02: Pesando acerca de lo que sea que tú pienses.
A las ocho de la mañana el despertador del teléfono de Ashton sonó escandalosamente. Este pasó su brazo por encima de Leah para poder tomarlo y desactivarla.
Debido a que acaba de abrir los ojos y sumándole que no estaba usando sus lentes de contacto, tardó un poco en apagar la alarma ya que presionaba el sitio incorrecto.
—Ash, apaga eso —se quejó Leah removiéndose entre sus brazos. Ashton dejó el teléfono en su lugar y soltó un bostezo. Leah lo abrazó como si de un ojo de felpa se tratase, luego pasó una de sus piernas sobre la cadera de él.
—¿Cuándo será el día que dejes de hacer eso? —murmuró el chico. Pasó su mano por el borde de la camiseta de Leah y acarició la piel de su cadera con sus dedos.
—Así es más cómodo, no te puedes quejar, Ashton —respondió en un tono divertido pero a su vez adormilado.
—¿Cómo te sientes, cariño? —cambió de tema. Sólo había visto a Leah ebria una vez y fue cuando se enteró de que su padre se casaba nuevamente y que la prometida de este estaba esperando un bebé. Al día siguiente su amiga había despertado odiando a todos y quejándose de todo.
—Mejor que la última vez. —una pequeña risa se escapó de sus labios—. Pero sí tengo sueño, estoy cansada. ¿No te importa quedarte en la cama un rato más? De verdad no me quiero parar.
Ashton se encogió de hombros. No tenía nada que hacer y a él también le vendría bien un poco de descanso. La universidad lo estaba volviendo loco con todas las pruebas que debía aprobar.
—Tú, Leah, deberás preparar el desayuno, no me importa si cuando te levantes te comienza a doler la cabeza. Debes compensar los quinientos dólares que gasté anoche. Aunque es lo de menos, ¡debes compensar que me levanté en la madrugada!
—Te prepararé los panqueques que amas durante un mes si quieres, pero no ahora duermete y dejame dormir —pidió. Ashton rió bajito y soltó un pequeño murmullo de aceptación. Cerró sus ojos y nuevamente el sueño se apoderó de él.
***
Ashton finalmente despertó. Abrió los ojos lentamente para acostumbrarse a la luz que se colaba por su ventana y se fijó que la cama estuviese vacía a no ser por él.
Escuchó ligeros ruidos provenientes desde afuera de la habitación. Seguramente Leah estaba en la cocina.
Después de ir al baño y hacer su mini rutina diaria, decidió colocar sus gafas de lectura. Resulta que usaba gafas desde pequeño, pero cuando estuvo en la secundaria usar gafas era igual a que lo molestaran, así que no las usaba. Cosa que fue deteriorando su vista un poco más con el pasar del tiempo. Hasta que a los dieciocho por fin comenzó a usar lentes de contacto, ya que había roto en tres meses tres gafas por accidente.
—Huele a comida. Mi olor preferido —bromeó Ashton al entrar en la cocina y encontrarse con Leah sirviendo uno de los panqueques a un plato. Ella se sobresaltó y por poco tira el panqueque al suelo.
—Te he dicho que no aparezca de un momento a otro cuando estoy de espaldas. Me asustas —le dijo ella sin mirarlo. Apagó la estufa y Ashton se fijó que había ya una pequeña montaña de panqueques en el plato—. Justo iba a despertarte.
—Si mamá te sigue enseñando a cocinar, consideraré raptarte para que me cocines a diario —habló Ashton. Leah soltó una pequeña risa.
—No haría mucha diferencia, paso bastante tiempo acá ya. El otro día fui a tu casa que tu mamá quería enseñarme a preparar unas tortillas de papa y me preguntó textualmente, "Leah, ¿tú tienes algo con mi hijo?" —mientras hablaba iba llevando los panqueques, la miel de maple y la mantequilla a la mesa.
—No me jodas, ¿de veraz preguntó eso? —Ashton estaba boquiabierto ante la pregunta de su madre. Sí, ya antes había recibido esa pregunta de parte de muchas personas, pero nunca de su madre.
—Sí. Me puse como un tomate de la vergüenza —comentó. Sirvió en una taza té para Ashton y en la otra café. Finalmente se sentó en la mesa junto a Ashton.
