—¿Harry? ¿Estás vivo? —exclamé, esperando cambiar el tema de conversación, pero él tomó mi brazo y me puso junto a él.
—Sé que estas tratando de cambiar el tópico, Lucinda —gruñó.
¡Mierda! Sus ojos se veían tan oscuros y enojados, tal vez hasta podía disparar rayos laser por ellos. ¿En qué diablos estoy pensando?
—¿Puedes disparar rayos laser con tus ojos? —escupí.
Estaba claro que la respuesta lo tomó desprevenido, pues sus ojos fueron de negros a verdes y frunció el entrecejo.
—¿Qué? ¿Qué diablos quieres decir?
—¿Puedes disparar rayos laser con tus ojos? ¿Puedes?
Fue allí cuando vi que sus labios se curvaban. ¡Estaba esbozando una sonrisa! ¿Encontró esto divertido? Bien, eso era un comienzo.
—No. —Aclaró su garganta luego de eso—. No, no puedo. Pero fuego sí.
Elevé una ceja, ¿fuego?, ¿literalmente fuego?
—¿Fuego? ¿Estás seguro? ¿Cómo? —Él rió y caminó por mi lado, y yo solo me quedé allí, mirando sus largas piernas alejarse.
Detuvo su caminata y giró su rostro hacia mi dirección. —Mírame —ordenó y enfocó su vista en el suelo.
De repente, sus ojos se volvieron rojos, y fuego comenzó a aparecer en el pasto; eran flamas verdes, y Harry las detuvo antes de que todo el bosque se incendiara.
Woah.
—¿Me crees ahora? —Asentí y él caminó hacia mí nuevamente. Se posicionó frente a mí y sus verdes ojos parecían atravesar mi alma. Mi respiración se detuvo en cuanto sentí su gélida mano en mi brazo, apreciando sus dedos acariciar mi piel sensible, dejando escalofríos en su camino.
Su mano comenzó a subir, llegando hasta mi nuca, y dejó salir un suspiro en lo que sus dedos tocaban mi pulso.
—Bien, ¿qué se suponía que estabas haciendo con esa demoníaca arpía?
—¿A-Arpía? ¿Qué demonios es eso?
—La horrible creatura de hace un rato era una arpía. Es una creatura mitológica conocida en Grecia. Un ave que tiene rostro humano —explicó, mirando hacia el gris y nublado cielo—. Pero el de hace un rato era un cadáver, se levantó de entre los muertos.
—No estamos en Grecia, ¿por qué infiernos habría una arpía aquí? —cuestioné. El asintió con su cabeza, ahora mirándome a los ojos.
—A menos que haya sido enviada aquí por una razón...
—¿Y cuál sería esa razón? —me arrebaté. Sus dedos subieron, ahora acariciando mi mejilla. Pasó su otro brazo por mi cintura y me atrajo más cerca de él.
Nuestros rostros estaban tan cerca que se tocaban ligeramente, sentí que mi corazón estaba atorado en mi garganta. Su dedo índice dibujó líneas abstractas en mi mejilla.
—Ellos necesitan matar...algo. Algo que pueda ser una potencial amenaza para su amo —él murmuró, colocando un mechón de mi cabello tras mi oreja.
—¿Amo? ¿Tienen un amo?
—Tal vez, ¿por qué se presentarían? —No sabía qué estaba haciendo, pero mis manos estaban en sus caderas y lentamente subían hasta sus hombros. Sus ojos no se apartaron de los míos, y él estaba consciente de lo que yo estaba haciendo.
—Tal vez vinieron por ti.
El rió sutilmente. —Estoy muerto, Lucy, ¿qué querrían de mí? Y aparte, estoy por mi cuenta.
—¿El diablo te quiere de regreso? —sugerí, y él sonrió.
—¿Por qué me querría? Él disfruta de todo lo que estoy haciendo aquí.
Nuestras narices se frotaron entre sí, respirando juntos, perdidos en los ojos del otro. Era tan malditamente cliché, pero estaba ocurriendo ahora mismo.
—¿Y que sería eso? —exhalé, y él cerró sus ojos, abriéndolos nuevamente. Mordí mi labio viendo sus oscurecidos ojos. Pasando de un vívido verde a un oscuro bosque.
—Me gustaría morder tu labio hasta que sangre, joder.
