British Secret Governmental S...

By Laradecks

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En su afán de lograr mantener las mejores posiciones a nivel mundial en educación, el gobierno británico logr... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Epílogo

Capítulo 3

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By Laradecks

Llegó a su habitación que ahora estaba más limpia y ordenada, Luis siempre aprovechaba cuando Alfredo salía para ordenar el cuarto pues siempre había sido muy organizado. La cama de Alfredo estaba tendida con sabanas limpias, completamente sin arrugas; parecía demasiado cómoda, justo para llegar a ella y dormir profundamente, justo lo que Alfredo necesitaba. Luis todavía se encontraba doblando algunas cosas y llevándolas a las estanterías, a pesar de que todo ya estaba en orden nunca le era suficiente. A diferencia de afuera la habitación estaba en completa calma y hasta algo cálida, Alfredo se sentía extraño, estaba tan acostumbrado a las misiones que hasta le preocupaba tanta calma, en cada misión el hecho de que todo estuviera pacífico era un total precursor para desgracias, pero esto no es la guerra, pensó.

Alfredo daba vueltas y vueltas a su conversación con el jefe, tratando de asimilar que Luis no iba a acompañarlo esta vez. Era un hecho que le partía el alma, siempre estaban juntos en la misión y se cubrían mutuamente sus espaldas, evitaban dentro de lo posible cualquier percance o daño. Por supuesto que los dos eran veteranos de guerra y a pesar de que Luis se movía con fluidez en cada misión, él se desempeñaba de mejor manera en investigación y hackeo de códigos. Supongo que esta vez estoy solo, pensó en voz alta.


— ¿A qué te refieres con eso? ¿Hay malas noticias? — Respondió Luis.


— Esto sonará cruel, yo mismo sigo tratando de asimilarlo, pero esta vez, por decisión del jefe, no vendrás conmigo. Tú estarás ayudando desde aquí — Dijo Freddy con total desanimo.


— Esto no es justo, somos un equipo inseparable, no dejamos hombres atrás ¿recuerdas?


— Lo recuerdo, pero no ha sido mi decisión. Creo que esta vez te necesitan más aquí — Responde Alfredo ya resignado.

— Bueno entiendo, pero ¿quién será mi suplente? debe ser alguien muy bueno si lo pusieron en mi lugar — Lo dijo mientras terminaba de sacudir los muebles del cuarto, tratando de animar un poco la situación.


— Tu reemplazo será Oscar, me han dicho que es un prodigio en esto — Dice Alfredo mientras se sienta en la litera.


— ¿Oscar? — De pronto la cara de Luis toma un aspecto más serio — ¿Te había dicho que no me da buena espina? tiene un no sé qué y no me tranquiliza para nada. En fin, lo hecho, hecho está, sólo asegúrate de mandar datos importantes desde allá, y de vencer el doble de enemigos por mi. — Dice Luis mientras se encamina a abrir la puerta.


— Por supuesto, ¿A dónde vas?


— No he visto a Fanny hoy, quisiera pasar un tiempo con ella, quizás ir a la azotea y ver las estrellas juntos. Tú ya deberías dormir, te veré mañana.

Luis abandonó la habitación dejando a Alfredo solo con sus pensamientos, él sabía que debía dormir, iba a salir muy temprano la mañana siguiente, aproximadamente a las 6 am, por lo que se dirigió a apagar la luz. Una vez apagada tanteó el lugar para no tropezarse en su camino a la litera, a pesar de conocer ese lugar como la palma de su mano siempre le había costado un poco caminar a oscuras. Tan pronto sintió la litera, dio un salto hábil y se recostó, entonces sólo miraba al techo mientras trataba de dormir.

Fue inútil tratar de dormir, cada vez que estaba cerca de lograrlo algo le despertaba: un ruido desde fuera, el ocasional crujido de los metales de algunos muebles, e inclusive sus propios pensamientos; pensaba en lo que Luis había dicho sobre Oscar, aparte de los enemigos ¿iba a tener que lidiar con un posible traidor? No lo conocía demasiado como para confiar en él, nunca estuvo suficientemente cerca como para observar su comportamiento. pero, por algo lo reclutaron, debe ser de confianza, ese pensamiento lo dejó con calma y aprovechando que los ruidos cesaron y la habitación estaba tranquila al fin quedó dormido.

