Dime que aún me amas.

By StilinskiDB_

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¿Y si te robo un beso? #2 Lia y Zachariah creyeron que todos los problemas estaban resueltos y que de ahora e... More

Sinopsis
Dedicatoria.
Capítulo 1. Bebé.
Capítulo 2. Soñar.
Capítulo 3. Conejitos.
Capítulo 4. Preocupaciones.
Capítulo 5. Demuéstramelo.
Aviso.
Capítulo 6. Engaño.
Capítulo 7. Pequeña personita.
Capítulo 8. Caos.
Capítulo 9. Traicionado.
Capítulo 10. Culpa.
Capítulo 11. Espía.
Capítulo 13. ¿Debo confiar? - Parte 1 -
Capítulo 13. ¿Debo confiar? - Parte 2 -
Capítulo 14. La audiencia
Capítulo 15. Cambios
Capítulo 16. Tendrás que verlo tú mismo.
Capítulo 17. Sola.
Avisos, aclaraciones y disculpas
Capítulo 18. El que más ama es el que pierde.
Capítulo 19 - La canción.
Capítulo 20. Otra vez.
Capítulo 21. ¿Por que amar duele tanto?
Capítulo 22. Sopresas.
Capítulo 23. Retribución
Capítulo 24. Amar.
Epílogo.

Capítulo 12. Otra noche de lágrimas.

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By StilinskiDB_


Lia

—Primero que nada, yo no tengo nada que ver con todo esto. Así que no me mires como si quisieras matarme — siseó Cecilia delante mío. Nunca había estado tan enojada en toda mi vida. Me citó, vine y lo primero que me dice es esto. ¿Piensa que le voy a creer? Por supuesto que no. Me reí.

—Claro. Marsha es tu hermana, ¿qué quieres que piense? ¿Me tomas por tonta? Sé que querían a Sabrina con ustedes y ahora la tienen — gruñí.

—¡No la tenemos! Es verdad que la queríamos... Pero mi abuela y yo no tenemos nada que ver con esto. Lo juro. No he hablado con mi hermana todos estos meses hasta... el otro día.

Me levanté, no podía oír más. Si no tenían nada que ver con todo esto, ¿de qué me servía a mí? No recuperaríamos a Sabri. No así. Tomó mi brazo antes de que pudiera levantarme del todo y me miró con ojos suplicantes.

—¡No! Espera. Sabemos que ella está mejor con ustedes y por eso quiero ayudarlos a recuperarla. Pero tienes que hablar con Zachariah luego, de verdad queremos ser parte de sus vidas. Mi abuela está vieja ya y... — suspiró. — Quiero darle esa felicidad a su vida, ¿entiendes?

Me senté y soltó mi brazo. Pamela hizo ademán de venir a tomarnos la orden pero negué con la cabeza. Volví a mirar a Cecilia. Algo en su mirada me hacía saber que estaba hablando sinceramente y que lo que decía no eran mentiras.

—¿Cómo nos ayudarías? — pregunté.

Me dio una sonrisa de alivio, suspiró y luego una sonrisa cómplice. —Hablé con Pick.

—¿Pick? — pregunté extrañada. ¿Qué clase de nombre era ese?

—Es un diminutivo de Patrick, no importa—. Cecilia dio un gesto con la mano restándole importancia. —Es un ex novio de mi hermana y trabaja en el bar que a ella le encantaba ir. Es un buen chico. Una vez le confisqué su número del celular de mi hermana, ella siempre desaparecía y quería dejar tranquila a mi abuela, así que lo llamaba. Entonces me pregunté si ya que mi hermana estaba en la ciudad había visitado el bar. Y me dijo que sí, que la había visto un par de veces con un hombre de unos treinta años y como supo lo que haría, me echó un sermón de que no me quería ver por ahí.

Me la quedé mirando. Demasiada información de golpe.

—¿Y entonces que haremos?

Me hizo un gesto de "¿Qué crees?". —Yo no puedo ir, tengo quince. ¡Tú sí! Tú vas a ir. ¿Tienes dieciocho, verdad?

