CAMILA
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— ¿Estás loca? Papá no me dejaría salir con un chico mayor ni en mis sueños— le dije a Dinah. Pude escuchar como chasqueaba con la lengua a través del teléfono, tenía una idea.
— No tienes que decirle que vas a salir con un chico, Mila. Podemos planear una pijamada en mi casa y él nunca va a enterarse.
— ¿Y si me descubre?
— Eso no va a pasar, confía en mí.
La cuestión era que David, un chico dos años mayor que yo, le había dicho a Normani que quería pedirme una cita, pero le daba vergüenza. Normani al ser tan buena amiga, lo animó a hacerlo, sin embargo, habían pasado dos semanas y el aun no me había hablado siquiera. Entonces Dinah decidió tomar el asunto en sus manos y le dio mi número a David. Apenas llegué a casa, recibí un mensaje de él... después de varias horas hablando, finalmente se armó de valor y me dijo:
¿Te gustaría ir a una cita conmigo?
No... No es obligatorio que aceptes, ¿sabes? Si no quieres ir lo entenderé.
Debo parecer un idiota ahora mismo.
Lo siento... Estoy bastante nervioso, hasta por mensaje.
¿Puedes creer eso? JÁ, patético.
Me pareció tierno que estuviese nervioso por mí y todo el monólogo que había tenido en medio de su desesperación. David era atento, inteligente y estaba buenísimo. Todo lo que esperaba en un chico y sí, a mí también me gustaba bastante. Pero no podía gustarme, porque tenía que gustarme Lauren; no podía salir con él, porque tenía que salir con Lauren. Era desesperante estar en una relación forzada con alguien a quien no soportaba y era aún peor no poder explicarle a Dinah las verdaderas razones de por qué no podía salir con David.
Colgué el teléfono, subí el volumen de la música hasta el máximo y disfruté de la paz que venía cuando tenía la casa para mi sola. Empecé con las tareas que mamá me había dejado: sacar el árbol de navidad, ponerlo y adornarlo. Más que una tarea, lo hacía porque me gustaba darle algo de vida una vez al año a la sobria casa en la que vivía.
Si, faltaba solo un mes para navidad... Era increíble como el año había pasado tan rápido y más aún, como yo había soportado por tanto tiempo a Lauren. Las cosas entre ella y yo seguían igual o peores que al principio, solo que frente a nuestros padres disimulábamos y actuábamos como dos adolescentes enamoradas, cosa que nos había dado como resultado un viaje durante dos semanas a Hawái y otras dos en Los Ángeles.
Como había sido sorpresa, no pudimos lograr que las chicas nos acompañaran, y Lauren y yo estuvimos atascadas la una con la otra todo ese mes, o más bien durante un día, hasta que descubrimos que podíamos cambiar nuestra habitación doble por dos individuales y ahí sí ni nos vimos hasta el día en que tuvimos que regresar. Teníamos una 'niñera' que les pasaba reportes a nuestros padres de lo que hacíamos, pero nada que un pequeño soborno no pudiese arreglar.
En cuanto a navidad, la pasaríamos en casa con la familia de Lauren y mis tíos por parte de mamá. Para año nuevo iríamos a Aspen, donde mis padres alquilaban un bungalow y ofrecían una fiesta para todos sus amigos. Nada más emocionante que un montón de gente mayor ebria y presumiendo su dinero.
Luego de colocar el árbol en su lugar, fui hasta el ático para buscar los adornos. Normalmente solo lo llenaba de muchas luces y pocos adornos, mamá había tomado en cuenta esto y para complacerme, compró una instalación de luces de casi veinte metros. Estaba toda enredada y para facilitarme el trabajo, comencé a extenderla desde el ático hasta llegar a la sala de estar. A veces me pasaba una parte de la instalación por encima del hombro para hacerla más corta y otras la extendía por el suelo, cuando pensé que había terminado, me di cuenta de que ahora yo parecía un árbol de navidad. Me distraje tanto con la música que no me di cuenta de cuando se enredaron entre mi cuerpo.
