gone; camren

Від laurensillage

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¿Cómo se sentiría ser libre? Secuela: https://www.wattpad.com/story/75704519-here-camren Більше

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Girls Do It Better
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo Final

Capítulo 23

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LAUREN

Desperté, sintiéndome mareada y miré a mi alrededor, para encontrarme con las paredes blancas de la pequeña habitación en la que estaba. Después de hablar con las chicas, había tenido dolor de cabeza y me sentía débil, una enfermera vino a revisarme y al parecer mi tensión estaba baja. Me sugirieron mantenerme en observación por veinticuatro horas hasta que se normalizara, y luego de eso caí en un profundo sueño.

No sabía la hora porque no tenía ni teléfono ni reloj, las persianas de mi habitación estaban bajas y no permitían el paso de luz solar. Quería levantarme, pero el solo mover mis ojos alrededor de la habitación me hacía doler la cabeza, así que descarté la idea. En algún momento alguien entraría a revisarme y notarían que estaba despierta.

Al parecer la suerte estaba de mi lado, porque escuché como la puerta se abría y alguien caminaba hasta donde estaba mi cama. Encendió la luz y asomó su cabeza, para verificar si estaba despierta. Una cabellera castaña se hizo presente y la reconocí sin dudar.

— ¿Qué haces aquí? — Pregunté, viendo como ella caminaba por toda la habitación hasta llegar a mi cama y comenzó a acariciar mi mejilla con la yema de sus dedos.

— Vine a verte.

— ¿Y eso por qué?

— Porque me preocupo por ti, Lauren. Sé que te he hecho mucho daño en las últimas semanas, pero esa nunca fue mi intención.

Se sentó en mi cama y fijó sus ojos en los míos, acarició mi mandíbula, mi mejilla, mi párpado y finalmente mi cabello.

— ¿Crees que puedes venir aquí y que yo voy a olvidar todo lo que ha pasado? — Cuestioné con amargura, retirando su mano de mi cabello.

— No es lo que pretendo, Lau... Solo quiero que me dejes explicarte.

— No quiero escuchar tus excusas, no me importan.

¿Quién se creía que era para llegar así de la nada, como si las últimas semanas nunca hubiesen existido?

— Lo siento, de verdad. Siento haberte causado tanto daño y hacerte pelear con las chicas por mi culpa, siento haberte puesto en esta situación por semanas y que hayas terminado aquí, en la cama de un hospital... En serio lo lamento y espero que algún día puedas perdonarme.

— No quiero escuchar tus excusas— repetí.

Ella se acercó a mi rostro, hasta que nuestras respiraciones se mezclaban. Pasó su pulgar por mi labio inferior, mirándome a los ojos y causando cientos de sensaciones en mí. Después de lo que pareció ser una eternidad, unió nuestros labios en un beso lento, acariciando mi mejilla y prolongando el contacto por el mayor tiempo posible. Sus labios encajaban en los míos de manera perfecta, como si fuésemos una sola. El beso era simplemente perfecto.

— ¿Sophie?

Nos separamos al escuchar una voz que podría reconocer a kilómetros.

— Camz...— murmuré, creyendo estar en medio de una fantasía.

Camila había vuelto.

— ¿Qué significa esto? — Preguntó mi prometida, cruzando los brazos a la altura de su pecho.

— Hola, Camila, ¿cómo te fue? ¿Disfrutaste tu viaje? — Le preguntó Sophie de manera inocente.

— ¿Qué significa esto? — Repitió Camila.

— ¿Aun no lo sabe? — Sophie se volteó a mirarme con una sonrisa triunfante en su rostro.

— ¿Qué debería saber, Lauren?

Miré a ambas chicas nerviosa, tratando de procesar lo que había pasado en los últimos cinco minutos.

— Sophie y yo nos besamos— balbuceé, pensando que lo mejor era que Camila se enterara de eso lo más pronto posible.

— No, mi amor, eso no.... Cuéntale lo otro.

— ¿De qué estás hablando, Sophie?— Espeté, irritada por el teatro que estaba armando.

— Ugh, parece que las medicinas te ponen medio estúpida. — Sophie dirigió su mirada hacia Camila, quien nos miraba a ambas impaciente—. Lauren y yo estamos juntas.

— ¿De qué estás hablando? — Preguntó Camila con sorpresa.

— Desde que te fuiste las cosas han cambiado, Camz— respondió Sophie—. ¿O pensabas que al llegar todo estaría tal y como lo dejaste, que todos te esperarían con los brazos abiertos?

— ¿Podrías dejarme a solas con mi novia? — Pidió Camila, o más bien exhortó.

— Cualquier cosa que tengas que decirle puedes hacerlo conmigo aquí, entre Lauren y yo no hay secretos— repuso Sophie.

Traté de hablar, de decir algo, de defenderme y hacerle saber a Camila que lo que Sophie decía era mentira pero no podía vocalizar ni un simple sonido. Parecía que yo solo era un espectador de aquella discusión, sin voz ni voto para opinar.

— Cuando te conocí no parecías tan insoportable— comentó Camila—. Ahora, ¿puedes salir un momento o tengo que sacarte yo?

Sophie ni se inmutó ni se movió. Mantuvo su mirada fija, con una postura desafiante. Casi pude ver como los dientes de Camila rechinaban. Si, estaba enojada.

Camila se acercó a Sophie y la tomó del brazo, arrastrándola hacia la puerta. Pero Sophie la detuvo antes de que pudiera sacarla y la empujó, mi novia tomó eso como una declaración de guerra y se arrojó encima de ella. No podía ver muy bien desde mi posición en la cama, pero con el paso de los segundos mi visión se hacía más y más borrosa hasta que todo quedó negro.

