Percy p.o.v
Era un día normal en el campamento mestizo, todos estaban saliendo tranquilamente de las cabañas para dirigirse al comedor, pero en un momento vi a los Stoll correr, nerviosos, pero no le di importancia.
— Hey, Percy — Me saludó Travis muy nervioso.
—Hola chicos— Saludé.
—Amigo, ¿sabes que te queremos?— Preguntó Connor.
— ¿Qué es lo que hicieron? — Pregunté un poco preocupado.
—Nada — Me contestaron los dos al mismo tiempo.
—Sólo recuerda... — Empezó Travis.
—Qué nuestras bromas siempre son inofensivas y las hacemos sin querer ver sufrir a alguien — Terminó Connor.
Y con eso se fueron corriendo.
Me quedé muy confundido, pero bueno, los Stoll pueden ser raros a veces.
Le resto importancia y hago mi camino hacia la cabaña de Atenea para ir por Annabeth, ya que se hizo una costumbre que pasara por ella para ir a desayunar.
Cuando estoy a punto de abrir la puerta, ésta se abre primero y algo cayó sobre mi, mejor digo, alguien cayó sobre mí.
— ¡Percy! — Reconocí la voz como la de Annabeth.
— ¿Annabeth? ¿Estas bien? ¿Pasa algo? — Pregunté, ya que se veía algo pálida.
Segundos después todos sus hermanos salían gritando y corriendo fuera de la cabaña.
Los Stoll.
—Yo... Ara.... Hay... La Cabaña... Muchas — Me dijo Annabeth sin decir algo coherente.
— Listilla, cálmate.
Respiró, y me miró con esos hermosos ojos grises, que ahora, emitían miedo.
—¡Arañas! — Gritó y me abrazó, enterrando su cabeza en mi cuello.
Ahora todo tenía sentido.
—Listilla, espera aquí, ¿De acuerdo? Déjame arreglar esto— La tomé del mentón y le di un dulce beso.
Asintió y entre a la cabaña.
Y vi tres pequeñas arañitas en la pared, pero para un hijo de Atenea, supongo que veían a las arañas cómo arañas mutantes de tres metros aunque fueran de tres centímetros.
Me reí imaginando eso.
Las tomé con un papel y las saqué.
Siendo así, el héroe de la cabaña de Atenea (ganándome puntos con mis cuñados y cuñadas) y mejor aún, siendo el héroe de mi listilla.
Aunque esto no se quedará así, los Stoll pagarán por esto.