❝ fly, louis!❞ (larry)

By tinylouismol

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"¡Vuela, louis!" Esta historia tiene como significado la pureza de los niños, que en este caso es representa... More

ଘ fly, louis! ଓ
ଘ ଓ
ଘ one ଓ
:-(
ଘ three ଓ
who's back again?
explicación + disculpas + muerte a jand por tardona zorra

ଘ two ଓ

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By tinylouismol




Es capítulo es dedicado con mucho amor para: 

 ♥ @bieberftlarry  ♥

 gracias por demostrar tu apoyo a esta historia, y lamento haberte hecho esperar tanto, con esto me disculpo con todos, lo lamento mucho. 

(( lamento mucho si hay errores ))





Los ojos jade de Harry se iluminaron, a la vez que hacia un leve puchero centrándose en su hermana, tratando lucir lo más adorable posible. Opto por arrullar a su diminuto erizo contra su pecho, creando más ternura a la escena.


—Mi respuesta sigue siendo no, Harold. —respondió Gemma, riendo. —Además no es normal sacar a pasear a un erizo, es absurdo.


Harry se mostró totalmente indignado y tapó las minúsculas orejas de su erizo, susurrándole: "No escuches, Bam. Ella es una bruja sin corazón"


— ¡Ni siquiera te entiende! —Gemma rió otra vez ─ ¡Y no soy una bruja!


— ¡Lo eres, Gemma! No le das la oportunidad a Bam Bam de disfrutar lo belleza de la naturaleza.


—No creo que sea normal llevar a un erizo al parque.


—Bam necesita aire fresco ¡Podría morir intoxicado! Cuida la panadería mientras lo sacó por unos minutos.


—No...


—Entonces, iré yo solo, a trotar un poco y te dejaré a ti y a Bam completamente solos. —Respondió Harry, sonriendo en forma de victoria. Pues sabía que su hermana se negaría rotundamente a quedarse con su bebé, debido a que le tenía miedo.


—No, no, no ¡Llévatelo! —exclamó Gemma.


Harry abrazo a su hermana, junto a Bam Bam, el cual se encontraba en el bolsillo se su chaqueta. Gemma al ver al animal, se alejó lo más posible de él, rompiendo el abrazo.


—Gracias, Gems. ¡Eres la mejor! —dijo Harry, para después correr hacia la puerta para comenzar su paseo, pero antes de irse no pudo evitar gruñir por el ultimo comentario de su hermana.


—Lo hago porque Bam necesita bajar algunas tallas, esta gordo de tanto pastel que come. —gritó Gemma para que la escuchara, y en efecto Harry logro oírla. El rizado, en respuesta a su hermana, sacó su lengua infantilmente.


Al salir, Harry fue impactado por frágiles copos de nieve. Removió su cabello, botando la nieve. Rápidamente, reviso su abrigo, buscando su gorro de lana, pero solo se encontró con un pequeño gorrito de lana, idéntico al de él, perteneciente a su pequeño erizo. Es así que le coloco el elástico bajo su minúscula cabeza y acomodó el gorrito.


—Para mí estas perfecto, amiguito. ─Harry tenia a Bam Bam en ambas, y lo acercó para depositar un beso en la naricita del erizo, pero este solo se escondió, dejando sus púas al contacto de los labios de Harry, haciendo que ese pinche levemente y ría por eso. Luego lo ubicó en su bolsillo, y caminó a paso lento hacia el cercano parque.


Al estar cerca del vergel, Harry guío su mirar hacia la vegetación de este, pero no logró encontrarla. Los árboles, el césped, los arbustos, hasta los asientos y juegos estaban llenos de abundante nieve.


De repente, Harry sintió una gran oleada de frío que lo hizo tiritar, al igual que al pequeño erizo. Eso provoco que el de ensortijados cabellos se acurruque en su abrigo y sobe sus manos, creando algo de calor, arrepintiéndose de ser un extremo olvidadizo y no traer sus guantes. De igual manera siguió caminando. Sus botas doradas y llamativas se movían ágilmente, buscando un asiento. Pero todos estaban ocupados por varias personas excesivamente abrigadas. Muchos niños correteaban y jugaban en los juegos a pesar de que estén cubiertos por la nieve.


