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Saga <<La Era De Los Vampiros>> Libro I: <<Dulce Cautiverio>>
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE (sin corregir)
CAPÍTULO TRECE (sin corregir)
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISEIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
EPÍLOGO
Informo:
¡¡¡ÚLTIMAS HORAS PARA RESERVAR ACOSADA...

CAPÍTULO TRES

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By DulceCLpez

Empezaba a esconderse el sol justo cuando Michael, mi padre, aparcaba su vehículo, un Citroën C5 negro, en la cochera subterránea de nuestra casa de campo. El lugar apenas estaba iluminado. Al fondo se encontraba las escaleras de caracol, que subían a la primera planta, atravesando antes una puerta de seguridad que daba al pasillo, junto a la cocina.

   Subimos lentamente en silencio los tres y nos acomodamos en el acogedor salón. Me senté en una de las sillas, la que siempre solía usar, mientras mi madre se quedó de pie. Estaba junto a mí, apoyada con una mano sobre la repisa de la gran mesa. En cambio, mi padre, se acercó a la chimenea y se quedó mirando fijamente, y de manera pensativa, las viejas cenizas.

   —¿Y bien? —quise saber. Ya era hora de obtener las repuestas—. ¿Qué me habéis dado de beber y quien es Eric?

   Lentamente, mi padre se giró y me miró fijamente. Abrió la boca, pero de golpe, la volvió a cerrar. Me imaginé que no encontraba las palabras adecuadas o simplemente no sabía por donde comenzar.

   —Carla, después de tu accidente, al mes aproximadamente, pasaron muchas cosas importantes. Cosas que nos concierne a todos —hizo una pausa mientras aprovechaba para sacar del bolsillo de sus vaqueros un paquete de tabaco y un mechero. Después de encenderse uno y darle un par de caladas, continuó hablando—: Se hizo público una gran noticia, una noticia increíble, impensable para el hombre hasta ese momento... —confesó, dejandome todavía más confusa—. Se dieron a conocer una nueva raza en nuestra especie, por decirlo así, aunque en realidad no son humanos...

   —¿De qué me estás hablando papa?, ¿otra raza?, ¿de otra especie? —no lograba asimilar del todo lo que me estaba contando, pues me encontraba como si estubiera de espectadora viendo una película que no iba conmigo, ya que todo sonaba tan irreal...

   —Te hablo hija mía, de <<vampiros>> —volvió a darle otra calada a su cigarrillo, esta vez más profundamente.

   —<<Vampiros>> —repetí lentamente. No podía creerme todo lo que me estaba contando, hasta que me acordé de Max. Por lo visto, no me había imaginado lo de los puntiagudos colmillos—. ¿De ahí las prisas por llegar antes del anochecer a casa?

   —Así es.

  —O sea, ¿me estas diciendo que existen los vampiros y que se han dado a conocer? —él simplemente afirmó mis suposiciones con un gesto de su canosa cabeza—. Y entonces... ¿A dónde nos lleva todo esto?, ¿tenemos que ir por ahí con crucifijos, agua bendita y todas esas chorradas? —estaba muy nerviosa para dejar de hablar. Las preguntas se amontonaban en mi boca, queriendo salir a toda prisa.

   —Tienes que olvidarte del concepto que tienes de ellos, nada de eso les perjudica. Lo único cierto de los mitos es que no pueden salir a la luz del sol y que sólo se alimentan de sangre humana.

   Di un respingo al oír eso, imaginándome lo desagradable que sería ver a uno de ellos alimentándose... O peor aún, ver que lo hacen contigo. ¡Huagg!

   —¿Y tenemos que convivir con ello? —pregunté llena de inquietud—. Quiero decir, ¿el gobierno va a permitir eso? Si representan un peligro para la humanidad, ¿por qué el ejército no hace algo al respecto y los eliminan para siempre?

   —Ya se intentó hija, al poco tiempo del día de la <<gran revelación>> —confesó angustiado—. Pero ellos son más fuertes, más rápidos y son casi inmortales. Se curan rápidamente y solamente se les pueden matar cortándoles la cabeza o manteniéndoles varias horas expuestos a la luz directa del sol.

   —Entonces... ¿que pasó?

   Creía conocer la respuesta esa pregunta, pero quería oírselo decir para estar segura del todo. Necesitaba conocer toda la verdad.

   —Después de un mes de guerra sangrienta, donde se perdieron muchas vidas humanas, los vampiros se hicieron con el control del mundo entero. Ahora son ellos los que gobiernan nuestro país.

