Emma: La calma precede la tor...

By Madam_Negrere

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Tras acabar las enseñanzas básicas ha llegado el momento que todo estudiante espera: aprender la verdadera ma... More

1.-Volver a empezar.
1.-Volver a empezar, parte 2.
1.-Volver a empezar, parte 3.
2.-Eythera, parte 2.
3.-Cosas del primer día.
3.-Cosas del primer día, parte 2.
4.-De excursiones y eso.
5.- Margaritas de Tigreen y capas largas, magníficas clases de vuelo; parte 1.
5.- Margaritas de Tigreen y capas largas, magníficas clases de vuelo; parte 2.
6.-Clase de recuerdos que dan miedo.
7.-De octubre, el último sábado.
8.-Los mellizos Donovan
9.- ¿Y quién eres tú?
10.- Un espeso humo color cian, parte 1.
10.-Un espeso humo color cian, parte 2.
11.- La jornada de esoterismo, parte 1.
11.- La jornada de esoterimo, parte 2.
12.- Atlaea, parte 1.
12.- Atlaea, parte dos.
12.- Atlaea, parte 3.
13.- No digamos adiós, solo "hasta la próxima".
14.- ¿Ya estás pensando otra vez en meterte en problemas?
15.- Peligro en el Archivo
16.- Una noche muy larga y una mañana de rumores.
17.- Por fin, llegó el día.
18.- Las Pruebas
18.- Las pruebas, parte 2.
19.- Las Hogueras.
20.- La selección de familias.
21.-Un poco sobre aquella noche.
22.-Lo que en realidad pasó aquella noche, parte 1.
22.- Lo que en realidad pasó aquella noche, parte 2.
Capítulo 23: La Torre Efímera de Elde
23.-La Torre Efímera de Elde, parte 2.
24.- La vuelta
24.-La vuelta, parte 2.
Capítulo 25: El Punffle y Dala Sur
capítulo 26: El regreso de Azel, parte 1.
El regreso de Azel, parte 2.
Capítulo 27: Los desbaratados planes de Leyla y Vanesa, parte 1.
Los desbaratados planes de Leyla y Vnaesa, parte2
Capítulo 28: El secreto de Ethan (o uno de ellos)
El secreto de Ethan, parte dos
Capítulo 29: Poco para la acción
Capítulo 30: Aquello que una vez sucedió.
Aquello que una vez sucedió, parte 2.
Aquello que una vez sucedió, parte 3.
Capítulo 31: Un regalo valioso
Capítulo 32: El Último, parte uno.
El Último, parte 2.
El Último, parte 3.
EPÍLOGO

2.-Eythera.

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By Madam_Negrere

Capítulo 2: Eythera.

Arthur frunció el ceño.
-¿Qué demonios le pasa a esta gente?- murmuró una vez Timmy hubo desaparecido.
Leyla rió, pero fue Emma sin embargo la que respondió a su comentario.
-Deben ser las secuelas de permanecer en Eythera por más de dos años.- opinó, entre desconcertada y divertida.
Arthur sacudió la cabeza.
-Qué los Dioses me libren, no me gustaría acabar como ellos. En este autobús mágico ahora mismo no hay nadie que parezca normal.
-A mi me han parecido agradables y simpáticos.- opinó Leyla con una sonrisa.- Me han caído bien.
Emma rió.
-Bueno, tú también eres un caso a parte.- afirmó, echando los brazos a su cuello.- Pero te adoro.
Leyla se deshizo de su agarre, alejándola de ella.
-Sí, sí, muy amigable y amorosa mientras me hace la pelota pero luego, "zasca", las mete por debajo como si nada...
Emma sonrió.
-Cómo te gusta hacerte la víctima.
-Será que no tengo razón.- se defendió Leyla, con falsa indignación. La chica se volvió hacia Arthur, que simplemente las observaba, y le cogió del brazo.- Vámonos, dejemos a la solitaria y egocéntrica Emma a solas con sus pensamientos, ya que no parece necesitarnos.- comentó, y sobreactuando, arrastró a Arthur por el mismo pasillo por el que habían desaparecido minutos antes los otros dos chicos.
Emma sonrió, se recostó en la silla, y se limitó a llevar tranquilamente la taza de café hacia sus labios.

Había pasado ya bastante más de la mitad del trayecto, pero Emma aún no había vuelto al compartimento. Se había limitado a dirigirse a una acogedora zona común con asientos acolchados, mesillas y una pequeña barra de cafetería, y había pasado ahí el tiempo, sin apenas percatarse de su transcurso. Ni siquiera se dio cuenta cuando un chico pelirrojo, alto y con pecas se sentó justo enfrente de ella, pues se encontraba demasiado absorta en el periódico que había tomado prestado de otra mesa.

