Unforgiven [NaruHina]

Oleh Noe_Sweetway

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Todos cometemos errores alguna vez, y Naruto lo hizo en el pasado, claro, teniendo luego tristes consecuencia... Lebih Banyak

Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV (primera parte)
Capítulo IV (segunda parte)
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X

Capítulo V

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Oleh Noe_Sweetway

Disclaimer: Naruto © Masashi Kishimoto.

*~Unforgiven~*

por Noe-chan

Capítulo V

De besos e impulsos innecesarios

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Pasada aquella hora y media aproximadamente de sepulcral silencio, Hinata carraspeó un poco, y finalmente volvió la vista a los preciosos ojos azules de Naruto. El encuentro de miradas ocasionó una extraña y patética corriente eléctrica en ambos cuerpos.

—Bueno...— la mujer titubeó un poco y sonrió tenuemente—. Creo que ya hemos terminado así que...

El rubio suspiró y se alborotó la cabellera con impaciencia. La incomodidad entre ellos era casi palpable y ni siquiera estaba contento con lo que sabía gracias a esa "reunión".

—Hinata, si te soy sincero— la observó algo inquieto—, aún no me has dicho nada de lo que realmente quiero saber.

Ella también suspiró en respuesta, y ladeó el rostro con indecisión. No debería de ser tan difícil, sin embargo le estaba resultando mucho más duro de lo que imaginó. ¿Sería acaso que aún no estaba del todo preparada para enfrentar a su ex pareja? Aquello sí que era frustrante.

A lo lejos, divisó a dos divinas criaturas jugando alegremente en unos columpios.

—Ya te he comentado todo acerca del nacimiento del niño allá en Londres. Creo que no es necesario que te diga el porqué de mi partida— alegó aún sin observarlo al rostro—. Sabes bien el motivo, así que...

—Al menos dime por qué no me lo dijiste en cuanto te enteraste— él no pensaba dar más vueltas, quería tener conocimiento, de ser posible, de cada detalle—. ¿Por qué te mantuviste en silencio? Es todo lo que quiero saber...— mintió.

—Lo dices como si fuera algo tan sencillo— pronunció la ojiperla con cierto dejo de ironía en el tono de voz—. Como ya te dije antes, me costó demasiado tomar la decisión de marcharme a Inglaterra porque, bueno, ya sabes, no es un lugar muy cercano que digamos.

—Pudiste haber llamado— insistió el hombre, pero en seguida se auto-corrigió—, no, espera. Debiste haber llamado.

—Naruto, ibas-a-casarte— Hinata no pudo evitar sentirse algo atacada con aquellas palabras. Todo daba la impresión de que Naruto en realidad quería saber más acerca de la separación antes que sobre la infancia de Menma.

—Eso ni tú lo asegurabas todavía.

—¡Estabas a pocos meses de tener a tu primera hija! Con Shion— fue como si se lo estuviera restregando en la cara. Por mucho que lo había intentado antes, fue imposible ya para ella mantener el tono calmado en su voz.

—Hinata— mencionó esta vez el hombre algo herido—. Me privaste de un derecho.

Ella lo observó atónita durante varios segundos. No podía creer que él —que la había abandonado de la nada— estuviera reclamándole algo como eso. Es decir, estaba en su derecho de hacerlo, pero no era como si él no le había dado razones para hacerlo.

—Lo sé— simplemente respondió.

—¡Me escondiste un hijo!— recordó otra vez él en un susurro.

—¡Lo sé! ¿De verdad crees que no convivo hasta ahora con esa culpa?— frunció aún más el ceño y lo observó de manera intensa. Sabía que también ella había actuado mal, y eso sólo lo hacía todo más difícil—. Sólo que no... No podía imaginarme diciéndotelo frente a Shion y su enorme vientre crecido. ¿Qué se suponía que iba a hacer un chico de diecisiete años con dos hijos de diferentes mujeres? ¿Eh?