El pequeño erizo saco su cabecita para mirar el panorama, olfateaba con su naricita y observaba curioso como los copos de nieve que danzaban en aire.


— ¿Te gustan, Bam? —preguntó Harry, sonriendo, haciendo que su hoyuelo izquierdo se marque. Al ver que, evidentemente, el erizo no respondía, pero miraba con admiración los copos de nieve caer, supo que le gustaban. Así que estiró su largo brazo, atrapando algunos que caían del cielo gris, y acercó su mano hacia el erizo. Este al olfatear los copos de nieve, soltó agudo sonido, moviendo su cabecita de manera fugaz, había estornudado.


—Te estas resfriando... —dijo Harry, agarrando al erizo con ambas manos, sin importar el leve dolor que otorgaban sus púas. Bam Bam movió sus patitas intentando escapar de rizado y correr.


—Creo que es mejor volver, porque te puedes enfer...—El erizo movió sus patitas otra vez, queriendo correr. —Está bien, caminaras un poco y luego volvemos ¿De acuerdo?


Harry se arrodilló en él césped, y dejo que el erizo caminara en el nevado pasto, embarrándose de nieve, este intento correr pero la nieve se lo impedía, es así que Harry no es preocupo.


El frío ambiente incitó a Harry a hacer otra de sus cosas favoritas, además de cocinar y pasar tiempo con su erizo. Su grande mano derecha se dirigió a su bolso beige y sacó una cámara de este. Él amaba la fotografía en todos sus aspectos, y reconocía que no era un profesional ni el mejor fotografiando, pero aun así aprovechaba cualquier momento para capturar algún bello paisaje.


Enfocó el lente de la cámara en el nublado cielo, del cual caían muchos copos de nieve. Dio unos cuantos flashes y luego, se recostó en el blanquecino pasto, observando como salieron sus fotografías. Harry sonrió satisfecho al tener la idea de fotografiar a su erizo embarrado en nieve.


Pero al voltearse, no lo encontró.


El corazón de Harry latió más rápido de lo normal y sintió que sudaba a pesar de estar en un día de invierno. Buscó a Bam Bam con su mirada, pero no había rastro del diminuto erizo. Se puso de pie, y empezó a remover la nieve del césped, creyendo que seguro la nieve lo pudo haber tapado.


De pronto quiso llorar al pensar que el pequeño erizo llevaba solo dos semanas con él y ya lo había perdido. Se sintió de lo peor, ya que al adoptar a Bam Bam se prometió ser un padre amoroso y responsable para él, pero había fallado.


¿Y si tiene frío? ¿Y si tiene hambre? ¿Y si alguien le hace daño? Harry estaba muy asustado de haber perdido a Bam Bam, y era consiente que llorar no lo traería de vuelta.


Así que limpio sus lágrimas, sujeto su bolso y comenzó su búsqueda.


♡ഒ✧・゚*


Habían pasado horas y horas, y el automóvil aún no se movía. El pelirrojo miraba cada dos segundos su reloj, esperando que el auto se mueva aunque sea un poco. Pero eso no sucedía debido a la abundante nieve en Londres, que logró cerrar muchas carreteras y atascar a los medios de transporte en un terrible tráfico. Y a pesar de saber que el auto no podría moverse ni aunque quisiera, el pelirrojo no se caracterizaba por ser una persona paciente.


— ¡No puede si quiera tocar la bocina, inútil! —gritó Ted, llamando la atención del taxista, el cual leía el periódico entretenidamente.


La intensidad del grito del pelirrojo, logró hacer que su pequeño hermano, quien lo acompañaba en el asiento trasero, se remueva un poco, pero siga profundamente dormido.


—No es mi culpa que haya nevado mucho hoy, niño. —gruñó el viejo taxista, fastidiado.


