Gerard ・ frerard

By killyourselff

44.4K 5.5K 3.4K

|Mpreg| Un experimento realizado en la segunda mitad de los años 80 se hace conocido cuando descubren a un p... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Epílogo

Capítulo 19 (final)

1.9K 247 109
By killyourselff

La luz me cegó en cuanto abrí los ojos. Mis párpados perezosos revolotearon en un triste intento por acostumbrarse a la claridad, y pocos segundos después finalmente lo logré. Después de dieciséis horas durmiendo era difícil volver al mundo real. A juzgar por la oscuridad del cielo era bastante tarde, o bastante temprano. Pero pocos minutos después de haber fijado la vista a la ventana unas solitarias gotas de lluvia comenzaron a golpear el enorme ventanal, y un rato después se multiplicaron cuantiosamente.

Noviembre... noviembre... lastípicas lluvias de noviembre...

Suspiré y regresé la vista al interior de la habitación. Al parecer habían tenido bastante movimiento mientras y dormía, porque había globos por todos lados, y más equipaje y una gaseosa a medio terminar. Regresando a mí, ya no tenía absolutamente nada conectado a mi cuerpo, y me habían regresado mi cómodo pijama de algodón. Lo cual era grandioso porque mi trasero estaba resguardado dentro de la tela. Inmediatamente una de mis manos alzó las mantas y fue a posarse en mi abdomen. Seguía hinchado y adolorido, pero la enfermera había dicho que era totalmente normal, y que con el paso de los días iba a disiparse. Que todo había salido perfecto, que no había absolutamente nada por qué temer.

No pude evitar suspirar de nueva cuenta. Todavía recordaba vívidamente las lágrimas de Frank al ver a nuestra hija, la emoción tan palpable en él resultaba totalmente embriagante. Meses atrás jamás hubiese pensado que algo así fuese a tener un desenlace de cuento de hadas... pero ahí estábamos los dos, abrazando a nuestra recién nacida, llorando de emoción.

Pero ella estaba lejos ahora, y también lo estaba Frank.

Cerré mis ojos intentando volver a dormir, con el ahora continuo ruido de la lluvia como música de fondo, pero en cuanto comencé a flotar entre las nubes de algodón de azúcar alguien abrió la puerta y me trajo bruscamente de regreso al mundo real. Me alcé con la intensión de quejarme ante cualquier enfermera que fuese a molestarme, pero no se trataba de una enfermera.

Era Frank.

— Pensé que no despertarías nunca —suspiró él—, estuve pegado a tu toda la mañana esperando a que despertaras pero me fui cinco minutos a comer algo y se te ocurre abrir esos ojos. Eres un tirano.

Su rostro lucía ofuscado, pero era obvio que no era real. Ese brillo en sus ojos y la fácil sonrisa en su rostro daban por hecho que había comenzado un ciclo totalmente nuevo en su vida, porque si bien seguía siendo el hombre que yo había conocido, había algo totalmente nuevo en él. Y era totalmente asombroso.

— ¿La viste? —pregunté, no era necesario especificar. Él sabía de qué hablaba. Y asintió, pero las palabras se tardaron en salir. Hizo el camino hacia mi cama, con un gesto me pidió un espacio en la cama y luego de quitarse el calzado se acostó junto a mí, con la cabeza recargada en uno de mis hombros.

— Me dejaron estar un rato con ella —dijo con voz bajita—. No sé tomar bebés, ¿sabes? —rió— Pero en cuanto la tuve en mis brazos fue como... como si tuviese toda la experiencia del mundo. Ella estaba durmiendo, su piel es tan pálida como la tuya y la vistieron con ese trajecito café así que luce como un oso bebé y es adorable. Creo que hace las mismas muecas que tú cuando estás a punto de despertar, aunque no es muy parlanchina.

— Nació ayer —reí—, dale algo de tiempo.

— Iban a traerla hace un rato, para enseñarte a preparar su biberón y a darle de comer y todo eso. Pero estabas durmiendo... si quieres puedo ir y pedir que la traigan ahora.

Yo negué.

— Quiero estar contigo un rato... te extrañé, ¿Sabes?

— Estuve contigo todo el tiempo, Gee —suspiró él—. Pero igual te extrañé. No es lo mismo cuando estás durmiendo, tampoco eres muy parlanchín. Por cierto, los chicos casi fueron sacados con los guardias de seguridad porque alguien se enteró de que Emily era nuestra hija y estaban tomándole fotos a través del cristal de la guardería y Lindsey se puso como loca y lanzó la costosa cámara de uno de los periodistas al piso y luego hubieron gritos y despertaron casi todos los bebés e incluso James se puso a pelear. Fue bastante pintoresco de ver. Pero los chicos estaban cansados así que después de verte a ti y de ver a Emily se fueron a casa, sólo estamos nosotros dos ahora.

No pude evitar reír al imaginar la escena, era totalmente fácil visualizar a Lindsey golpeando a alguien para proteger a su ahijada. Dejé salir un suspiro cuando las risas se extinguieron y giré sobre la cama, poco a poco, para encontrarme adecuadamente con Frank.