Oh, mierda. Tragué y me obligué a responder. —Sí, tengo dieciocho.

—Perfecto, tengo un plan.

***

Unos días después nos encontrábamos fuera del bar. Tenía mala apariencia, no era para nada parecido al bar en dónde tocaba la banda de Zacha. Para nada igual. Éste daba miedo. Hasta el cartel de neón no funcionaba bien. ¿Y el señor de seguridad fuera de la puerta? ¿Era acaso humano? Me estremecí al pensar que tenía que meterme allí dentro. Era viernes por la noche y estaba repleto de gente. Según ese tal "Pick", Marsha se encontraba aquí. Me giré hacia mis acompañantes con expresión nerviosa.

—No sé por qué acudí a tu llamado. Siempre me metes en líos — dijo Nicolas frunciendo el ceño.

—Viniste porque eres mi mejor amigo y una vez me dijiste que si te necesitaba, que te llamara. Por cierto, ¿por qué atendiste ahora y no todas las anteriores veces? — pregunté frunciéndole el ceño a él.

Carraspeó. —Nada importante, mi teléfono estaba roto. Qué suerte que lo arreglé justo hoy, ¿cierto?

Sabía que mentía. —Mientes.

—No miento.

—Sí, lo haces.

Una tos nos interrumpió y la cabeza de Cecilia se asomó por entre medio de los asientos. —Chicos, no creo que eso sea lo importante ahora.

Nicolas me miró a mí y luego a ella. —Repíteme, ¿ella quién es? — la señaló.

—La hermana de la mujer que vinimos a buscar — contestó ella con amargura.

Nicolas suspiró. —Vuelve a decirme el plan.

—Tú y Lia entran allí y la buscan— mira a Nicolas. —Traten de acercarse pero no demasiado, no queremos levantar sospechas cuando saquemos las fotos o...— me mira. — grabaciones también pueden ayudar.

Nicolas negó con la cabeza. —Esto no va a funcionar, será demasiado obvio.

—No, eso queda en ustedes. Tienen que ser sigilosos —. Cecilia juntó sus manos—. Son las pruebas que necesitamos. Estoy segura que mi hermana está vendiendo drogas de nuevo. ¡Segurísima!

—¿Y si las cosas no salen bien? — pregunté yo con nerviosismo.

Cecilia suspiró exasperada. — Tendré que sacar mi última opción, un plan "b" pero... No. Eso no va a pasar. Conseguirán las pruebas, denunciaremos a mi hermana y Sabrina volverá con ustedes.

Nicolas y yo asentimos al mismo tiempo.

—¿Y tú? ¿Tú que harás? — le pregunta Nicolas a ella.

—Yo me quedaré aquí por si algo sale mal. Tengo que estudiar de todos modos, mañana tengo examen — dijo Cecilia encogiéndose de hombros y recostándose en el asiento trasero. Sacó algunas cosas de su mochila.

Suspiré y me pasé las manos por el pelo. —Bien, hagamos esto.

Nicolas y yo salimos de coche y desde afuera no se podía ver nada. Estaba completamente polarizado. Cecilia estaría bien oculta. Abracé a Nicolas antes de entrar.

—Gracias por ayudarme con esto. Es muy importante para mí.

—No hay de qué.

Y mirando el coche de nuevo dije: — Que lindo auto. ¿Es tuyo?

Frunció el ceño. —No. Es de mi padre —estaba comenzando a asentir cuando siguió hablando. —Pero pronto será mío. Se lo estoy comprando.

—¡Wow! Te felicito, Nicolas. Es un bonito auto.

Asintió y nos dirigió hacia la entrada. El de seguridad nos pidió nuestras identificaciones y luego de asentir nos dejó pasar. Mientras caminábamos dentro murmuré hacia Nicolas: —¿Sabes? Es la primera vez que aprovecho mi edad adulta.

Él solo rió.

