John, la mayor de mis adiccio...

By Estela2610

3.1M 179K 39.9K

John Carter y sus hermanos han llegado a Greensboro de forma misteriosa, nadie sabe de dónde vienen, si se qu... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 3.
Capítulo 4
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Epílogo
¡Hola girasoles!

Capítulo 2.

126K 5.8K 2.1K
By Estela2610

Son casi las doce del día cuando abro los ojos. Tenía mucho tiempo sin dormir por tantas horas. Siento como si estuviera despertando una nueva yo. Estiro los brazos y piernas y respiro profundo un par de veces antes de salir de la cama. El color rosado de las paredes me sigue estorbando demasiado, digo, es normal que en mi adolescencia haya luchado contra viento y marea para que mi cuarto fuera el único lugar de toda la casa con otro color, pero ahora; ahora es realmente molesto.

Camino hasta la ventana y logro ver a nuestros vecinos regando el jardín delantero, o a los niños corriendo de un lado a otro. Nuestro vecindario es bastante tranquilo, abro la ventana y dejo que el aire puro entre a mi habitación y a mis pulmones. Acomodo mis mechones rubios detrás de mis orejas y no puedo evitar planear mi día en mi mente, soy muy organizada y me gusta planearlo todo. La gente dice que las mejores cosas pasan cuando no las planeas, y yo simplemente no termino de entender cómo es eso posible.

Tomo una ducha larga; otra cosa que no hago desde hace mucho tiempo, con las prácticas profesionales y mis estudios, no tenía mucho tiempo para mí, en realidad, entiendo por qué Andrés se acostó con Tina. Prácticamente nuestra relación se desarrollaba a través de un teléfono celular, al menos, los últimos meses fueron así. Masajeo mi cabello y siento como la espuma que provoca el shampoo recorre mi cuello, mis hombros y siguen su camino hasta mis pies. Escucho lo gritos de mamá, ¡el desayuno está listo! Termino mi larga ducha y envuelvo mi cuerpo en una fina toalla.

Miro mi ropa por varios segundos hasta que decido ponerme una camisa de cuadros, un short y mis antiguas botas vaqueras. Me miro en el espejo y ahora si parezco la chica que se marchó de aquí hace mucho tiempo.

Llego a la cocina muy animada, la feria de verano es una de las cosas más emocionantes del pueblo, y tengo que aceptar que desde pequeña me ha gustado asistir. Mamá pone frente a mí un desayuno de verdad, incluso hago ruidos extraños al probar el primer bocado. Estoy en el cielo y no me había dado cuenta. Mamá acaricia mi cabello, como si fuera su pequeña otra vez.

—¿Ya te he dicho que eres la mejor cocinera de todo Greensboro?

—No, pero es bueno saberlo. Tu padre dice que he perdido el buen gusto.

—Papá está loco —afirmo—. ¿Dónde está?

—Ha salido muy temprano, se ha convertido en un adicto al trabajo.

—¿Quieres que hable con él?

—No, no es ningún problema para mí.

—Bien. No hablo con él. Oye mamá, estaba pensando en que mi cuarto color rosa intenso debe morir. ¿Qué te parece si lo pintamos como el resto de la casa?

—Si tú quieres...

—Oh, mamá, no empieces con eso de que te recuerda el tiempo en el que me tenías a diario.

—Bien, bien, iré por la pintura. La tienda de Gloria está haciendo buenos descuentos —comenta.

—Iré yo, aprovecho para conseguir un teléfono. Lo he dejado olvidado en el avión, ¿puedes creerlo?

—Siempre lo olvidas en todos lados. —Mamá tenía razón.

Doy el último bocado y me bebo en menos de un segundo el jugo de naranja. Salgo corriendo a cepillarme los dientes y a tomar algo del dinero que he traído para ir en busca de algún teléfono y la pintura. Le doy un beso a mamá antes de irme a la tienda. Nuevamente decido caminar y lo cierto es que, todos preferimos hacerlo. Puede que no haya enormes rascacielos, pero la vista es fabulosa.