— ¿Sabes? —pregunté, él respondió con un 'mhm?'— Creo que cuando Emily esté durmiendo tendremos que salir a correr. Una hora o dos todos los días. No quiero quedar gordo.

— No vas a quedar gordo —bufó él—, y si quedas gordo da igual. Se viene el invierno... no pasarás frío.

Su risa era tan estridente que no pude evitar reír también. Y eventualmente decidí que estaba lo suficientemente despierto como para poder poner atención a algo que no fuese él. Le pedí que fuese a buscar a la enfermera mientras me sentaba sobre la cama y bebía un vaso de agua. Dentro estaba tan cálido que resultaba totalmente extraño ver la, ahora torrencial lluvia detrás del cristal. Poco después Frank regresó a mí, y detrás de él entró una enfermera con un pequeño carrito junto a ella. Lo central eran sólo tres cosas. Y el biberón estaba en el centro. Explicó como si se tratara de la cosa más difícil del mundo cuantas raciones de leche se necesitaban para el biberón perfecto. Dijo como conocer la temperatura, y nos mostró también la posición del biberón contra el bebé. Y cuando ya no quedó nada más que aprender anunció que debíamos ponerlo en práctica porque habían pasado casi tres horas desde la última vez que habían alimentado a Emily, y ya era hora del siguiente biberón.

Mis manos temblaban como si se tratara de una primera cita totalmente importante. El nerviosismo era palpable, realmente iba a ser mi primer encuentro con ella y quería darle una buena impresión. Los minutos que habíamos compartido en cuanto ella salió de mi cuerpo eran ya un sueño difuso, ambos estábamos sucios y conectados por un cordón, lo cual resultaba totalmente raro ahora. Pero había sido así, Frank era testigo.

Tomó mi mano en cuanto notó la inusual palidez en mi rostro, y la acarició suavemente.

— Serás el mejor padre del mundo —dijo para que sólo yo pudiera escucharlo—, no tengas miedo.

— ¿Y si no le gusto? —pregunté infantilmente.

— Entonces pediremos que la cambien por otra —respondió, y tardé en secundar su risa porque realmente me lo había creído. Él se acercó a mí besó la comisura de mis labios, y luego besó mi frente—. Todo estará bien, no temas.

Un nuevo beso estaba teniendo lugar sobre mi cansada frente cuando la puerta volvió a abrirse. Se trataba de la misma enfermera y traía un bulto en sus brazos. Emily estaba despierta, y estaba debatiéndose contra la manta que tan celosamente la había envuelto para evitar el frío. Pero la enfermera la acercó a mí y con la poca experiencia que tenía la acomodé en mi regazo. Sus ojos se posaron en los míos y de pronto sólo existíamos nosotros, y Frank a nuestro lado. El color seguía siendo gris, su nariz seguía siendo diminuta y sus labios revelaban unas encías vacías. Pero era la personita más hermosa que alguna vez había visto. Sus labios se curvaron en una fugaz sonrisa, y luego, tan rápido como eso llegó, su rostro se volvió rojo y un estridente llanto invadió la habitación.

Fue Frank quién me dio el biberón, y haciendo uso de los pocos conocimientos que tenía se lo di. Ella volvió a mirarme cuando sus labios lo atraparon, una de sus manos se alzó para atrapar uno de los tatuados dedos de su otro padre. Y se quedó mirándonos con sus grandes ojos grises hasta que el cansancio la venció. El biberón con la mitad de su contenido regresó a la mesita de noche, la enfermera nos dejó solos, y Emily se quedó dormida entre mis brazos.

— Ven acá —suspiré mirando a Frank. El cálido cuerpo de nuestra hija me transmitía una calma que nunca antes sentí. Una sensación totalmente nueva a la que no tardaría en acostumbrarme. Resultaba incluso ridículo pensar que esa hermosa criatura había sido concebida al azar. Pero ahí estaba, y yo no era quién para cuestionar al destino.

— Es pequeñísima —murmuró Frank, y en cuanto tomó una posición cómoda sus brazos me la pidieron. Aunque no quería despegarme de ella se la di, y sus ojos ni siquiera se abrieron cuando pasó a ser sostenida por él. Ahora era yo quién tenía el cuerpo recargado en el suyo, el cansancio era tan grande pero no quería volver a las nubes de algodón de azúcar. Estar despierto era mil veces mejor que estar dormido.

— No puedo creer que Emily ya está aquí —dije en un susurro—, no creí estar preparado... pero parece que lo estaba.

— Acabo de pensar en algo —Frank dijo de pronto, yo alcé la mirada a su rostro, interrogándolo con mis cejas alzadas—. Deberíamos esperar a que aprenda a caminar. Imagínala con un vestido blanco. Se verá hermosa.

— ¿Para qué? —ladeé el rostro, totalmente ajeno a la imagen que él visualizaba.

