Jonathan.
Después de llamar a Chris, me preguntaran ¿Cómo hice para conseguir su número? Fue fácil, tuve que contratar personas, investigadores para que espiaran a Chris, quería saber todo de él y en donde se mete cuando no estoy cerca para verlo, sé que se oye mal y toda la cosa, pero en tres años no sabía de él, solo sé que trabaja para ser modelo, tuve que pedir algunos favores, amigos de mi padre, una empresa lo contrato, fue gracias a mis contactos.
Ese día cuando lo vi en la cafetería, dándole los rayos del sol que entraba por la ventana, recordé al chico del cual me enamore, sé que es estúpido enamorarme de la persona que me engaño pero ese sentimiento sigue ahí, quiero estar con él y no importa que, lo quiero junto a mí, mi padre me enseño a luchar por las cosas y lo haré.
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Al día siguiente, me metí a bañar, tendría que ir al antro, prefería ir por Chris, pero sé que rechazara. Prefiero que nos veamos en unos dias como habíamos acordado, bueno, yo acordé porque se que me metera excusas, hoy tendría que ir al antro, tengo asuntos que arreglar.
Me puse mi ropa, recordé cuando fui al antro, cuando toque ese pene, el miembro de Chris, me sorprendí cuando no tenía ropa interior pero me sentía sumamente feliz porque todos estos años seguía sin usar, cuando se lo dije ese día cuando salíamos, pensé que se enojaría pero me obedeció y eso me gusta, él pensaba que era un chico bueno pero no lo soy, soy muy sádico y no he cambiado.
Pude saborear esos labios, tan carnosos y sabrosos, tan nostálgico y me hacía revivir esos momentos cuando estábamos juntos, una sonrisa apareció al recordarlo, era tan pequeño y lindo, pero había cambiado, ese niño dulce ya no estaba y estaba uno arrogante y muy orgulloso, pero sé que el caerá.
Fui hacia la camioneta, me fui de la casa y en el camino escuchaba música, hoy arreglarías el salón, quería que fuera el mejor de la ciudad y quien mejor que hacerlo que los jóvenes, llame a Elliot para que me ayudara, necesitaba la opinión de mi mejor amigo.
Llegue y estacione la camioneta, afuera había muchos camiones afuera donde estaban las cosas que habían quitado, también tuve que contratar a un diseñador, vi a lo lejos el auto de Elliot, cuando me vio, me saludo tocando el claxón de su auto, se estaciono y bajo del auto.
– ¿Que hay hermano? – chocamos los puños. – Bueno, ya estamos aquí ¿Que hay que hacer? – pregunto feliz, esa sonrisa era verdadera, le preguntare después, tenemos cosas más importantes ahora.
– Primero hay que ver el salón, no lo he visto vacío y empezaremos desde ahí.
– Ok.
Saludamos a los de seguridad y nos adentramos al salón, en serio era muy diferente cuando había personas dentro del salón, era grande pero con tantas personas era pequeño, tendremos que hacer muchos cambios, mi padre tiene buenos gustos y eso lo herede de él, pero hare muchos cambios, muchos.
– ¿Y...Alguien más vendrá? – pregunto, asentí.
– Un tipo que sabe de estas cosas, ya sabes – comente.
– ¿Dónde rayos es...?
No termino cuando se abrieron las puertas de golpe y entro un tipo alto, daba miedo, su cabeza esta calva y era muy, muy alto, se veía que iba a diario al gimnasio, estaba muy mamado, mucho y creo que exagero, tenía un bigote que lo hacía ver malo, tenía una camisa de tirantes negra dejando ver sus enormes brazos, unos jeans de mezclilla, unas botas y una cadena en su cuello, daba miedo.
– ¿Tu eres Jonathan Phillips? – pregunto con una gruesa voz.
– Si, mucho gusto señor Zeus – salude, extendí mi mano pero pensé que la tomaría, sentí una mano pequeña apretar la mía.
