Cuando nos convirtamos en est...

By Briss_LG

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Un boleto de avión. Un joven sin casa. Y una chica deseosa de encontrar respuestas. Damian quiere dejar de... More

IMPORTANTE PARA LECTORES
E P Í G R A F E
D E D I C A T O R I A
P E R S O N A J E S
1| Fotografías delatoras.
2| No es un perro
3| Mercurio
4| Perro callejero
5| Espías
6| Venus
7| Ideas descabelladas
8| Derecho a ser idiota
9| Tierra
10| La familia Berlusconi
11| Huevos revueltos, chinchillas mojadas y perdimos a un niño.
12| Marte
13| ¿Eso que veo ahí es cerveza?
14| Un novio debería saber eso.
15| Júpiter
16| Grano de arroz en el zapato.
17| la diferencia entre una estrella y un planeta.
18| Saturno
19| Eso que tenemos en común.
20| Madrina
21| Urano
22| El río.
23| Las actas falsificadas
24| Mercurio
25| Un agujero negro.
26| La noticia.
27| Plutón
28| Malas hermanas.
29| Fogata de colores.
30| Osiris
31| Los acosadores.
32| Florencia
33| Haumea
34| Piera sabe la verdad.
35| No te entrometas.
36| Kepler
39| La verdad.
40| Decisiones difíciles.
41| Una oportunidad para los D'Fiore.
42| Planetario de estrellas.
43| Manhattan.
44| Reencuentro.
45| Dejar el pasado atrás.
46| No te vayas.
47. Cuando nos convertimos en estrellas.
Epílogo
AGRADECIMIENTOS

37| Celos americanos.

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By Briss_LG


37| Celos americanos. 


Los días siguientes antes de babyshower son terribles para mi conciencia, Damian decide no devolverme la palabra desde el incidente y eso fue hace más de cuatro días, noventa y seis horas; casi cien donde él ha pasado olímpicamente de mí.

Y yo de él.

Porque aunque sé que parte de la culpa es mía —nadie debe invadir la privacidad ajena —El no colabora lo suficiente como para que una disculpa quiera salir de mis labios. Y sé que en realidad no es tan complicado solucionar las cosas, cualquier otra persona lo hubiera remediado con tranquilidad tragándose el orgullo y disculpándose, pero mi alto orgullo y mi manera de ofrecer disculpas son una combinación pésima.

Sumado a que ahora sé que mi compañero de viaje oculta un secreto y eso quebranta nuestra principal regla.

Bajo el último escalón de la escalera y me percato de que la puerta al jardín está abierta y distingo un par de voces a lo lejos, son Liz y Ben que se están encargado de decorar el patio. Los dejo seguir en lo suyo sabiendo que luego me ofreceré para ayudarlos, y comienzo con mi tarea de aceitar el satén para preparar hot-cakes y mientras el artefacto se clienta, voy preparando la mezcla.

No demoro más de quince minutos en mi tarea, y cuando salgo para ir a avisarles a los niños que el desayuno ya está listo, me los encuentro a los tres ya vestidos bajando por las escaleras.

—¿Y Damian? —les pregunto, al no verlo bajar con ellos.

—Nos despertó hace rato, está ayudando a Ben a correr las mesas en el patio —me contesta Chiara, pasando por mi lado para adentrarse a la cocina.

—Voy a ir a buscarlo —avisa la peli-verde sonriendo de medio lado con satisfacción —Tenemos algo que contarles.

Junto las cejas con confusión, pero no digo nada cuando se sale al jardín. Mi atención recae en Luigi que se siena a un costado de su hermana de brazos cruzados y algo molesto. Está haciendo un puchero con los labios.

—¿Qué pasa, Lu?

Farfulla algo por lo bajo.

—Es que mamá y Ben invitaron a la familia Rossi al Babyshower. Y tienen una hija de la misma edad de Lu, que no deja de molestarlo—Me cuenta Chiara, dejándole de presta atención a su celular y mirando de reojo a su hermano.

—Rosela me acosa, llora por todo y siempre está intentado abrazarme —se queja. Toma uno de los hot-cakes y me mira buscando apoyo.