— ¡Pero usted debería hacer algo! ¡No le voy a pagar para que no conduzca! —Ted reprochó de vuelta.


—Si no está satisfecho con mi trabajo, ahí está la puerta. —El taxista señalo la hacia la puerta de vehículo, para después seguir leyendo el periódico.


— ¡Enano! —gritó Ted, para despertar a su hermano, pero al ver que no funcionaba, lo tomó por los hombros, zarandeándolo — ¡Despierta, idiota!


Louis abrió lentamente sus ojitos azules—que se encontraban algo rojos—, bostezo un poco y se escondió en el grande abrigo que llevaba.


—Teddy... —susurró Louis, con una pequeña sonrisa.


—Vámonos, pulga. No perderé mi tiempo con este bueno para nada—dijo Ted, refiriéndose al taxista quien decidió solo ignorarlo.


Luego de bajar, Ted no dejo pasar la oportunidad de azotar la puerta del carro, haciendo a Louis temblar por el fuerte sonido.


Los hermanos Tomlinson comenzaron a caminar por el parque en el taxi los dejó; el mayor de ellos caminaba a paso rápido, recordando la ruta de su destino, mientras el menor daba leves saltitos aplastando la nieve.


En eso, la imagen de la ruta trazada apareció en la cabeza de Ted, haciéndolo sonreír maliciosamente. Rápidamente corrió hacia aquel lugar con prisa, pero logró escuchar a su hermano llamarlo.


— ¡Teddy no vayas tan rápido!


El pelirrojo se volteó, preparando una de sus caras más terroríficas para recibir a su hermano. Este llego corriendo a su encuentro, con una gran sonrisa que Ted, sinceramente, no soportó.


—Cielos, Teddy. ¡Corres demasiado rápido!


El pelirrojo rodó los ojos, estresado por la presencia de Louis. Y a pesar de mostrarse indiferente, su mente estaba ideando un nuevo plan para deshacerse de él.


—Vete a la escuela ahora o seguro llegarás tarde. —soltó Ted, para después seguir su camino y ser nuevamente interrumpido por la voz Louis.


—Pero Teddy... ¡El Sábado no hay escuela! —reprochó Louis, con una sonrisa divertida en el rostro.


—No me importa si tienes clases o no, ¡Solo ve a tu puta escuela!


— ¡Teddy! ¿Qué hablamos acerca de moderar tu lenguaje?—reprendió Louis, ubicando ambas manos en sus caderas, luciendo adorable y molesto a la vez —Dijiste que no dirías malas palabras nunca más...


—Te mentí, idiota.


— ¡Pero lo prometiste por el meñique!


—Eres patético—soltó Ted venenosamente, haciendo que a su hermano lo aborde una profunda tristeza —Como sea, si no tienes escuela... ¿Me harías el favor de perderte, dulce Lou?


—N-No me dejes solo aquí, Teddy —suplicó Louis, aterrado de la idea de estar lejos de su hermano.


— ¿A caso no tienes amigos?


— ¿No recuerdas a Zaynie, Li y Neil? —preguntó Louis, extrañado, pues sus amigos siempre iban a su casa. —Ellos vinieron a mi fiesta de cumple-


—No me importan sus nombres, ni lo que hagas con ellos—Ted interrumpió a Louis, para después teñir sus siguientes palabras de falsedad— Solo te pido algo con todo mi amor, dulce Louis.


Una gran emoción creció en el puro corazón de Louis, al escuchar la manera tan tierna en que su hermano lo llamó. Sus finos labios crearon una adorable sonrisa, que al instante fue eliminada por las frívolas palabras del mayor.


—Espero con todo mi corazón que no halles el camino a casa. —soltó el pelirrojo, con una gran sonrisa en el rostro para después continuar su ruta hacia el lugar que tanto él ansiaba llegar.