   Lo miré con los ojos abiertos como platos, no daba crédito a lo que mis oídos acababan de escuchar. Teníamos que convivir con vampiros... ¡Que extraño sonaba eso! Miré a mi madre para ver si decía algo, cualquier cosa que demostrara que mi padre estaba bromeando, pero ella simplemente agachó la cabeza, desviando su mirada de mis ojos.

   —Bien, voy entendiendo, ahora ellos son los amos. ¿En que cambia eso las cosas para nosotros? Porque no creo y dudo de que ahora todo marche igual que siempre —necesitaba respuestas y no pensaba callarme ninguna pregunta que me rondara—. ¿Se turnan para alimentarse de nosotros? —dije con ironía, pues estaba muy nerviosa en ese momento y no sabía qué decir. En verdad, no estaba muy segura si quería conocer la respuesta...

   —En cierto modo, no han cambiado mucho las cosas, seguimos pagando nuestros impuestos y todo eso —saber eso me tranquilizó un poco—. Pero cada familia debe de tener un patrón o patrona a su cargo que velen por ellos y...

   —¿Patrón? —pregunté toda extrañada—. Te refieres a uno que sea vampiro, ¿no?

   —Sí, así es. El patrón en cuestión protege a la familia que tenga a su cuidado de que ningún otro vampiro se alimente o abuse de ellos. Sólo él o ella puede hacerlo.

   —¿Y cómo sabe un vampiro qué humano está protegido y cuál no lo está?, ¿cómo puede diferenciarlos? —esto cada vez se ponía más enredado y con respuestas desagradables.

   —Por medio de unos brazaletes blancos —nada más nombrarlos, le encontré sentido a una de mis inquietudes—. Cada miembro de la familia tiene uno idéntico, con el símbolo que representa a su patrón vampiro y cada uno de ellos tiene su propio símbolo que lo identifica y lo diferencia de los demás.

   Lo que me temía... Así que no se debía a una cuestión de <<moda>>. Entonces recorrí con la mirada las muñecas de mis padres y vi que ellos no tenían ninguno.

   —Vosotros no lleváis brazalete.. ¿Por qué?

   Silencio.

   Viendo que no me respondían, probé a ver con otra pregunta.

   —¿Qué les ocurren a los humanos que no tienen patrón? —alce una ceja, esperando.

   —Deben de llevar mucho cuidado, evitar salir por las noches y rezar para que ninguno de ellos entren en sus hogares.

   —¿Por qué, en ese caso...?

  —Los vampiros serían libres de alimentarse de ellos e incluso de abusarlos sexualmente.

   Noté que esta parte de la conversación en particular lo ponía más nervioso, al igual que a mí.

   Quiriendo saber más, intenté abarcar de nuevo la pregunta anterior.

   —¿Y por que no tenéis vosotros un patrón?

   Esta vez fue mi madre la que habló, retirándose de la mesa en la que estaba apoyada y poniéndose al lado de mi padre.

   —Para que una familia pueda poseer un patrón, debe tener un miembro disponible, quiero decir, uno que esté soltero o soltera.

   —¿Y eso por qué?

  —Por que el patrón o patrona debe emparejarse con uno de ellos, el que esté disponible y con mayoría de edad —dijo esta vez mi padre, retomando el hilo de la conversación—. Mira, es complicado de explicar...

   —Soy toda oídos, por que creo que tengo el derecho de saberlo todo, y más teniendo en cuenta que en esta familia soy la única miembro que está <<disponible>>.

   Estaba ya cansada de esta situación, pero quería terminar lo antes posible con todo este trama y saber en que posición me dejaba a mí todo este lío.

   —Está bien, tienes razón. A ver como te lo digo... hmmm... Pues como te decía, si en una familia disponen de una mujer soltera, un vampiro se empareja con ella en una especie de ritual, parecido al de una boda y pasa a ser el patrón de ella y de su familia. En el caso de ser un hombre el soltero, pues es una vampira la que se uniría a él y sería la que pasaría a ser su patrona. Los patrones y las patronas, solamente tienen relaciones sexuales con su pareja, pero puede alimentarse del resto de los componentes de la familia. A cambio, ellos los protege de otros vampiros y los mantiene bajo su cuidado.

   —¿Te refieres a nivel económico y todo eso, cómo un padre haría? —empezaba a comprender, pero seguia sin gustarme todo este asunto.

   —Sí, más o menos.

  —Y ahora viene la parte difícil, ¿qué va a pasar conmigo? —rezaba para que ellos hubieran encontrado alguna manera de salir de esta situación, sin cambiar las cosas de cómo estaban en este preciso momento: Yo en casa y todavía libre—. ¿Podemos seguir como hasta ahora?, quiero decir, si lleváis mas de tres meses viviendo bajo el mandato vampírico y habéis salido inadvertidos, ¿todavía podemos continuar de esta manera, no?