—Ya verás que no es tan malo, quizá solo quiere ser tu amiga —consuelo, sentándome con ellos en la mesa, escucho la puerta del patio abrirse y segundos después entran Lydia y Damian.

—¿Qué es lo que tenían para contarnos? —pregunto apenas los dos ocupan sus lugares.

Lydia saca su celular nuevo dejando a la vista lo que parecen ser un par de impresiones sobre vuelos.

—Mi madre ya les compró los boletos de regreso para el 22 de diciembre. —Nos muestra. —Pero estamos intentando encontrarlos para quemarlos, así se quedan más tiempo.

Puede que sea porque sigo adormilada o porque me ha pillado desprevenida, pero me cuesta procesarlo.

—¿Qué están intentado qué? —El oji-gris me quita las palabras de la boca. Entrecierra los ojos hasta dejarlos convertidos en dos rendijas.

—Después del veintidós las aerolíneas van a estar cerradas hasta casi mitad de enero, por las tormentas de invierno —explica la peli-verde—. Tenemos casi un mes entero para convencer a mamá y a Ben de que los contraten por otros seis meses.

—Y si nos esforzamos más, quizá y hasta los convencemos de que los contraten para siempre —exclama Luigi, con mejor humor y más contento.

—Yo les dije que era un plan estúpido porque eso no garantiza que ustedes quieran quedarse. —refuta Chiara.

Damian abre y cierra la boca sin saber cómo contestar. Cuando quiero darme cuenta, le estoy mirando los labios y prácticamente estoy haciendo el mismo gesto.

El gesto de los chicos me emociona, me ablanda el corazón y me hace tener ganas de abrazarlos, sé que a él le está pasando prácticamente lo mismo.

—Eso sería genial, —admito, ganándome tres grandes sonrisas por su parte —Pero el contrato actual que firmamos no lo permite. Tendríamos que renovarlo, y para eso es necesario expandir nuestra visa, hacer nuevos tramites y volver a Manhattan para hacerlos.

Eso hace que su sonrisa decaiga un poco, pero enseguida Chiara vuelve al ruedo.

—Pero eso significa que si de realizar todos esos trámites y renovar sus visas. ¿Ustedes estarían dispuestos a seguir con nosotros?

Y pese a que es una pregunta difícil, la respuesta sale de manera sencilla entre mis labios.

—Por supuesto que sí.

Durante un milisegundo, Damian y yo compartimos una mirada momentánea. El también admite que le gustaría quedarse más tiempo.

—Entonces después del babyshower, hablaremos con Ben y con mamá—concuerda Lydia, mira a sus hermanos y estos asienten.

Nosotros hacemos lo mismo.

Terminamos de desayunar y al levantarlos de la mesa, un nuevo aire inunda el ambiente, está plasmado de energía y esperanza, se siente bien verlos felices aunque quizá nosotros no estemos en nuestro mejor momento.

Quince minutos después, el agua caliente cae sobre mi cabeza y resbala por mis hombros antes de que los invitados lleguen. Termino de esparcir el acondicionador sobre mi pelo y lo enjuago. Miro distraídamente los cuatro lunares en diagonal que tengo a un costado del vientre. Tiene forma de constelación, y son una marca de nacimiento. Me pregunto si quizá mi madre o mi padre habrán tenido la misma marca y sea una herencia por parte de ello, quizá a mi madre le gustaban las constelaciones poque tenia una ilustrada en el cuerpo. No es una teoría que pueda comprobar, pero puedo vivir con la incertidumbre de si es correcta.

Estoy a punto de quitarme el jabón del cuerpo cuando oigo el ruido de la perilla abrirse y cerrarse de nuevo. Cojo la toalla para secarme lo ojos y mirar tras el vidrio color celeste, pero al hacerlo casi lanzo un chillido cuando unos ojos grises se chocan con los míos y me tapan la boca.

Damian se encuentra del otro lado de la ducha, vestido y seco, mientras yo estoy notablemente en otras condiciones.

Me hace un gesto de silencio antes de destaparme la boca.

