Del cielo al infierno

By AllyssonSteweart

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Harry la quiere bajo sus sábanas, ella a él bajo tierra. Solo una prohibición basta para hacer nacer la tent... More

Del cielo al infierno.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo siete.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo dieciséis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós.
Capítulo veintitrés.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veinticinco.
Capítulo veintiséis.
Capítulo veintisiete.
Capítulo veintiocho.
Capítulo veintinueve.
Capítulo treinta.
Capítulo treinta y uno.
Capítulo treinta y dos.
Capítulo treinta y tres.
Capítulo treinta y cuatro.
Capítulo treinta y cinco.
Capítulo treinta y seis.
Capítulo treinta y siete.
Capítulo treinta y ocho.
Capítulo treinta y nueve.
Capítulo cuarenta.
Capítulo cuarenta y uno.
Capítulo cuarenta y dos.
Capítulo cuarenta y tres.
Capítulo cuarenta y cuatro.
Capítulo cuarenta y cinco.
Capítulo cuarenta y seis.
Capítulo cuarenta y siete.
Capítulo cuarenta y ocho.
Capítulo cuarenta y nueve.
Capítulo cincuenta.
Capítulo cincuenta y uno.
Aviso WatsApp.
Pequeñísima anotación.
¿Me recordáis? / Nuevo proyecto.

Capítulo cincuenta y dos. [FINAL]

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By AllyssonSteweart

 ¡Hola! 

Esta vez os dejo el mensaje antes porque así os aviso que en la derecha os dejo el trailer de esta novela. Estaría muy bien que lo vieseis antes de leer, y así sabríais que la canción que tiene de fondo es la canción de piano de Harry y Selley.

Dicho esto, esta es el último capítulo, que espero que disfrutéis y no os decepcione. 

Así que, en los comentarios os pido por favor que me respondáis preguntas como: "¿Qué tal os pareció la novela? ¿Volveríais a leer algo escrito por mí? ¿Parte favorita del capítulo? ¿Capítulo favorito de la novela? ¿Decepcionada con el final? ¿Necesitas ayuda psicológica? 

En fin, agradezco a las que leéis y comentáis. Los últimos capítulos han llegado a diez votos, tengo 5.6k leídos en total, y 12 comentarios. No sé si este va a superar a los demás, pero no sé como daros las gracias por todo. 

Siempre estaré por Wattpad y no será la última vez que leáis algo de mí. 

En fin, os dejo con el capítulo que es lo que queréis leer. 

Esta vez sí responderé los comentarios.

Y ahora sí, tanto yo como nuestro tórtolos, como todo lo que se aman, os decimos hasta pronto.

Muchísimos besos, Al.

____________________________________________________

CINCUENTA Y DOS: TE QUERÍA.

 

●Selley:

El sonido de la alarma invadió la soledad de mi habitación y no tardé un segundo en apagarla. Ya llevaba varias horas despierta, por los nervios quizás. Con las ansias que tenía de llegar al instituto conseguía hacer todo el doble de rápido, pero con el doble de torpeza, ganándome varios golpes que dejarían moratón.

Me centré en lo que reflejaba el espejo. No había nada de arrogancia, allí no estaba la chica malcriada que era yo. Y me asusté. Me asusté realmente porque lo único que aquello reflejaba era una chica débil y nerviosa, una chica enamorada.

Así que corrí fuera de aquella habitación antes de derrumbarme. Entré como loca en el comedor, Claudia acababa de servir el desayuno a papá. Yo simplemente atravesé la estancia como alma que lleva el diablo, girándome antes de cruzar la puerta.

—Tienes tres segundos para estar en el coche, sino te las verás conmigo. –sentencié.

No salí sin antes oír el comentario que ambos dijeron a la vez.

—¡Ay, el amor!

Mis dedos chocaban entre sí mientras pensaba en las palabras exactas que podría decirle al verlo. ¿Empezaba con un normal y tranquilo “hola”? ¿O le soltaba ya mi histérico “voy a secuestrarte si no te quedas conmigo”?

El trayecto se me estaba haciendo más largo que todas mis antiguas veces juntas. Y mi padre riéndose de mi nerviosismo no ayudaba.

—¿Quieres tranquilizarte, Kate? A este paso terminaremos yendo al hospital por un ataque cardíaco.

Y tampoco iba mal desencaminado. ¡Malditas mariposas! Ya podían irse a revolotear a otra parte y dejar mi estómago en paz.

Sin embargo, y para mi sorpresa, pisar por fin el camino de grava del instituto las calmó. Ahora ya no eran nervios, ahora eran unas ganas enormes de buscar a mi chico, abrazarlo y pegarme a él. Para siempre.

Un pie en el suelo, seguido del otro, un segundo para observarlo todo, y otro para echar a correr. El campus trasero estaba repleto de sillas, lazos y un atril desmontable en el que sin duda muchos soltarían su discurso. Sonreí empezando a buscar entre todas las cabezas.