La tienda de Gloria no queda tan lejos y como he disfrutado tanto de caminar, no me doy cuenta de que he llegado hasta que el enorme letrero llama mi atención. Gloria es la mejor amiga de mi madre, de hecho, es la única amiga de mamá. Aunque le habla a casi a todo el pueblo, siempre ha dicho que nunca ha encontrado una amiga como Gloria. La entiendo, es justo lo que me pasa con Clark.

Como siempre, Gloria está en el mostrador, sale de inmediato de su lugar y coge mis mejillas para apretarlas con fuerza; ha hecho eso desde que tengo memoria. Es muy bajita y los años ya se le empiezan a notar, su cabello rojizo, ahora es más blanco que nunca y las arrugas en su rostro te recuerdan que hay mucha historia detrás de ella.

—¡Cómo has crecido!

—Sólo ha pasado un año, Gloria.

—Se ha sentido como una eternidad, cariño. ¿Qué te trae por aquí?

—Pintaré mi cuarto —le digo sonriendo.

—Pasillo dos, aunque ya lo sabes.

Vuelvo a sonreír y camino al pasillo número dos. La tienda sólo tiene cuatro pasillos y es muy pequeña, pero, por alguna razón siempre está llena. Creo que es por Gloria, le cae bien a todo el mundo. Encuentro los botes de pintura al final del pasillo, no hay muchas opciones, elimino de inmediato el rosado, no quiero más rosado en mi vida, nunca más.

Paso mis dedos por mi quijada un par de veces. Tengo dos opciones: café y marrón. ¡Qué difícil decisión! Ninguno me gusta, trato de pensar con qué combina mejor la casa, ya que mamá la ha decidido pintar de blanco hueso. De acuerdo, marrón entonces. Supongo que se verá bien.

—¿Escogiendo pintura? —giro de inmediato hacia la persona que ha hablado.

—Si. Algo así, Isaac, ¿cierto?

—El mismo que viste y calza. —Extiende su mano hacia mí y la tomo enseguida—. ¿Necesitas ayuda? Tienes varios minutos mirando la infinidad de colores que hay en esta tienda.

Una carcajada sale de mi interior, puesto que sólo hay dos colores.

—Claro, es una decisión muy difícil. Son tantos colores —le sigo el juego.

—Déjame ver, marrón o café. ¡Vaya, qué difícil! Si me permites opinar creo que el marrón está bien.

—Es justo el color que había elegido.

—Pues qué bien, ya tenemos algo en común y algo más para conversar porque mis ideas se estaban agotando y no quería irme aún —confiesa y una sonrisa tímida aparece en mis labios.

—En ese caso... ¿Me ayudas con los botes?

Asiente y toma dos. Recorremos el pequeño camino al mostrador y puedo darme cuenta de que algunas personas nos miran extraño. Recuerdo que Clark mencionó algo sobre que los Carter eran misteriosos y que no solían hablar con nadie, menos John. ¿Por qué tengo que pensar en John y no incluirlo dentro de los Carter?

Isaac pone ambos botes sobre el mostrador y Gloria lo mira unos segundos curiosa. Él le sonríe con educación y yo trato de suavizar el incómodo momento preguntándole a Gloria por su hija Johana. Gloria se relaja de inmediato y me dice que lo más seguro es que la vea en la feria por la noche. Insiste en no cobrarme y yo insisto en pagarle hasta que gano la pelea y me entrega mis bolsas. Voy a cogerlas e Isaac lo hace por mí y se apresura a abrir la puerta con su mano libre para que pueda salir. Puede que no hable con nadie y que sea misterioso, pero, es todo un caballero.

—¿Te molesta si te acompaño hasta tu casa? Puedo ayudar —dice levantando más las bolsas con mis compras.

Lo medito algunos segundos y miro a ambos lados de la calle. Isaac parece ser alguien agradable, me resulta extraño que después de dos meses no haya hablado con nadie en la tienda, la gente del pueblo no sólo tiene defectos, también virtudes y una de ellas, sin duda alguna, es lo amistosos que son. Me dejo de tonterías, y niego con mi cabeza.

—No me molesta, aunque tú no has comprado nada en la tienda y no quiero interrumpirte.

—Volveré después —me asegura iniciando a caminar.