—¡¿Te has vuelto loco?!—es lo primero que suelto cuando su mano deja de rozar mis labios.

Aprieto un poco más al vidrio para taparme con las cortinas y la toalla.

—Tenemos que hablar.

—¿Y este te parece el mejor momento? —espeto.

—No quiero que los chicos escuchen.

Sacudo mi cabeza con molestia, consiguiendo de esa forma que el agua le salpique un poco.

—Pues yo no quiero hablar contigo.

Y a pesar de mis ganas por discutir y echarlo, no puedo mantener mi cabeza clara. Sus ojos se centran en los míos, y el constante miedo de que baje, aunque sea un poco la vista me hace temblar las piernas.

—Vete.

—No hasta que hablemos —responde con cinismo mientras se aleja cinco centímetros. —Se me da fatal estar mal contigo.

—¿Se te da fatal? —repito—Me has echado de tu cuarto a patadas, gritado que me largara. Estoy cansada de estos juegos del tira y afloja y el no querer ceder. ¿Qué diablos es lo que quieres, Damian?

—Lo siento.

Mi ceño se frunce confundida.

—No entiendo que es lo que pasa contigo.

—Entraste a mi cuarto sin permiso y estabas hurgando en mis cosas. En mi privacidad y en mis asuntos —explica —Claro que me enfadaría contigo.

—Yo solo quería recoger la ropa sucia del cesto. —corrijo—Y me dio curiosidad ver que tu maleta todavía seguía armada, pero no iba a husmear en ella.

—No debí responder así.

—Sal del baño—insisto.

—¿Podemos solucionar las cosas antes del Babyshower? —indaga, dando un paso hacia delante. —Necesito saber que fue lo que encontraste.

—Ya te dije que nada.

—¿Lo leíste?

—¡Te dije que salieras!

—Mierda, Quinn —se sacude el pelo con molestia —Solo dime si lo viste.

—¿De qué coño estás hablando? —hago una mueca con mis labios— ¡Sal de la puta ducha!

—¡Entonces dime la verdad!

Aprecio el fuego y la frustración en su mirada, sus ojos son tan claros que veo perfectamente el mío reflejado en los suyos, solo que esta vez estos reflejaban la impotencia y el enojo.

Suelta un gruñido bajo, lo noto agotado, y de nuevo eso hace que me sienta preocupada y un poco culpable.

Sim embargo, no pude hacer nada para remediarlo porque antes de poder empujarlo hacia atrás, el ruido de unos nudillos golpeando contra la puerta me detienen.

—Oye, ¿Te falta mucho? Me estoy orinando—se trata de Chiara.

Mis ojos van de él, quien alza la mirada mientras muerde su labio inferior y frunce el ceño con ahínco.

Los míos se abren con alarma.

Como ninguno de los dos habla, Chiara insiste.

—¿Quién eres? ¿Quinn o Damian? —pregunta de nuevo.

Lo miro, solicitando apoyo, y asiente.

—Soy Quinn — mi voz tiembla en el acto. —Creo que el baño de abajo está vacío.

—Ah, vale...—por un momento pienso que se ha alejado. Respiro con tranquilidad —¿Pero puedo entrar? Porque me dejé allí dentro mi secadora y ya están por llegar los invitados.

Damian me observa con una advertencia silenciosa destellando en sus pupilas y, en cuanto da un paso en mi dirección, me presiono un poco más contra la ducha.

—No...no puedes entrar, no terminé de ducharme —miento.

—¿Por qué no? Te prometo no mirar nada. Necesito mi secador —insiste nuevamente. Se hace un silencio que dura alrededor de cinco segundos —Voy a entrar.

—¡Métete! ¡Métete! —Chillo en un susurro al mismo tiempo que oigo el pomo de la puerta, tomo a Damian del antebrazo y lo obligo a dar un paso más hacia adelante metiéndolo de lleno a la bañera.