—Hubiera hecho cualquier cosa...— mencionó él observándola de la misma manera en que ella lo hacía—. Hubiera, de veras, encontrado la manera de hacerme cargo de ambos niños, ¿no lo entiendes?

—Pero yo ya no me sentía capaz de interferir más en su relación, ¿no lo entiendes tú?— replicó la mujer—. Sé que fui egoísta al no decirlo pero, créeme que no escondí todo eso sólo porque no quería que el padre de mi hijo ya estuviera con otra mujer...

—Entonces, ¿por qué?

—Simplemente...— suspiró y decidió inhalar algo de aire para poder tranquilizarse—. No pude. No... tuve el valor de venir y pedirte que te responsabilices de un bebé cuando ya esperabas otro.

—No entiendo, Hinata— volvió a alborotarse el cabello con indignación—. No entiendo cómo pudiste apropiarte de una responsabilidad tan inmensa tú sola... No lo sé, sólo...

"No entiendo cómo pudiste embarazar tú a otra estando conmigo"— pensó ella, pero no se lo diría. Con ello capaz él podría creer que ella aún estaba resentida por lo que había ocurrido, y sacar a relucir aquellos sentimientos no era su intención. Ya tenía suficiente con demostrar su nuevo carácter decidido, sin pizca de timidez, o al menos eso aparentaba.

—Lo dices como si quisieras que me sienta aún más culpable— se limitó a responder, esta vez con voz más baja—. No todo es culpa mía, Naruto— el pronunciar su nombre le causó algún que otro escalofrío—. Sabes muy bien eso.

—No te estoy culpando, Hinata— la observó con sinceridad—. Sólo mira... Si...— suspiró inquieto—. Si tan sólo me lo hubieses dicho, yo...— observó a sus pequeños correteando a los lejos—. Te hubiese ayudado desde un principio. Me hubiera encantado hacerlo, tú sola...-

—No soy tan débil como crees— interrumpió ella con la mirada perdida.

—Lo sé, has hecho un gran trabajo con Menma.

—Uno hace lo que puede...

—Debió ser realmente difícil para ti.

—Y lo fue— recalcó ella—. Me sigue costando, pero...

—Te hubiera elegido a ti— interrumpió él, tomándola por sorpresa—. Jamás dejaría de lado a mi pequeña Naruko... Pero entre tú y Shion—

—Se iban a casar— interrumpió esta vez ella—. Me enteré de que iban a casarse poco después de saber que estaba embarazada.

—Nunca nos casamos— aclaró Uzumaki—. Nos tomó poco tiempo darnos cuenta de que no lo íbamos a lograr— ella se confundió un poco—. No la amaba, y estoy seguro de que ella tampoco me amaba. Lo único que nos une hasta ahora es nuestra hija.

—Lo dices como si fuera— ella sonrió con confusión al utilizar la misma frase de antes—, como si fuera poca cosa.

—Siempre te amé a ti Hinata. Desde que te conocí aquel año— dijo él, serio. Hinata sintió algo dentro de ella estrujarse, y negó con la cabeza a modo de respuesta—. Aquella vez, no me separé de ti por voluntad propia, sino porque estaba amenazado. Shion era capaz de hacerse daño si yo no la acompañaba como pareja, por eso yo—

—Naruto, basta— la bella Hyuga lo observó con cierto deje de súplica en sus perlados ojos—. No ayudará en nada que me des excusas o... explicaciones a estas alturas... Ya está.

Bien, ya sabía que él ya no con Shion. Pero no sabía dónde se encontraba esta última, ni si vivían juntos o no. De hecho, no debería ser eso de incumbencia... ¿verdad?

Suspiró agotada.

Él la observó detenidamente, al tiempo que ella comenzó a mover los cubiertos a un lado de la mesa y luego comenzar a ponerse de pie. Ella le sonrió con algo de la timidez que antes la caracterizó. Finalmente, la imitó y se colocó de pie.