—De acuerdo, aunque debo hacer otra compra, necesito un teléfono, soy la chica que más veces ha perdido su teléfono, esta vez lo dejé en el avión. —Me detengo un segundo porque me mira con el ceño fruncido. Lo sé, soy la peor conversadora del planeta, le estoy diciendo una tontería a un completo extraño—. Lo siento.

—¿Por qué? —pregunta curioso.

—Por mi mediocre conversación. Sólo estoy confundida, los rumores dicen que los "Carter" no hablan con nadie. Lo noté en la tienda, todos te miraban de forma extraña. Así que...

—¿Por qué me he acercado a ti? —termina la oración por mí. Asiento—. Somos nuevos en el pueblo y es la primera vez que nos mudamos, supongo que, en un pueblo tan pequeño, es fácil conocerlos a todos en poco tiempo y al verte ayer, en el bar, no lo sé, llamaste mi atención, no quiero incomodarte —admite y se ríe un poco.

No quiero darles mucha importancia a sus palabras, tenemos diez minutos de conversación y un día de habernos visto por primera vez, además, son mis vacaciones, no estoy en busca de romance y ¡demonios! Sólo ha dicho que he llamado su atención, ¿por qué soy tan intensa?

<<Quizás porque Andrés tardó más de un mes en sentirse atraído por ti y confesó que al principio le habías parecido la mujer más aburrida de todo el planeta>> Sí, puede que sea por eso por lo que estoy, de pronto, nerviosa. Al parecer en la secundaria fui bastante sociable, pero desde que entré a la universidad, algo en mí cambió y no sé cómo explicarlo, simplemente ya no soy la misma chica divertida de antes.

—No me incomodas. No suelo llamar la atención tan fácil. —Me arrepiento de decir eso en cuanto pronuncio la última palabra.

—Pues, no puedo creerte.

—¿Por qué?

—Por Dios, mírate... Eres muy linda. —De pronto me convierto en la chica más tímida de todo el pueblo, fijo mi vista en el suelo. No sé qué me tiene peor, que haya dicho eso, o que uno de los tres chicos misteriosos esté hablando conmigo—. No dije nada ofensivo o, ¿sí? —Noto cierta ansiedad en su voz—. Carajo, Leonel dijo que lo arruinaría. —habla para sí mismo y me atrevo a verlo. Debo comportarme como la chica de veinte años que soy y no como una pequeña adolescente.

—Digamos que, me he sentido como una adolescente, pero está bien, no has dicho nada ofensivo... ¿Leonel es el mayor?

—No, de hecho, es el menor. Yo soy el hermano de en medio y John es el mayor y el más gruñón, callado y amargado de los tres.

¿Qué es lo normal cuando alguien te da esas referencias sobre otra persona? Sí, pensar que por ninguna razón te gustaría establecer ningún tipo de relación con dicha persona, y yo tengo que sentirme intrigada por John Carter, un chico que sólo había visto un par de minutos, quién me había acusado de estar ebria y quien obviamente quería todo, menos llevarme a casa en su auto la noche de ayer.

No hago más preguntas porque llegamos a la tienda telefónica y me tardo bastante en escoger un teléfono, hasta que Isaac termina escogiéndolo por mí. Entre más interactuamos, descubro que no es tan misterioso y que de no ser por la información que Clark ha recolectado en mi ausencia, pensaría que es del pueblo y no un recién llegado. Incluso habla con nuestro característico acento.

Siento que regreso a la vida al tener el móvil en las manos. Es absurdo porque no recuerdo un solo número, aunque, si tengo acceso a mis redes sociales y eso, de alguna forma, me hace sentir viva. Quizás deba trabajar más en las relaciones personales y puede ser que eso me haga más divertida que estar detrás de una red social todo el día.

Isaac me acompaña hasta casa, y aunque he estado muy cerca de preguntar las razones por las cuales tres hermanos de ciudad han decidido mudarse por primera vez a un pequeño pueblo como Greensboro, consideré que no era el lugar ni el momento.

—Hemos llegado, muchas gracias Isaac.

—No las merezco, ¿irás a la feria? He escuchado que es lo mejor del verano —ironiza y no puedo evitar reírme porque ciertamente es lo menos aburrido aquí.

—Creo que tendré que proponerme como guía turística y enseñarte todas las cosas que puedes hacer aquí, no querrás irte después de eso —bromeo.

