No te olvides de Angélica.

FlorenciaTom

708K 55.4K 10.1K

Cada día que pasa para Angélica se vuelve más extraño. Su familia ya no la tiene en cuenta para nada, ni siqu... Еще

Sinopsis
BOOKTRAILER
Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
TRAILER II
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
#Wattys
Capítulo 19.
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 31
Capítulo 32
FINAL.
Próximos proyectos.
Trailer II
HISTORIA COMPLETA
Blenti ¿eres tú?

Capítulo 7

16.8K 1.5K 285
FlorenciaTom

 Eran las ocho de la mañana cuando pude cerrar nuevamente los ojos. Pero las pesadillas estaban intactas en mi cabeza, torturándome de una forma horrible. Mi peor enemigo, era mi subconsciente.

Aunque costara asimilarlo, yo lo había visto y escuchado.

Soñé con sus ojos sin vida que no parpadeaban, soñé con sus lágrimas que caían serpenteando por sus mejillas, soñé con su cabello cobrizo despeinado, soñé con su diminuta camisa blanca, soñé con sus manos y pies pequeños.

Simplemente soñé con algo que no tenía explicación alguna, y que buscaba con desesperación a su madre.

Jamás, en mis diecisiete años, había presenciado algo semejante, algo que estremecía con tan sólo pensarlo.

Nunca creí que esto me sucedería a mí.

¿Por qué sólo yo podía verlo?

No era alguien que presenciaba a los muertos, no era alguien que veía demonios o algo parecidos a estos, ¿pero por qué ahora?

Estaba aterrada, y más si mis padres no me creían.

Olivia se revolvió en la cama y abrió con pereza los ojos, tras lanzar un delicado bostezo.

—Te ves horrible —dijo, espantada—. ¿No has dormido?

Negué con la cabeza tras darle un casto beso en su frente.

—¡LES JURO QUE YO SOY EL REY!

Olivia lanzó una carcajada en cuanto Dylan gritó entre sueños, y acto seguido, cayó al suelo con un golpe seco.

En cuanto estuve apunto de ir a ayudarlo, él ya se había levantado de forma brusca.

—¿El rey de qué? — pregunté, horrorizada.

Dylan se acomodó como pudo su melena castaña y se frotó el rostro,antes de contestar.

—Cierra el pico, Angélica. —contestó, malhumorado.

—El rey de los idiotas. —respondió Olivia por él.

De pronto, él la tomó en sus brazos y ella lanzó un chillido de protesta para que la bajara, y comenzó a caminar directo hacia la puerta.

—Dejemos descansar a la demacrada de nuestra hermana. —le dijo somnoliento, tras darle un beso en la mejilla.

Los dos salieron de la habitación.
Lo último que haría sería descanzar.
Sin ganas, salí de la cama a rastras y fui al baño. Al chocarme con mi reflejo en el espejo, supe que mis hermanos tenían razón; tenía bolsas por debajo de los ojos, y la palidez consumía mi rostro, como si me estuviera muriendo.

Mi cabello era un desastre, más de lo normal, y parecía pajoso, sin vida alguna.

Mis labios estaban resecos y quebradizos, por la sed que tenía.

Abrí la canilla de lavabo y tomé un poco de agua de él, y comencé a lavarme el rostro, sintiéndome aliviada por la calidez del agua.

Tomé la toalla y me cequé. Luego hice mis necesidades.

Regresé a mi cama con un dolor punzante en mi espalda, y al ver que eran las diez de la mañana, fui en busca de mis píldoras que estaban en mi mochila y las ingerí con un poco más de agua.

Era insoportable el dolor, y suplicaba que las pastillas hicieran efecto y desapareciera por lo menos algunas horas.

Esponjé con las manos una vez más la almohada y reposé mi espalda contra ella, largando el aliento.

Hacía muchísimo frío y me acobijé un poco más con las frazadas en busca de calor.

El silencio de mi habitación fue el impulso a que saliera corriendo hacia mi armario y comience a cambiarme rápidamente la ropa que tenia puesta de pijama, con temor a que aquel niño volviera a reaparecer.

Metí cualquier libro de mi biblioteca personal en mi mochila y la colgué en uno de mis hombros.

Bajé por las escaleras y me encontré a todos (menos a Dylan) desayunando.

Papá,como lo habitual, tenia el periódico en la mano, en la sección de deporte y mamá miraba el noticiero que pasaban en la televisión mientras que Olivia le daba de comer a su muñeca con comida imaginaria.

