Había tantas personas presentes, pero sólo una estaba dispuesta a escuchar esa preciosa canción antigua. Era como si olvidaran de la dulce melodía que canta el cielo, y prefirieran seguir con una vida monótona.
La música no son sólo canciones. Es también, los lugares en donde la escuchaste, el consuelo que te dio cada momento, las emociones que te provocó, y la compañía de quién amaste.
Así pues, las miradas entre el músico derecho se intensificaron con las de Solange. Sabía que ella entendía el significado de la canción, y eso a Farid le fascinaba, le sonrió toda la presentación a esa chica de tres mesas adelante.
Y al finalizar, su acompañante se retiró haciendo una caravana, y él permaneció por un tiempo arriba del escenario contemplando a Solange, no cruzó palabras con la joven, únicamente decidió tocar y cantar la última pieza para ella, porque en ese momento las palabras y las miradas se quedaban cortas a comparación de expresar amor en la música.
Lo único extraño de esa canción era que no se conocía en lo absoluto, no se sabía el título, el artista o demás.
Era una de las composiciones de aquel músico contratado.