-Últimamente las cosas están muy tranquilas.- comentó el chico, haciendo que Emma diera un respingo.- Solo hay anuncios de artículos y actualizaciones de minucias.
Emma alzó la vista hacia él, reconociendo al chico que había dicho "el jefe de las habitaciones ha hablado" cuando se encontraron rodeados de la multitud.
-No suelo leerlo. Por eso me apetecía echarle un vistazo.- comentó.
-¿Y ha merecido la pena?- preguntó el chico.
Emma suspiró.
-La verdad es que no.- respondió, dejando el periódico de nuevo sobre la mesa.
El pelirrojo sonrió.
-Soy Max.- se presentó, tendiéndole una mano.
-Emma.- le correspondió la chica, mientras su mente había recordado haber escuchado ese nombre en boca de Timmy.- ¿Tú también eres de Mimbre verdad?
El chico hizo una cara de susto.
-Me tiene localizado.- comentó sorprendido, como si ella no estuviera presente.- Quizá sea alguna especie de acosadora, o un espía.- barajeó para sí mismo, acariciándose la barbilla.
-Timmy lo comentó.- informó Emma, pillando su tono teatrero y queriendo quitarle importancia, para que también fingiera estar decepcionado.
El chico chasqueó la lengua.
-Una lástima, no muy a menudo una chica tan guapa se interesa por ti.- se lamentó.
Emma sonrió.
-He de considerarme alabada por el comentario.- exageró, siguiéndole el rollo.
Max hizo una mueca.
-De qué sirve que te sientas alabada si luego me rechazas.
-No recuerdo que me propusieras nada.- comentó Emma, sonriente.
-Prefiero ahorrarme la vergüenza de ser rechazado...- afirmó, devolviéndole la sonrisa.- Aunque pensándolo bien, algo interesante debéis tener tú o tus amigos para que Ethan os haya aceptado así.- comentó, insepeccionándola e irguiéndose sobre ella.- Sospechoso, muy sospechoso.
Emma no respondió, pudo ver como detrás de esas palabras teatreras y de carácter bromista se escondía un ápice de seriedad y de verdadero interés.
-¿No habías dicho que era porque soy guapa?- preguntó Emma.
El chico se relajó y se dejó caer hacia atrás.
-Quizá...

-¿Dónde has estado?- preguntó Leyla una vez Emma volvió al compartimento. Los cuatro le dirigían miradas curiosas.
-Inspeccionando.- se limitó a responder esta, sin mucha complicación.- ¿Y vosotros?
Leyla sacudió la cabeza.
-Nada realmente. Hemos estado en esta posición prácticamente desde que llegamos. Siento que tengo hasta el culo dormido.- contestó, haciendo círculos con el cuello.- ¿Cuánto queda para llegar?- preguntó, mirando a Timmy y a Ethan, que las observaban en silencio.
-Estamos en último tramo.- respondió Timmy, algo aturdido, probablemente debido a que acababa de despertarse del séptimo sueño.- Debe quedar apenas media hora.
Leyla sonrió, estirando los brazos hacia el cielo.
-Eso es una buena noticia...
Emma, que hasta hora había estado de pie desde su entrada en el compartimento, decidió hacerse de nuevo un sitio entre Leyla y la ventana.
-Antes de volver a perdernos o meternos en el autobús mágico equivocado, ¿podríais decirnos, por favor, qué se supone que tenemos que hacer una vez lleguemos? Porque tengo entendido que llegamos a la comarca donde está Eythera, pero no a la propia escuela.
Timmy asintió.
-Así es. La escuela está demasiado apartada y aislada como para que el teletransportador llegue hasta allí. Lo que por otra parte es de agradecer. Solamente volver a reuniros con vuestro curso y limitaos a seguir a Gale, el guardián y conserje de la entrada, y a Yimbo, su compañero. Ellos son los que guían a los de primero. Nosotros ya conocemos el procedimiento.
-Vale, esperemos tener más suerte esta vez.- susurró Emma, haciendo aparecer en su rostro una mueca.