—Sería estupendo, Emily.

—Entonces es un hecho, y sí, iré a la feria.

—Te veo ahí.

Mi nuevo amigo se marcha, dejándome emocionada y al mismo tiempo contrariada. ¿Por qué? No lo sé con exactitud. Entro a casa y encuentro a mi mejor amiga sentada con mi madre cerca de la ventana. Habían estado observando todo. Clark tiene la boca abierta.

—¡Te has hecho amiga de un Carter! ¿Cómo ha sucedido eso? Creí que John era el que te gustaba.

—Clark, por favor...

—Emi, los chicos nuevos son extraños —agrega mamá.

—Mamá dice que siempre pagan en efectivo, como si no quisieran mostrar sus identificaciones.

—Clark. —La miro severamente. Mi madre es un poco paranoica. No quiero escuchar todo el verano que los Carter terminarán secuestrándome y ese tipo de cosas—. ¿Qué haces aquí tan temprano?

—He venido a embellecerme contigo antes de la feria, como cuando teníamos dieciséis y creíamos que terminaríamos casadas en el puesto de matrimonios falsos de la feria con nuestro amor platónico.

Eso no tiene mucho sentido, ya que ella se ha casado en ese puesto de matrimonios falsos, desde que tiene once años con Michael. Ellos son de esos amores para toda la vida y me alegro mucho por ellos. Clark no deja, ni un segundo, de hacer preguntas sobre Isaac Carter, estoy comenzando a pensar que en realidad no hay nada de misterio en ellos y que sólo han sido víctimas de la misma gente del pueblo.

Mientras espero a que Clark termine de cambiarse, me dejo llevar un poco por la curiosidad y termino buscando a los Carter en las redes sociales. Me sorprendo al descubrir que ninguno de los hermanos tiene alguna red social y eso es algo extraño. Conozco personas que han pasado de Facebook, pero, tienen otras redes, no conozco a nadie que no sea esclavo total de ninguna. Si se lo digo a Clark, creo que iniciará una investigación profunda, así que guardo mi teléfono en mi bolso y me olvido del asunto.

—Lista para casarte por... Diablos, he olvidado la cantidad de veces que te has casado en ese ridículo puesto de feria.

—Más que lista, siempre es emocionante.

Supongo que lo es cuando estás tan enamorada como lo está Clark, y sólo puedo suponer porque yo nunca lo he estado. Me cambio la camisa una vez que mi amiga me ha dejado algo de espacio en mi propia habitación y pongo un poco de maquillaje en mi rostro. Salimos de casa y puedo escuchar a mamá diciendo que no beba demasiado. Papá no ha regresado del trabajo y empiezo a preocuparme. El verano pasado siempre estaba en casa y ahora parecen distanciados.

La feria está a cuatro cortas cuadras de mi casa. No es necesario ir en auto. Aún antes de llegar a la entrada principal, las luces se logran observar perfectamente. Las sonrisas, gritos, y conversaciones ya llegan a mis oídos recordándome lo bien que la pasaba aquí cuando no era una universitaria con tantas decisiones por tomar; lo que me hace pensar que quizás este sea mi último verano en Greensboro y que al terminarse tendré que convencer a mis padres para que se muden conmigo definitivamente a la ciudad, de esa forma tendré más oportunidad de verlos que de viajar aquí, si es que acepto la oferta de trabajo. Entonces, la idea incoherente de alocarme por completo en mi pequeño pueblo toma fuerza en mi cabeza.

—¿Qué estás pensando? Estás muy callada.

—¿Recuerdas lo que te dije sobre el trabajo que me ofrecieron?

—Claro que lo recuerdo, es probable que no te vuelva a ver con regularidad. No quiero que lo aceptes, Emi —dice como niña pequeña—. Bien, sé que podemos estar siempre en contacto. ¿Por qué estás pensando en eso?

—Ya sabes, siempre que regreso al pueblo continúo con mi monótona vida, nunca hago nada alocado... de acuerdo, el año pasado bailé en la barra del bar, pero eso es lo más alocado que ha hecho Emily Petterson en toda su vida. Es muy probable que ya no regrese el siguiente verano y bueno, quiero perder la cabeza.