—¿Cuándo se lo vamos a decir?— preguntó tristemente, observando a Menma.

—No debemos precipitarnos, creo que lo mejor será acostumbrarlo a pasar tiempo contigo, y esperar un poco para decírselo— reflexionó la peliazul.

—De acuerdo— él, por su parte, se mostró poco conforme, pero terminó aceptándolo de igual manera. Ella era la madre después de todo y, conociéndola, sabía que prefería tomarse las cosas con calma. Aunque, ciertamente, todavía no podía creer lo mucho que había cambiado... y madurado.

—Martes, jueves, sábados y domingos...— citó después Hinata haciendo referencia al horario de visitas. Él, por su parte, sólo asintió—. La hora queda a tu disposición.

—Okay— Naruto sonrió un poco—. Siento... lo de antes. No debí haberte hablado así— suspiró apenado.

—No, no. No es nada...— dijo ella sonriendo y haciendo un amago de comenzar a marcharse.

—Eh, Hinata...— interrumpió el rubio, haciendo que ella se volviera a mirarlo. Se quedó mudo por un segundo. ¿Qué rayos era lo que le inquietaba tanto al estar con ella?

—¿Sí?

—No, nada. No es nada— sonrió nervioso.

Ella suspiró y lo observó fijamente por unos segundos. Finalmente le sonrió con calidez.

—Tranquilo— mencionó como leyéndole la mente—. Tarde o temprano lo sabrá, y lo va a tomar muy bien. Estoy segura de que a Menma le encantará saber que eres su padre. Te adora.

Naruto la miró sorprendido y ella empezó a caminar rumbo a los columpios. Cielos. A decir verdad no había cambiado mucho, aparte de la desaparición del tartamudeo y la timidez crónica, Hinata seguía siendo una persona demasiado gentil y amorosa. Estaba agradecido de que aquello no había cambiado.

Incluso luego de lo imbécil que fue él en el pasado, ella aún podía estar allí frente a él, diciéndole que todo iría bien, en son de apoyarlo. Quizá ella todavía...

—¿Huh?— la mujer se vio sorprendida una vez que sintió que unos brazos sujetaron su polera, y con ello impidieron que pueda seguir su camino. Confundida se giró para corroborar que fue Naruto quien la sujetaba, trayendo consigo un rostro avergonzado.

Quiso reír internamente al verlo así, no supo bien por qué, pero a decir verdad, él se estaba comportando más infantil que cuando eran adolescentes. Y ella adivinó que él le iba a decir esas palabras otra vez:

—Hinata, perdóname.

Ella evitó posar su mirada otra vez en él, aquello le traía demasiados recuerdos. Optó por mirar hacia adelante, cuando él seguía detrás de ella sosteniendo su manga larga.

—¿Sabes?— mencionó con cierto aire de cansancio—. Podría escribir un libro entero con todas las veces que me dijiste esa palabra. Después de tantos años sigues haciéndolo.

Y era verdad. Aunque le costara aceptarlo, Hinata Hyuga aún recordaba aquellos numerosos momentos vividos al lado de Uzumaki antes de que tomaran la decisión de separarse.

Naruto rió ante lo que había pronunciado la mujer. Ciertamente nunca se esperó una respuesta así por parte de ella. A decir verdad, empezaba a replantearse la opinión que tuvo antes sobre el poco cambio en la Hyuga. Es decir, la encontraba con mucho más carácter, y aquello era un buen cambio. Pero seguía siendo ingenua, y suponía primero las cosas en vez de asegurarse de que eran como ella pensaba.

—Tienes razón— respondió con algo de simpatía—. No tiene caso pedirte perdón ahora por lo que ocurrió hace más de cinco años...— suspiró y la volteó en su dirección para que pudiera mirarlo a los ojos—. Pero, ¿sabes?, no te pedí perdón específicamente por eso, sino... por lo que voy a hacer ahora.