Mientras tanto, Louis sólo observó a su hermano alejarse. No pensó si quiera en la gravedad que conllevaba quedarse solo en un lugar que no conocía, lo único que hizo, fue mantener las esperanzas que su hermano vuelva y lo rodee con sus brazos para así volver a casa, sanos y salvos.


Pero no. Nada de eso ocurrió. Más bien, Ted desapareció rápidamente, sin dejar ni un rastro.


A pesar de eso, Louis estaba convencido que hermano volvería, pero aun así le habían dolido aquellas palabras. Al sentir que los minutos pasaban, y su hermano no volvía, bajó su cabeza hacia sus guantes palo rosa, los cuales eran muy grandes para las manitos de Louis. Estos aprovechaban cada vez que podían se resbalaban de las palmas de Louis, es así que él ojizarco, decidió guardarlos en uno de los muchos bolsillos de su abrigo.


Empezó a caminar lentamente por el parque, en él había muchas familias felices, parejas amorosas y personas que simplemente disfrutaban de la soledad como mejor compañía, pero Louis no presto atención a su entorno, tenía su mirada fijada en como los niños disfrutaban al máximo los juegos.


Sus piernitas corrieron hacia los coloridos juegos que tanto amaba, y no exclusivamente para jugar; Louis amaba ver a los niños jugar en ellos, por simples razones: amaba los juegos y a los niños ¿Qué más podría pedir?


Se sentó un pequeño banco frente a las atracciones, aquel ambiente lo llevaba a tiempos atrás, forzando su memoria para lograr visualizar los borrosos recuerdos de su infancia, lo único que recordaba era que Ted y él solían divertirse mucho en los juegos, a pesar de que el primero sea más grande que el segundo por cuatro años, siempre se habían llevado muy bien cuando eran menores.


Su madre, Helen, siempre le contaba que cuando era niños, ambos eran muy unidos. También le comento que Ted solía ser muy sobreprotector con él, cuando jugaban con otros niños. Y a pesar de que Louis sepa que Ted lo ama aunque no sea muy demostrativo, no le cabía en su cabeza que su hermano pudo ser sobreprotector con él.


Louis siempre deseó que Ted lo sobreproteja, pero a él no le importaba mucho si Louis tenía su primer beso, una cita o un novio. El castaño era alguien muy afectivo con la gente que gana su gran corazón, suele besar en las mejillas a sus amigos y abrazarlos excesivamente, a veces Louis solo esperaba que su hermano le pregunte quien era el chico que lo vino a dejar a su casa o que le prohibiera, protegiéndolo exageradamente como hacen los clásicos hermanos mayores.


La mente de Louis que volaba en recuerdos, aterrizo al ver una escena que llamó su atención.


Dos niños se encontraban mirando con curiosidad un pequeño animal con muchas púas que caminaba cerca de donde se encontraban. El de cabello rubio y rizado, se atrevió a tocar al animal, pinchándose con las púas del erizo, llorando al instante.


El otro niño, de cabello y ojos pardos, frunció al escuchar al rubio llorar, miró con resentimiento al inocente animal y lo tomó en sus manos, impulsando su brazo, con intención de tirarlo.


Todos los instintos de Louis se activaron, erizando su piel y haciéndolo correr a una velocidad olímpica, que él desconocía —porque era muy malo en las carreras—.


— ¡No toques a mi bebé!


Aquella ronca y armoniosa voz, ocasionó que Louis frenara estrepitosamente a unos pasos de llegar hasta donde los niños se encontraban.


Claro que recordaba al dueño de esa maravillosa voz; era inconfundible. El hombre de rulos sedosos, se encontraba frente Louis, con el ceño fruncido y los ojos algo hinchados. Este ni siquiera le dedico una mirada al ojizarco, puesto a que estaba concentrado en que su erizo no muera estrellado contra el duro concreto.


—Dame a mi bebé en este instante —dijo Harry, sonando más desesperado de lo que esperaba.


—O si no que—desafío el infante, impulsando su brazo para tirar al erizo. Harry, en seguida se puso alerta y pensó quitárselo a la fuerza pero tenía miedo que el niño se resistiera y lastime a Bam Bam.


