Cuando nos convirtamos en est...

By Briss_LG

37.4K 3.2K 502

Un boleto de avión. Un joven sin casa. Y una chica deseosa de encontrar respuestas. Damian quiere dejar de... More

IMPORTANTE PARA LECTORES
E P Í G R A F E
D E D I C A T O R I A
P E R S O N A J E S
1| Fotografías delatoras.
2| No es un perro
3| Mercurio
4| Perro callejero
5| Espías
6| Venus
7| Ideas descabelladas
8| Derecho a ser idiota
9| Tierra
10| La familia Berlusconi
11| Huevos revueltos, chinchillas mojadas y perdimos a un niño.
12| Marte
13| ¿Eso que veo ahí es cerveza?
14| Un novio debería saber eso.
15| Júpiter
16| Grano de arroz en el zapato.
17| la diferencia entre una estrella y un planeta.
18| Saturno
19| Eso que tenemos en común.
20| Madrina
21| Urano
22| El río.
23| Las actas falsificadas
24| Mercurio
25| Un agujero negro.
27| Plutón
28| Malas hermanas.
29| Fogata de colores.
30| Osiris
31| Los acosadores.
32| Florencia
33| Haumea
34| Piera sabe la verdad.
35| No te entrometas.
36| Kepler
37| Celos americanos.
39| La verdad.
40| Decisiones difíciles.
41| Una oportunidad para los D'Fiore.
42| Planetario de estrellas.
43| Manhattan.
44| Reencuentro.
45| Dejar el pasado atrás.
46| No te vayas.
47. Cuando nos convertimos en estrellas.
Epílogo
AGRADECIMIENTOS

26| La noticia.

569 50 12
By Briss_LG


26| La noticia. 


La casa se queda en silencio.

—¿Chicos? —insiste luego de ver que ninguno de sus tres hijos responde.

Me acomodo en mi asiento, miro rápidamente sus caras y no veo ninguna expresión en ellos.

—¿No están felices ?—cuestiona— Yo creí...bueno creímos que se iban a poner contentos. En especial Luigi, ¿No querías un hermanito nuevo?

Se acerca a su hijo para quedar agachada a su altura y acariciar su mejilla, pero muy contrario a su actitud habitual, Luigi se aparta de su madre con recelo.

—¡No quiero un hermano!

—¿Qué? ¿Por qué no?

—¡No lo quiero! ¡No lo quiero! ¡No lo quiero! —rabia y tira al suelo los cojines del sillón.

Se levanta de un solo salto y aleja a su madre de un manotazo para irse corriendo escaleras arriba.

—¡Luigi! —intenta detenerlo.

—Déjalo mamá, está enfadado—farfulla la hermana del medio, también levantándose de su asiento.

Los ojos de la señora Berlusconi se humedecen y su rostro se transforma en una mueca triste.

—¿Y ustedes tampoco están felices? A Ben y a mí nos hacía mucha ilusión formar una familia, ¿verdad que sí, cariño? —Voltea sobre sus talones para mirar a su prometido.

Benjamín asiente efusivamente y da un paso adelante para acercarse a Liz.

Repiqueteo los dedos en ambos costados de mis piernas y noto que Damian me mira de reojo. Giro un poco la cabeza, él hace lo mismo, compartimos una mirada rápida y por alguna razón siento la boca seca.

—¿Formar una familia? —la voz de Chiara se hace presente, sus cejas se fruncen y mira igual de enfadada a su madre.

—Sí, bueno...

—¿Y nosotros que somos entonces? ¿Tu ex familia? ¿Tus ex hijos? —reprocha apretando con más fuerza la mandíbula— ¿Tan rápido olvidaste a papá?

—Cielos, no quise dar a entender eso. Obviamente ustedes...

—Pero lo hiciste—enfatiza—. Diste a entender justamente eso.

Trago saliva con fuerza, hasta puedo sentir que mi jefa hace lo mismo, y detrás de ella Ben hace una mueca disimulada con los labios porque sabe tanto como nosotros que la situación está por empeorar.

Así que deduzco, que es por ese mismo motivo por el cual se arma de valentía y se introduce a la guerra:

—Sé que no van a querer que yo me entrometa en esto —comienza— pero les aseguro que no tengo intenciones de suplantar a su padre. Su madre y yo solo queremos lo mejor para la familia, y quizá...

—Ni lo pienses —Lo interrumpe con rabia la peliverde—No te atrevas a terminar esa frase —vuelve a mirar a su madre— ¿Para qué quieren un nuevo bebé? ¿Para dejarlo tirado a los pocos meses? ¿Para qué unos desconocidos lo terminen cuidando luego de que vuelvan al trabajo?

—No tiene caso discutir, Lyd—La interrumpe su hermana —El daño ya está hecho. Felicidades por tu nueva familia, mamá.

—Niñas, por favor...

