Tu música en mi silencio ©

By LunnaDF

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N°2 DE LA SERIE "AMOR EN UN MUNDO INCLUSIVO" ESTA OBRA HA SIDO PUBLICADA POR NOVA CASA EDITORIAL. L... More

De regreso por un tiempo
Epígrafe
Dedicatoria
Booktrailer
Prólogo
1. Primer Día
2. Panambí
3. Amigos
4. Música
5. Te quiero
6. Celos
8. Prohibido
9. Cambios
10. Teclas y piel
11. Vibrando
12. Más Cambios
13. Cuidado
14. Lejos
15. TRAICIÓN
16. Corazón Roto
17. Dolor
18.Sobrevivir
19. Pesadilla
20. Dificultades
21. Bebé
22. Sueño
23. Encuentro
24. Te extrañé
25. La novia
26. Distancia
27. Te amo
28. Pasión
29. Vete
30. Verdades
31. Encuentro
32. Perdón
33. Nuevas oportunidades
34. Hermanas
35. Buenos Aires
36. Familia
37. Desconfianza
38. Un piano y un anillo
39. Un final feliz
40. EPILOGO
¡Gracias!
Presentación
*** Puntos de venta ***
FIL GUADALAJARA
Información Buenos Aires FIL 2022

7. Cumpleaños

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By LunnaDF



Los meses pasaron y las clases de piano fueron tomando forma. La profesora Raquel estaba feliz con Panambí, pues creía que tenía un talento nato para la música. Al principio su papá y Arandu no estaban de acuerdo, pensaron que sería perder el tiempo. Pero la profesora Raquel lo visitó y habló con Don Enrique, le explicó que ella podía ejecutar el piano aunque no oyese, y que si le gustaba podía ser muy buena en ello.

Su padre accedió y la dejó participar de las clases, la Profesora Raquel le pareció una buena mujer y él estaba muy preocupado porque Panambí se rodeara de mujeres. Sabía que era una edad difícil y que ella necesitaba una imagen femenina, él no sabía cómo hablar con su hija de temas femeninos y pensaba que estar cerca de Alicia y Raquel sería bueno para ella aunque no aprendiera nada de piano, pues eso no le parecía posible.

Sin embargo, Panambí tenía un talento y una capacidad de sentir la música que asombraba a su maestra e incluso a Daniel, que ya la había acompañado a sus clases algunas veces. Ella tocaba melodías cortas y sencillas porque aún estaba iniciando, pero le era fácil leer música y asociar la lectura con la tecla que debía tocar, también le resultaba natural transferirle sentimiento a lo que estaba ejecutando, como si realmente escuchara lo que hacía. Ella podía hacer que una sencilla canción de cuna resultara encantadora, lo trasmitía en las manos, en el movimiento de su cuerpo, en sus ojos cerrados como perdiéndose en su melodía interna.

La Profe Raquel estaba entusiasmada con su nueva alumna y conseguía encender en ella aún más entusiasmo, ella pensaba que infundir al alumno confianza en su propia capacidad, era la mejor manera de aumentar sus potencialidades. Panambí empezaba a creer que era buena y que podía llegar lejos en aquello que pensó inalcanzable para ella. Daniel amaba escucharla y su madre le había prometido regalarle a fin de año un piano eléctrico, por lo que ambos planeaban practicar juntos en su casa cuando tuvieran el instrumento.

Dani pasaba con Panambí casi todo su tiempo libre, estudiaban juntos pues él le ayudaba a entender los ejercicios, iban a sus clases de piano juntos, y hacía unos meses, Daniel empezó a acompañarla a la escuela de sordos, pues Don Enrique se cansaba muy a menudo y dejaba a Arandu a cargo del negocio, lo que impedía que acompañara a su hermana.

Daniel había cumplido los catorce años en julio, y el cumpleaños de Panambí se acercaba. Ella nunca lo había festejado, no tenían dinero para eso, lo único que hacían era comprar una torta y cantar, y de vez en cuando recibía un regalo de Anita o de sus compañeros de la escuela de sordos que también solían organizar un festejo en clase.

Anita había conocido a Daniel y se había quedado encantada con él. Insistía en que Panambí debía decirle lo que sentía y dejar que Dani le diera su primer beso. Panambí reía y le decía que ella soñaba con eso pero que sólo eran amigos. Dani seguía enganchado a Carla, pero ella no lo tomaba en cuenta más que como un buen amigo, sin embargo Antonella se le había declarado, le había dicho que gustaba de él y le había preguntado si le pasaba igual. Dani se sintió incómodo teniendo que rechazarla, diciéndole que le agradecía mucho sus sentimientos pero que a él no le pasaba lo mismo. Había hecho aquello porque Alicia le había aconsejado ser sincero con la chica y decirle que no la quería para no lastimarla más luego. Pero Antonella no lo tomó a bien y no le hablaba desde ese día, lo que le complicaba el tema de las clases de italiano pues la única que siempre le había explicado todo, era ella.