—Dale a su bebé. —susurró el niño rubio, quien anteriormente lloraba.


— ¡Pero el animal ese te hizo llorar, Bobby!


—Amiguito —llamó Harry, con sus manos temblando y ojos vidriosos. —Ese pequeño erizo que tienes en tu mano, es mi vida. Mi mejor amigo, mi hermano, mi hijo, mi todo ¿Entiendes? Si le haces daño, es como si me dañaras a mi... —palabreo Harry, dándole un toque de dramatismo a la situación.


Pero antes de que Harry termine su discurso, Bam Bam en intento de huir, giró su cuerpecito haciendo que sus púas hinquen la suave piel del niño, generando que este lo tiré lejos en acto reflejo.


Harry no reaccionó en ese momento, se quedó estático viendo como en cámara lenta su erizo volaba por los aires, cerró los ojos esperando el estruendo y a su erizo chillar por el impacto del golpe.


Lo bueno, es que nada de eso sucedió.


Con algo de temor, abrió uno de sus verdosos ojos, y quedo anonado al ver que Bam Bam estaba a salvo. Pero, no solo eso fue lo que lo impacto, si no que el héroe era nada más y nada menos que él ángel de azúcar que había conocido semanas atrás.


Aquel ángel que hace un tiempo cruzó por la puerta de su panadería, se encontraba en frio piso de cemento, sujetando al pequeño erizo, salvando al animal de una horrible caída.


Harry cubrió su boca con sus manos para evitar gritar de la emoción intensa que sentía al volver a ver al adorable niño, bueno, y también le aliviaba que su erizo este a salvo. El trance del alto muchacho duró muy poco, pues al instante se preocupó al ver que cuando Louis se puso de pie, cojeó un poco con una mueca adolorida, la cual fue cubierta con una sonrisa ladeada al ver Harry.


—Louis —El susurro Harry salió más débil de lo que esperaba, hasta presentía que nadie escucho lo que dijo.


El nombrado, sonrió ampliamente, y arrastró su pie —con discreción— intentando llegar hacia Harry. Este, al ver las intenciones de Louis, creyó que lo más apropiado sería acercarse al menor.


Rápidamente, Harry llegó hasta Louis, y lo abrazo. Logró sentirlo; tan frágil, tan pequeño cerca de él. Además, Louis sentía que ya no podía estar ni un minuto más de pie y le agradecía a Harry, interiormente, que este ahí para sostenerlo y no dejarlo caer.


—Es muy lindo verte, Harry —Louis susurró, acurrucándose en Harry con total confianza, como si se conocieran desde siempre.


El rizado acunó a Louis cariñosamente, no podía negar el cierto aprecio que tenía hacia el pequeño, que además de encantarle desde primer día que lo vio, ahora se convertía en el héroe de su erizo.


Al recordar a Bam Bam, los ojos de Harry comenzaron a buscarlo hasta encontrarlo escondido en las palmas de Louis, y le generó algo de gracia ver como su erizo se removía incomodo al sentir que Harry y Louis lo aplastaban en su abrazo.


—Creo que lo estamos asfixiando. —susurró Harry, en la oreja de Louis, generando un leve cosquilleo en el pequeño.


Louis se preocupó por el diminuto animal, es así que se separó de Harry velozmente, para luego observar a Bam Bam, asustado de que algo pueda haberle pasado.


—Tranquilo, Louis. —Harry rió, divertido. —Sólo jugaba, Bam está bien...


El menor soltó un suspiro de alivio, acariciando la cabecita del erizo, mientras observaba a Harry con una ceja alzada.


—Está vivo gracias a ti. —alagó Harry con mucha sinceridad, sonriendo de felicidad. Observó como el ceño de Louis dejo de fruncirse, y cambio por unas mejillas sonrojadas y unos ojos brillantes. Harry, una vez más, no pudo contra sus impulsos, así que sobó con delicadeza la cabecita de Louis. —Veo que este pequeño se convirtió en un héroe.


