría y una gratitud que no le cabía en el pecho:

- Muchas gracias de verdad. Prometo que no le defraudaré.

- Eso espero –le despeinó con cariño.

- Ya lo verá –sonrió tiernamente.

- Pon todo tu esfuerzo, Taehyung.

- Así lo haré.

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