—Buenos días. —dije, llegando al final de las escaleras.

Nadie respondió.

—¡BUENOS DÍAS DIJE!—repetí, aumentando aun más la voz.

Los tres se volvieron de forma unisona, y mi padre se llevó la mano al pecho, como si se hubiera asustado.

—¡Angélica no grites por favor! —reclamó él, acomodándose sus lentes.

—Eso les pasa por no oírme. — reproché.

—¿Cómo te encuentras, cielo? — me preguntó mamá, poniendo toda su atención en mí.

Me quedé parada frente a ellos, y largué el aliento.

Era una pregunta muy, pero muy, difícil de responder.

—Simplemente, no lo sé. —contesté con franqueza.

—Quizás continúes con temor a lo de anoche —adivinó papá—. Quiero que sepas que aquí no murió nadie cariño y que esta casa está libre de fantasmas.

¿Pero cómo explicar lo de anoche?¿Cómo convencerlos de que lo que vi no fue producto de mi imaginación?

—Lo sé. Me voy a caminar al centro, sólo para despejarme.

—¿Sola? —preguntó papá—Sabes que no puedes salir si no es acompañada de alguien.

—No voy sola, Cleo me espera en el parque y de allí iremos juntas al centro. —mentí.

Ojala Cleo se levantara un sábado a las diez de la mañana.

Al ver que mis padres cruzaban miradas de dudas, agregué en un susurro por si mi hermano lograba escucharme:

—Resulta que Cleo está enamorada de Dylan y anoche se besaron, y quiero ver si ella y él terminaron juntos, ya que el idiota de tu hijo no quiere contarme nada.

—¿Cleo y Dylan? —se sorprendió mamá—Vaya, eso no me lo esperaba...

—Yo sí —soltó papá, encogiéndose de hombros—. Dylan salió igual de galán que su padre.

Mamá lo fulminó con la mirada, echó la silla hacia atrás y se levantó a regañadientes.

—Ve, pero llévate el auto, no quiero que vayas caminando sola hasta allí —dijo, tendiéndome las llaves.

Las tomé rápidamente por si cambiaba de opinión, la saludé con un beso en la mejilla al igual que a mi padre.

Y por ultimo le apreté las mejillas a Olivia quien intentó morderme la mano con salvajismo.

En cuanto salí de la casa el auto ya estaba en la acera, ya que garaje no teníamos.

El cielo, prometía lluvia una vez más.

Subí al Falcon de mis padres que ya tenía sus años, y apenas cuando encendí el calefactor pude sentirlo.

Con las manos en el volante lo puse en marcha.

A medida que iba avanzando por las calles ausentadas por la gente, me sentía perseguida por los ojos de aquel niño que me había atormentado la noche anterior.

Era imposible no imaginármelo sentado en el asiento del acompañante, mientras aún gritaba que lo ayudara con desesperación.

Necesitaba despejarme y eso no lo lograría en casa, y mucho menos en mi habitación.

Giré en dirección hacia la derecha, tomando por el camino de Pulderwood y me metí en la carretera, en donde los autos comenzaron a ser más frecuentes.

Pocos minutos después, ya estaba en el centro de Climothy.

La gente ahora era por mayores y por más que hiciera un frío de morirse no era impedimento alguno para salir a pasear.

Vivir cerca del centro de mi ciudad tenía sus ventajas: podía venir a caminar cuando me sentía mal y despejarme un poco, mientras veia vidrieras de las tiendas y cada tanto me instalaba en un café para leer un rato.

A pesar de que no tenía muchos amigos, estar con gente a mi alrededor no me hacia sentir tan sola.

Estacioné el auto con mucha suerte de haber encontrado lugar y bajé con mi mochila en el hombro.

Dios, que frío hacía.

En cuanto aseguré la puerta, guardé la llave en el bolsillo de mi campera de cuero y comencé a caminar en dirección al Freed, la cafetería a la que siempre solía ir.

Pasé por Cumbey, el lugar en donde los muy hijos de perra me habían despedido por defender mi postura y me mantuve con la mirada al frente por si por casualidad el dueño del lugar me veia.

Estaba segura de que continuaban buscando a alguien que fuera tan ágil y rápida a la hora de tomar ordenes.

Yo me calificaba como una profesional en ese casi año que trabajé allí.

Con mi café listo y el libro en mi mano, subí a la segunda planta de Freed.

En cuanto me instalé en una de las mesas, le mandé un mensaje a Ethan.

—Estoy en Freed, necesito verte. Ven con urgencia.

Al rato de minutos, él contestó.