Las mejillas rojizas de Louis, delataban los avergonzado que se encontraba, hasta llegó al punto de querer esconderse en el grande abrigo que llevaba.


—Aún puedo verte, pequeño. —Harry hizo referencia a la anterior acción de Louis. El rizado pudo escuchar la risilla del ojizarco como respuesta, pero no podía verlo, pues se escondía bajo el grande abrigo melón. Tan solo notaba la suave cabellera castaña de Louis.


Harry rodeo al menor con sus fríos brazos, y apoyo su nariz en cabeza de Louis, olfateando su cabello, embriagándose por la excitante fragancia de shampoo de bebé.


—Hueles a bebé.


En ese instante, Louis salió de su escondite. El rizado notó como su ceño volvió a fruncirse, y como el rubor aún era dueño de sus delicadas mejillas.


—Shhh...—Louis soltó, poniendo su dedo indice en su boca. —No lo digas tan fuerte, no quiero que los niños de mi escuela se enteren.


—Pero tus amigos no están aquí ¿O sí?—vaciló Harry.


—Ahí están mis compañeros del equipo fútbol. —Louis señalo a un par de chicos que estaba envueltos en abrigos, que caminaban por la nieve, con un balón en la mano del más alto de ellos.


— ¿No quieres ir a saludarlos?


Louis mantuvo una mirada pensativa, como tomándose un tiempo para analizar la propuesta de Harry.


—No creo que sea la mejor idea.


— ¿Qué sucede, pequeño? —cuestionó Harry, al ver como Louis jugaba con las mangas de su abrigo, con nerviosismo.


—A ninguno les gusta como juega Louis.


—Son unos idiotas por no apreciar a una estrella como tú.


—Ni siquiera me has visto jugar. —reclamó Louis, con una sonrisa ladeada.


—Eso no quiere decir que no seas una estrella, porque créeme que lo eres. —La alegría de Harry brotó nuevamente al ver como los ojos de Louis brillaban. —Tienes un brillo especial que destella en todo lugar.


—De todas formas, ellos no tienen la culpa —dijo el castaño, visualizando los movimientos que hacían sus ex-compañeros, logró notar sus sonrisas y supuso porque eran— yo siempre falló en los partidos y perdemos por eso.


— Podrías practicar un poco más para demostrarles lo equivocados que están respecto a ti. —Harry pasó un brazo por el hombro de Louis, dándole ánimo.


—Louis ya no juega fútbol.


— ¿Es por ellos? Porque si es así, no deberías dejarte influenciar por comenta-


—No, claro que no. —respondió Louis, y suspiró. —Es porque mi mami me dijo que lo mejor sería que ya no fuera.


Harry tenía ganas de saber más, pero tampoco quería ser entrometido, es así que decidió conformarse con lo que sabía. Pero como si el pequeño presintiera que Harry quería saber más, él procedió a explicarle.


—Doctor le dijo a mami que no tenía permitido hacer deporte porque podía hacerme heridas y-y dijo que no cerrarían. —La voz de Louis dio un ligero quiebre. —Y mami tenía miedo de que Louis s-se lastime.


Los ojos de Louis parecían cristales por las lágrimas contenidas que tenía, y eso generaba que el bondadoso corazón adquiera una nueva abertura.


Le dolía escuchar lo que el pequeño decía, más porque él sabía lo que podía pasar si una herida se le formaba, podía hasta perder una extremidad de su cuerpo. Sabía mucho de eso, por su madre, la cual llevaba la enfermedad con optimismo y en control sin ningún peligro, pues seguía la dieta requerida y al ser mayor era más responsable y consiente a cerca de su cuidado.


Pero Louis aún era un niño; él merecía divertirse, no preocuparse por una llaga en su piel o comer ninguna cosa empalagosa.


Si siquiera Harry controlarlo, su mano tomó la de Louis, apretándola suavemente. Con la otra seco las pocas lágrimas que opacaban el rostro del ojizarco.


