AMBER ©

By TRomaldo

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Aaron Foster nunca supo en qué momento las cosas cambiaron con ella. Empezó siendo solo un juego para él, bes... More

AMBER
Prólogo
CAPÍTULO 1: Primera vez
CAPÍTULO 2: Promesas
CAPÍTULO 3: Odiosa diversión
Capítulo 4: ¿Interesado, Aaron?
CAPÍTULO 5: La primera fiesta
CAPÍTULO 6: Discusiones
CAPÍTULO 7: Expectativas equivocadas
CAPÍTULO 8: Tensión
CAPÍTULO 9: Los amigos de Megan
CAPÍTULO 10: ¿Verdades?
CAPÍTULO 11: Una fiesta cualquiera
CAPÍTULO 12: Hermanos Bradford
CAPÍTULO 13: Chantaje
CAPÍTULO 14: Auto sabotaje
CAPÍTULO 15: ¿Celoso?
CAPÍTULO 16: ¿Amigos o enemigos?
CAPÍTULO 18: Volver a verla
CAPÍTULO 19: Amber y Trent
CAPÍTULO 20: Jane
CAPÍTULO 21: Fuera de lugar
CAPÍTULO 22: Cogorza
CAPÍTULO 23: De verdad y dolores
CAPÍTULO 24: Secretos
CAPÍTULO 25: Descubierto
CAPÍTULO 26: De encuentros y juegos
CAPÍTULO 27: ¿Juegas?
CAPÍTULO 28: La última noche
CAPÍTULO 29: Es Marcel
CAPÍTULO 30: Problemas
CAPÍTULO 31: Tú, nada más
CAPÍTULO 32: Emily Prescott
CAPÍTULO 33: La familia de Aaron Foster
CAPÍTULO 34: Revelaciones
CAPÍTULO 35: ¿Estás dispuesto?
CAPÍTULO 36: ¿Aaron o Marcel?
CAPÍTULO 37: Adiós
CAPÍTULO 38: La decisión correcta
CAPÍTULO 39: Verte de nuevo
CAPÍTULO 40: El amor
CAPÍTULO 41: No podría odiarte
CAPÍTULO 42: Cómo intentar olvidarla, por Aaron Foster
CAPÍTULO 43: Confesión
CAPÍTULO 44: ¿Eras?
CAPÍTULO 45: Final
EPILOGO
Último anuncio.

CAPÍTULO 17: Corazones rotos

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By TRomaldo

Corazones rotos

Lo odiaba.

Solo entonces y por primera vez se había detenido a pensar por qué Aaron le gustaba tanto. Era inútil y estúpido cada uno de los intentos por pensar en él como un chico bueno, lindo y que la trataba como a la única. Porque no era así en lo absoluto.

"— Joder... —había reído Steve, mirándola de pies a cabeza con una sonrisa felina—. Aaron, ¿por qué no nos mostraste tu nuevo juguetito?"

Era tan doloroso como detestable cuando recordaba una y otra vez las veces en las que él se había burlado de ella hasta humillarla frente a todos. Le enfurecía, molesta consigo misma, al pensar en lo tonta que había sido como para no querer ver aquella realidad antes. Y es que había juzgado tantas veces a las chicas que iban detrás de algún muchacho que no las quería como para no avergonzarse de eso.

Jayden Smith

¿Es que Amber nunca aprendería?

"— ¿Juguetito? —Había respondido Aaron con una sonrisa burlona la noche anterior, mirando a Steve como si hubiese dicho la tontería más grande de todas— ¿Qué te hace creer que al menos me gusta? Sólo estoy haciéndole un favor, no tiene dónde quedarse."

Aaron se mofaba frente a los demás, se burlaba frente a ella y hacía de todo para hacerla quedar en ridículo. Y allí estaba ella, suspirando como una tonta y sonriendo por él. Enamorándose de un idiota que no la valoraba ni un poco solo porque tenía unas vagas e imposibles ilusiones. El solo pensar en que se habían imaginado juntos le daba arcadas.