—Al menos fue sutil. Imagina cómo fue cuando me lo preguntó Luke el día que entraste corriendo porque habías dejado tu libro de no sé qué materia. —tomó una de los panqueques del lago grande y lo puso en el suyo—. Tú apenas tenías quince y a él casi le da algo. Me preguntó casi pálido que si yo estaba follando contigo.
Leah soltó una carcajada y se sonrojó ligeramente.
—Luke está tonto. ¡Tenía quince! No hubiese follado contigo ni drogada.
—No sé si sentirme ofendido o qué —bromeó él. Leah hizo rodar sus ojos y Ashton rió—. Creo que entendió que no cuando le di un pequeño golpe en la cabeza. —le dio un sorbo a su café que estaba en una taza roja, la que usaba a diario—. Te amo por hacer de este té.
—Es que el otro que tienes no me gusta a mí, así que no pensaba prepararlo —respondió sincera.
—Eso es tan Leah.
Ashton prefirió no tocar el tema acerca de la fiesta con Leah, estaban teniendo un buen momento y no quería arruinarlo. Le preguntaría, sí, pero luego.
—La resaca no te pegó como pensé que lo haría. Ayer estuviste a nada de caerte en el baño y ni siquiera estabas en la ducha. —Ashton dio otro sorbo a su té.
—Tomé una pastilla para el malestar y esta sería mi segunda taza de café en la mañana. —levantó su taza que ya no quedaba tanto líquido.
***
Leah estaba con sus piernas dobladas sobre el sofá y Ashton había terminado acostado en este con la cabeza apoyada en el regazo de su amiga. Ella pasaba los dedos entre su cabello y Ashton sintió que en cualquier momento se quedaría dormido si seguía haciéndole eso.
—¿Qué piensas? —la voz de la chica lo sacó de su trance.
—Acerca de lo sea que tú estés pensando —respondió. Verdaderamente no estaba pensando en nada más que no fuese que no quería que ella dejara de hacer eso con su cabello.
—En ese caso estás pesando que necesitas un corte de cabello.
—No realmente, pero sí, lo necesito —aceptó Ashton.
Ambos se encontraban viendo televisión en la sala cuando el timbre de la casa sonó. Ashton se levantó a regañadientes a abrir la puerta.
Un Michael muy agitado entró como si fuese su propia casa. Ashton se fijó que tenía una mochila en la espalda y unas carpetas en las manos.
—¡Ashton, hermano! Necesito ayuda urgentemente. Necesito un intensivo de clases. No pienso reprobar esta clase, no de nuevo. ¡Si repruebo repetiré! Y si repito recibiré un sermón de mi mamá y nadie quiere un sermón de Karen Clifford —habló deprisa el chico de cabello rubio decolorado.
—Di hola primero y puede que considere ayudarte. —cruzó los brazos sobre su pecho viendo de diversión lo agitado que lucía su amigo. Michael estaba claramente desesperado.
—Hola. ¡Ahora ayudame, por lo que más quieras! Tengo en dos días el examen y el tarado de Luke salió de fiesta anoche, en ese estado con suerte puede recordar su nombre completo —rogó Michael.
Ashton suspiró y asintió. Qué más podía hacer. Tendría que ayudarlo aunque lo único que le provocaba hacer ese día era seguir tirado en el sofá mientras Leah jugaba con los rizos que se empezaban a formar en su cabello.
—Está bien, está bien. Te ayudaré sólo porque siento pena por ti —cedió Ashton. Michael celebró de manera rápida y luego caminó hacia la mesa.
—Ah, hola, Leah —saludó al ver a la castaña que los observaba a ambos desde el sofá.
—Hola, Michael —devolvió ella el saludo.
Ashton se acercó al sofá para poderle hablar a Leah.
—Cariño, ayudaré a Mike un rato y luego te llevo a tu casa. Tú quedate aquí o si quieres ir a mi cuarto para que no te molestemos.
Leah asintió y se levantó.
—Iré a tu habitación. Dejé cargando mi teléfono —anunció.
N/A:
Work work work work work
Heeey Everybody, acá el segundo capítulo de Daddy Issues. Ya sé que está poco interesante pero una vez vaya avanzando la historia será más interesante. Ustedes lo saben, yo lo sé.
Arroba yo se despide.
Bye.
✖✌