—Hay muchas cosas que podemos hacer para divertirnos, Lou. —Harry intento animar a Louis. —Podemos jugar juegos de mesa en mi casa algún día.


— ¿Me estas invitando a tú casa? —dijo Louis, saltando de tanta emoción que sentía en su diminuto cuerpo, haciendo asustar a Bam Bam, quien dormía plácidamente en su bolsillo. — ¡Haremos muchos pasteles mágicos para azucarados!


— Claro que sí, haremos todos los pasteles que quieras. Además, sería un honor jugar twister con un lindo ángel de azúcar. —Harry sacó a Bam Bam del bolsillo de Louis, y lo sostuvo en sus dos palmas.


— ¿Ángel de azúcar? —Louis ladeó su cabeza, sonriendo.


—Es tu descripción perfecta.


Louis permaneció confuso en el silencio, y a pesar de no decir nada, su mirada seguía transmitiendo esa pureza que Harry tanto admiraba. Sus finos labios entreabiertos, parecía que quería decir algo pero no podía, sus pestaña se batían más rápido de lo habitual, es ahí, donde el ojiverde pudo apreciarlas mejor.


Pero como dicen, lo bueno dura poco.


El celular de Harry comenzó a sonar, avisándole que había recibido un mensaje. Y a pesar de que el rizado, quiera quedarse ahí, observando a Louis, decidió ver dicho mensaje.


Y como lo sospecho, era Gemma; diciéndole, más bien, ordenándole que vuelva lo más rápido posible, amenazándolo con abandonar el lugar.


— ¿Quién era? —pregunto Louis, al ver la cara de preocupación de Harry.


—Era mi hermana...ella me necesita en la panadería.


Louis curveo sus labios representando sorpresa.


—Me debo ir, pequeño. —Antes de guardar a Bam Bam en su bolsillo, Harry hizo que se despida de Louis, susurrándole un "Despídete de tú gemelo", logrando que Louis ría. Pero antes de irse, le tendió una tarjeta de su panadería con su número, indicándole a Louis que lo llamé cuando lo necesite a la hora que desee.


Finalmente, Harry se dio media vuelta, claro que antes dejó un beso en las dos mejillas sonrosadas de Louis, para así volver a su panadería.


— ¡No olvides lo de la tarde de juegos y pasteles mágicos, Harry!


Harry sonrió mientras se dio media vuelta para observar a Louis, quien se veía más pequeño a esa distancia.


—Nunca lo olvidaría.


♡ഒ✧・゚*


Después de una no tan relajante caminata, llego exhausto al local, donde lo recibió su hermana quien se veía intrigada y amenazante a la vez.


—Por lo menos pudiste decirme ¿No, Harold?


El de piel caucásica, observo confundido a Gemma por el comentario.


— ¿Qué paso ahora, Gems?


La nombrada levanto una ceja, vacilante.


—Eso es lo que te debería preguntar a ti, viejo verde.


Harry se sintió indignado de repente.


— ¡¿Qué diablos?!


—Ya no finjas, Harold. —dijo Gemma, apoyándose en la barra, riéndose de la situación.—Se todo lo de tu romance con ese niño.


En ese instante, Harry pudo jurar que sintió como una presión en el pecho comenzó a dolerle, y la culpa comenzó a invadirlo.


— ¿Louis? —susurró Harry.


—Veo que mi hermano tiene muchos pretendientes. —espetó Gemma, mientras cubría su boca en expresión de sorpresa. —Me refería al lindo pelirrojo que vino y pregunto por ti, yo le aclaré que habías salido y pues él dijo que te dejara un recado de parte de su novio. —Ella sacudió la carta que se encontraba entre sus dedos, incitando a que Harry la tomara.


Una vez en las manos de Harry, sus largos dedos hicieron su trabajo, dejando libre la pequeña notita verde agua que decía.


"Te desgarrare sin piedad,
y sin importar tú edad;
te haré de mi propiedad.

Con amor, Ted."


—Mierda...


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