– No, yo Ramiro Duncan, él es Zeus mi prometido y próximamente el señor Duncan – saludo el tipo, vi a su prometido, en serio que era muy bajo y delgado, muy delicado, me sonrió tímidamente, Ramiro me saludo después y me sonrió igualmente,
Es como dicen la ley de Faraday-Lenz: Los opuestos se atraen.
– Hola, será un gusto trabajar con ustedes, demos lo mejor – dijo con una delicada voz y con mucho entusiasmo.
– Claro que si – dije. – Les enseñare el lugar.
No critique nada su relación pero veía a Elliot un poco incómodo, Ramiro debía medir más de dos metros y Zeus tal vez, un metro con sesenta, era pequeño.
Le enseñe el lugar, Zeus veía con mucho entusiasmo el lugar, le decía mis ideas y él lo anotaba en una pequeña libreta que tenía, su novio nunca se separó de él, creo que es muy sobreprotector, le decía como quería las cosas y él me decía lo que podíamos hacer, era muy creativo y eso me gustaba.
– Cariño... Puedes traerme algo de comer – le dijo a su prometido.
– Esta bien pero no te vayas a salir, chicos pueden cuidar de él – nos dijo asentimos. – Gracias, ahora regreso amor.
Cuando lo vimos dirigirse a la salida, cerró la puerta y oí un suspiro por parte de Zeus, nos vio y sonrió.
– Perdón, iba a venir solo pero siempre me cuida demasiado y me pongo nervios cuando estoy a su lado – comento, saco una Tablet de su maleta y nos la enseño. – Solo denme cinco minutos y les enseñare como quedara este lugar.
– Bien, no te preocupes.
– Gracias – se sentó en una silla y dejamos que el hiciera lo suyo, nos sentamos en el foro, Elliot mandaba mensajes y tenía que preguntarle.
– Dime, ¿Qué es lo que te trae tan feliz? – pregunte y él se puso nervioso.
– Me conoces – dijo, me mostro su celular. – Es linda ¿No?
Era una chica de cabellos castaños largo, la mitad de su cabello era más claro, sus ojos grises y muy llamativos, sus labios gruesos y rosados, su nariz respingada y pequeña, sus mejillas con un leve sonrojo, es muy bonita y se ve pequeña, sonríe pero se me hacía conocida, creo que estoy alucinando.
– Tienes razón, es bonita – dije y le regrese su celular. – Eso significa que ¿Ya terminaste con Sam? – pregunte, sus sonrisa desapareció.
– No – con esto cabizbajo.
– ¿La chica sabe que tienes novia? – pregunte, negó.
– No, no sabe nada – suspire.
– Ya sales con ella ¿No?
– Solo salimos, no le he propuesto que sea mi novia.
– ¿Y qué harás? – pregunte.
– No lo sé, espero no arruinar las cosas – puse mi brazo en su hombro.
– Ambos sufrimos por amor – lo vi y el hacía lo mismo. – No importa que pase, te daré ánimos si las cosas salen mal.
– Gracias hermano – me sonrió.
– ¡LISTO! – grito Zeus y camino hacia nosotros, nos bajamos del foro y nos enseñó su idea. – Y díganme ¿Qué les parece?
Me quede con la boca abierta, no podía creer que en menos de cinco minutos había hecho todo eso, vi a Elliot que sonreí por ver el excelente trabajo de Zeus, me encanto, lo mire y le sonreí, en serio que se había lucido con el proyecto.
– Zeus, déjame decirte, que superaste mis expectativas – le sonreí. – Bueno, manos a la obra.
– Gracias – sus ojos brillaban.
Hicimos los pedidos por internet, no importaba el costo que tuviera, quería que mi antro fuera el mejor de la ciudad o del país, si se podía, estaba feliz y mientras hacíamos los pedidos, llego Ramiro que le traía su comida, nosotros hicimos lo nuestro, está entusiasmado por empezar a trabajar pero debíamos tener paciencia para que quedara como queríamos, Elliot me decía que ese era mejor y opinaba sobre las cosas que se verían bien.