—¿Sucede algo?

—¡Sólo ven!

—Espero que lleves el collar puesto, porque voy en camino.

Tragué con fuerza. Toqué mi cuello y no lo llevaba conmigo.

Le diría alguna escusa por el cual no lo tenía, quizás así me perdonaría por mi falta de atención.

Había terminado mi café y había leído alrededor de cuatro capitulos de Luces del sur de Danielle Steel cuando Ethan llegó.

—Hola preciosa.

Para mi sorpresa, depositó un casto beso en mis labios y se sentó frente a mí, dejándome sin aliento. Ese gesto tan intimo no lo había visto venir.

Llevaba una bufanda blanca rodeándole el cuello y tenía un enorme camperon negro que convinaban con sus pantalones de jeans,y su cabello dorado mezclado con mechones castaños le daba un aire más atractivo, resaltando a la vez sus hermosos ojos.

¿Cómo semejante chico podía fijarse en mí?

Al instante me sentí ridícula por lo desarreglada que estaba. Y más cuando no había dormido absolutamente nada.

—¿Te vas a quedar allí, mirándome sin decir nada? —su voz me hizo sobresaltar un poco.

Apretó los labios, esperando mi respuesta y parecía realmente inquieto.

¿Estaba enojado conmigo?

—Lo siento —me disculpé apenada y me preparé para decirle el motivo por el cual lo llamé—.Mira, sé que esto te sonara loco y que quizá quedes espantado con lo que te diré. Es más, ni siquiera sé por qué te lo cuento a ti, pero anoche...

—No llevas el collar, Angélica.

Su interrupción me fastidió como nunca, porque para mí era muy importante contárselo a alguien, y mis mejillas tomaron el color de un tomate porque se había dado cuenta a pesar de que mi campera tapaba mi cuello.

—Me lo saqué porque no quería entrar a la ducha con él —me excusé, largando el aliento.

—Pero no llevas el cabello mojado.

—Use el secador.

—Pero podrías habértelo puesto cuando saliste de la ducha.

—Salí a toda prisa.

—Claro, para beber un café en un lugar que es muy intranquilo y que hubieras estado mejor si lo bebías en tu ca...

—¡Simón! —lo interrumpí, fastidiada— ¿podemos discutirlo luego? De verdad, si te llamé es porque me pasó algo muy feo anoche.

Cómo si su enojo comenzara a cesar, aflojó los hombros y dedicó toda la atención en mí, esperando a que continuara.

—Anoche me pasó algo muy extraño . Un niño de alrededor de seis años apareció de la nada en mi habitación, mientras intentaba dormir después de regresar de San Diego. Me pedía ayuda a los gritos y...lo peor de todo es que, sólo yo podía verlo.

Bajé la mirada hacía mis manos entrelazadas, ya que no quería mirar su cara.

Ni siquiera sabía por qué se lo había dicho, es como si fuese una especie de necesidad.

¡Dios si hace apenas un día que lo conocía!

—Si hubieses llevado el collar puesto, ESO no hubiese pasado. —reprochó, pareciendo hablar consigo mismo.

Lo miré rápidamente, con los ojos bien abiertos.

—¡¿Te estás burlando de mí?!

—¡No, estoy tratando de protegerte! —miró en todas las direcciones antes de inclinarse sobre la mesa, como si tuviera miedo a que alguien lo escuchara—Tú eres lo más cercano a Dios, y es inevitable que las almas en pena se acerquen a ti en busca de ayuda. Tu nombre es la respuesta a tus dudas, Angélica.

Продолжить чтение

Вам также понравится

PERDERSE CONTIGO Isabel B. V.

Подростковая литература

2.2K 125 38
Harper es ese típico chico problemático, está enamorado de una de las populares y solo quiere pasarla bien con sus dos amigos. Raziel no tiene amigos...
8.3K 2.8K 24
Un grupo de adolescentes: Los Elegidos, debe poner sus poderes al servicio de la magia para derrotar a Rosman, un rey que tiene interés en reunir las...
Gonna get better annis juliet

Короткий рассказ

54.7K 7.2K 53
«No entiendo por qué crees que no soy feliz con nuestro paraíso, si sabes que sólo te quiero a ti»
✔ Ghoulish/ Los hijos del Diablo 2 createdbyeibi

Подростковая литература

78K 6.9K 42
Volumen II-Los hijos del Diablo La oscuridad puede ser tu mejor aliada ¿Qué puede sentir un corazón herido? Blas está decidida en alejar la oscurida...