Demonios, el agrio sabor del rencor inundó cada parte de su cuerpo al rememorar aquellas palabras. ¿Desde cuándo se había vuelto una "cursi"? ¿Por qué tuvo que pensar que entre ellos realmente había algo especial? Cada caricia, cada mirada y cada una de las sonrisas robadas parecían ahora nada más que una pobre ilusión inexistente. Y no, no fueron solo unas palabras sacadas por una tonta pregunta de Steve.

Porque aún recordaba, justo cuando Foster terminó de hablar, a una alta rubia ya conocida entrar al apartamento y correr directo a Aaron. Aún recordaba el desgarro en su pecho al ver a la atractiva chica sentarse en el regazo del castaño y comerle la boca a manera de saludo. Creyó que todo era una broma por un efímero y casi inexistente segundo. Porque todo parecía haber sido fríamente calculado para herirla una vez más. Incluso recordaba haberse enojado tanto, que miró a Steve como si se tratase de una pequeña mierda.

"—No soy ningún juguete —había respondido con la furia bullendo en su interior, demasiado fuera de sí, así como hacía horas atrás respondió a su tía Rachel, que caminó directo al cobrizo. Demasiado enfadada como para haber notado la sonrisa felina en él—. Y no soy ninguna mercancía —siguió siseando bajo la atenta mirada de los amigos de Aaron mientras el susodicho se besaba con la recién llegada como si sus vidas dependieran de ello".

"—Joder, y es toda una fierecilla —se mofó Steve, cada vez más entusiasmado—. En serio, Aaron, si no la quieres tú, me la quedó yo".

Amber cerró los ojos con pesadez, tragando en grueso cuando los recuerdos de la noche anterior se conglomeraron en su interior. El recuerdo de ella abalanzándose sobre Steve aún se mantenía reciente, como una pintura fresca. Su pecho palpitaba por los sentimientos encontrados que resonaban hasta doler por la vergüenza, el enojo y la impotencia. Ya tenía demasiados problemas para que uno más se le sumara a la lista.

"—Steve, cállate de una jodida vez —Se había entrometido Rex repentinamente, sujetándole los brazos e impidiéndole que diera un golpe al cobrizo—. No me quieres ver molesto, idiota".

Se había zafado entonces de los brazos de Rex, presionando los puños con fuerza porque de pronto soportar las lágrimas se hacía cada vez más difícil. Lo detestaba, y solo recién podía estar completamente segura. Porque si antes intentaba evitar a Aaron Foster, ahora era consciente del por qué.

Odiaba que la humillara y que aun así ella fuera lo suficientemente ingenua para creer que había algo especial. Incluso se avergonzaba. Lo detestaba, aun con lo rápido que admitir la molestia que sentía hacia él se hiciera tan grande y rápido. Todo era pesado y superficial cuando se trataba de Foster, como un ridículo sueño que sabes jamás se va a cumplir por lo irreal que es.

Aborrecía que se burlara de ella y que luego intentara ayudarla. Detestaba que la tratara mal, pero que luego la buscara en cada rincón. Odiaba que le diera besos en todos lados porque luego lo haría con otra.

Despreciaba con todo su ser que coqueteara y se besara con todas incluso frente a ella. Y le preocupaba. Le era realmente preocupante que de pronto lo único que podía sentir era eso hacia todo el mundo. Ahora solo tenía rencor, odio y desprecio hacia los demás. Porque sabía a conciencia cierta que ella misma empezaba a desaparecer para dar lugar a alguien más, a una Amber repleta de aborrecimiento.

"—Me largo, prefiero estar allí que tener que estar aquí haciendo el ridículo —había murmurado enfadada a Rex, al único chico que prácticamente había corrido detrás suyo hasta la entrada del apartamento de Aaron Foster".

Estuvo lo suficientemente enfadada como para dejar que las palabras salieran de su boca como vómito verbal, sin tapujos ni impedimentos.

"—No tienes que hacerlo —respondió Rex casi con desesperación—. Por lo que más quieras, no lo hagas. Aaron puede ser muy idiota pero créeme cuando te digo que no sé por qué demonios se está comportando así. En serio, no quiero tener que soportar su mal humor nuevamente una vez que te vayas de aquí".

Rió internamente, ignorando la puerta que acababa de abrirse de su supuesta habitación de la mansión Miller.