Instantáneamente cierro la cortina que cubre todo el vidrio desde el techo hasta el piso. Me cubro con las manos las partes expuestas de mi cuerpo y lo obligo a hacer silencio al mismo tiempo que Chiara entra y escucho como busca entre los cajones del lavamanos su aparato para el pelo. La escucho silbar tranquilamente hasta que pregunta:

—¿Sabes dónde está Damian?

—N-no —tartamudeo. Lo único que oigo es el ruido del agua caer por la ducha.

—Qué lástima, iba a pedirle un consejo. —se lamenta, el cajón se cierra.

Tengo la intención de preguntar sobre qué, pero me obligo a mantener la boca cerrada porque no creo que sea el momento indicado para hablarlo, no con lo que está ocurriendo con él y con la presencia de Chiara aquí.

—¿Es...es muy importante? —cuestiono.

—Es que seguramente en el babyshower haya un chico —confiesa —Después de lo que pasó en la escuela sé que no debería intentar involucrarme con nade, pero él... realmente me llama mucho la atención.

—¿Y para que necesitas a Damian?

—Porque él da buenos consejos para como empezar una conversación.

—Pues deberías iniciarla hablando de algo que a ti te guste, y ver si a partir de ahí hay otros intereses en común. — propongo, aunque no haya sido especialmente a mí a quien haya pedido el consejo—Tampoco deberías fingir estar interesadas en algunos temas solo para que él crea que eres interesante. Tienes que interesarle por quien en verdad eres, no por lo que él piense que seas.

Frente a mí el oji-gris asiente lentamente de acuerdo. Le lanzo una mirada severa.

—Quizá tengas razón —admite y eso parece conformarla. — De todas formas, veré que me dice Damian, te veo luego—se despide, y finalmente la puerta del baño se cierra también.

Dejo escapar el aire pesado de mis pulmones.

—Estuvo cerca —suspira, exhalando el suyo propio.

Sus ojos me miran a través de sus espesas pestañas y luego parpadea. Nos invade el silencio.

—Quinn...—comienza.

—¡Sal de la ducha!

Y eso parece hacerlo reaccionar, al instante se da la vuelta y salta fuera de la bañera.

—Lo siento. —se disculpa finalmente cuando ya no puedo verlo a través de la cortina.

Lo que oigo a continuación es la puerta del baño abrirse y cuando me asomo ya se ha ido.



Para cuando salgo del baño ya vestida y maquillada de manera presentable, salgo al patio trasero y allí encuentro a varias personas que apenas comienzan a llegar. Algunas están charlando entre ellas en las mesas de comida, otros dejando sus regalos en el lugar indicado, y finalmente algunos entretenidos hablando con Liz y Ben.

A lo lejos visualizo a Lydia sentada en una mesa decorada con manteles blancos con centro floreados y me acerco a ella.

—¿Por qué no estás jugando con los demás? —apunto al grupo de niños que juegan en las hamacas. Doy por hecho que más de uno debe ser su primo, y los otros serán hijos de amigos de sus padres.

—Yo quería ir a jugar a la pelota con Danilo y Silvano, los hijos de mi tía Pierina, pero mamá dice que no puedo jugar a la pelota con este vestido porque voy a estropearlo —se queja, y mi vista baja hasta la bonita tela de color amarillo que la viste.

—¿Y por qué no vas con tus primas?

—Porque son unas lerdas. Y son bobas; Y solo se la pasan hablando de chicos.

Miro hacia las cuatro chicas sentadas de bajo de un árbol decorado con lucecillas, que charlan y se ríen entre sí. A su costado, en las hamacas veo a Luigi correteando con otra niña y otros niños de más o menos su edad.

—¿Esas son todas sus primas? —las señalo de nuevo. Ella las mira sin mucho esmero.

—Falta la mayor; Alda, creo que la vi en la mesa de comida hablando con Damian.

El comentario llama mi atención y dirijo mi mirada a ese sitio. Allí me percato del oji gris con un plato de comida en la mano, hablando animadamente con una chica de pelo castaño que lleva puesto un vestido color rosado.

—Le debe de estar costando entenderla. —comento.

—No lo creo, va a una universidad privada donde le enseñan varios idiomas. De seguro sabe inglés.

—Ya, pero es muy joven, dudo que a él le esté interesando la charla. —añado.

