Había estado tan concentrado en Clary, que no me di cuenta cuando Alec desapareció. Debía ser un verdadero idiota, el único parabatai tan tonto como para no ver cuando su compañero se va, para colmo, mi runa estaba intacta, lo que, por lo menos, me decía que Alec estaba bien, o al menos, eso esperaba.
Ahora, todos estábamos en la biblioteca, gritándonos, puesto que ninguno había visto a Alec, o le había prestado atención. Yo ya me estaba hartando de escuchar esta discusión sin sentido, por lo que, me pare y en medio del caos, grite:-¡YA BASTA! ¡ESTO NO RESUELVE NADA!-
Todos pararon sorprendidos y me miraron.
-Tenemos que buscar a Alec, eso es lo primero, ya después veremos de quién fue la culpa, o por qué él nos abandono.-Dije decidido y todos estuvieron de acuerdo.
Poniéndonos en marcha, mi padre, Robert, llamo al cónclave para reportar la desaparición de su hijo, lo cual, nos servia bastante, ya que, ¿Quién se negaría ayudar, cuando se trataba del mismísimo hijo del Inquisidor?
Después de ello, empezamos a buscar a Alec por todos lados, y en medio de la búsqueda, descubrimos que Magnus había terminado con él, lo cual, nos dio un deje de culpa, ya que, ninguno lo había notado. Seguimos buscando, pero no lo encontramos.
Al mes siguiente, nos llegaron noticias de que Sebastián había atacado varios Institutos, y por ello, debíamos volver a Alacante, sin embargo, antes de irnos, dejamos a cargo a Magnus del rastreo de Alec.
En Alacante, no era una novedad la desaparición de Alec, todos intentaban ayudarnos, pero no conseguían nada. Una cantidad considerable de brujos intentaba rastrear a mi parabatai, sin embargo, sin éxito alguno, era como si de repente Alec se hubiese esfumado, aunque esta claro que eso es imposible, mi único anhelo, es que donde sea que este, este bien, y si alguien se atrevió a ponerle una mano encima, juro por el Ángel que lo lamentara.
Continuara...