Y, acto seguido, atrapó los labios de su ex novia con los propios, ahogando el pequeño gritillo que ella estaba pensando proferir en cuanto descubrió sus planes de besarla.

Él deslizó sus labios con insistencia sobre los de Hinata, quien al comienzo intentó resistirse, pero luego pareció disfrutarlo casi tanto como él, pues se dejó hacer e incluso permitió que el contacto se profundizara al tomarlo del cuello y masajear su nuca desesperadamente.

Joder. Naruto recordaba que Hinata besaba bien, pero podía jurar que nunca la había saboreado así en su vida.

Lastimosamente para el rubio, la esperanza de volver a hacerse un lugar en el corazón de Hyuga no duró mucho, puesto que al separarse de sus labios en busca de oxígeno, pudo ver la expresión entre molesta e irónica de la mujer y, enseguida, sintió que estaba a punto de desmayarse debido al dolor.

—Mier-da...— masculló retorciéndose patéticamente mientras la veía alejarse.

—Si vuelves a hacerlo, la tendrás peor— mencionó ella desde la distancia—. Sasuke tenía razón, no has cambiado nada, Naruto— lo observó una última vez, acompañándose de lo que parecía una sonrisa—. Siempre sin controlar tus impulsos.

A pesar del insoportable dolor en la entrepierna, el rubio no pudo evitar echarse a reír después de analizar todo lo que había sucedido con Hinata en una simple reunión. Y eso que había sido la primera. Pensó que no tentaría tanto su suerte en la próxima, ya que podía quedarse sin la capacidad de crear un hijo nunca más.

La mujer, por su parte se alejó del lugar con un sonrojo en las mejillas y unas ganas de golpear nuevamente a aquel atrevido que la había besado sin más. Debía de estar volviéndose loco o algo así.

Tendría que trabajar mucho para volver a ganarse su confianza.

—¡Menma!— llamó a su pequeño—. Hora de irnos a casa.

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Naruko Uzumaki observó confundida, frunciendo tiernamente el ceño, a su pequeño acompañante, pues éste parecía haberse perdido en otra galaxia. Había dejado de mecerse, y una repentina seriedad se había hecho presente en su divino e infantil rostro marmóreo.

—Men-kun, ¿por qué ya no estás jugando?— inquirió la niña con la vocecita cargada de la curiosidad propia de su edad.

El otro infante enseguida la observó con rostro apremiante, y se cruzó de brazos, desequilibrándose un poco en el acto, encima de aquellos columpios en los que llevaban ya más de una hora divirtiéndose.

—Estoy pensando.— respondió sencillamente.

—Ah...— la rubia lo vio colocar una mano en la barbilla, exagerando el gesto de concentración—. ¿En qué estás pensando, Men-kun?

Menma la observó por un largo rato, antes de volver la vista al frente. Cielos, esa niña sí que era curiosa, demasiado para su gusto. Pero era su amiga, al fin y al cabo.

—Uzu-chan— habló sin moverse de lugar—. ¿Tú sabes cómo se hacen los bebés?— inquirió luego, algo cohibido. La niña asintió enseguida, a lo que él se apresuró en posar su mirada marina en ella.

—Pues mi pá dijo que la cigüeña—

—No.

La pequeña Uzumaki se vio sorprendida por aquella atroz interrupción por parte de su amiguito. Lo interrogó con la mirada y él negó con la cabeza.

—Comprobé que lo de la cigüeña es mentira cuando vi la panza de la tía Tenten un poco más grande— informó como todo un sabio—. Mi mamita me dijo que había un bebé ahí dentro...

—¿Entonces se lo comió?— indagó la rubia abriendo los ojos de par en par.

—No, eso tampoco— respondió el pequeño, comenzando a mecerse otra vez, ella lo imitó—. ¿Sabes? Uno tiene que quedar embarazado...

—¡Oh, oh!— chilló la infante con un brillo en los ojos—. Mi tía Karin dijo algo sobre eso y que le dolía mucho— concluyó con gesto de pesar—. Pero no sé bien qué es...