Nos adentramos en el bar e inmediatamente fruncí el ceño. No me gustaba aquel lugar. El aire estaba repleto de humo de cigarrillo y apenas si podía respirar. Qué horror. Gente muy bebida iba de aquí para allá y algunos discutían en sus mesas. Busqué con la mirada a Marsha. No sabía bien que encontrarme. Nunca la había visto en persona pero Cecilia nos había mostrado una foto suya así que esa es la imagen que buscaba. Cuando encontré a una mujer vestida muy provocativa, bebida y fumando fue como un golpe. La mujer de la foto sonriente se había convertido en esto. Vaya madre tenía la pobre Sabri.

—Ahí está — le susurré a Nicolas y la señalé disimuladamente con un dedo.

—Wow...

Sí, wow. Podía ver la belleza en ella como también la amargura. Aunque no podía evitar sentir resentimiento por todo lo que nos está haciendo pasar. Me daban ganas de ir y arrancarle los pelos uno a uno por lo que le hizo a Zacha y a su familia. Por lo que le hizo a su hija. Iba a dirigirme a ella guiada por la rabia pero una mano me detuvo.

—No — murmuró Nicolas a mi lado. Luego me dirigió hacia la barra. —Quédate aquí. Iré yo y veré si hace algún movimiento. Si no, vigila desde aquí y me haré pasar por un comprador y tú lo grabas. De alguna manera necesitamos esas pruebas.

Asentí dándole la razón y me senté en uno de los taburetes de la barra. Nicolas se marchó con paso decidido pero disimulado hacia una de las mesas continuas de dónde estaba Marsha y se apoyó en la pared detrás. Los jóvenes de esa mesa no le dijeron nada, se ve que estaban lo bastante alcoholizados como para ver que un desconocido se apoyaba cerca de ellos. Tomé el celular de mi bolsillo y preparé la cámara para tenerla lista. No dejaba de morderme el labio y las uñas. Estaba muy nerviosa, ¿y si algo salía mal?

Estaba inclinándome un poco en el taburete para ver mejor a Nicolas cuando un cuerpo masculino se me puso en frente de mi visión y me hizo saltar bajándome del asiento.

—No te asustes cariño, soy yo. ¿Me recuerdas? — dijo una voz que creí no volver a oír nunca más en mi vida. Levanté la mirada y vi esa sonrisa y esos ojos oscuros que en su momento me hicieron creer que todo era color de rosa y creí estar enamorada.

—Demian — me atraganté con el nombre.

—Estás mucho más hermosa de cuando te conocí. ¿La edad te pega bien, eh? ¿Qué tal si tomamos algo? — preguntó acercándose un paso más a mí.

—N-no — apenas me salían las palabras. Tenía que alejarme de aquí. Y de él.

Se rió y pidió un trago al barman que estaba detrás mío. Se pasó una mano por el pelo y me dio una sonrisa de depravada. En su momento ese gesto me pareció sexy, pero ahora solo me daba repulsión. ¿Cómo pude estar con él?

—Vamos, Lia. ¿Ya no tomas? Recuerdo que te encantaba emborracharte conmigo. Nos divertíamos juntos, ¿lo recuerdas?

Oh, sí. Claro que lo recuerdo. Sólo la mención de ellos hacía que las imágenes revolotearan por mi mente. Cerré los ojos y traté de apartarlas de mí. Ese era un pasado oscuro que me atormentaba y el dolor amenazaba con arañar y salir. Fue una décima de segundo que los cerré pero pareció más tiempo.

Hice un paso al costado y comencé a alejarme de Demian para acercarme a Nicolas pero no me dejó ir. Me tomó por la cintura y me volteó rápidamente. Estaba tan sorprendida que no pude reaccionar rápidamente y en cuestión de segundos me tenía apoyada contra su pecho. La música sonaba en el bar y Demian comenzó a moverse al ritmo.

—¿Bailamos, nena? — preguntó acercando su boca a mi oído.

Podía sentir el pánico y el dolor trepando en mi interior. Demian significaba pasado. Y pasado significaba a todo lo que había vivido. El dolor apretó mi garganta.

—Demian, suéltame por favor — pedí aún sabiendo que me ignoraría.

—Vamos, nena. Recordemos los viejos tiempos.

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral e intenté apartarme de él. Su agarre era firme. Había olvidado lo fuerte que era. —Nunca me obligaste a nada. No eres así. Déjame ir.