Una sonrisa malévola se forma en sus labios, es lo que Clark siempre me ha sugerido, que debo vivir más y estresarme menos, me lo repite casi a diario. Sé que muchas ideas están formándose en su pequeña cabeza y que probablemente no estaré de acuerdo con la mayoría de ellas. ¿Qué tal si dejaba de planear tanto y al menos por dos meses y medio me comportaba como una típica chica de veinte años?

—Creo saber cuál puede ser la primera actividad alocada de este nuevo itinerario —chilla tomando mis hombros y haciéndome girar hacia mi derecha.

Justo frente a mí, unos pocos metros después de la entrada, miro a los Carter, al menos a dos de ellos. Isaac y Leonel.

—¿Isaac? —pregunto.

—¿Qué puede ser más alocado que un romance con uno de los chicos más misteriosos de todo el pueblo? —Sus ojos brillan como pequeñas luces de navidad, de verdad que Clark está un poco loca.

—No son misteriosos —le digo insegura, ¿quién puede ser tan raro como para no tener ninguna red social?

Antes de que Clark pueda responder algo, Isaac y su hermano nos miran y enseguida se acercan a nosotras. No sé si de pronto me siento tan nerviosa por la sugerencia de Clark o porque en mi interior sí creo que los Carter son misteriosos o porque por alguna extraña razón creo que el tercer hermano, John, aparecerá en cualquier momento y... bien, eso último no tiene razón de ser.

Clark parece uno de esos cachorros felices por ver a su dueño por primera vez, tomo su brazo y le doy un pequeño pellizco para que no diga alguna imprudencia, ni empiece con un interrogatorio y se limita a sonreír de oreja a oreja

—Hola, Isaac. —Trato de sonar totalmente natural pero la presencia de Clark no me lo permite.

—Hola, Emi. —Se acerca a mí y me da un rápido beso cerca de mis labios y Clark chilla. ¿En serio Clark? La miro con el rabillo del ojo y después me enfoco en los ojos casi verdes de Isaac. Lo cierto es que, es muy guapo. Su cabello, aunque no es largo, enmarca el inicio de su cara y su nariz es fina. Sus labios tienen el tamaño perfecto para querer besarlos.

—¡Qué maleducada soy! Isaac, esta es Clark, mi mejor amiga. —Clark no tarda ni dos segundos en saludarlo y también saluda a Leonel, aunque no hemos sido presentados.

—Él es Leonel, mi hermano menor —finaliza Isaac después del saludo poco discreto de mi amiga.

—Hola, Leonel —sonrío y Clark empieza a hacerle preguntas. No puede mantener la boca cerrada.

Puedo notar lo incómodo que se pone Leonel de un momento a otro. Como si preguntas tan sencillas como: ¿Por qué decidieron mudarse? ¿Viven solos? ¿Qué hay de sus padres? Fueran las peores del universo. Puede ser que no sean las preguntas esperadas la primera vez que hablas con alguien, pero no son el fin del mundo o, ¿sí?

Mi amiga detiene sus preguntas hasta que logra mirar a Michael en la multitud y sale corriendo como si tuvieran siglos sin verse. Siempre que observo esas reacciones pienso en qué se debe sentir al mirar a la persona amada. ¿Cosquillas, dolor de estómago, el corazón alterado? Sigo sin saberlo.

—¿Siempre es así? —investiga Leonel. Debo decir que ser el menor no lo deja atrás en cuanto atributos físicos, ¿cómo los tres son tan guapos?

—¿Parlanchina? Espera a conocerla mejor.

—Nos prepararemos psicológicamente —agrega Isaac—. De acuerdo, dijiste que serías mi guía turística, así que... ¿Qué me recomiendas hacer primero?

—Existo —nos recuerda Leonel y ambos nos reímos.

—Reformularé la pregunta... ¿Qué nos recomiendas que hagamos primero?

—Me siento mucho mejor, gracias —contesta Leonel.

—¿Qué edad tienes Leonel?

—Dieciocho.

—¡Pero si eres un bebé! Creí que tenías más. ¿Qué hay de ti? —me dirijo a Isaac.

—Veintidós.