—Nada de esto hubiera pasado si papá no hubiera muerto—Oigo espetar a Lydia antes de llegar a las escaleras.

Segundos después, las puertas se oyen golpearse y la señora Berlusconi se deja caer devastada sobre su sofá, Ben no duda en acortar la distancia y darle consuelo.

Damian y yo nos quedamos parados, pasan otros microsegundos que parecen eternos y me decido de que es hora de hacer algo.

—Yo...lo siento mucho, seguramente se acostumbren con el tiempo—intento ayudar.

Los ojos de mi compañero me escrutan con la mirada y rueda los ojos, se coloca a mi lado y cruza los brazos hastiado.

—Ojalá así sea. — Ella hace el intento de regalarme una sonrisa— A estas alturas deben creer que soy una madre terrible, pero puedo jurar que hago lo mejor que puedo, es muy difícil criar a tres hijos sola y si no fuera por Ben, ya estaría hasta el cuello.

Le toma la mano y este acaricia con ternura su vientre.

—Son críos, hay que entenderlos, tal vez fue muy apresurado darles la noticia ahora. Pero estoy segura que dentro de unas semanas ya quedará todo zanjado, no son niños resentidos después de todo—reconforto. O hago el intento.

—Pero tienen razones para estarlo, es obvio que no les iba a caer bien la noticia—añade Damian y eso hace que reciba un puntapié de mi parte y una mala mirada, por supuesto.

—Lo sé...lo sé, debí haberlo pensado mejor. Dentro de poco hace aniversario de la muerte de su padre y con todo lo del casamiento y Ben, un embarazo era lo menos esperado. Pero ustedes sabrán entender que...—nos mira con las mejillas enrojecidas—ese tipo de cosas a veces suceden por descuido, y ya no se puede hacer nada para remediarlo.

Asiento desviando la mirada.

—¿Puedo preguntar cómo murió su ex marido? —cuestiona el otro niñero.

Duda por un momento, pero al final terminamos escuchando una respuesta.

—Fue un paro cardíaco, estábamos en la cancha de tennis —se adelanta a contestar Benjamín —éramos socios y amigos.

—Vaya...—es lo único que alzando a decir. Y que buenos amigos...

—Así que ustedes...—El oji-gris los apunta discretamente.

—Sí, ya nos conocíamos. Pero no pasó nada hasta muchos meses después del entierro, Ben me ayudó mucho —se apresura a aclarar la madre de los chicos—. Benjamín y Alessandro eran muy cercanos.

—Era como un hermano, y me devastó muchísimo su pérdida —añade este—. Porque era casi la única familia que me quedaba, mi mamá murió hace mucho y nunca conocí a mi padre, Alessandro era un viejo amigo de la universidad y un compañero de trabajo increíble. Y al morir supe que no podía dejar desamparada a su familia.

—¿Y los chicos...? —es mi turno de curiosear.

Deja escapar un suspiro y hace un gesto de cabeza afirmativo.

—También me conocían de antes, era como el tío postizo divertido que los invitaba a tomar helado, pero luego de que Liz y yo formalizáramos lo nuestro, me odiaron. Y creo que todavía lo siguen haciendo.

—Ellos no te odian, solo están... acostumbrándose —consuela Lizbeth. —Siguen sorprendidos.

—Y con muchas razones...— susurra Damian tan bajo que apenas yo puedo escucharlo.

—Voy a subir a verlos, quizá pueda calmarlos un poco—aviso.

Liz asiente agradecida y Ben hace lo mismo, me doy la vuelta y estoy casi en el cuarto escalón, cuando oigo pasos detrás de mí, giro un poco mi nuca y veo que el oji-gris viene detrás de mi espalda.

—Van a querer asimilarlo solos y por su cuenta. No los molestemos. —me detiene, llevando su mano a mi brazo y acariciando apenas mi muñeca con la yema de sus dedos.

La acción me vuelve un poco boba y asiento torpemente, cambio el rumbo de mis pies y sigo por el pasillo hasta mi cuarto, él hace lo mismo y se detiene frente a la puerta del suyo.

Justo a mi lado.

Lo detengo antes de que entre.

—¿Y si me haces compañía un rato?

Gira su torso en seco y me mira sin comprender.

—No quiero quedarme sola porque sé que no me voy a aguantar las ganas de ir a ver a los chicos. —aclaro. Él no pone peros.

Las luces están apagadas y prendo la portátil de mi mesita para no quedar a oscuras. Me siento en la cama y él hace lo mismo.

—Creo que lo mejor va a ser dejar que ellos saquen el tema —comento, refiriéndome a los niños—No quiero que luego discutan con nosotros si le sacamos el tema primero.

Él asiente, jugando con las palabras a medias mientras se encoje de hombros.

—No creí que me habías invitado para seguir hablando de los niños.

Su casi imperceptible respingo, y la mirada de ojos muy abiertos, me hace darme cuenta de que no soy la única sorprendida con lo último que dijo.