"—Yo no tengo nada que ver con lo estúpido que es. ¿Sabes? Creo que deberías decirle a ella que lo ayude con eso. Adiós, Rex".

Ni siquiera lo conocía directamente, mucho menos, confundida, al notar que él sí la conocía muy bien.

"—Bien... —Rex estuvo mirando al interior del hogar de Foster y, con el ceño fruncido, chasqueó la lengua antes de cerrar la puerta de golpe—. Solo déjame pedirte dos cosas. Uno... —suspiró pesadamente, sacudiéndose el cabello— déjame llevarte a donde quieras ir. Y dos, no le hagas caso, es un idiota".

—Amber, en serio, ¿qué te sucede? —La voz de Hale la sacó de sus pensamientos y recuerdos, trayéndola a la realidad.

—Nada, Hale, estoy cansada de todo.

Abrió los ojos en desmesura al sentir un fuerte golpe ir directo a su cabeza, y vio a Hale observándola resentida.

— ¿Por qué no me lo dijiste? —siseó su mejor amiga con rabia.

— No sé de qué...

— Hablo de toda la mierda que sucedió ayer. Tuve que enterarme por Megan, ¿sabes lo humillante que fue eso? Además, ¿por qué jodidos te fuiste con el idiota de Foster? —He se inclinó hacia ella y le tomó el rostro con ambas manos, sacudiéndola una y otra vez, y mirándola con desesperación—. ¡¿Qué tienes en la cabeza?! ¡Pudiste haberme llamado! ¡No me gusta que estés mendigando favores a nadie, Amber!

— No tenía dinero y tampoco tengo teléfono. No quería regresar allí y luego Aaron me dijo que estabas con Tristán... —entonces frunció el ceño—. Y no, no sé por qué al menos se me ocurrió creerle. Lo odio.

— Sé que vivo muy lejos pero pedirle el teléfono a Aaron no era tan difícil.

Diablos, tenía razón. Se sujetó la cabeza con fastidio y soltó un grito furioso.

— Ayer vino Aaron a cenar como siempre lo hace —empezó a decir—. Pero estoy muy cansada de todo, así que simplemente le grité a mi tía y me fui de allí. Solo... me encontré con Tristán...

Su voz flaqueó, y con los ojos cerrados terminó por contarle absolutamente todo lo que sucedía. Desde el detestable beso con Foster y su tonto enamoramiento sinsentido, hasta haberse regresado a la mansión Miller junto al chico más amable que jamás había conocido antes, Rex. Incluso le contó a detalles que su tía, a diferencia de lo que había creído, no le dijo absolutamente nada cuando ella regreso. No le dijo más que un "limpia el suelo antes de irte a dormir".

Creyó que le gritaría pero nada de eso sucedió. La ignoró simplemente y Amber sintió que, en esas horas en las que había estado en el apartamento de Aaron, estuvo perdiendo el tiempo. Porque había creído que prefería estar con él que tener que enfrentar nuevamente a su tía. Aunque, cuando llegó, estuvo más que dispuesta a hacerlo, ahora prefería lo contrario.

— Me siento reemplazada. ¡¿Por qué no me dijiste que ese estúpido te gusta?! —Hale sujetó una almohada y le dio suaves golpes en el hombro—. ¡Hablamos tantas veces de lo tonto que es enamorarse de un idiota mujeriego y...! Somos unas tontas, ¿verdad? —se lamentó ella con la voz quebrada.

Abrió los ojos y su corazón dio un vuelco al ver a su amiga devastada, cubriéndose el rostro y sollozando en silencio.

— Hale, ¿qué sucede? Creí que tú y Tristán eran pareja.

— Sí, pero sus padres quieren que él esté con una chica con una chica de su mismo nivel económico. Sé que lo nuestro no va a durar mucho aunque lo ame con todo mi ser. Además... Taylor y Trenton son los peores, créeme —Alzó la cabeza hacia ella y la miró amenazante—. Jamás, y escúchame bien, Amber Larousse, nunca se te ocurra tratar con Trenton. ¿Entendiste? No es bueno, ni un poco. Si va por algo o alguien es solo para hacer daño.