—¡Hey, señorita Selley! –me giré de golpe para llevarme una grata sorpresa al ver de nuevo al señor Gaffigan.

—Me alegro de ver que está de vuelta.

—Lo mismo digo. –sonrió antes de continuar su camino hacia las sillas de los profesores. Este hombre no habría querido dejarnos solos a propósito en los ensayos de la obra, pero a día de hoy se lo agradecía infinitamente.

Continué buscando entre las cabezas, hasta que otra voz me hizo girarme.

—Kat. –lentamente y con una sonrisa me tiré a sus brazos.

—¡Sam! Cómo te he echado de menos. –dije, pero su sonrisa no apareció. A pesar de estar extrañada, me tomé un minuto para acabar preguntando.– ¿Dónde está? –su silencio empezó a asustarme.– ¿Sam? –nada.– ¿Dónde está Harry?

—Selley, él… él no está.

—¿Qué? –creí haber escuchado mal, y eso esperaba.

—Se ha ido.

—¿Cómo que se ha ido?

—Cogió el graduado y se fue. No dio direcciones, lo hizo a primera hora de la mañana.

—Pero… –el aire dejó de llegar a mis pulmones por un momento.– Oh, mierda.

—¿Qué vas a hacer? ¿Correr hasta el lugar en el que creas que está y pedirle que se quede? –ironizó, sin darse cuenta de lo mucho que yo me estaba tomando esto enserio.

—Si no se lo digo se irá, y quiero ver su cara de arrogante cerca todos los días de mi vida.

—Pero eso es…–no la dejé terminar. Corrí hacia el coche, que seguía aparcado en el camino principal.

—¿Todo arre…? –empezó mi padre, pero lo ignoré.

—Al aeropuerto más cercano. –solté lo primero que se me pasó por la cabeza. A ver cómo encontraba a Harry ahora teniendo que buscar por todo Londres. Suponiendo que no esté ya a tres mil kilómetros de aquí.

—¿Qué? –tanto el chófer como mi padre se quedaron boquiabiertos. Pero mi fulminante mirada los advirtió de que, por una vez, deberían obedecer rápidamente.

¿En qué otro lugar si no podría empezar a buscar? Había posibilidades de que estuviese allí. Aunque fuese para coger un maldito avión que se lo llevase para siempre. Pero allí.

Y entonces lloré. Ya no me molesté en hacerlo en silencio. ¿Cómo había llegado a este extremo? ¿Cuándo había dejado que tirasen mi muro de defensa? Era fuerte y ahora no soy nada.

El aeropuerto estaba cerca, así que tan pronto detuvieron el coche volví a correr, haciendo de mi pelo una cortina para que toda la gente que entraba y salía no se parase a mirar a una niña llorona corriendo. 

No me detuve hasta estar en frente del gran panel, en el que se anunciaban todos los vuelos. «Washington D.C. Puerta 14.» Era el más próximo, empezaría por ese.

La sala casi vacía me facilitó muchísimo recorrer con la mirada cada una de las personas, sin resultado. Él no estaba allí. Salí de la sala antes de que sonase el primer aviso y un cúmulo de personas me lo impidiese.

«Moscú, Rusia. Puerta 7.»

Ese fue el siguiente. Apenas había tres personas y ninguna de ellas era la que yo estaba buscando.

«Menorca, Ibiza. Puerta 2.»

Tampoco. O buscaba más rápido o Harry estaría volando mientras yo subía y bajaba entre escaleras mecánicas.

«Japón. Puerta 5.»

Me olvidé de respirar. Llegados a este extremo, y de nuevo delante de aquel panel de vuelos, ¿Qué más podía hacer? Había recorrido como mínimo diez vuelos y en ninguno era capaz de encontrarlo. Podía darme por vencida. O podía… ¡Podía llamarlo!

Me golpeé la frente por no habérseme ocurrido antes y con manos torpes busqué su número en marcación rápida. Mordí la uña anular mientras caminaba de un lado a otro ante la pantalla. Un bip. Dos bips. Tres bips.

No contestó.

La voz de la operadora me hizo cortar la llamada de golpe y tener que resistirme a tirar al teléfono al suelo. Cambiando de uña volví a mirar el panel. Escogería un maldito último vuelo al azar y si no estaba lo freiría a llamadas hasta que se dignase a responder. O se cambiase de número, lo que surgiese antes.

«Florida. Puerta 4.»

Un montón de gente entraba a través de ella, por lo que el avión seguramente estuviese a punto de despegar.  Agradecí mi estatura en este momento, lo que me permitió pasar desapercibida entre una familia apurada que podía estar a punto de perder el vuelo. Lo que significaba que si no me daba prisa, Harry podría estar embarcando ahora mismo.