Un ceño apareció en su cara.

—Sí, gran error. Debería haber tomado lo que era mío.

Su rostro estaba a centímetros del mío. Mis manos estaban en su pecho empujando para que se apartara. Pero él seguía moviéndose al ritmo de la música. Intenté mirar por encima de su hombro y hacerle señas a Nicolas para que me rescatara. Pero él estaba dado vuelta y estaba hablando con Marsha. ¡Mierda! Debería estar tomando las fotos, o grabando, o algo.

—Demian, suéltame. No eres así. No me obligas a nada. Yo ya no soy lo que era y te quiero lejos de mi vida. Tú me... me haces mal.

Si era posible, su ceño se hizo más profundo. —¿Yo te hago mal? ¡Tú eras la frígida! Y parece que lo sigues siendo — tomó mi rostro con sus manos. Un poco demasiado fuerte. — Me parece que alguien ya debería enseñarte modales —. Dijo y me besó.

Cuando sus labios tocaron los míos sentí nauseas. Pero entonces aproveché la única oportunidad que tenía para que se alejara de mí y lo mordí. Fuerte. Sentí el sabor de la sangre al mismo tiempo que él se apartaba maldiciendo. —¡Mierda! Eres una maldita frígida virgen con problemas. Nadie te querrá nunca, cariño — escupió al suelo saliva con sangre. —Tú te lo pierdes.

Y se marchó.

Me quedé fija en mi lugar, paralizada. No podía moverme. El pasado aún revoloteaba mi mente y todavía podía sentir el sabor de la sangre en mis labios. Me había besado. Fueron segundos pero se sentía malditamente mal. Yo estaba con Zacha y otro... otro me había besado. Oh, Dios. Debería haber reaccionado, apartarlo con más fuerza, algo. Pero no. El pánico y el dolor me detuvieron, me hicieron débil. Una voz en mi cabeza me decía que yo no tenía la culpa de que me haya besado. Yo no lo besé, no lo busqué. Me había obligado, yo no era la culpable.

—Oye, Lia... — La voz de Nicolas me sacó de mis pensamientos. —Dime que sacaste las fotos o algo porque gasté un dineral para obtener esta mierda — masculló y me mostró una bolsita con algunas pastillas. —Era lo único que le quedaba y... ¿estás bien?

Se interrumpió apoyando una mano en mi brazo. Mi rostro debería mostrar cómo me sentía. —¿Qué ha pasado?

Negué con la cabeza mientras sentía las lágrimas aparecer en mis ojos. Me las tragué.

—Vayámonos de aquí — logré decir.

Asintió y comenzamos a movernos hacia la salida. Apenas fui consciente de cuando nos metimos en el auto. Cecilia se encontraba detrás haciendo tarea y nos miró sorprendida. —¿Ya?

—Ya — contestó Nicolas.

—¿Qué consiguieron?

Nicolas negó con la cabeza y suspiró de frustración apoyándose la frente en el volante del auto. —Compre drogas. Hice algo malditamente ilegal. Compre malditas drogas — pude oír cómo se murmuraba eso a sí mismo.

Cecilia suspiró y se apoyó en su asiento. —¿Plan "B"? — nadie respondió. —De acuerdo, plan "B".

—¿Y cuál es el plan "B"? — Atiné a preguntar.

—Quizás podamos sacar algo de las cámaras de seguridad. No estoy segura si será posible... Tendré que ver si Pick puede ayudarnos.

Ambos, Nicolas y yo, asentimos y sin otra palabra más llevamos a Cecilia a su casa. Luego de dejarla allí, Nicolas me llevó a la mía. Pero yo no me bajé del coche inmediatamente. Nicolas apagó el coche y se apoyó en su asiento. Me miró y se pasó una mano por el pelo.

—¿Me contarás que es lo que pasó en realidad? — preguntó con preocupación y amabilidad. —Sabes que puedes confiar en mí.

—Lo arruiné de nuevo — murmuré. —Debería haber hecho algo, tomar fotos — negué con la cabeza sin poder creérmelo lo idiota que fui. —Sólo se apoderó de mí.