—Tú ya estás mayorcito —bromeo—. Eres dos años mayor que yo.

—Eso lo adivinamos. De hecho, fuiste conversación por más de dos horas —comenta Leonel y los miro con curiosidad.

—Leonel, ¿no fui claro cuando te dije que no hicieras comentarios inapropiados? —lo riñe Isaac.

—Así que fui tema de conversación en casa de los Carter... Puedo saber qué hablaron de mí...

—John dijo que no nos acercáramos a ti...

—¡Leonel! —Isaac lo reprende y sube el tono de su voz. ¡No es para tanto!

—No pasa nada, ayer me quedó claro que es un tipo raro.

—Es un poco difícil.

—¿No vino hoy? —No sé por qué lo estoy preguntando.

—No, dijo que las ferias de pueblo son una estupidez —dice Leonel y me molesto un poco. ¡Qué la feria es una estupidez! Es un amargado de primera.

—Pues él se lo pierde.

—Ya no hablemos de John —insiste Isaac y estoy totalmente de acuerdo.

Michael y Clark se nos acercan mientras se comen mutuamente. Parecen una pareja de algunos meses y no con tantos años. Hago las presentaciones correspondientes y Michael mira con recelo a los Carter. Trato que el ambiente se relaje lo más que puedo y terminamos haciendo la extensa fila para entrar a la casa del terror. Soy una miedosa hasta los huesos. Es probable que me sienta avergonzada cuando todo termine y todos se burlen de mis gritos y caras de horror, pero... aquí vamos.

Los primeros en entrar son Clark Y Michael, seguidos por Leonel y después entramos Isaac y yo. No hemos dado ni dos pasos dentro y me atrevo a tomarle la mano, casi enseguida entrelaza nuestros dedos y me sonríe con complicidad.

—Es un juego, Emi, nada es real.

—Ya lo sé, vengo aquí cada verano y siempre soy una cobarde.

—No hoy —asegura apretando un poco mi mano.

Seguimos caminando y con el primer susto, Clark y los demás se ríen a carcajadas, excepto yo, que he cerrado los ojos como una tonta. Michael parece haber olvidado sus celos infundados con los Carter y en los últimos segundos ha decidido darle una oportunidad al pequeño Leonel. El resto del recorrido no soy más que gritos, apretones de mano y con el último susto he abrazado a Isaac y lo he soltado al siguiente segundo. Mis mejillas se sonrojan un poco, eso ha sido precipitado y que Clark me haya guiñado el ojo frente a él da una impresión equivocada. No estoy pensando siquiera en tener un romance de verano por diversión.

Salimos de la casa del terror y escucho los comentarios eufóricos de Leonel, comenta que nunca había estado en una casa del terror y que ni siquiera había asistido a ninguna feria en toda su vida. Isaac lo mira muy serio y cambia totalmente la conversación. Esa es otra razón que agregar a las cosas extrañas que rodean a los Carter. Siento que de alguna forma estoy encontrando cada cosa que hacen o dicen misteriosa por culpa de los rumores y la insistencia de Clark.

—¿Qué tal si probamos el tiro al blanco? —habla emocionada Clark. Eso sí me gusta, aunque nunca gano.

Leonel es el primero en probar suerte. Mi boca se abre hasta el suelo, de forma continua les ha dado a todos los objetivos. Es muy bueno, alguien le ha enseñado a disparar o tiene uno de estos juegos en casa porque recuerdo que ha dicho claramente que nunca había asistido a una feria. Reclama su premio y es un pequeño oso de peluche, lo extiende hacia mí y me da mucha ternura.

—Para mi nueva amiga.

—Gracias, Leo. ¿Te molesta si te digo así?

—No claro que no, me gusta. Es la primera vez que me dicen así.

—Bien, Isaac, tendrás que ganar un peluche más grande o Leo será mi Carter favorito.

—Vaya reto. Mira y aprende.

Toma el arma falsa y en menos de cinco segundos, no sólo ha derribado la primera fila de objetivos, también ha derribado la segunda. ¡Debo dejar de pensar que todo es sumamente raro en ellos! Es un juego. Obviamente el premio de Isaac es un peluche muy grande, el cual me regala, igual que su hermano.