Mi boca se abrió en “o” al ver que la sala cuatro estaba completamente llena. El primer aviso resonó por los altavoces. La gente moviéndose parecían auténticos gigantes ante mi pequeñez. Aquello me impedía buscar los rizos que tanto quería ver, de tal manera, que empezaba a exasperarme. Me puse de puntillas, pegué saltos, observé cada maldito rincón de la habitación. Nada.

Como último recurso me subí a una de las sillas de plástico azules, típicas de los aeropuertos y busqué sobre las cabezas.

En un segundo mi corazón se detuvo.

Y allí estaba él. Tenía que ser él. En medio de toda la marabunta de gente y a punto de salir de mi vida para siempre.

—¡Harry! –exclamé su nombre y empecé a colarme entre las personas, las cuales me miraban con asombro, y otras no tan amablemente. Creí verlo detenerse.– ¡Harry! –volví a exclamar y corrí entre toda la gente que pretendía subirse a ese avión con destino Florida, hasta que lo alcancé. Miraba hacia la puerta pero no avanzaba, mientras aquella sala iba vaciándose.

“Segundo aviso para el vuelo con destino Florida. Embarquen por la puerta 4”

—Has venido. –dijo dejando las maletas en el suelo y girándose para mirarme.

—Y tú te vas. Muy lejos. Por cierto, gracias por responder mis llamadas. –tomé una pausa para respirar, casi apoyando mi peso en las rodillas.– Dijiste que siempre estarías aquí para protegerme.

—Te fallé, Allison. Y lo sabes. Te quería y te lo prometí, pero no fui capaz y acabaste marchándote destrozada de allí. Y no pude hacer nada, te fuiste.

—Me querías. –susurré, y aquellas palabras me desgarraron el corazón en miles de pedazos.

—Te quise, te quiero y seguramente te querré hasta el fin de mis días. –sentenció, mirándome a los ojos. En los suyos, que siempre habían sido de un verde muy vivo, se había apagado el color.– Mira tus ojos, has estado llorando. No te mereces estar con alguien que te haga llorar.

—¿Quieres saber por qué lloro, idiota? ¡Porque te vas! ¡Te largas y me dejas aquí! ¿Qué voy a hacer yo ahora si cada vez que miro algo me recuerda a ti? ¿Si cada vez que cierro los ojos te veo? Todos y cada uno de los momentos que pasamos juntos fueron sencillamente lo mejor que he vivido nunca. ¿Acaso no te acuerdas de todas las veces que me hacías rabiar llamándome “nueva”? Pues me gustaban, ¡muchísimo! Aunque no quisiera reconocerlo. ¿Vas a olvidar todos nuestros besos? ¿Todas las canciones para piano que sólo a mí me dejabas escuchar? ¿Sabes la necesidad en la que se convirtió sentir tu maldito cuerpo pegado al mío, Harry? Te necesitaba, lo hacía y todavía te necesito a mi lado. Eras tan cínico, tan prepotente, tan...tan... ¡Tan que acabé enamorándome! Estoy llorando porque voy a perderte por tercera vez, no porque me hayas hecho daño. Siempre fui tuya, desde el maldito instante en que supe que no iba a poder quitarme tus ojos de la cabeza cuando te vi por primera vez. Y en el poco tiempo que pasamos juntos de verdad era la persona más feliz del mundo. Tú me haces feliz. Y no me creo lo suficientemente fuerte para aguantarme en pie si te vas por esa puerta. ¿Sabiendo que vamos a perderlo todo de nuevo, a ti no te entran ganas de llorar? –mi voz empezó a temblar. No, por favor, ahora no.– Y si decides irte después de todo esto, que no sea por no haber intentado lo contrario.

Se acercó a mí y me abrazó, con intención de dejar un beso en mi mejilla, el que yo convertí en uno fugaz uniendo mis labios con los suyos.

“Tercer y último aviso para los pasajeros del vuelo 2 5 3 7 con destino Florida. Por favor, embarquen por la puerta cuatro.”

Se separó de mí lentamente y hundió su cabeza en mi cuello para aspirar el olor de mi perfume.

—Cómo voy a echarte de menos. –susurró mientras se acercaba a sus maletas, que descansaban en el suelo.

—¡Pues no te vayas! –no iba a rendirme y dejar de protestar.

—Ya es tarde, Selley. –lo vi dar el primer paso hacia aquella puerta y mi corazón se retorció de dolor.

—No lo es. –susurré con el ápice de voz que aún me quedaba.

Necesitaba que se detuviera, que lo hiciera y me dijese que me quería tanto como yo lo quería a él. Que todo iba a estar bien y que nunca se iba a separar de mí. Porque si no lo hacía, nadie podría volver a recomponerme.

Recogí el valor que todavía me quedaba y reuní las pocas fuerzas que tenía, dispuesta a volver a intentarlo.

—Si soy lo suficientemente importante para ti, quédate. 

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