Nicolas me miraba sin comprender. —¿Qué se apoderó de ti?

—El miedo.

—¿El miedo...? Lia no te estoy entiendo — dijo y frunció el ceño.

—Demian estaba allí.

Se quedó callado unos minutos con el ceño aún fruncido. Lo único que se podía oír eran los ruidos de la noche y nuestra respiración. Entonces abrió la boca y la volvió a cerrar.

—¿Qué hacía allí? No. ¿Qué demonios te hizo?

Me encogí interiormente. Podía sentir el enojo manando de él.

—Él... Me besó — metí mi cara entre mis manos. —Dios mío, me besó y...

—¿Lo apartaste? —Preguntó despacio.

—¡Claro que lo aparté! ¿Por quién me tomas? Debería haberlo apartado antes, pero no pude. No pude. El miedo y el dolor me paralizaron y él tomó ventaja de ello y me llamó frígida como siempre hacía y yo...

Me fui interrumpida al abrazo de mi amigo. Y me largué a llorar. Él era el único que me apoyaba en estos momentos. No tenía a nadie más. Y hablar de esto con mi mamá no era tema a discusión.

—Tú no tienes la culpa, Lia — susurró en mi oído mientras acariciaba mi cabello y yo lloraba sobre su hombro. —Ese bastardo fue el que se acercó a ti y te besó. No entiendo como ese hijo de puta hozó a acercarse a ti. Lo siento. Otra vez no estuve allí para ti, lo siento.

Negué con la cabeza y me separé para mirarlo. —No — me sorbe la nariz. —Tú no debes sentir nada. ¿Qué podrías haber hecho?

—Debería haberlo detenido, haberte prestado más atención... Si lo veía acercarse a ti...

—Nicolas — lo corté tomando sus manos. —Está bien. No pasa nada, querías ayudarnos y eso hiciste. Si las imágenes quedaron grabadas en la cinta de las cámaras de seguridad tendremos pruebas de lo que buscábamos. —Volví a sorber la nariz y le di una sonrisa falsa. —No creo que todo esto haya sido en vano.

Suspiró y me dio un último abrazo. —Espero que las cosas vayan bien.

—Yo también.

Nos despedimos y me bajé del coche. Me dirigí hacia mi puerta y entré sin hacer ruido. La casa estaba en silencio, mamá debía de estar durmiendo. Subí las escaleras lentamente, pasé la puerta de mi habitación y me dirigí al baño. En cuanto me metí suspiré y abrí la ducha. Me di la ducha más caliente de mi vida. Me refregué el pelo con tanta fuerza intentando sacarme ese olor a humo de cigarrillo asqueroso. Al terminar, me sequé y me envolví en mi toalla. Me miré en el lavabo fijamente y me vi arruinada como estaba. Parecía muerta, sin vida. Algo me faltaba, personas me faltaban. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Le había fallado. No importa que me haya dicho Nicolas, debería haber tenido más coraje para apartarme antes y así no me hubiera besado.

Con decisión tomé mi cepillo y pasta de dientes. Me los lavé, a los dientes, a toda la boca. A mis labios hasta que estuvieron rojos y me enjuagué la boca una y otra vez intentando borrar su huella. Luego de eso me dirigí a mi habitación. Me terminé de secar y peinar y me vestí con ropa de pijama. Me esperaba una noche larga porque no creo que pueda dormir.

Por favor, alguien allá arriba. Que esto funcione, las pruebas. Necesito mi vida devuelta, pensé o rogué y cerré mis ojos con fuerza, intentando en vano dormir ya que las lágrimas vinieron a mi encuentro. Otra noche de lágrimas. Otra más.

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JODER, QUE ES EL CAPITULO MÁS LARGO QUE HE ESCRITO EN MI VIDA. Y no me di cuenta eh, simplemente escribí todo lo que quería poner en él. Increíble.

En fin,  espero que les guste el capítulo y no duden en decirme que piensan en comentarios. ¡Gracias por el apoyo de siempre! En serio. Espero poder subir cap pronto

Los quiere, Vani

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