Inhalé con fuerza, y sentí algo extraño en él en ese instante. Simplemente no sabía que era, o que haría al respecto.
—¿Por qué no lo haces?
Él se inclinó un poco más cerca, dejando que nuestros labios se acariciaran suavemente por un momento.
—No sabes cuánto quiero esto —exclamó.
Y forjé un movimiento audaz que pareció sorprenderme tanto a mí, como a él.
—Hazlo, entonces.
Él me miró a los ojos, yo estaba sin palabras mientras me inclinaba más cerca, con los ojos cerrados, lista para besarlo.
—No puedo.
Me detuve y abrí mis ojos para ver a Harry mirando hacia un costado, evadiendo mi mirada. Lentamente removió sus manos de mí y se alejó.
Me sentí rechazada, dolida, enojada, molesta.
¿Qué demonios me pasa? ¿Por qué de repente quería que él me bese? ¿Qué me toque? ¿Es el efecto secundario de tocar a aquella creatura? ¿Sueno desesperada? ¡¿Qué?!
Una cosa era segura: él no me deseaba. Él no sentía nada hacia mí. ¿Tenía que recordarme a mí misma que él me mataría una vez que toda esta mierda se termine?
Lo observé mientras se alejaba, y luego de un par de suspiros, lo seguí, llevando unos poco pasos tras de él.
Una parte de mí quería gritarle, golpearlo, incluso matarlo. Pero una parte de mí se sentía... ¿triste?, ¿triste de que él no me deseara?
Simplemente no sé.
Luego de caminar por unas horas, entramos en otro bosque. Este no era temeroso como el otro, incluso tenía menos árboles.
Inclusive aunque tuviera una vista borrosa –que no parecía irse jamás–, podía ver a Harry cojeando. Era su pierna derecha, y se veía extraño rengueando.
—Harry, ¿está bien tu pierna? —pregunté y él se detuvo, fulminándome con su mirada. Literalmente fulminándome.
Estaba sorprendida ante su acción. —Sí, estoy malditamente bien —siseó y continuó caminado. Levanté mi dedo medio hacia su dirección y lo seguí.
Escuché algo susurrar, y creí que era una serpiente, pero el susurro era mucho más fuerte que el de una serpiente. Era Harry.
—Joder. Mierda.
El maldecía cada vez que su pierna derecha colapsaba con una roca, una rama caída, o una raíz de árbol. No podía evitar encontrar esta situación divertida.
Fue entonces cuando encontramos una cabaña abandonada, y esta era amucho más grande que la anterior. Mentalmente me animé cuando Harry me dijo que nos quedaríamos a pasar la noche allí.
Entré a la casa y dentro había una cocina, un pequeño comedor con una mesa de madera y dos sillas, una puerta para el baño, una vieja cama y un sillón roto. Hmm, tal vez Harry pueda dormir en el sillón y yo en la cama.
Oí a Harry maldecir cuando se sentó, él miró hacia su pierna derecha y yo gimoteé ante la vista. Un pequeño colmillo acaparaba su pierna y un fluido negro salía de la misma, lo cual creo que era sangre.
Tomó el cuerno gentilmente y lo sacó, tirando insultos al aire hasta que éste salió. Sentí lástima por él, y de alguna manera me reí. ¡Bien hecho! Mi subcontinente pensó.
Me dirigí al armario encontrando una pieza de tela blanca y me dirigí hacia Harry, quien estaba tratando de toda manera de evitar derramar más sangre. Romí la pieza de tela en dos y humedecí una con agua.
—Ven aquí —musité y él me miró como si hubiera perdido la cabeza.
Mentalmente rodé los ojos y limpié su herida. Él mantuvo cerrado sus ojos mientras que yo higienizaba su lesión.
—Mi padre me enseñó a cómo limpiar heridas y que cicatricen. Él solía ser un enfermero —decidí compartir ya que estaba escuchando y él soltó un gruñido.
—¡Esto duele como el infierno! —gritó y murmuré una disculpa.
Até la otra pieza de tela sobre su herida y el suspiró en alivio. —Por cierto, gracias —murmuré.
—¿Por qué?
—Por...por salvar mi vida allí —hablé y él tan solo asintió antes de ponerse de pie y caminar hacia la puerta. Estuve a punto de reprenderlo debido a la condición de su pierna, pero, ¿quién soy yo para cuestionar lo que él desea hacer?
© waysidestyles | borntoharry