Cuando le contó a Panambí sobre lo sucedido con Antonella, ella tuvo sentimientos encontrados. Por un lado se sintió feliz de que él la hubiera rechazado, pero también le asustó que ellos hubieran cortado su amistad por aquello. Sabía que Antonella era una amiga que solía estudiar con Dani y que solía ayudarle con las lecciones de italiano, y le parecía muy raro que sólo por eso se hubieran alejado. Eso la llevaba a pensar que si ella le dijera lo que sentía y él no compartiera el sentimiento, seguro se terminarían alejando también, así que prefería seguir ocultando sus pensamientos y guardárselos sólo para sí misma.

Aun así estaba confundida, por momentos todo parecía indicar que él también gustaba de ella, era tierno, dulce y decidía gastar todo su tiempo libre a su lado; lo que para su amiga, Anita, era una clara señal de que él estaba muerto con ella. Además, según sus libros, el personaje masculino siempre hacía eso cuando cortejaba a la chica. Pero sin embargo, Daniel siempre le hablaba de Carla, y sus ojos se volvían soñadores cuando la mencionaba, lo que confundía a Panambí que no podía deducir lo que su amigo pensaba o sentía en realidad.

El día de su cumpleaños número trece, Alicia reservó una mesa en un restaurante de comida rápida y les invitó a su papá y a su hermano, a Anita y a la Profe Raquel para compartir entre todos una agradable velada. Su papá le regaló un libro de los que vendía en el quiosco, ella agradeció el gesto. Su hermano le regaló una carterita tejida por los indígenas que solían vender sus artículos en el centro de la ciudad. Alicia le regaló ropa, pues pensaba que una niña de su edad necesitaba de aquello, en especial ella, que usaba ropitas gastadas. La profe Raquel le regaló una medallita de plata que tenía un símbolo musical en ella. Se la dio antes de retirarse y la llamó aparte junto con Daniel.

—Es un silencio de negra —explicó la profesora mientras Panambí lo observaba y asentía—. Es para recordarte que el silencio es importante en la música, que no hay música sin silencio... que hay música en el silencio.

Panambí sonrió y emocionada abrazó a la maestra entendiendo el profundo mensaje de su regalo y luego se puso la medallita. Volvieron a la cena y compartieron más tiempo, luego los invitados fueron despidiéndose y cada quien volvió a su hogar. Panambí le pidió a su papá que le dejara pasar la noche en lo de Alicia y este aceptó, a estas alturas estaba completamente convencido del cariño que le tenía esa mujer a su hija. Arandu a pesar de que aún tenía ciertas dudas, también pensaba que eran buena gente y no objetó la decisión de su padre.

Alicia, Daniel y Panambí caminaron hasta su casa felices. Al entrar, Panambí abrazó a Alicia por un largo rato dejando caer algunas lágrimas de felicidad y profundo agradecimiento, ella correspondió el gesto y luego mirándola le dijo que la quería mucho. Panambí asintió y gesticuló que ella también la quería. Alicia se había convertido en esa imagen femenina que ella necesitaba y admiraba.

Después de aquello los dejó solos para ir a tomar un baño y luego descansar, había sido una semana llena de trabajo y ese viernes en especial le había resultado cansador. Panambí y Daniel se sentaron en el sofá y conversaron sobre lo que había sucedido en el día, entonces el timbre sonó y Daniel se levantó para abrir.

—Hola Dani —lo saludó su tío Paulo—. ¿Está mamá?

—Sí, esperá que la llamo porque se está bañando.

Paulo pasó y saludó a Panambí, ellos ya se habían conocido en algunas salidas a cenar que habían tenido entre los cuatro. Era el amigo de la mamá de Dani que los había ayudado a asentarse en Asunción.

Luego de un rato, Alicia salió vestida y con el pelo mojado a hablar con Paulo y los chicos decidieron ir a la habitación de Dani para poder conversar mejor y no molestar a los adultos.

—Tengo un regalo para vos —dijo Dani sonriendo y abriendo uno de sus cajones.

—¿Qué es? —preguntó Panambí entusiasmada.

—Abrilo —dijo él pasándoselo—, parece que la profe Raquel y yo estamos en sintonía —añadió Dani encogiéndose de hombros.

Panambí abrió el paquetito para encontrarse con un tatuaje de henna, de esos que se ponían y salían a los pocos días. Era también de un silencio de negra de no más de dos centímetros. Ella sonrió, fue hasta el baño y mojando el papelito se lo puso en la muñeca. Entonces gesticuló.

—No hay música sin silencio, cuando sea grande me haré un tatuaje con un silencio aquí mismo.

—Yo me haré uno igual —dijo Dani sonriendo y Panambí asintió abrazándolo.

Daniel se sintióconfundido ante aquel abrupto abrazo pero le gustó la sensación de calma quesintió en sus brazos. Podía sentir su respiración cerca de su cuello y susbrazos rodeando su torso. Con timidez él también rodeó el cuerpo de Panambí consus brazos y sin pensarlo depositó un beso en su frente. 

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