Después de nosotros (Malec, S...

By Laprincesadelaire

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Pequeñas historias, ubicadas después de Ciudad del fuego celestial. ¡Conoce a los hijos de Malec, Clace y Si... More

La fiesta.
One shot Malec.
Encantados.
Cuidado.
Ensemble.
Lady Lizbeth.
Ya llega, Ya llega.
Contactez Angelic.
Celine Amatis.
¡Maxiee!
¡Fiestas! Sissy.
Magnus y Sophie-¡Fiestas!
¡Looketes!-Parte 1.
¡Looketes!-Parte 2.
Loser.
¿Premio?-Malec.
Un peu fou, rien de plus.
¡Especial Futuro! (Parte 1).
Especial 13K (Parte dos).
Especial 13K (Parte Tres)
Muy importante❤️
Especial 13K (Parte 4).
¡Especial 13k! (Parte 5)
One shot-Hola cuñada.
Padres alocadas.
Pastel.
Día libre.
30K ¡Atención!
30K ¡Especial Respuestas!
Gideon Lewis Lightwood.
Petit visiteur.
Vas a ser padre, Jace.
41.9 K (Especial Futuro cercano).
Fuego celestial interrumpido.
Parabatai con peluca.
¿A donde vas?
Especial 50 K. (¡Gracias!)
Cumpleaños de Clarissa.
Max y Elizabeth.
Malec Aniversario.
Livraison de l'amour.
¿Quién es?
Isabelle.
Hay una mujer en mi sopa.
Hay una mujer en mi sopa. (Parte dos).
Amor que no se atreve a decir su nombre.
Amor que no se atreve a decir su nombre 2.
Adiós Robert.
Dejarte ir.
Cigüeñas y niños.
Rulfo, el amuleto.
Algo hartos.
Cumpleaños número 24.
Juegos nocturnos.
Preparados.
El nido.
Soltarte.
La boda.
Celebración.
Misión solitaria.

Una propuesta esperada-Malec.

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By Laprincesadelaire

Llegamos a los 21k! Muchas Gracias a tod@s, los quiero mucho.
Al igual que el anterior capítulo este es anterior al nacimiento de cada uno de los niños, pero es un tema sobre el que hace mucho quería escribir y supongo que ustedes desean leer.

Magnus palpó el lugar vacío a su lado en la cama. Alec no estaba.
En su lugar una nota descansaba delicadamente sobre la sabana.

