Collage de sean O'Pry como Tyler Bradshaw(1).
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Capítulo 17: Abrazos
–¡Quiero uno de esos! –gimió Luke, mirando con añoranza los perritos a través de la ventana.
Caminábamos por la ciudad porque no había nada que hacer. –No eres lo suficientemente responsable. ¿Recuerdas por qué?
Goby fue el pez dorado de Luke en sexto grado. Lo ganó en la feria local un verano. Durante los primeros días, se encargó bien de él (por lo menos eso es lo que creo). Después, se aburrió de su nueva mascota y procastinaba el alimentarlo o cambiarle el agua.
–Tenía once –dijo despectivamente.
–Bien, ¿qué me dices de Doodles?
Doodles fue el hámster en sétimo año. Fue el regalo de cumpleaños de sus padres. Si no hubiera sido por ellos, Doodles hubiera muerto antes.
–Creí que habíamos acordado no hablar sobre él –murmuró, alejándose de la ventana.
–Está bien, alguien se puso sensible. El punto es que no eres lo suficiente maduro para una mascota, Luke.
–Suenas como mamá. Y además, han pasado como cinco años.
Negué con la cabeza. –Y todavía no has cambiado.
–No es cierto –dijo en desacuerdo–. Ahora tengo novia.
Mi corazón cayó. –¿Tienes novia?
–No reacciones tan sorprendida, Charlie. Eres tú.
Mi corazón hundido segundos antes se disparó hacia el espacio. Luke acababa de llamarme su novia. He esperado una eternidad por esto. –¿Estamos saliendo?
–Bueno, ¿no lo estamos? Me gustas, te gusto. Salgamos.
–¿Me estás pidiendo que salga contigo?
–Síp. ¿Serías mi novia, Charlie? ¿Esta vez de verdad?
Tan genial como sonaba, no podía decirle que sí. Aún tenía que cumplir con mi proyecto de último año. Todo el trabajo que he realizado se iría a la basura si le decía que sí. Todavía podía tratarlo como a los otros, ir a citas con él. No sería diferente si el Top Four no estaba involucrado.
–No puedo.
Su sonrisa con hoyuelos cayó. –¿Qué quieres decir con que no puedes?
–¿Podemos simplemente hacerlo de la forma tradicional?
–¿De la forma tradicional? –repitió.
–Vamos a citas antes de que me digas que formalicemos.
Él se rió. –¿Formalicemos?
–Sí.
–Está bien, si eso es lo que quieres.
Sonreí y asentí. –Lo es.
Caminamos por un rato. La nubes blancas y esponjosas dividían el brillante cielo azul como en las películas. –¿Oye, Luke?
–¿Sí?
–Me gustas.
–Bueno, yo te amo.
***
–No entiendo por qué no regresas a casa conmigo.
Me gustaba pasar tiempo con Tyler. Era el único momento que tenía con él, lo cual era vital si quería que se enamorara de mí.
–No me gusta.
–No tiene que gustarte. Solo acostúmbrate, Luke, por mí. Te veré en casa.
Nos abrazamos y me apresuré por el parqueo. Tyler se había convertido en mi nuevo transporte. Al principio, los viajes eran silenciosos pero creo que poco a poco lo hice abrirse conmigo. Nuestras primeras conversaciones eran de temas seguros como cosas favoritas y sobre la escuela. Ahora, la situación se tornaba algo más personal. Le hablé sobre mi vida cotidiana, aunque no dijo nada al respecto. Contribuía lo mínimo en nuestras conversaciones, lo suficiente para no hacerme sentir tan molesta.
Tyler me esperaba cerca de la puerta, justo como los otros días. Se enderezó al verme. –¿Lista? –Asentí y extendí mi brazo. Lo miró inexpresivo–. ¿Qué haces?
Mi sonrisa se borró y dejé caer el brazo. Agitando mi cabeza dije–: Nada.
Tyler me dio una mirada extraña, pero no dijo nada. Había cambiado la motocicleta por el auto porque: 1) la motocicleta me asustaba, y 2) el clima.
Caminamos hacia su auto, afortunadamente, no estaba tan lejos. –¿Cómo está Clementine? –pregunté, mirándolo.
Su rostro inmediatamente se iluminó al pensar en su perra –una de las pocas cosas que estaba dispuesto a compartir. Por lo emocionado que hablaba de ella, pude saber cuán especial era para él. Era tan dulce.
–Está bastante bien. Reventó su pelota así que tengo que ir a Walmart por una nueva. ¿No te importa?
Creo que es la primera vez que me pide permiso u opinión sobre algo. Su petición era tan adorable que no podría negarme, no lo haría.
Negué con la cabeza. –Para nada.
Se estacionó bastante cerca de la entrada, lo cual era extraño porque cuando veníamos era imposible encontrar un espacio cerca de la puerta.
–No me tomará mucho tiempo, a menos que la fila sea muy larga.
Asentí. –Bien.
–Oh, y no le abras a ningún extraño.
Rodé mis ojos e hice un sonido para que se fuera. –¿Te vas a ir?
Se rió por lo bajo. –Sí, ya me voy.
Suspiré y comencé a golpear con mis dedos el tablero sin saber realmente qué hacer. Era incómodo estar en el auto de alguien más cuando ese alguien no estaba en él. Revisé mi teléfono, no había llamadas perdidas ni mensajes de texto. Miré alrededor, mis dedos golpeando más rápido.
Mis ojos se dispararon hacia la guantera. ¿Sería muy malo si solo...? ¡No! Me prometí a mí misma que no sería una curiosa. Tomé una gran bocanada de aire, acomodándome en el asiento lo más lejos que podía para evitar la tentación.
