DINAH.
Camille ahora era solo cenizas. Con mi mano apuntando a las cenizas las levante y las lancé al pequeño lago que estaba cerca, para asegurarme que nadie encontrara sus restos.
Cuando ya habíamos entrado al Instituto, Marysse se acercó a nosotros y traía un papel en la mano. Me entregó lo que parecía ser una carta.
Marysse: Es de tu padre.
Le di las gracias y me dispuse a leer la carta:
Querida Dinah:
Lamento no poder decirte esto en persona, pero, como ya has podido ver, soy un cobarde.
Valentine me contactó ayer. Tenía información que, según él, era importante para ti y para mí. Al principio me decidí por no escucharlo, pero cuando comenzó a hablar opté por ponerle un poco de atención. Cuando terminó de hablar yo quedé impactado, no creía todo lo que me decía.
En este momento debes estar pensando en que me habrá dicho, estoy seguro que ninguna de tus opciones se acerca ni un poco a lo que realmente me dijo.
Me dijo que tu madre sigue viva, Dinah. La mujer que te trajo a este mundo, la mujer a la que siempre he amado, la mujer que te cuido con tanto cariño, sigue viva. Valentine me dijo que tu madre nos esta buscando.
Como dije antes, soy un cobarde, porque tengo miedo que tu madre nos encuentre y vea el hombre en el que me he convertido.
Me convertí en un hombre egoísta que solo busca el bien propio y deja de lado a los demás.
Espero que me perdones algún día por lo que acabo de hacer. En mi habitación me encontrarás junto con una manera de hallar a tu madre.
Me despido, sabiendo que no será para siempre.
Con amor, tu padre.
Releí la nota varias veces, no entendía lo que mi padre decía al final. Le mostré la nota a los demás, creí que encontraría a mi padre en su habitación, así que, junto con los chicos, me dirigí hacia allá. La puerta estaba cerrada, cuando la abrimos lo único que vi fue a mi padre, tirado en el piso y bañado en sangre, tenía su cuchillo serafín enterrado en él corazón.