"Buen día mi amor. Hoy es un día especial... Pero no pienso adelantarte nada. Simplemente debes recoger esta y muchas otras notas que te llevarán hasta donde me encuentro. Cada una tendrá una pista, que si logras descifrar demostrará que estoy en lo cierto en cuanto a lo que te amo. No frunzas el ceño". Magnus soltó una carcajada al descubrir lo evidente que era para su novio. "Sé que te gusta ser tú quien de sorpresas y no el sorprendido, pero te aseguro que está te gustara.
Primera pista: cosa que me desagrada del loft".
Esa era fácil, se dijo, mientras se incorporaba de la cama y se vestía con rapidez.
La única cosa que Alec detestaba, y él no había cambiado por simple capricho era un almohadón color amarillo que se encontraba en el respaldo de uno de sus sillones. Había sido un regalo de uno de sus amantes, aunque no recordaba muy bien cuál.
Era delicado, y de una tela nunca antes vista, a pesar de su color horroroso.
Lo busco con la mirada y tal cual sospechaba, estaba en el comedor.
Lo tomo entre sus manos y lo inspeccionó. Nada por aquí, nada por allá. Intentó debajo de la funda... ¡Eureka! Una nueva nota se encontraba entre sus manos.
"Lo lograste. Te felicito. Si, estoy escribiendo con rosado, pero fue la pluma que encontré más cerca. A demás se ve fabuloso, como a ti te gusta.
Segunda pista, un poco más difícil: lo que almorzamos en nuestra tercera cita".
¿Qué habían almorzado?
Estaba seguro que en la primera había sido pasta. No recordaba la segunda. Y ¿la tercera?
Trajo a su mente el recuerdo. Alec vestía un suéter marrón horrendo y se quejaba. ¿De qué? ¡Claro! Habían almorzado sopa y Alec no paraba de compararla con la horrenda sopa de su hermana.
Corrió al refrigerador en busca de algún plato, o la misma nota.
Nada.
¿Y la alacena?
No parecía contener tampoco ninguna carta de su amado, hasta que se le ocurrió tomar el tazón en que este solía comer. Ahí estaba.
"Por el ángel. Que hombre tan astuto. Lo has conseguido.
Para la siguiente pista tendrás que salir. Ponte un saco o algo abrigado.
Pista número tres: Tienda mundana que amo".
Esto se estaba volviendo muy entretenido. Tomo un saco cualquiera con rapidez, nada propio de él, y se transportó hasta las calles de Brooklyn.
Sabía de qué hablaba Alec. La librería "Lago Azul", perfecta para coleccionistas. Entró en esta y se preguntó dónde habría ocultado la siguiente nota su nephilim.
Se atrevió a preguntarle a él hombre tras el mostrador si alguien había dejado algo para él, a lo que este contesto que no, observándolo como si estuviese loco.
Tiene que ser algo que le guste mucho, se dijo.
Poemas.
Había dos opciones, Wilde o Baudelaire. Probó ojeando libro por libro del primero. Nada.
Pero al revisar la colección de poemas del segundo, encontró un pequeño papel doblado entre las hojas de "Las flores del mal".
Salió de la librería intentando no llamar mas la atención.
Seguramente Alec había colocado la nota hace poco, para verificarse que nadie la tomase. Puede que estuviese cerca, observándolo.
"¿Sabes cuánto te amo? Probablemente no, ni nunca puedas saberlo. Pero debes conformarte con lo poco que logró describir sobre cómo me haces sentir".
Magnus se imaginó el estado de pudor con que Alec había escrito esa frase. Eso lo hacía más hermoso.
"Cuarta pista: sitio de nuestro segundo beso".
Estaba cerca. Central Park.
Camino hasta allí, ya que le pareció exagerado crear un portal por solo algunos metros.
Su segundo beso, ¿cómo podría olvidarlo? Estaba seguro hasta de bajo que árbol había sido.
No se equivocaba, en el troncó de este un nuevo papel, pegado, lo esperaba.
"No hay respuesta que no sepas o detalle que olvides. Y eso me demuestra que está relación es tan importante para ti como para mí.
Quinta pista: Lugar del loft donde nos contamos nuestros sueños, miedos, lloramos juntos, nos amamos..."
No había un lugar, eso lo hacían en toda la casa. Bueno, quizá lo último no. De todas formas sabía a qué lugar Alec se refería. Su habitación. Esa habitación en constante cambio de colores y decoración.
Se apresuró para llegar a esta. Quizás Alec ya estaba esperándolo.
Abrió la puerta del loft con algo de duda. ¿Alguien gritaría sorpresa? No. No había nadie. Camino hasta su habitación ansioso. Y el corazón le dio un vuelco como nunca antes le había sucedido en su vida.
—Oh, Alexander—susurro a la nada.
Todas y cada una de las paredes se encontraban cubiertas de recuerdos. Miles y miles de fotografías de ellos juntos, con su familia, de vacaciones... Se notaba que había pegado cada una a mano.
Contuvo las lágrimas que estaba a punto de derramar. Sobre la cama, ahora armada, había una nueva nota.

"Seleccione todos y cada uno de los días en que me hiciste feliz. Los habría puesto todos, pero no conservamos fotografías de cada uno, así que simplemente tome las que tenemos de estos cinco años que llevo a tu lado. Espero que notes que no hay una sola en que mi sonrisa no sea sincera. Eso es lo que logras en mi, la alegría más completa y plena. Jamás nadie me hizo sentir tan bien. Jamás nadie me amo como tú lo haces".
Luego, una frase.