Pero no funcionó como esperaba, porque un minuto después estaba sobre la caja abierta. Navegué entre el montón de papeles (como el seguro y eso) y mapas (creí que los chicos no usaban mapas), hasta que encontré algo interesante. Un pequeño paquete con un polvo blanco. No era una idiota, supe lo que era inmediatamente.
Me estremecí, devolviendo todo al cajón. Mi corazón corría y mi mente estaba llena de pensamientos. ¿Por qué había cocaína en el auto de Tyler? ¿Era suya? Por supuesto que era suya, estaba en su carro. Después de eso pensé en mi futuro en la prisión. ¿Qué si los policías encontraban mis huellas en la bolsa? Era demasiado joven e inocente para ir a prisión. ¿¿Por qué tengo que ser tan curiosa? De no ser por eso (y por mi falta de autocontrol), no estaría metida en este asunto.
¿Lo confrontaría al respecto? Si lo hacía, él podría preguntarse por qué estaba husmeando en sus cosas. Si no lo hacía, ¿quién sabe qué podría pasar? Podría ser arrestado y yo nunca lo vería de nuevo. Su vida estaría arruinada.
Hablando el diablo, Tyler tocó mi ventana, pidiéndome que la abriera. Presioné el botón junto a mi ventana y lo dejé entrar. Pensé que había tomado las llaves consigo.
–Lo sé –escupí. Me cubrí la boca rápidamente, regañándome. ¿Era muy tarde para arrepentirme?
Sus ojos azules se entrecerraron, incitándome a decirle. –¿Qué sabes?
–Vi las drogas, Tyler. –Síp, definitivamente tuve la oportunidad.
Su rostro perdió todo el color, dejando un blanco transparente. Sus labios eran una delgada y dura línea. Lucía aterrorizado. –Puedo explicarlo, Charlotte.
–¡Es ilegal, Tyler! Podrías meterme en grandes problemas por solo tener drogas ilícitas. –Dije lo último en voz baja–. No quiero que vayas a la cárcel.
–No voy a ninguna parte –dijo amablemente, colocando su mano con suavidad sobre la mía–. Solo déjame explicarlo, ¿sí?
Asentí. –Ok.
–Primero que todo, eso no es mío.
–¿De quién es?
Hizo una pausa antes de contestarme. –De mi papá... más o menos. Es lo que hace para vivir, vender drogas.
–¿Tú papá es un traficante? –pregunté por lo bajo, mis ojos muy abiertos.
Asintió. –Debió haber tomado mi auto para hacer alguna venta o recoger o algo.
–¿Y estás bien con eso?
–Claro que no, pero ¿qué puedo hacer? Él pone un techo sobre mi cabeza y comida en mi estómago.
–Sabes que estuve en problemas, ¿no?
Asentí levemente. –He escuchado los rumores.
–Estás asustada –comentó–. No maté a nadie o algo así, si es lo que estás pensando. Cuando tenía quince, mi papá me obligó a hacerle una entrega. Resulta que los policías estaban mirando. –Se rió amargamente.
–¿Él no te pega o sí?
Miró hacia su regazo, jugueteando con sus manos. –Pocas veces, pero sí pasa.
Mi corazón se calentó por él y lo abracé. –¿Se lo dijiste a alguien?
–Acabo de hacerlo.
–Sabes a lo que me refiero. ¿Se lo dijiste a la policía o algo?
Negó con la cabeza. –No pude, no puedo.
Tendría que haber alguien que le pusiera un fin a esto. –¿Dónde estaba tu mamá en todo esto?
Tan pronto como miré sus ojos, me arrepentí de mencionar el tema. Pude ver la cruda culpabilidad en su mirada. Era obvio que este era un tema sensible para él. A pesar de que no hubo lágrimas pude ver sus orbes azules convirtiéndose en cristal. Tyler, el chico malo, tenía un corazón, un alma, emociones reales.
–Ella... nos dejó.
–Tyler, lo siento tanto –dije, envolviéndolo en un abrazo. Le tomó un par de segundos devolverme el abrazo. Pero cuando lo hizo, juro que lo escuché ahogar un suspiro. Sus brazos me envolvieron, el calor radiando hacia mí. Solo quería sacar sus malos pensamientos para hacerlo sentir mejor.
–No es tu culpa –murmuró.
Nos separamos, un silencio tranquilo en el auto. –Tengo un pasado oscuro, Charlotte –dijo, rompiendo la barrera de silencio–. Tú...tú eres demasiado linda como para enredarte en esto. Te voy a seducir. Llamaré un taxi para que te lleve a casa. –Sacó su teléfono, listo para llamar.
Cubrí su teléfono. –Eso es ridículo, Ty. Yo... me siento segura contigo. –Y lo estaba. Él era mi protector, desde el incidente.
–Pero...
–No hay peros –dije con firmeza–. Deja de ser tan tonto.
Él se rió. –Soy todo menos tonto.
–Bien, porque Tyler Bradshaw siempre es un tipo serio.
–Por supuesto.
–Pero en serio, estaré aquí para ti, cuando sea. Llámame y estaré ahí.
–Gracias, Charlotte. Gracias por ser mi amiga y no tratar de meterte en mis pantalones.
Me reí. –Creo que acabas de intercambiar nuestros roles.
–Generalmente es la chica la que empieza todo cuando se trata de dormir con alguien.
–Yo no.
–No, tú no. Eres un caso especial. Sin embargo, me abrazaste primero.
Me sonrojé. –Te sentías triste.
–Excusas, excusas.
Sonreí, guardando este recuerdo para algún día triste. Me sentía rara cerca de Tyler –pero en un buen sentido. Yo era más aniñada, dulce y, me atrevo a decir, más feliz. Cuando estábamos juntos, él era el adulto que yo tenía que ser alrededor de otros. Era maduro. Y me gustaba. Nosotros funcionábamos.
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