—Yo también oí algo así, pero cuando le pregunté a la tía Hanabi, ella me dijo que la panza crecía porque había un bebé adentro. Entonces le pregunté a la tía Tenten si se había comido a un bebé y ella me dijo que no. Dijo que el tío Neji le había rociado un polvito mágico en la panza para que crezca el bebé— dijo hasta prácticamente quedarse sin aliento.

Naruko arqueó las cejas confundida.

—¿Un polvito mágico?

—Sip.

—Uf, ¿y vamos a creerle Men-kun?— él se encogió de hombros ante la pregunta de la niña.

—Yo no le creo nadita.

Ella calló por unos minutos. De pronto, una idea maravillosa apareció en su cabecita, y brincó fuera del columpio para colocarse de pie frente a su amigo, quien dejó de mecerse.

—¡Ya sé! ¡Vamos a descubrirlo nosotros solitos!

Menma la observó entornando los ojos.

—¿Y cómo haremos eso?

—¡Pues claro que preguntando!— se encogió de hombros bastante convencida—. Vamos a juntar información para descubrir toda la verdad— mencionó con tono misterioso. Al niño le brillaron los ojos azules.

—¿Como los detectives?

—¡Sí! Será una misión secreta.

—Está bien. Vaya, Uzu-chan, tú sí que piensas.

Los niños chocaron palmas y sonrieron abiertamente. Recoger información secreta y delicada justo como esos agentes vestidos de negro que mostraban en la televisión, sería de lo más genial y divertido. ¿Cómo no se les ocurrió antes?

—¡Menma!— se oyó desde cerca de ellos—. Hora de irnos a casa.

—Okay mom— el niño se acercó brincando hasta su progenitora, quien lo recibió con un gran abrazo, y por un momento Naruko envidió su perfectamente pronunciado inglés, pero, más que nada, la compañía de su madre.

Ni Naruto ni Hinata sospechaban lo que el destino les deparaba: miles de sonrojos y momentos incómodos provocados por dos curiosos niños de cinco años que, antes de sospechar siquiera nada, ya se comportaban como los hermanos más unidos del mundo.

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—¡Oh por Dios, amiga, estás bellísima!

Hinata dio un respingo al escuchar el gritillo que profirió aquella rubia al ver que su amiga se levantaba con delicadeza de la silla luego de terminar de ser maquillada.

—Gracias, Ino— respondió la novia mientras intentaba moverse mínimamente.

—Tenten-san— murmuró la ojiperla recibiendo la mirada de las cuatro mujeres que yacían dentro de esa habitación—. Estás verdaderamente hermosa.

La aludida sonrió con dulzura.

—Gracias, Hinata...

—Bien, vamos a colocarte ese velo, querida— informó la maquilladora, acercándose a la castaña con aquel trozo de fina tela blanca casi transparente.

Tenten se veía como un verdadero ángel con aquel enorme vestido blanco con piedras y demás detalles sublimes; aquel recogido adornado con flores y aquel maquillaje delicado y casi natural que cubría su rostro y resaltaba el color chocolate de sus ojos. Su vientre de unos cuatro meses apenas era notorio.

Neji moriría al verla.

—Por cierto, Hinata— la futura esposa de su primo la observó desde el espejo—. He invitado a Naruto, sus padres y su hija, espero no te moleste.

Oh, mierda.

Habían pasado tres días desde la última vez que lo vio, y no le había mencionado a nadie el hecho de que se habían besado; o mejor dicho, que él la había besado. No se lo había dicho ni a Kiba, ni mucho menos a su primo. Ni siquiera a Hanabi. Tampoco pensaba hacerlo, de todos modos. Aquello sólo podía causarle problemas.

Había esperado la posibilidad de no tener que verlo hasta la siguiente semana al menos y así evadir lo último que había sucedido entre ellos. Sin embargo, algo dentro de ella le había dicho antes que algo así sucedería. Y tenía un muy mal presentimiento.