Si, le encantaba. Y le recordaba todo lo que Alec lo correspondía.
"Sexta y última pista: camina desde la puerta de nuestro habitación un total de pasos como días llevamos juntos, pero restando los días que pasamos de vacaciones".
Maldito Alec, ¿era necesario que incluyera las matemáticas?
Al tercer intento logró sacar el resultado, y comenzó a caminar en línea recta.
Llego hasta la habitación de huéspedes.
Tomo aire. No sabía que otra cosa hermosa hubiese hecho el nephilim. 
Movió la puerta con lentitud... Y soltó un grito.
Frente a sí, envuelto en un traje que NO era horrendo, cosa sorprendente, se encontraba el amor de su vida. Una de sus rodillas estaba apoyada en el suelo y extendía una pequeña bola de metal hacía él.
—Dime que no es un anillo—dejó escapar con un hilo de voz el brujo.
—Eso sería mentira—contesto titubeante, Alex—Pero no es un anillo cualquiera—se lo tendió, aunque se mantuvo con su rodilla en el suelo—. Es un anillo camafeo, no te diré que perteneció a mi familia porque sería una mentira, pero sí a la historia de los cazadores de sombras. Ábrelo— ordenó con voz suave.
Magnus hizo lo que este le indicaba. Por primera vez en su vida se mantuvo en silencio frente a Alec. No había un solo comentario sarcástico que acudiese a su cabeza, y lo agradeció.
A diferencia de lo que se podía esperar de un camafeo, como es una foto, en el fondo de oro de este se grababa una runa única y hermosa, que magníficamente representaba todo el amor que sentía por Alexander. No le hablaba de un poder en especial, como solían hacer las runas de los cazadores de sombras, si no que, le hablaba de ellos dos. Nada más.
—¿Cómo es posible?— inquirió.
Su novio, sonrío orgulloso antes de contestarle.
—Planee hace tiempo esto. Y esta fue mi idea principal, sabía que era posible, con la ayuda de Clary. Me explico que sería difícil para ella encontrar el alma misma de la runa, pero al fin y al cabo, era como una pintura. Solo necesite hablarle, durante horas y durante días de nuestro amor, eso puede que me haya costado un poco al inicio, pero cuando comencé no pude detenerme. Y un día, me dijo que estaba terminada. Si te fijas bien encontraras que en las curvas que tienen a los costados se escribe de forma alineada nuestros nombres en latín. Es aún más especial que una foto, es único y es una copia de nosotros juntos. El día que no esté podrás ver esta runa y te recordará cada instante a mi lado.
Magnus se dejó caer de rodillas, y rodeó a su amado con los brazos.
—Alexander, garbancito, esto... Agradecértelo...— había comenzado a sollozar, nada propio de él.
—No tienes que agradecérmelo, soy yo el que te agradezco con esto a ti por todo el amor que me has dado.
Sé que nuestro futuro es incierto, pero también sé que tu alma y la mía son como una sola. Sé que sin importar cuantos días tenga para vivir, quiero pasar todos y cada uno de ellos a tu lado, y eso es todo lo que importa. Y también sé, y es lo más importante, que te amo como jamás ame a nadie. Así que mi pregunta sería: Magnus Bane, sé que en el futuro puede que te haga sufrir sin quererlo, porque el tiempo me tome por rehén, pero también sé que me amas como te amo y que el sufrimiento en esta vida es inminente. ¿Estás dispuesto, con todo lo que eso conlleva a arriesgarte a una eternidad de días contados conmigo?
Más precisamente, ¿me harías el honor de casarte conmigo?
No había dudas de cuál era su respuesta, sin embargo fingió meditarlo algunos segundos, no más, y luego exclamó las palabras que en su larga vida jamás había tenido que pronunciar. Esas palabras que eran nuevas, únicas y que por supuesto estaban cargadas de tanta dulzura como nunca había albergado su voz. "Claro que me casaré contigo, Nephilim estúpido".

Espero que hayan disfrutado de este capítulo, tanto como disfrute yo al hacerlo.
Comenten y Los quiero mucho. <3

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