—Bésame — dijo ella — Tom, bésame. — las manos de Brenda se aferraron a su rostro y comenzó a atraerlo hacia ella.
—No — dijo él, resistiéndose.
—¿Por qué? — preguntó.
—Tú no eres... Ella —la voz sonó distante, como un eco — Y nunca lo serás.
-Brenda y Thomas