Una pequeña explanada se abría frente a ellos, cuya hierba era alta y de un verde sano. Estaban por fin con los de su curso. Muchos de los chicos y chicas que llevaban rato allí se volvieron a mirar a aquellos tres extraños que aparecían por primera vez y que no habían visto en su autobús mágico, preguntándose quiénes eran y de dónde venían. Pero ellos no parecían muy dados a querer dar una explicación. Ya habían pasado bastante vergüenza enfrentándose a las miradas de los de cuarto. Además, no tenían que dar explicaciones a nadie, aunque los demás les observaban como si debieran hacerlo. Pero ellos no les conocían, y era mejor ahorrarse las palabras y llegar de una vez por todas a su destino, que, después de todos los tropiezos, idas y venidas, se les antojaba lejano. ¿Cuándo podrían pisar por fin Eythera? Ninguno se había imaginado un viaje tan ajetreado...
Fuese como fuese, los dos hombres que lideraban la gran masa de alumnos parecían dispuestos a moverse de nuevo. El más alto y mayor se irguió y aclaró su voz, alzándola a un volumen al que todos y cada uno de los presentes pudieran escucharla.
-Bien, ya que estamos todos aquí, listos y deseosos de llegar a casa, podemos proceder.- se acercó a a la gran apilación de escobas que se encontraban a su derecha y cogió una.- Como ya os habréis podido imaginar, este será nuestro medio de transporte hasta Eythera. Colocaos en parejas y formad una fila para recoger una por cada dos. Cuando estemos todos preparados, alzaremos el vuelo. Yo iré delante y os guiaré, Yimbo vigilará por detrás. ¿Alguna duda?.- nadie levantó la mano.- Perfecto.
Leyla agarró rápidamente a Emma de la mano.
-¡Cogida!.- exclamó. Arthur refunfuñó, indignado, y se fue en busca de alguien que también hubiera resultado abandonado. Leyla se volvió hacia su presa.- Parejas. Nunca he montado con alguien en la escoba.- comentó, algo nerviosa.
Emma rió.
-¿A caso has montado alguna vez en escoba?.- le preguntó
-Mi madre me enseñó a cogerlas de pequeña.- se defendió, algo molesta por su comentario. Era evidente que no había notado que Emma estaba actuando como otras veces, en las que se limitaba a picar a Leyla, porque lo adoraba. Era tan inofensiva incluso cuando se enfadaba...
-Vale, vale.- dijo Emma, protegiéndose con las palmas de las manos, divertida.- Como sea, yo dirijo.- afirmó, y, sin dar pie a ninguna contradicción por parte de Leyla, se dispuso a ir a por una. Leyla se quedó quieta en el sitio, con el ceño fruncido.
-¿Qué demonios voy a hacer con esta?- murmuró para sí.

El viento azotaba sus mejillas pese a tener a una multitud de personas delante y detrás suyo, que quizá pudieron pararlo. Con los pies sin tocar el suelo, en medio de los cielos, Emma sentía una sensación maravillosa, y adictiva. Realmente añoraba volar, lo añoraba tanto como si le hubiesen robado un pedacito del alma. Volar era, para Emma, algo tan necesario como respirar, sin exagerar. Cuando Emma llevaba mucho tiempo sin alzarse del suelo, sentía una opresión en el pecho que solo podía ser remediada por el mismo mal que la había causado. Pero nunca Emma se lo dijo a nadie. Cada cual tenía sus necesidades, pensaba. No obstante, si se lo hubiera comentado a alguien, probablemente la hubieran mirado extraño, y ya era demasiado extraña para los demás como para añadir más cosas a la lista. De todas formas, Emma se sentía viva en ese momento, llena de fuerza, de energía y ganas. Aspiró profundamente el aire que la rodeaba y lo soltó de golpe, eufórica. Habría preferido estar sola en la escoba y poder montar a su antojo, pero estar ya en el aire la resultaba suficiente. Cómo lo había echado de menos...

El viaje duró unos buenos tres cuartos de hora, pero a Emma le pareció un instante, que había sido mecido y arrastrado por la misma corriente de viento contra la que debieron luchar para poder avanzar. Se esfumó el instante y llegaron por fin a la magestuosa entrada a Eythera, aunque a Emma, ciertamente, le hubiera encantado que el viaje continuase (en escoba, por supuesto, nada de más autobuses mágicos). Pero aún así, aquello que se mostraba ante sus ojos era impresionante. Se trataba de unas vistas bellas por su extrañeza. Los árboles se camuflaban entre altos, y densos, y oscuros arbustos, que a su vez se difuminaban con una suave niebla causada por unas nubes demasiado bajas, que casi llegaban a tocar el suelo. Por ello, apenas se podía distinguir allí donde estos acababan. En medio de la niebla, protegida por esta, y cortando la fila de arbustos, que hacían de muro, se encontraba una puerta. No una puerta de madera o metal de acero, si no una puerta con verjas y detalles, pero no por ello menos segura que si hubiese sido de otra forma o material. La puerta estaba protegida, debía estarlo, pues en su interior albergaba la maravillosa escuela de Eythera. Un hechizo como escudo y la misma niebla con propiedades mágicas llevaban a cabo la labor de mantener seguro aquello que se encontraba al otro lado de esta. Gale avanzó hacia la barrera de nubes y dibujó un extraño símbolo, que sirvió de llave para abrir el inexistente candado que mantenía la puerta cerrada. Un suave tintineo avisó del movimiento, y la niebla trazó un camino entre ella, dividiéndose en dos y permitiendo el paso. La puerta también se abrió, dándoles la bienvenida.
-Seguidme, os conduciré hasta la escuela. Yimbo se quedará aquí, esperando a que los demás cursos traspasen la puerta. Una vez todos estén dentro, Yimbo volverá a cerrarla y se reunirá con nosotros. Ahora, en orden, por favor, venid conmigo.