– Bien, aquí terminamos – anuncie, tengo otras cosas que hacer con mi padre y estoy retrasado.
– Ohh... Está bien, gracias por trabajar con nosotros, no le fallare – dijo Zeus.
– Gracias y nos vemos en dos días – dije y los despedí en la entrada del antro, vi a Elliot seguirme y despedirlos.
– Bueno, tengo que irme – dijo Elliot. – Nos vemos el lunes, pórtate bien.
– Siempre lo hago – nos reímos.
– Si como no, nos vemos.
– Adiós.
**************
Elliot.
Me subí al auto y me despedí tocando el claxón, solo vi cuando John levanto la mano en forma de despedida, me siento feliz pero no sé cuánto durara esta felicidad, espero que no acabe mal, espero que no se descubra, no soy nada de Johana, solo su amigo, que se dan besos y tuvieron sexo... ¡Pero solo paso un vez! Además no recuerdo mucho que paso.
Encendí el estéreo, no quería pensar mucho, sé que está mal que engañe a las dos pero, no he tenido sexo con nadie, la última con la que tuve sexo fue con Johana pero estaba borracho y deprimido por que no fue Sam, me encontré a Johana y hablamos, después pasó lo demás y no sentí arrepentimiento.
Llegue a casa, nos tardamos en decir lo que queríamos para llamar la atención del antro, sé que será uno de los mejores porque, quien más atraerá a los jóvenes que nosotros, que somos jóvenes y sabemos lo que quieren.
Apague el auto y baje de él, tome mis cosas, ya era de noche y solo las luces de afuera estaban prendidas, significa que alguien vino o está dentro de casa, tome las llaves y abrí la puerta, todas las luces estaban apagadas, era extraño.
– ¿Alan? – era la voz de mi Mí.
– No, soy Elliot – conteste.
– ¡No prendas las luces hijo! ¡Por nada del mundo las prendas! – grito y no me moví, se escuchaban ruidos en la oscuridad.
– ¿Ya puedo? – pregunte porque se estaba tardando.
– ¡NO! ¡No encuentro la maldita bata! – grito de nuevo, me recargue la puerta y deje mis cosas en la entrada.
– ¿Que estás haciendo Mí?
– ¿Tu que estás haciendo aquí? Todos los fines de semana sales a fiestas, siempre regresas tarde – dijo enojado, suspire. – Ya puedes prenderlas.
Las prendí y di unos pasos, vi que estaba sentado en la sala con una bata blanca, significa que le estaba haciendo una sorpresa a mi padre y creo que arruine sus planes, tenía puestas unas mayas negras así que mis sospechas fueron confirmadas.
– Si quieres me voy – sugerí, negó.
– No, tú no tienes la culpa, pensé que irías a una fiesta o no sé, perdóname Elliot – me senté a su lado. – ¿Por qué no estás en fiestas?
– En el antro que siempre voy es uno de los del señor David, el padre de John y su papá Santi se lo regalaron, estuvimos ahí porque él quiere renovarlo así que... Está cerrado y estoy cansado, quería dormir un poco – respondí. – Me levante temprano.
– Pues ve a dormir – sugirió, acaricio mi mejilla. – ¿Que pasa cariño? – el me conoce a la perfección. – ¿Te hizo algo Samanta? Si es así, déjame decirte que no tendré consideración si mato a esa perra – me sobreprotege demasiado, negué con una sonrisa.
– No es ella, sino yo – comente, el me abrazo y me acerco a él.
– Cuéntale todo a tu Mí y no dejes pasar nada – dijo, sonreí, me acosté y puse mi cabeza en sus piernas, él es como mi psicólogo.
– Bueno...
Maybilin.