Frunció el ceño aún más, tanteando sus palabras y analizando la veracidad de lo que Aaron le había dicho a Bradford el día anterior.

— No pensaba hacerlo... —farfulló con sinceridad.

Un silencio las inundó antes de que, de pronto, amabas estuvieran envueltas en un fuerte abrazo.

— No vuelvas a ocultarme nada.

Asintió rápidamente antes de levantarse.

— Ahora, vamos a la fiesta de Rex y la pasaremos tan bien que no recordaras nada de...

— ¡No, no! No pienso ir a ninguna fiesta, ahora las odio. Además he ido a muchas últimamente y...

— ¿Muchas? Sólo fueron dos, Amber, no seas tan aburrida. ¿Por favor? —Hale la miró suplicante—. Quiero disfrutar y olvidarme de Tristán por un rato. Prometo que la pasarás muy bien.

Frunció el ceño y al cabo de un par de suspiros, asintió.

— No hagas que me arrepienta, Hale.

— No lo harás.

Ya estaba arrepentida cuando, horas después, se había dejado llevar por su amiga para vestirse y maquillarse.

— Créeme, Amber, estás espectacular.

Rodó los ojos, moviéndose al ritmo de la música.

— No me importa, Hale, de verdad que no me interesa —refunfuñó.

Quería estar en su cama y nada más, no que sus sentidos se alborotarán por la alta música que retumbaba en todo el lugar.

— Amber...

Suspirando con aburrimiento, se dirigió a la cocina.

— Voy por algo de beber, Hale, ya vuelvo.

Caminó desatenta por el lugar, rodeando las escaleras y dispuesta a encontrar la cocina, para empezar. Y lo hizo. Pero justo cuando pensaba entrar se sobresaltó de sobremanera al sentir unas frías manos rodearle la cintura con firmeza, juntando su espalda contra un firme torso. De pronto la habían arrastrado hacia una habitación y, aunque gritó, una mano gruesa y helada no tardó en cubrirle la boca. La puerta se cerró y el silencio inundó sus sentidos.

— Te estaba esperando, princesa —susurró el chico sobre su oído antes de bajar los labios sobre su cuello para depositar besos—. Has tardado pero sabía que vendrías.

Rápidamente la giró para estar frente a frente y su respiración se entrecortó al ver a Aaron Foster tan sonriente, como si nada hubiese sucedido el día anterior.

— ¿Estás bien, no? —Aaron descendió el pulgar por su mejilla hasta detener los dedos debajo de su mentón. Pero entonces frunció el ceño, inclinándose ligeramente hacia ella— No te preocupes, aquí nadie nos molestara, solo somos tú y yo.

El agrio rencor y enfado se entremezclaron con un doloroso zumbido que palpitaba en su pecho. Los recuerdos de todo lo que había sucedido, las burlas y él besándose con la rubia en sus propias narices la golpearon. ¿Por qué creía que podía coquetearle y luego ir con otra chica?

— Amber, en serio, ¿estás bien, verdad? —insistió está vez con preocupación— Dime algo, me estás poniendo nervioso.

— No vine aquí por ti —respondió tajante mientras lo empujaba fuera de su alcance, lo más lejos que pudo—. Solo quiero divertirme así que déjame en paz y ve a buscar a otra —dio un paso hacia él y volvió a empujarle, esta vez más fuerte—. ¡Es más! ¡¿Por qué no vas con tu amiga de ayer?! ¡No me fastidies más!

Iba a girarse para irse en una salida triunfal pero se paró en seco tan pronto le vio sonreír con arrogancia. Y al contrario de dejarle el camino libre, sólo se apoyó sobre la puerta con los brazos cruzados con triunfo, como si acabase de ganar un premio.

— ¿Celosa? —Se sacudió el cabello y soltó una ligera risotada antes de morderse el labio, sonriendo ampliamente—. No tienes una jodida idea de lo adorable que te ves cuando estás celosa. Demonios, esto es increíble —sonrió aún más, fascinado. Ahogó un gritó exasperado, incapaz de poder continuar manteniendo la calma. Estaba harta de del tira y afloja de Aaron porque nunca sabía lo que quería realmente de ella, cansada de Megan y, en realidad, de todo.