—Gracias, me siento especial el día de hoy. Dos peluches en menos de cinco minutos. Es toda una hazaña.

Isaac sonríe y creo que estoy disfrutando demasiado de su bonita sonrisa, me pierdo unos segundos en sus ojos y mis nervios regresan. La cuestión es que, si mi sentido común no me falla, hay grandes posibilidades de que se sienta atraído por mí y si dejo de hacerme la tonta hay inmensas probabilidades de que empiece a gustarme. ¿Qué tan malo puede ser un romance de verano?

—Los sostienes un momento, iré al baño. Regreso enseguida —le pido a Isaac y salgo prácticamente corriendo.

Disminuyo la velocidad de mis pasos antes de llegar a los baños de mujeres, no porque los nervios hayan desaparecido, sino porque cerca de una de las barandas que rodean la feria, está John Carter con una mano en el bolsillo de su pantalón y un cigarrillo en la otra. No sé por qué me he detenido tan bruscamente.

<<Quizás porque te ha estado observando desde que te separaste de tus amigos>>

Su escrutinio no se termina al darse cuenta de que lo he atrapado, me mira de una forma que no puedo explicar. Decido ignorarlo y seguir mi camino, pero su voz, al igual que en el bar me paraliza sin explicación alguna.

—Tienes a mis hermanos comiendo de tu mano, todo en un día...Típico.

—¿Qué? —No logro entender sus palabras.

—¿Ebria otra vez?

—No, no estaba ebria ayer y tampoco lo estoy hoy y a ti qué te importa de todas formas si me bebo todo el alcohol de Greensboro.

—Cierto, no me importa que te emborraches, pero es peligroso, sobre todo para las chicas como tú. —Le da una calada a su cigarrillo.

—¿Cómo yo?

—Rubias, ojos verdes, rostro de muñecas de porcelana y más delicadas que una flor.

—¡¿Disculpa?! Crees que por ser rubia soy una tonta, la típica rubia estúpida de las películas. Déjame decirte algo amigo, podría cerrar tu boca con lo que ésta rubia ha logrado en su vida.

—Dime muñeca, con qué me vas a impresionar. ¿Estudios? Las niñas como tú lo tienen todo a la vuelta de la esquina.

Sus palabras me parecen ridículas. Anoche se había comportado un tanto extraño, nada fuera de lo normal, para ser honesta. No entiendo por qué se comporta así conmigo.

—¿Cuál es tu maldito problema?

—No tengo ninguno, esta es mi maravillosa y adorable forma de ser.

—Pues eres un imbécil, grosero, y un amargado, tal y como lo han dicho tus hermanos.

—Auch... Mira cómo me duelen tus palabras —sonríe satisfecho.

Resoplo molesta. ¿Qué carajos le sucede? Sus hermanos se habían quedado cortos con la descripción de John. Vuelvo mis manos puños y camino lejos de él. Me siento atacada, nunca nadie ha sido tan grosero conmigo. Jamás han mencionado el típico tabú de que las rubias son tontas. ¡Quiero regresar y golpearlo! Es tanta mi molestia que termino caminando en dirección opuesta y me salgo de la feria. Las calles ya empiezan a ponerse oscuras. Me estoy comportando como una niña caprichosa. Niego con mi cabeza y me doy la vuelta para regresar con mis amigos. Impacto con un hombre desconocido que me impide moverme.

—Disculpe —susurro, el olor a alcohol es difícil de ignorar. Intento apartarme y caminar, no me lo permite. El hombre me ha tomado del brazo.

—¿Adónde tan rápido, bonita? ¿No eres la chica del baile sexy en el bar de Nicky? —su voz ronca me produce nauseas. No creí que aquel baile me traería este tipo de consecuencias. Seguro cree que soy una chica fácil o algo así.

<<Tranquila, Emi. Sólo está ebrio, no te hará daño, aléjate con calma>>

—Mis amigos me esperan...

—Claro. Seguro tienes muchos amigos. Después de ese baile...

¡Santo Cielo!

—¿Me quiere soltar?

—No se me antoja de momento —responde y su mano toma mi quijada y la aprieta muy fuerte y justo cuando estoy por gritar cubre mi boca y me empuja hacia atrás.