Alfredo estaba en una habitación muy oscura, no había casi ninguna fuente de luz a excepción de los focos tambaleantes de afuera, llevaba puesto un uniforme de reo color naranja, unas esposas  y una etiqueta, en ella estaba escrito el numero 420. Frente a él se encontraba Job y Oscar, Job estaba malherido por una bala que atravesó su pierna, Oscar presentaba apenas algunos rasguños y una quemadura en su brazo derecho. Había también otros cinco hombres quienes no reconoció y cuyas heridas variaban desde algo ligero y superficial hasta lo grave. La habitación era color blanca por lo que alcanzó a distinguir, en ella no había nada mas que algunos asientos de madera pegados a la pared, a su lado izquierdo había una reja corrediza cerrada, lo correcto era llamarle celda.

Se levantó para ver hacia afuera, se dio cuenta de que había más celdas en el mismo pasillo, en todas había prisioneros con heridas variadas, en una que otra podía reconocer a algún soldado, pero nadie estaba con ánimos de pelear ni en condiciones de hacer un plan, parecía que habían perdido toda esperanza. Desde lejos observó como se abría una puerta, dejando entrar la luz del día por ella. Lentamente venía caminando un hombre robusto con una armadura pesada, en su mano había un pergamino, en su rostro había una marcada sonrisa siniestra. Caminó hasta llegar a su celda, entonces abrió el pergamino y comenzó a leerlo:

  — Prisionero numero cuatro dos cero, su sentencia ha sido escrita, será ejecutado públicamente ahora mismo — Comenzó a abrir la reja — Ahora será transportado hasta el lugar de la ejecución.

Abrió la rejilla y lo tomó del brazo, desde luego puso resistencia pero no sirvió de nada, al momento de resistirse notó un dolor en su brazo y en su abdomen que no le dejó moverse libremente. El hombre lo llevó arrastrando hasta la puerta por la que anteriormente había entrado, la abrió y entro una luz muy intensa que lo dejó cegado por unos momentos. Comenzó a escuchar una voz que cada vez tomaba más fuerza:

— Alfredo despierta amigo, algo está mal.

Alfredo abrió los ojos y se levantó de un sobresalto, no recordaba hace cuanto su corazón no palpitaba a esa velocidad, sentía que le iba a dar un paro cardíaco. Luis no tardó en notar que Alfredo estaba demasiado sobresaltado y rápidamente se acercó a calmarlo.

  — ¿Qué pasa amigo? — Dijo Luis con una clara preocupación en su voz, temía por lo que le estaba pasando a Alfredo.

  — He tenido un sueño, sobre mi propia ejecución, se sentía tan real. No sé donde estaba ni porqué estaba ahí.

  — Ha sido sólo eso, una pesadilla, pero no es algo que vaya a pasar, te conozco y sé que te sabes cuidar muy bien.

  — Tienes razón, fue sólo una pesadilla — Respiró hasta calmarse, tomó aliento otra vez — Ahora, ¿qué es lo que está pasando? ¿qué es lo que está mal?

  — Estaba viendo la televisión, en las noticias han transmitido un ataque desde un helicóptero, la policía lo ha controlado pero no puedo evitar pensar que este ataque está ligado al asunto de los chips, de hecho creo que quien atacó es un soldado enemigo. Se veía muy distinto, su piel era más pálida de lo normal, hasta cierto punto parecía gris.

  — No te preocupes, cuando tenga éxito en la misión, esto va a terminar, mientras tanto la policía parece estar haciendo un buen trabajo, y en caso de que fallaran, aún queda el ejército y este departamento.

  — Sé que tendrás éxito, te deseo mucha suerte — Se acercó y abrazó a Alfredo, hecho esto, Luis salió por la puerta sin decir adonde  iba.

Alfredo continuaba en la recuperación de su sobresalto, la tele seguía prendida mostrando las noticias y en ellas aparecía los restos del helicóptero y los destrozos causados. Una vez calmado se levantó, apagó la televisión y salió a prepararse y desayunar.

Apenas entró al comedor observó a todo su equipo, a excepción de Oscar. Todos estaban desayunando una buena porción de cada sección del plato del buen comer, suficiente para dotar de energía a todos los soldados para unas buenas horas de actividad física pesada. En la sala había varias estanterías, en la primera se encontraban un aproximado de 50 mochilas preparadas con municiones, en las otras había chalecos antibalas y uniformes camuflados. En la bodega había todo un arsenal que tenía desde armas ligeras hasta artillería pesada. Job le hizo una señal para que se sentara a un lado suyo, su plato ya estaba servido y a un lado del mismo había un vaso con jugo natural de naranja.

— ¿Dormiste bien? — Preguntó Job.

— Tuve un sueño bastante agitado, aparecías en el, aunque no muy sano que digamos. 

— No significa nada, a la hora de la acción tú y yo sabemos que no podrán hacernos nada — Respondió Job con la boca llena de comida.