Estaban por todas partes, desde mis hombros hasta mis pies y cuando intenté quitármelas las enredé más y terminé en el piso. Comencé a reírme de lo patética que era hasta que la vi... una cucaracha gigante se acercaba hasta donde yo estaba. Intenté arrastrarme como un gusano por todo el piso, pero terminó siendo peor porque perdí de vista a la cucaracha, o eso pensaba, hasta que sentí como algo caminaba por encima de mi pierna. La sacudí tanto como pude y me resigné a que ese era el fin. Iba a morir de manera trágica por culpa de una cucaracha.
Sentí que algo caminaba en mi mano y tuve miedo de voltearme, así que solo grité y grité lo más fuerte que pude esperando a que alguien me escuchara.
— ¿¡CAMILA!?
¿Ya estoy muerta y así es como te reciben en el infierno?
— Camila, ¿dónde estás? ¿Estás bien?
Lauren llegó a la sala de estar con una expresión de pánico en su rostro, que se suavizó cuando me vio tirada enredada en las luces de navidad, y fue reemplazada por una risa.
— Deja de reírte— le reclamé, pero ella comenzó a reírse aún más fuerte y no tuve más remedio que unirme a ella.
— ¿Qué te pasó? — Preguntó después de un rato, cuando las dos dejamos de reírnos.
— Decidí que quería ser un árbol de navidad— le dije con sarcasmo. Ella se levantó del suelo y sin decir nada más, se fue—. Laureen.
Su risa se escuchaba en la cocina y unos minutos después regresó con un vaso de jugo en su mano. Se sentó en el sillón y sacó su teléfono, sin prestarme la más mínima atención.
— ¿No vas a ayudarme? — Le pregunté.
— No con esa actitud.
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LAUREN
— Es que, ¿cómo pudiste? No me cabe en la cabeza que puedas hacer algo así— dijo Dinah, cuando salió de su trance después de un rato. No sonaba enojada ni molesta, pero si decepcionada.
— No sabía lo que hacía, lo juro. Todo me daba vueltas, escuchaba el ruido a lo lejos y mi mente parecía estar en otro lugar — murmuré contra mi almohada, sin ser capaz de ver a Dinah a los ojos.
— Mírame a los ojos. — Levanté la cabeza lentamente y busqué su mirada, que estaba fija en mi—. Mejor así. Vamos a lo importante... ¿te arrepientes de lo que hiciste?
— Completamente— respondí de manera sincera—. Me siento como una mierda, la verdad.
— Pues que bueno, porque cualquier persona que lastime a Camila debería sentirse así. No sé si las chicas ya sabrán y no voy a ser yo quien les diga, mucho menos a Camila. No te voy a sermonear porque sé que lo tuyo fue cosa del momento, del alcohol y de la poca cordura que te queda desde la desaparición de Camila. Pero si lo vuelves a hacer, si tu llegas a siquiera considerar hacer algo así de nuevo, yo misma me voy a encargar de que nunca más puedas tener sexo de ningún tipo, voy a hacer que te arrepientas del momento en que decidiste lastimar a mi mejor amiga, ¿entendido? — Tragué fuerte y asentí nerviosa, Dinah comenzó a reírse mientras yo trataba de recuperar mi estabilidad mental—. Las chicas vienen para acá— me informó, en medio de su risa. Pero aunque se estuviese riendo, yo sabía que su amenaza iba en serio.
— Lauren, necesito hablar contigo— dijo mamá, asomándose rápidamente en mi habitación, para luego salir.
— Si las chicas llegan les abres. — Dinah asintió y me hizo un gesto de 'vete' con las manos.
Salí de la habitación y llegué hasta la cocina, donde mi mamá me esperaba. Estaba cortando algunos vegetales para el almuerzo en un mesón a mi espalda.
— ¿Qué pasa? — le pregunté. Ella volteó a mirarme como diciendo, '¿es en serio?'—. No soy adivina, mamá.
— ¿A ti te parece adecuado que yo me despierte a las cuatro de la mañana porque mi hija y su amiga no pueden dar dos pasos sin tambalearse, de lo ebrias que están? ¡No lo es, Lauren! — Gritó.
— Tu misma me dijiste que sería bueno que saliera, que me distrajera, y sabes que no estábamos haciendo nada malo. Solo ser adolescentes inmaduras, supongo.