— Hey, Jauregui... Despierta, vamos.

Miré a mi alrededor atemorizada, y a mi lado se encontraba Dinah sonriendo, del otro lado de la habitación estaban las chicas y mis padres. Pero faltaba alguien.

— ¿Dónde está Camila? — Pregunté.

— ¿Camila? ¿De qué estás hablando? — Preguntó Dinah, con el ceño fruncido y mirándome confundida.

— Camila vino a verme, estaba aquí... Sophie también, pregúntenle a ella.

Todos me miraban como si estuviese loca, y tal vez lo estaba pero podría jurar que Camila había estado en mi habitación junto a Sophie.

— No he salido de tu habitación en todo el día, Lau. Y Camila no ha venido, lo siento— se disculpó Dinah.

Todo se había sentido tan real, que hubiese podido apostar mi vida a que yo no lo había imaginado. Pero la realidad es que Camila no había vuelto y la pesadilla apenas empezaba.

— Fue un sueño— trató de remendar Ally. Suspiré cansada, por todo lo que había pasado en las últimas semanas y como ya me estaba afectando.

Estuve en observación hasta que los doctores decidieron que yo estaba totalmente recuperada. Me recomendaron evitar el estrés e ingerir más nutrientes.

Al salir, le pedí a Dinah que me llevara a la comisaría. Desde que desperté había tomado una decisión y si los policías inútiles no iban a hacer nada, entonces necesitábamos buscar a otras personas que si fuesen competentes. No me importaba si teníamos que recurrir a la CIA o al FBI, pero yo no me iba a rendir hasta encontrar a Camila.

Y si ella no quería estar a mi lado, lo aceptaría, porque yo no era nadie para exigirle nada. Simplemente necesitaba escucharlo salir de sus labios, saber que ella estaría bien sin mí y que esto era lo que quería.

Entré a la oficina del sargento como si fuese dueña y señora de aquel lugar, y aunque sabía que estaba mal, mi ira era más grande y ya me había cansado de que todo lo que hicieran fuese mirarse las caras y decirnos 'nuestro equipo está haciendo todo lo que está en sus manos para encontrarla'. Maldito equipo que se podía meter sus manos en donde quisieran, yo necesitaba encontrar a Camila.

— ¿Tiene alguna cita? — Preguntó la secretaria del sargento entrando a la oficina.

— ¿Dónde está su jefe?

— En una reunión, señorita. ¿Tiene alguna cita? — Repitió.

La ignoré y salí de la oficina. Busqué la sala de reuniones, la que sabía dónde quedaba porque ahí nos citaban para darnos las "noticias" que tenían de Camila.

Escuchaba voces dentro del lugar y a Dinah llamándome, pero no me importaba nada ni nadie en ese momento. Abrí la puerta, encontrándome a varios hombres sentados alrededor de una mesa en lo que parecía ser una conversación importante.

— Necesito hablar con el sargento de este departamento— espeté, mirando a cada uno de los hombres con furia.

— Me gustaría atenderla, señorita, pero estoy ocupado— dijo un hombre bajo y canoso con arrogancia—. ¿Le importaría esperarme en mi oficina en lo que termino esta reunión?

— Ocupado mi culo. — El hombre me miró con sorpresa, al igual que todos los demás presentes—. Necesito hablar con usted en este momento.

— Acabo de decirle que estoy ocupado, señorita.

— ¡Me importa una mierda lo que esté haciendo!

Hasta yo me sorprendí por la manera en la que hablaba, como si las palabras no pasaran por mi cerebro antes de vocalizarlas. Pero no me sentía mal o culpable por hablarle así a aquel hombre, tal vez si él hiciera mejor su trabajo yo no estaría tan enojada.

— Voy a pedirle que se retire si no quiere que llame a un oficial— repuso, hablando con cautela y de manera lenta.

— No me voy a retirar de este lugar hasta que hable con usted.

Alguien abrió la puerta y de reojo pude ver a Dinah junto a un policía. El sargento le hizo señas al uniformado, quien se acercó a mí y trató de agarrar mi brazo.

— ¡No me toque! — Le advertí—. Ni se le ocurra hacerlo si no quiere que lo denuncie por acoso.

El policía se alejó con miedo de mí, y miró al sargento buscando orientación sobre su próximo movimiento. Dinah se colocó a mi lado y tomó mi mano para intentar calmarme, pero yo estaba por explotar y su toque solo me hacía arder más.

— Parece que la reunión ha llegado a su fin— comenté con amargura—. ¿Les molestaría retirarse mientras hablo con el sargento?

— Necesito que me acompañe, señorita— me pidió el policía.

— No voy a irme hasta que hable con el incompetente a cargo de este departamento. Y ni se le ocurra tocarme— dije, con voz firme.

— Queda arrestada por causar disturbios en una institución pública. — El policía se acercó a mi espalda y esposó mis manos—. Tiene derecho a un abogado, si no posee los recursos el estado le asignará uno de manera gratuita, puede realizar una llamada y tiene derecho a permanecer en silencio, todo lo que diga puede ser utilizado en su contra frente a un juez.

Miré a Dinah, quien estaba asustada y petrificada en su sitio, mientras yo evitaba que el uniformado me tocara. Sabía que en ese estado cualquier persona que estuviese cerca de mi podría ser potencialmente lastimado, sin importar que mis manos estuviesen esposadas.

Y dentro de mi irracionalidad pensé que tal vez esta no había sido una buena idea. 

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