—Tiene dieciocho y está estudiando astronomía.

Astronomía.

Mi ceño se frunce sin dejar de verlos.

¿Hay algo más que Alda no haga?

—¿No tendrá un padre alcohólico Florencia también? —ironizo.

Lydia no contesta, pero al cabo de un par de minutos donde yo todavía permanezco viendo como Alda tontea con Damian, esta se aburre y me dice que subirá a su cuarto para cambiarse. Yo me quedo sentada, yo me termino distrayendo de mi objetivo cuando escucho m nombre ser llamado desde alguna parte.

—¡Quinn! —Me doy la vuelta y veo a Luigi corriendo hacia mí con otra niña de su edad detrás de él.

—¿Qué pasa? —me doy la vuelta quedando de cara a ellos.

—Luigi es mi nuevo novio. —comenta la niña abrazándolo cuando él se detiene.

—¡No es cierto! —intenta soltarse —¡Está loca!

—Lu...—la pequeña niña de ojos claros hace morritos con los labios, pero no lo suelta—¿Por qué no me quieres?

Se aferra con más fuerzas, él la mira y luego a mí.

—Ayúdame. —me pide susurrando.

Yo me río y niego con la cabeza; Me resultan muy tiernos. La niña de nombre Rosela, insiste en que vuelvan a irse a jugar en las hamacas, pero Luigi se mantiene firme en su decisión de quedarse, así que cuando ella se aburre y se va, ocupa el asiento libre a mi lado.

Yo sigo con mi misión de observar a Damian y a lo que parece ser su nuevo ligue.

—Quinn, estoy aburrido —me dice el pequeño después de media hora de estar sentado. Rosela hace una hora que se ha ido.

—Pues ve a jugar con tus hermanas —le respondo de manera sencilla. Ahora, frente la mesa de regalos observo como Damian se ríe junto a Alda mientras ella le muestra un sonajero que combina con un trajecito de bebé.

¿Y a este idiota que le pasa? ¿Se disculpa conmigo para luego correr tras la primera chica que se encuentre? Me hierve la sangre, es un patán de primera. Igual que Fredd, peor que él. Me cruzo de hombros viendo como ella levanta el antebrazo para mostrarle un brazalete, y accidentalmente se tocan las manos.

—Pero también tengo hambre, y si no como no puede ir a jugar, porque me voy a cansar rápido —se queja el niño.

—Pues entonces come los nachos que trajeron hace rato —replico dejando salir un resoplido. Liz vino hace alrededor de quince minutos con un recipiente lleno de frituras y nachos.

—Pero tú te los estás comiendo. —se queja.

Bajo la vista y me doy cuenta de que está en lo cierto. Me he acabado sola medio recipiente de nachos con queso.

Se los alcanzo con pena.

Él se encoge de hombros y comienza a comer. Me distraigo cuando oigo un chillido por parte de Chiara a la que encuentro pasando el rato con Joshué y la hermana pequeña de este. La veo correr entusiasmada hacia una familia que recién ha llegado y la sigo con la mirada.

Detrás de ella también se acercan Liz y Ben, hace apenas unos minutos estaban jugando a uno de esos típicos juegos de babyshower, y los dos llevan puesto baberos especiales. En realidad, todos tienen uno; hay algunos de color rosa y otros de color azul. Cada quien elige uno, dependiendo de si creen que el bebé será niño o niña.

Desde lo lejos Chiara llama a su hermano, Luigi deja de prestarle atención a los nachos cuando a él también lo llaman y también aparece a Lydia.

Con un gesto, también me invitan a acercarme a mí. Y aunque me siento incomoda, relacionadme con adultos a los que ni siquiera conozco, planto una sonrisa en mi cara y acorto la distancia.

La primera que se fija en mi es una mujer de unos treinta y tantos años que tiene el pelo rubio y unos bonitos ojos azules casi celestes claros. Al lado de ella hay un señor mayor de pelo blanco y camisa a cuadros verdes, además de dos niños pequeños, uno moreno y delgado y otro casi rubio como la primer mujer y más bajo.