— Eso lo tengo bien claro, Lauren Michelle. Pero desde que llegamos a esta ciudad te comportas como una diosa intocable, me faltas el respeto, sales cuando bien te parece y cada vez que te castigo te sales con la tuya, y cuando busco apoyo en tu padre me dice 'déjala, ya tiene bastante con el colegio y Camila'. Que con eso me marean los dos, pues nada de eso me importa.
» Yo nunca estuve de acuerdo con la idea que se le metió a tu papá en la cabeza de ser político y tampoco con eso de que mi hija tenga que pasar por lesbiana solo para que a él le financien la carrera; pero al final del día quien paga las consecuencias soy yo.
Su mirada estaba fija en la mía, con la cara roja y una vena en el cuello marcada.
— El problema es que tú no estás enojada porque yo llegara ebria a casa, lo tuyo viene desde hace años y eso no es mi culpa. Yo tampoco elegí esto, mamá, yo no elegí tener que dejar a mis amigos para venir a una ciudad que no me gustaba, yo no elegí tener que cumplir ese contrato... y al principio estaba así, igual que tú, pensando en todos los contras de la situación, porque al final del día la que se tenía que casar con Camila era yo. Pero me di cuenta de que estaba en una habitación sin salida y en vez de seguir buscando escapar, ser libre, acepté mi nueva vida, le di una oportunidad, y mira lo perfecto que salió. Tengo amigas incondicionales, vivo en una ciudad hermosa y voy a casarme con una chica maravillosa, no me falta nada.
— ¿Cómo va a ser perfecto todo esto? ¡No seas ridícula Lauren! ¿Qué le ves tú de perfecto y maravilloso el tener que casarte con una niña inmadura que se escapa de su casa porque quiere llamar la atención?
— No hables así de Camila— le advertí—. Ella nunca te ha faltado el respeto y yo tampoco a ti.
— ¿Estás segura de eso? — Preguntó desafiante—. ¿No te acuerdas de la vez que las encontré desnudas en tu cuarto? ¡Qué sinvergüenza!
— Son cosas normales que las parejas hacen y desde el momento en que tú y papá me hicieron firmar ese maldito contrato para que me casara con Camila, sabías que tarde o temprano íbamos a tener relaciones.
— ¿De qué contrato estás hablando? — Interrumpió Dinah, que venía con Ally y Normani detrás de ella.
— No es nada— respondí, nerviosa. Dinah se acercó a mí y clavó su mirada en la mía, colocó sus brazos a la altura de su pecho y apretó su mandíbula.
— ¿Un contrato para casarte con Camila, en serio? No pensaba que fueses tan enferma como para hacer eso— espetó, de manera tosca y sin quitar su mirada de la mía.
— No es como ustedes creen.
— Entonces explícanos— imploró Dinah, con el mismo tono tosco de antes.
— Primero quiero que sepan que de verdad estoy enamorada de Camila y ella de mi— comencé a explicar de la manera que pensé era la más correcta—. Hay algunas cosas que si son estipuladas, como lo pronto de nuestro matrimonio. Pero todo lo demás es real, lo prometo.
— No estoy entiendo muy bien— dijo Dinah fastidiada. Ni Normani ni Ally habían dicho una palabra y me estaban asustando.
— Hay cosas que no puedo explicarles, ¿bien? Confórmense con saber que mi relación con Camila es real. — Mi mirada era suplicante y todo lo que quería era que dejaran el tema hasta ahí, que lo olvidaran y pasaran a otra cosa, porque yo no podía hablar libremente de todo lo que el contrato implicaba, al menos no sin el consentimiento de Camila.
— Creo que es mejor si nos vamos— dijo Dinah saliendo de la cocina y posteriormente de la casa junto a Normani y Ally que permanecían mudas.
Miré a mi mamá tratando de hacerla sentir parte de la culpa que yo sentía, pero ella solo se encogió de hombros y siguió con su tarea en la cocina. Yo subí a mi habitación y comencé a darme cuenta de lo jodido que estaba todo: Camila seguía desaparecida, las chicas estaban enojadas conmigo y probablemente también con ella, había violado el contrato al romper el acuerdo de confidencialidad y lo que más me pesaba, había engañado a Camila.