   —La verdad, cariño, aunque me duela reconocerlo, es que no —dejó escapar un suspiró y confesó—: De vez en cuando salen tropas vampíricas patrullando por la zona, comprobando que se mantiene el orden y que cada familia posee un patrón —yo le escuchaba con gran interés, sedienta de conocimiento—. En sus informes tienen archivados las familias que ya tienen protección y las que todavía no.

   Cada vez me encontraba más ansiosa, parecía que me costaba respirar, esta conversación no estaba llegando a buen puerto y tampoco mis padres ayudaban a relajarme, pues ahora ellos se mostraban más nerviosos todavía. Esto no había terminado aún, quedaba más cosas por contar y por lo visto, nada agradables.

   Mi madre agarró a mi padre por la cintura, y él respondió pasándole un brazo por sus hombros, dejándolo allí apoyado. Se volvieron a mirar fijamente sin decir ninguno palabra alguna, y después de un momento, mi madre fue la que continuó con la conversación:

  —¿Recuerdas que en el hospital hablé de un tal Eric? —asentí con la cabeza, segura de que me temblaría la voz si decía algo—. Pues él es un vampiro —no sé porqué, pero me estremecí—. Es el sheriff de esta ciudad, para ser más exactos.

   Seguía sin poder hablar y empezaba a estar incómoda sentada en la silla, pero tenía miedo de levantarme y no ser capaz de mantenerme en pie.

   —Hace un par de días, tuvimos una <<visita>> de la patrulla vampírica que estaba comprobando esta zona del pueblo esa noche —continué observándola en silencio, esperando a que me confesara de una vez por todas qué pasaba con Eric y qué relación tenía con nosotros—. El sheriff iba con ellos en esa ocasión y cuando entraron aquí... Bueno... Pues él... vió tu foto y se interesó por ti...

   ¡Tierra trágame!, exclamé para mis adentros. ¿Podría complicarse más las cosas?

   —Estuvo preguntando por ti, por tu edad y todo eso. Quiso saberlo todo de ti, para conocerte mejor. Nos hizo enseñarle más fotos tuyas, videos... Cualquier cosa que tuviéramos de ti... ¡Incluso fue anoche al hospital a verte y todo!, y... Lo siento hija... —vi que contenía el impulso de llorar y después de un profundo suspiro dijo—: Ofreció su propia sangre, que es curativa, para salvar tu vida...

   Ya no aguanté más, tenía que saberlo, ¡saberlo todo!

   —¿Sangre?, ¿he escuchado bien? —de nuevo silencio —. Así que... ¿Fue eso lo que me disteis en el hospital?, ¿el frasquito con el líquido rojo?

   —No teníamos otra opción... Cariño, escucha... No podíamos seguir así, sin protección y tú... Tú no te despertabas y el médico tampoco nos daba muchas esperanzas... —otro suspiro profundo—. Tuvimos que hacerlo y decidimos aceptar el trato.

   —Aceptasteis el trato... ok, preguntaría a qué te refieres mamá, pero ¿sabes qué?, creo que no quiero saberlo... Yo... ¡No puedo creer que haya bebido sangre de vampiro! —a parte del dolor de cabeza, comenzaba a tener nauseas. ¡Y pensar que aquello me llegó incluso a gustar!

   —Carla, en serio, sabes que no teníamos otra opción, y ahora tú... Pues... Estás prometida con Eric —tragé saliva, y creo que, de manera bastante perceptible—. Ése era el trato.

   —¡¿Qué?!, ¡¿cómo dices?! —pregunté toda preocupada—. En serio mamá, dime que estás de broma, por favor...

   Me levanté de la cómoda silla en la que estaba sentada y de un salto brusco, me puse en pie. Lo cierto era que me encontraba demasiado nerviosa para estarme quieta en un lugar determinado, así que anduve de un lado a otro por toda la habitación, esperando contestación alguna de parte de mis padres, siendo consciente de que no me quitaban el ojo de encima en ningún momento.

     —Lo sentimos Carla, pero las cosas están así...

   —No, no puede ser verdad... Todo esto que me contáis es increíble, ireal... —no paraba de reírme con nerviosismo, mientras intentaba hablar con claridad—. Debo de seguir en coma... —susurré más para mí misma—. Eso es, esto es un sueño... No, no, mejor dicho, ¡una pesadilla! Sí, eso es... ¡Y todo esto es producto de mi imaginación!

Nota: a la derecha, Michael (padre de Carla)

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