Durante la marcha por el camino entre el bosque, sorteando las ramas, Gale se acercó a los cuatro alumnos que cerraban la comitiva. Su expresión severa y su postura imponente hicieron a los chicos dar un paso hacia atrás cuando este se les acercó. No puso buena cara cuando dijo:
-Vosotros tres, sois unos irresponsables.- sentenció, señalando con el dedo a Arthur, Leyla y Emma.- Estuvimos realmente preocupados cuando no aparecisteis en el autobús mágico. ¿A quién se le ocurre? De no ser por Timmy, ni siquiera sabríamos dónde estabais y qué había sido de vosotros. ¿En qué estabais pensando? ¿Por qué demonios perdisteis el autobús mágico?
Los tres agacharon la cabeza.
-No encontramos el camino.- respondió Arthur, avergonzado.
Gale frunció el ceño y suspiró.
-No creáis que os podéis librar de vuestros errores tan fácilmente.- dijo.- Al menos tuvisteis la prudencia de meteros en el de cuarto y no quedaros en tierra...
El chico rubio que le acompañaba, compañero de Arthur durante el vuelo, que hasta ahora había estado en completo silencio, soltó una carcajada inevitable cuando oyó esto.
-¿Os habéis metido en el autobús mágico de los de cuarto? Debéis estar locos.- afirmó, sorprendido.
Leyla bufó.
-Pensamos que era el de primero.- contestó.
-Lo dirás por ti.- murmuró Emma, que sabía dónde se habían metido desde el principio, e intentó avisarles.
-Como sea.- cortó Gale.- El hecho es que habéis sido muy imprudentes e inmaduros. Demonios, estábamos preocupados. Los de primero siempre causáis problemas.- afirmó Gale.- Bueno, seguid adelante, esta será la última vez que os pasemos una.- avisó.
Los cuatro se dispusieron a obedecerle, excepto Emma, que fue de improvisto retenida por Gale.
-Tú deberás acompañarme cuando lleguemos. Yimbo acompañará a los demás de primero.
Emma le miró interrogante, pero no dijo nada.

Sin decir una palabra, en un silencio que era difícil romper, Emma siguió a aquel hombre por grandes y estrechos pasillos, por largas y cortas escaleras, hasta que por fin llegaron ante una mediana puerta de madera de caoba, en la que estaba tallado el mismo símbolo que aparecía en la inscripción a la escuela. Emmaa se preguntó que significaría, porque estaba claro que era el emblema de Eythera. El hombre de negro golpeó la puerta suavemente, que se abrió lentamente, permitiéndoles el paso. El despacho era un lugar acogedor, al parecer de Emma. Las paredes estaban cubiertas de sedosas cortinas rojas que conjuntaban con la almohadillada alfombra granate que yacía bajo sus pies. Un pequeño ventanal, tras el escritorio, aportaba la cantidad suficiente de luz a la estancia. Emma se fijó en las tres inmensas estanterías, colocadas al azar en torno a la sala, que sin embargo no era muy grande. Pequeños tiestos de curiosas plantas se esparcían por las esquinas, con la excepción de una aterciopelada flor naranja que reposaba sobre el magnífico escritorio, junto a un tarro de tinta y una pluma violeta. Al pasear la mirada por el tablero de la mesa, sus ojos se encontraron con los rasgados ojos azules de un gato blanco que descansaba sobre él. Con su maullido, la butaca del escritorio, hasta ahora dada la vuelta, se volvió hacia ellos, dando a conocer a una imponente mujer de cabellos rojizos, recogidos en un moño sobre su cabeza. Con los ojos semejantes a los del gato que le había advertido de su llegada, de un color verde oscuro, y con los labios finos y rosáceos, la mujer mostraba un aspecto merecedor de respeto, e incluso temor. Se irguió sobre su asiento y se inclinó hacia delante, frunciendo el ceño.
-Siempre tú.- dijo solamente, clavando la mirada en Emma.- ¿Por qué tuve que tener una hija tan problemática?- se lamentó, entornado los ojos.
Emma sintió la sorprendida mirada de Gale fijarse en ella. Se retorció las manos lentamente, e intentó parecer arrepentida.

-Hola, mamá.

Bueno, hasta aquí por hoy. Muuchas gracias por leer. ¿Algún comentario? ¿Algo que queráis saber? ¿Algo que deba cambiar?

"Para personas con vidas interminables".
Un saludo, Madam Negrere*°ฯ·

PD: ¿Os molestan las fotos?

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