Tenten, a diferencia de Neji, siempre había mantenido una buena relación de amistad con Naruto, una relación casi de familia con los padres del mismo, y su hija la adoraba como si de una tía se tratase. Era obvio que la iba a invitar.

Sólo que...

—No me molesta, en lo absoluto.

No todos iban a estar contentos con la presencia de aquella familia.

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Neji Hyuga estaba desesperado. Jamás pensó pasar por una situación como aquella.

Esperaba impaciente frente al altar, cuando Tenten llevaba casi media hora de retraso y toda la gente estaba comenzando a alarmarse. ¿Se habría arrepentido a último momento?

No, no y no.

No imaginaba a Tenten haciéndole algo así.

Suspiró inquieto cuando Hiashi lo apoyó dándole una suave palmada en los hombros. La tensión estaba en el aire, por lo que decidió salir a respirar aire fresco. Todas las miradas posándose en él no le ayudaban en nada a tranquilizarse.

Al encontrarse en la puerta de la enorme iglesia en la que esperaba poder contraer matrimonio, pudo observar que al costado de la misma había un pequeño parque en el que los niños —hijos de los invitados— se entretenían cuando aún no comenzaba la ceremonia.

En un momento dado, tres de ellos pasaron correteando junto a él. Distinguió entre el grupo a una preciosa niña rubia de ojos perlados, que vestía un gracioso vestido blanco con detalles en rosa pastel, semejante al de una princesa. La misma se detuvo frente a él y le sonrió abiertamente después de habérselo quedado mirando un par de minutos.

La reconoció perfectamente: La hija de Naruto.

Algo dentro de él crujió, debido a la rabia hacia el progenitor.

—¡Hola!— la bella criatura la observaba iluminada. Sin darse cuenta frunció el ceño.

—Hola.

—¿Por qué está triste, señor que se va a casar?— inquirió algo confundida.

Neji dudó un momento. Recién allí notó la mirada de rencor injustificada que estaba dirigiendo a la niña. Ella no tenía la culpa de nada que hubiera hecho su padre en el pasado, así que debía de comportarse más suave con ella.

Se agachó para quedar a su altura.

—Es que la novia aún no viene.

—Ah— la pequeña pensó un momento, justo antes de volver a sonreírle, con más ganas incluso—. Si no viene, ¿puedo casarme yo con usted?

El joven Hyuga sonrió tenuemente ante la ternura de aquella niña con cabello de oro.

—Me temo que eso es imposible, niña.

La aludida hizo un mohín. ¿Por qué no podía ser posible? ¿Acaso no era lo suficiente hermosa como para casarse con aquel apuesto hombre que parecía un caballero? Eso era muy, muy, muy injusto.

—¿Por qué?— reclamó visiblemente enfadada.

Aquello conmovió más al joven Hyuga. No todos los días un niño o niña le caía demasiado bien como para quedarse a contestarle todas las preguntas. Es decir, él casi nunca tenía paciencia... Pero ahora era diferente, y no sabía bien por qué.

—Porque yo soy un hombre muy viejo para una princesita como tú.

—¿Soy una princesita?— cuestionó algo iluminada.

—Claro.— la tomó de la mano con suavidad y la hizo girar una vuelta completa. Hizo algo parecido a un silbido y le sonrió tenuemente cuando volvió a observarla a sus aperlados ojos con un toque violáceo—. Eres muy hermosa. Como sólo una princesa puede serlo. Y... por eso necesitas de un príncipe que esté a tu altura.

—Y...— ella se auto-observó rápidamente y se sonrojó levemente. Ese hombre era muy amable—, ¿podré encontrar a mi príncipe pronto?

—Seguro.

—Pero...— frunció el ceño algo extrañada—, yo quiero que sea usted...

Neji suspiró y le sonrió un poco más. Observó su esmoquin, cuyo bolsillo traía pequeñas flores blancas. Tomó una y la tendió frente al rostro de la preciosa niña.