— Muévete, Foster —siseó molesta entre dientes, deseando internamente que por una vez le hiciera caso porque empezaba a perder los papeles—. Quiero irme de aquí.

Aaron frunció el ceño, al parecer confundido, cuando tiró de ella con fuerza hasta que pudo volver a rodearla con los brazos.

— La fiesta acaba de empezar y recién he podido encontrarte. Pensé que estarías cómoda aquí pero si quieres podemos ir a otra habitación donde te sientas...

— ¡Solo no quiero estar aquí contigo! —gritó exasperada, alejándose bruscamente de él sin poder controlarse un segundo más.

Quería que la dejara en paz, que dejara de fastidiarla y de interrumpir en su vida de una vez por todas.

— ¿Qué? —murmuró confundido, el rostro fruncido como si acabasen de darle una bofetada—. Hice esta estúpida fiesta sólo por ti, para estar un rato contigo, solos tú, yo y nadie más.

No podía creer que fuera tan hipócrita como para decirle eso. ¿Para estar con ella? Era ridículo, él jamás haría nada por alguien que no fuera él mismo. Además de que era ridículo que le dijese eso después de haberlo visto tan cariñoso con otra.

— ¿Se supone que deba creerte? —se mofó.

Pero al parecer él no capto la burla en las palabras porque, entonces, había sonreído ampliamente y acercado a ella casi rápidamente, desesperado por deshacer la distancia entre ellos.

— Por supuesto que sí, Amber —suspiro sobre su boca.

Muchas cosas sucedieron, entonces. Aaron juntó sus labios apenas un segundo y ella lo empujó nuevamente, pero esta vez no dejó que se le acercara, porque abrió la puerta y Rex acababa de entrar aturdido a la habitación.

— ¡No vuelvas a besarme jamás! ¡Estoy harta, Aaron! ¡Estoy cansada de que siempre hagas lo mismo! No voy a dejar que sigas jugando conmigo, no más. Si te importo una mierda solo desaparece de mi vida —murmuró con la voz cada vez más fuerte—. Deja buscarme o lo que sea. Agradezco tu amabilidad por intentar ayudarme ayer pero no quiero verte más. No sé qué demonios se te cruzó por la cabeza cuando me besaste otra vez, pero déjame en paz, porque no estaré con un chico que le importo tan poco que... —bufó—. No te entiendo nada. No puedes simplemente besar a una chica y luego venir a mí, como si no tuviera sentimientos, como si no me doliera ni un poco. No quiero verte más, Aaron, hacerlo ya duele mucho.

Caminó decidida a irse de allí y aprovechar el tiempo para hacer algo más útil, como buscar un alquiler, por ejemplo.

— Amber...

Giró furiosa al oír la voz de Rex detrás suyo y lo encaró tan enfadada como cansada.

— ¡¿Qué quieres?!

No se sobresaltó ni un poco cuando un sonoro portazo se oyó a su lado, ni mucho menos vio cuando Aaron paso veloz a su lado, golpeando todo a su paso.

— ¿Para esto querías que viniera? No sé por qué creí que podía confiar en ti, después de todo eres su amigo.

Realmente podía llegar a ser muy ingenua.

— Amber, Aaron es un idiota pero realmente le...

— Escucha, Rex, no me importa. Adiós, solo dile que lo odio de mi parte.

— Importas... —bufó detrás de ella—. Bueno, ¡gracias! —rugió Rex enfadado al pasar a su lado—. ¡Porque seré yo quien tendrá que lidiar con la verdadera mierda que es él cuando está furioso!

— Debe ser una broma... que se vaya con...

Rex le dirigió una última mirada de compasión antes de desaparecer de su vista.

— ¿Camille? —rió—. Dime por favor que esto no es por Camille, ni siquiera vale la pena.


— ¡No sé quién demonios es Camille! ¡Y no, estoy harta de todo! ¡Estoy cansada de que todos crean que puedan pisotearme! ¡Estoy furiosa porque nadie nunca me toma en cuenta! ¡Solo quiero que dejen de reírse de mí, dejar de hacer el ridículo por un chico que ni siquiera le importo!

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