— Para casarnos, Gee —rió entre dientes. Emily se removió entre sus brazos y él la calmó meciéndola lentamente. Yo sonreí entonces, y me alcé para besar sus labios.

— Entonces tengo un año y medio para ponerme en forma —le guiñé un ojo—, te sacaré suspiros.

— Ya lo haces —respondió con toda la naturalidad del mundo y mi rostro se encendió totalmente. Era un comentario al azar, una tontería, no algo para que respondiera de ése modo— Cuando te sonrojas son suspiros dobles —agregó con tono risueño, y sólo pude inflar mis mejillas, intentando relajar las sensaciones al interior de mi pecho.

Ambos nos quedamos durante unos largos instantes admirándola dormir en total silencio, no era necesario hablar de todos modos, e individualmente queríamos dejarla en total clama mientras descansaba. Pero fuimos interrumpidos por una de las enfermeras y a pesar de nuestras quejas la regresó a su cuna. Nos quedamos solos entonces, y sus brazos se cerraron en torno a mi cuerpo. Yo lo abracé celosamente contra mi cuerpo y lo sentí normalizar su respiración. Era totalmente obvio que estaba cansado, seguramente no había dormido nada en lo absoluto mientras yo invernaba en la seguridad de mi cama de hospital. Cerré mis ojos también y comencé a acariciar sus cabellos, poco después una canción de cuna llegó a mi mente y de forma totalmente inconsciente empecé a tararearle para él.

— Emily está al final del pasillo, con los demás bebés —dijo con la voz amortiguada, soltando una estridente risita muy propia de él. Y mi rostro volvió a encenderse, era totalmente estúpido ruborizarme sólo por palabras—. Pero continúa, me gusta.

— Cállate —reí entre dientes.

Con movimientos suaves se removió entre mis brazos y alzó la mirada, sus ojos se pegaron a los míos y me perdí en el color de ellos. Había tantos tonos de verde que resultaban increíblemente embriagantes, aunque a decir verdad todo en él lo era.

— Te amo —suspiró sin previo aviso.

Era la primera vez que esa frase emergía de sus labios, había sido él el primero en darle palabras a lo que sentíamos. Y era claro que yo también lo sentía, totalmente obvio a la vista de cualquiera. Mi corazón se aceleró inmediatamente y aunque mi cabeza estaba repartiéndose en mil líneas de pensamiento diferentes, había una sola que debía seguir. Y fue la que le dio vida a mi respuesta.

— Y yo te amo a ti —dije con absoluta sinceridad.

— Y no desearía esto con nadie más. No hay absolutamente nadie, ni en mi pasado, ni en mi presente, ni lo habrá en el futuro, que pueda quitarme lo que siento por ti. Eres, realmente eres un maldito rayo de sol en medio de mi vida y has marcado tu presencia de forma tan notoria. No recuerdo cómo eran mis días antes de que llegaran, y no quiero imaginarlos siquiera. Esa no era una vida, no realmente. Me haces absolutamente feliz, Gerard. Mi vida entera gira en torno a ti y ni siquiera me da vergüenza admitirlo. Me has convertido en un ser irremediablemente enamorado de ti, y me encanta. Me encantas. Y no puedo esperar a llegar a casa y comenzar nuestra vida como una familia.

Dejé escapar un suspiro que sabía que estaba conteniendo cuando él terminó de hablar. Su imagen era borrosa, pero posiblemente era a mis ojos empañados. Y absolutamente nada salió de mis labios, me había quedado sin palabras y mi elocuencia se había ido al carajo. Él sólo rió ante mi aspecto de pez, y luego volvió a besar mis labios. Cerré los ojos y él hizo lo mismo, sentí su cálido suspiro contra mi mejilla y luego un nuevo 'te amo' tuvo lugar entre nosotros. Dejé ir un suspiro nuevamente y nos quedamos en silencio durante largos instantes.

— Te amo —murmuré, pero él no respondió. Ahora sí estaba durmiendo. Sonreí levemente y besé la comisura de sus labios, me acomodé contra su cuerpo y volví a cerrar los ojos, dejando que el sueño me invadiera al igual que a él.

Cuando despertáramos nuestra nueva vida como padres comenzaría. 









NOTA: Yup, es el final de esta historia. Tengo el epílogo listo así que lo subiré mañana, supongo. Y eso. Gracias por leer esta historia. Las tkm. <3

Continue Reading

You'll Also Like

163K 4.4K 30
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
162K 7.5K 53
Tu cuerpo esa palabra resonaba n mi cabeza tu cuerpo algo que nunca e tocado,sentido o acariciado tu cuerpo que hace que me vuelva loco con sólo pens...
830K 123K 101
Toda su vida fue visto de menos y tratado mal por las personas que decían ser su familia, estaba cansado de que todas las noches llorara por aunque s...
48 5 1
La historia comienza cuando dos personas que ni soñaban con conocerse, terminan encontrándose. Se conocen por casualidad que es como se suele conocer...