— Deberías aprender a hablar hasta que no tengas comida en la boca, es asqueroso.

— Tranquila princesa, estamos a punto de ir a misión y ahí no tendremos tiempo de comer siquiera, estoy tratando de aprovechar este momento.

— Como sea, sólo termina — Dijo Freddy en todo de broma.

El resto del desayuno fue tranquilo. Más de un soldado parecía nervioso por la misión, casi ninguno de ellos parecía haber estado antes en una de esta magnitud. Alfredo simplemente se limitó a terminar su desayuno sin dar palabras de aliento a quienes lo necesitaban. Se levantó y caminó hacia la estantería con los uniformes, tomó uno y caminó hacia los baños a tomar una ducha.

Los baños estaban limpios para variar y hasta despedían un olor bastante agradable, estaba completamente solo dentro lo que hizo que realmente disfrutara su ducha. Al terminar, rápidamente tomó su uniforme y se cambió. Procedió entonces a regresar al comedor para recoger el resto de su equipo.

Encontró a Job, él recién había terminado su desayuno y apenas iba a ducharse, Alfredo le hizo un ademán para que se diera prisa, Job asintió y salió rápidamente del comedor en dirección de las duchas. Alfredo tomó la mochila que tenía su nombre, un chaleco antibalas y pasó a la bodega. Tomó una escopeta (la cual sería su arma pesada), dos "nueve milímetros" y un teaser , tomo varios cargadores de cada arma y salió al hangar, en su camino se encontró con una cantidad descomunal de investigadores corriendo con papeles, pero nadie que Freddy conociese.

El hangar era una zona bastante amplia y muy bien iluminada donde se encontraban todos los vehículos militares aéreos y terrestres disponibles, en ese momento había un aproximado de 30 jeeps, 2 tanques, 15 camionetas todo terreno y 4 helicópteros. Junto a uno de ellos se encontraba Jackson (o Jack como solían llamarle) hablando con Alejandro (uno de los mejores pilotos del equipo). Alfredo se encaminó hacia el helicóptero ya que en los archivos se mencionaba que su salida será por ese medio. Job lo alcanzó unos segundos después, traía en su cinturón una metralleta y una nueve milímetros, en su espalda, junto a su mochila, tenía un rifle de francotirador de los más nuevos y mejores disponibles.

— Con esto bastará para un rato ¿no crees? — Dijo Job señalando su rifle.

— Tú en serio quieres ganar esto sin riesgos ni percances ¿verdad?

— Desde luego. Entre más pronto acabemos mejor será para todos.

— Alfredo, Job, llegan tarde, Oscar ya los está esperando en el helicóptero — Interrumpe Jackson con seriedad — Dense prisa y suban.

Jackson era un tipo duro, o que al menos lo aparentaba muy bien, tenía piel morena, pelo corto y negro, ojos oscuros. Era obvio que ocultaba algo pero nadie sabía qué. A su vez, Alejandro era de piel blanca, fornido y ojos verdes.

Se enfilaron al helicóptero donde Alejandro ya estaba preparando para despegar. En los asientos de la puerta derecha estaban sentados Oscar y el recluta Rolando. Rolando era un recluta distraído que no estaba en la mejor forma, pero tenía un pulso y precisión indescriptibles, nunca fallaba si utilizaba un rifle, era de piel negra, alto y bien parecido.

Una vez adentro Alfredo se enfocó en recordar la escena de la mañana en la que Luis le decía que todo estaba mal, se preguntaba cuanto tiempo iba a estar la situación controlada por los policías, era obvio que cada vez iban a mandar más tropas a causar destrozos en la ciudad hasta tenerla bajo su control. También era Obvio que Alexis no era más que un peón en un plan mayor, quien fuera el autor del plan debía ser muy inteligente, tenía todo perfectamente calculado.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al caer una carta desde su mochila:

De Luis , para Freddy.

No abrir hasta abandonar el hangar.

— Job, ¿Luis pasó por el comedor esta mañana? — Preguntó Alfredo extrañado. 

— Sí, fue sólo un minuto y se acercó a tu mochila, luego se fue ¿no vendrá con nosotros?

— Esta vez no, lo necesitan aquí, pero me dijeron que no sentiríamos su ausencia, creo que eso es una vil mentira pero sólo nos queda atenernos.

Alfredo se preguntaba que había escrito en la carta pero decidió esperar hasta que el helicóptero arrancara antes de leerla, también se cuestionaba acerca de qué estaría haciendo Luis y dónde estaría Fanny en estos momentos. espero que todo esté bien con ellos, pensó.




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