—¿Cómo te llamas, pequeña?— inquirió ante la mirada sorprendida de la misma.

—Naruko...— dijo mientras tomaba el bello gesto entre sus pequeños dedos. Él quiso golpearse la frente. Era más que obvio.

—Ah, bueno... Naruko...— suspiró y se puso de pie—. Soy Neji— informó—. Ya encontrarás un príncipe mucho mejor que yo para casarte con él cuando tengas edad. Y entonces yo podré ser tu padrino de bodas, ¿qué dices?

La niña lo observó y sonrió abiertamente mientras asentía.

—Está bien. ¡Gracias Neji!— la niña rió infantilmente y comenzó a dar vueltas. Enseguida lo observó intensa y angelicalmente—. Es usted muy amable.

—No, no hay de qué, Naruko— alegó el hombre, susurrando un "Gracias por animarme" en su interior.

—Mejor me voy dentro— citó la rubia—, creo que ahí viene tu princesa.

Y, en efecto.

Neji levantó el rostro en el mismo instante que la niña pronunció aquello y se encontró con ella bajando nerviosamente de una limusina, siendo ayudada por su padre.

Los ojos casi le destellaron de encanto al verla completamente de blanco, tan hermosa, tan pura, tan... ella. Y, por primera vez en toda la noche, deseó que el tiempo se detuviera. Podía verla así todo el tiempo y no se cansaría.

Pero era mejor que entrara y la aguardara en el altar, como se debía.

Iba a tomar de la mano a Naruko para que ésta la acompañara dentro, mas al bajar el rostro notó que la pequeña Uzumaki había desaparecido.

—Papá creo que estoy enamorada...

Naruto bajó la vista algo sorprendido al ver tan de repente a su hija a su lado en la iglesia. Kushina y Minato también observaron a la niña algo confundidos.

—Shh...— le hizo un gesto de silencio, pues la marcha nupcial había empezado a sonar. Se inclinó para llegar a su altura y susurrarle al oído: —¿Y de quién se supone que te has "enamorado", niña traviesa?— hasta hizo el gesto de comillas con los dedos.

A Naruko le brillaron los ojitos.

El hombre rió casi a carcajadas, recibiendo varias miradas de reproche y un codazo de parte de su madre, al escuchar a su pequeña decir:

—De Neji Hyuga.

.

.

.

La ceremonia de bodas había sido espectacular.

Tenten estaba vestida como una verdadera miembro de la realeza y Neji con su porte serio/nervioso había sido como la fresa del pastel.

Cuando el sacerdote los había declarado marido y mujer, el hombre pareció como si se estuviera desahogando; puesto que ni siquiera esperó la orden de besar a la novia y tomó a la castaña de los hombros para fundirle un sentido beso que desacomodó todo el labial que llevaba la misma. Fue tan conmovedor para los testigos como para la novia, que más de uno estuvo derramando lágrimas de emoción en respuesta a la reacción del ojiperla.

La familia Hyuga había sido parte de la nobleza alguna vez que tuvo grandes herencias, y ni siquiera el hecho de haber estado en la bancarrota pudo quitarles la fachada pulcra y severa de siempre.

Hiashi Hyuga lucía como un verdadero líder anfitrión, acompañando a cada invitado a su sofisticada mesa en el salón donde se llevaría a cabo el banquete de celebración. Hana, acompañaba a su esposo con un aspecto de verdadera reina. Hanabi lucía bastante juvenil y atrevida con aquel vestido corto, y regalando una sonrisa a quien se le cruzara frente a sus ojos.

Y..., finalmente, Hinata.