—Quinn, ellos son la familia De'Fiore —me los presenta —Son amigos nuestros desde hace años, y vienen desde Florencia.

La primera mujer me extiende la mano.

—Piacere di conoscerti «Un placer conocerte» —Me sonríe—. Hace unos años también contratamos Auparis, fue una experiencia extraordinaria. Soy Bianca y estos son mis niños Florencio y Emiliano.

Me los presenta, saludo a los niños con una sonrisa.

—El placer es mío —estrecho la mano de ella. El hombre de unos setenta años también se acerca.

—Adriano De'Fiore. —extiende su mano hacia mi dirección —Yo no entiendo cuál es la gracia de alejarse tanto de casa, pero encantado de conocerte también—refunfuña.

—Papá... —Se queja Bianca. Por la mirada que me da noto que está avergonzada por lo que él ha dicho. Niego con la cabeza y hago una mueca que pretender ser una sonrisa

—También está Damian que es el otro niñero y es fan del futbol americano como tú —comenta Lydia dirigiéndose a su abuelo.

—¿Dónde está? —pregunta Liz al darse cuenta de que solo falta él.

—Con la prima Elda —Contesta señalando hacia donde se encuentran.

—¿Puedes ir a buscarlo, Lu? — le pide Ben.

El menor de los hermanos le hace caso a su padrastro y se escabulle entre la gente para traerlo. Lo pierdo de vista a los pocos segundos y vuelco mi atención nuevamente en la familia.

—Llegaron justo a tiempo porque estamos a punto de hacer la revelación de sexo. — exclama entusiasmada Liz.

Bianca le sonríe con la misma alegría y todos nos acercamos al centro del jardín donde permanece flotando y enganchado al suelo un globo gigante de helio.

Lydia se posiciona a mi lado y a su izquierda se queda parada Bianca, por el rabillo del ojo la observo con mayor atención su cara, tiene rasgos que se me hacen similares. El hecho de que venga de Florencia no lo paso por sentado. Dentro de mi surge la duda de si, cabría la posibilidad de tener algún tipo de parentesco con ella, si en el mundo cabría la casualidad de que después de todo este viaje, en un simple babyshower, termine encontrando lo que he buscado desde siempre.

Desde que la vi percibí algo extraño, un sentimiento de familiaridad e intuición. ¿Será que...?

Liz y Ben terminan por llamar la atención de todos los invitados, la gente comienza se arremolina a su al rededor y esperan a que todos hagan silencio para posicionarse al costado del globo gigante y con un alfiler cada uno, lo pinchan.

Por unos breves segundos todo lo que nos rodea se llena de brillantina y papelitos de un solo color:

Azul.

Caigo en la cuenta de lo que eso significa:

¡Es un niño!

Las personas aplauden y veo algunos flashes captar la emoción en la mirada de los fututos padres. Liz y Ben se abrazan, los niños sonríen contentos, en especial Luigi. Los más allegados se acercan para felicitar a la familia y estoy a punto de hacer lo mismo cuando otra cosa sacude mi atención notablemente.

Desde mi derecha veo acercarse a Damian, su sonrisa se expande cuando dan la noticia del sexo del bebé, pero esta enseguida decae y él queda pálido y estático en su sitio. Mira al suelo con una pequeña mueca en sus labios y al levanta la vista para nuevamente vernos arruga la nariz.

Me doy la vuelta sin entender y miro hacia la dirección que él también está viendo.

La familia De'Fiore más específicamente el señor Adriano y su hija, también se mantienen perplejos con el ceño fruncido y una mirada estupefacta plasmada en el rostro.

Adriano da un paso hacia delante para mirarlo con más precisión y él se aleja. Eso hace que sea yo a la que se le frunzan las cejas, su hija copia su mismo gesto y al avanzar se queda boquiabierta.

De la boca del anciano solo sale una palabra:

—¿Alex? 

¿Fue predecible? ¿Lo esperaban?🤔🤔 Tenía muchas ganas de llegar a este capítulo. 

¡Nos leemos pronto! 

Un abrazo, Briss. 



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