¡Tiene que ser una pesadilla! Intento zafarme y el hombre me gana en fuerza, entonces escucho un sonido fuerte, una especie de golpe. El hombre gime y empieza a caerme encima. Unos brazos fuertes me toman de la cintura y me alejan de los brazos del hombre en el momento justo en el que cae por completo hacia adelante, la persona que me ha ayudado se tropieza y terminamos cayendo al suelo, igual que el hombre. Al sentir el peso del cuerpo de otro hombre sobre mí, pienso que es otro tipo con malas intenciones y comienzo a temblar. Tal vez por los nervios o por la poca luz de este lado de la feria, me tardo más segundos de los necesarios en reconocer a mi salvador.

—¿Estás bien? —Tengo el rostro de John a centímetros del mío, sus ojos me miran asustados y preocupados.

—Sí, sí estoy bien —apenas logro contestar.

—Estás temblando. —Sus manos recorren mis brazos hasta llegar a mis hombros. No sé qué diablos tengan sus manos, pero dejo de temblar en cuanto me han tocado—. No te hizo nada, ¿cierto? —No respondo porque en lo único que puedo concentrarme es en que sus manos siguen moviéndose suavemente sobre mis brazos y en su aroma que inunda mis fosas nasales—. ¿Emily? —pronuncia mi nombre y una ola de tontas e incomprensibles vibraciones atacan mi cuerpo.

—Lo estoy, me asusté —musito.

—Me alegra haberte seguido, ¿segura que estás bien?

No sé qué me confunde más, su repentino cambio de personalidad o que su cuerpo está sobre el mío y su respiración acaricia mis labios.

—Necesito ponerme de pie.

—Claro, lo siento. —Se pone de pie y toma mis dos manos para ayudarme a levantarme. Aunque estamos de pie ninguno de los dos aparta las manos, hasta que ambos miramos con curiosidad nuestras manos juntas y al mismo tiempo, como si estuviéramos sincronizados, nos apartamos.

—Regresaré con mis amigos.

—¿Segura que estás bien? Puedo llamar a tus amigos y mis hermanos para que te acompañen a casa.

—No es necesario, estoy bien.

—Bien, yo... ya me iba.

Camina alejándose de mí.

—John —lo llamo y gira nuevamente hacia mí—. Gracias, espero que no esté muerto. —Miro al hombre tirado en el suelo.

—No le di tan fuerte, vivirá.

—Gracias —repito.

—No las merezco.

Intenta irse de nuevo y vuelvo a evitarlo.

—John...—Se detiene—. ¿Por qué has venido a la feria? Leonel dijo que las consideras una estupidez.

John sonríe un poco, seguro está comprobando que sí soy una rubia tonta y yo también lo estoy empezando a creer. He podido preguntar cualquier otra cosa y me he declinado por la interrogante más absurda de todas, además de que no tiene absolutamente nada que ver con lo que acaba de suceder.

—Quería ver algo... a alguien. Pero fue una estupidez. —Me mira fijamente y aprieto mis labios. ¡Joder! ¿Qué me pasa?

***************************************************************************************

Hola, ¿cómo están? Capítulo nuevo. <3

En multimedia: John y Emily. Pronto mostraré a Isaac y Leonel y Clark y Michael.

*¿Por qué John se habrá portado extraño con Emily?

*¿Es raro que los Carter no tengan redes sociales y sepan disparar con tanta facilidad o que nunca antes hayan asistido a una feria?

Si no observan bien a John y Emi, aquí les dejo otra foto.

John es : Alex Pettyfer.
Emily es: Gabriella Wilde.

Gracias por leer <3

Continue Reading

You'll Also Like

890K 84.7K 22
-¡Te voy a castrar, Malfoy! Supo que la había cagado. Pero se sentía un triunfador. Tal vez en lugar de despejar su mente, terminó por realizar su...
1M 43.4K 60
Jeff es el tipo de chico del que me advertía mi madre cuando estaba viva. Adictivo, peligroso, con más secretos que verdades... Cada beso, cada caric...
206K 11.3K 35
Para mis padres adoptivos soy un gran estorbo desde que nació mi 'querida hermanita' ellos simplemente querían una niña maravillosa, y yo no cumplía...