La mayor de las hermanas Hyuga se veía increíblemente sensual con aquel vestido fino de seda, negro, a unos ocho dedos por encima de las rodillas, totalmente al cuerpo, con detalles en plata y un considerable escote que no dejaba mucho a la imaginación. Traía la azulada melena suelta y sedosa cayendo a sus espaldas, y unos tacones bien altos y negros adornaban sus pies. Casi no llevaba maquillaje, y aquel aspecto natural la dejaba irremediablemente irresistible para cualquier hombre hecho y derecho.

Especialmente para Naruto Uzumaki.

Estaba seguro de que su madre le había dicho algo sobre acercar ponche a la mesa, pero lo olvidó por completo al ver la sublime imagen de Hinata sonriendo a unas mesas de él. La misma conversaba animadamente con un hombre a su lado —al cual no distinguía muy bien debido a encontrarse de espaldas—, Sakura y Sasuke frente a ella y sus hijos cerca de ellos charlando con Menma.

Todo a su alrededor dejó de existir repentinamente, y el hecho de rememorar el ardiente y excitante beso que se habían dado hacía unos días sólo intensificaba sus ganas de correr a ella y devorarle los labios con toda la convicción con la que fuese capaz.

"Déjame besarte, déjame besarte, déjame besarte otra vez,"— era su único pensamiento.

Automáticamente se levantó de su asiento, y la mente se le nubló. Se encaminó directo a la dueña de sus cavilaciones.

¿Qué mierda estaba por hacer?

.

.

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Kiba Inuzuka reía ante las ocurrencias de una tal Sakura Haruno y los celos hacia su marido. El fresco de la noche hacía que sintiera escalofríos de vez en cuando, pero ello sólo hacía la velada más increíble.

Había escuchado acerca de la posibilidad de que Menma se fuera esa noche a dormir a casa de aquellos dos niños mellizos con los que conversaba en la mesa, quienes eran los hijos de Sasuke y Sakura. Aquella era una posibilidad perfecta para pasar la noche a solas con su Hinata y poder saciarse de ella como tanto ansiaba desde que había llegado.

Ni una sola noche de sexo durante un poco más de tres meses era demasiado para alguien tan activo como él, y resultaba una locura no poder hacerlo teniendo a su exuberante novia durmiendo junto a él cada noche.

Ah, Hinata...

Tan bella y gentil. Un ejemplo de mujer, diría Kiba.

Se veía tan, pero tan hermosa esa noche, temblando un poco de frío y estremeciéndose cada vez que él pasaba sus manos por la piel de su muslo, por dejaba de la mesa. Cuánto ansiaba poder disfrutar de ella plenamente, sin babosos que observasen sus sexys curvas que estaban más enmarcadas aún por ese corto vestido.

Hasta casi podía sentir cómo la devoraban con la mirada, aquel hombre que se había acercado peligrosamente era el vivo ejemplo...

Sakura casi se atraganta con el ponche y Sasuke casi cae de espaldas debido a la sorpresa, mientras un cabreado y atónito Kiba busca desesperadamente poder reaccionar y apartar a aquel desgraciado que besaba con tanta insistencia a su mujer.

¿Qué demonios estaba sucediendo?

.

.

.

.

Continuará... si quieren.

N/A: Sé que me odiarán de todas maneras y tal vez no me creerán, pero... ¡Estoy demasiado avergonzada por la tardanza inmensa! Lo siento, lo siento, lo siento (no tengo justificación, no importa cuántas veces me disculpe, lo sé).

Y lo peor de todo es que tampoco sé si podré volver pronto ;-;

Estoy sin laptop "momentáneamente" (sep, eso me dijeron y ya han pasado MESES) y ese es el verdadero problema aquí uwu

He leído todos sus comentarios, de verdad se los agradezco un montón, sus palabras no podrían halagarme más (también me hacen darme cuenta de lo mierda que soy por no actualizar seguido cuando sé que se lo merecen de sobra). Gracias por los votos también, siento ue me han apoyado tanto en tan poco tiempo.

Espero leerlos pronto. Intentaré (no prometo nada) prestar de nuevo esta laptop dentro de unos días para traerles la conti.

Besote.

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