—¿Y a qué crees que te invité exactamente? — le doy una sonrisa ladina mientras mordisqueo mi labio inferior y eso le pone los pelos de punta.

—Muéstramelo tú—contesta.

Y eso es suficiente para que acabe poniéndole una mano en la nuca y atrayéndolo hacia mí para presionar mi boca contra la suya.

Reacciona enseguida y me rodea la cintura con un brazo para acercarme más a él.

Bajo la mirada y continúo dejándolo que me bese, mis dedos le rozan el abdomen por accidente y él tensa todos los músculos. El ambiente va poco a poco volviéndose más íntimo, más denso cuando sus manos rozan la piel de mi cintura y suben hasta mis pechos.

Vuelve a besarme, y esta vez es más brusco e intenso y siento que me tiembla todo el cuerpo. No hablo. No puedo. Y todo lo que oigo es lo fuerte que me martillea el corazón mientras él introduce sus manos en mi sujetador y roza mis pezones con los pulgares. No quiero parecer ansiosa, pero no puedo evitar arquear la espalda en busca de más contacto.

Él no se percata mucho de esto y me sonríe, se detiene un momento buscando mi mirada y luego con la boca hace el mismo recorrido que sus labios antes hicieron. Se me escapa un jadeo.

Mi cuerpo se arquea contra el suyo cuando mete una pierna entre las mías para hacer presión. Después su boca abandona mi abdomen y se entierra en mi cuello. Deja un camino de besos que me deja sin aliento. Cuando siento su aliento caliente sobre mi oreja derecha, juraría que el corazón me deja de latir.

Echo la cabeza hacia atrás al notar como lame y succiona el lóbulo de esta.

—Creo que ya es suficiente—masculla apartándose un poco de ella— De da miedo seguir y que después...

Su pulgar toca la comisura de mi boca y se desliza en una lenta caricia por el labio inferior.

—¿Y que después no te puedas aguantar? —musito.

Me mira jadeante.

—Que después tú no te puedas aguantar—corrige.

Es mi tuno de mirarlo con una ceja levantada.

—Eso lo dudo, tengo mucho aguante, deberías verlo. —defiendo.

—¿Es un ofrecimiento amistoso?—persuade.

—Nuestra amistad duró lo mismo que una estrella fugaz.

—Puedo vivir con eso.

Mi cuerpo vuelve a temblar con su respuesta y levanta el rostro para que estemos de nuevo cara a cara. Y yo me obligo a reaccionar y a apretar con fuerza los costados de su cintura con mis piernas. Estoy a punto de bajar mi mano hasta su cinturón cuando siento el ruido de una perilla.

Lo aparto enseguida.

—¿Quinn? —escucho la voz de Luigi al otro lado de la puerta—¿Estás dormida?

Con un gesto le señalo a Damian que salga de la cama.

— ¿Qué pasa, Luigi?

Entra despacito y se queda a uno metros de distancia.

—No me puedo dormir, ¿Puedo quedarme aquí? —pregunta bajito. Mi corazón se estruja, pero antes de que pueda contestar, él se queda quieto mirando una sombra. — ¿Damian?

Va hacia el interruptor. La luz nos sega a ambos y cuando miro en su dirección, veo que ha abierto mi armario.

—Yo...— comienza a balbucear, me mira a mi y luego a él—Estaba buscando...una cosa.

—¿Qué cosa?

—Nada importante, ya lo encontré. —le resta importancia alejándose para irse. —buenas noches.

—Hasta mañana —me despido en una mueca.

Él hace el mismo gesto y sigo sus movimientos hasta la puerta, balbucea algo que no puedo alcanzar a oír y no espera más para irse.

—¿Por qué se ha ido con un calcetín en la mano?

—Los amigos a veces lo comparten. —miento.

Asiente, de alguna forma le encuentra el sentido.

—Mi amigo Tomás tiene hongos.

Frunzo el ceño, asqueada.

—Tu mejor no los compartas.




—¿Mañana vuelves a clases? — pregunto a Chiara luego de dejar la cubertería dentro del lavaplatos al mediodía siguiente.

—La suspensión era hasta hoy. —asiente. Lydia y Lu permanecen en la escuela, no hace más de quince minutos que Damian salió a buscarlos.

—Entonces hoy me ayudas con la limpieza en casa.

Musita algo por lo bajo quejándose, y a pesar de que le doy la espalda, puedo jurar que la veo blanqueando los ojos.

—Oye...—canturrea con esa misma voz que utiliza cuando va a pedirme algo y cambia de tema—Este jueves me invitaron a salir, ¿puedo ir?

—¿Salir? —repito dándome la vuelta—¿Quién te invitó?

—Unas chicas del equipo de porristas, sé que suena extraño, pero ellas no me invitan seguido y...

—¿A dónde? ¿Por qué?

—A ver una película—responde y desvía la mirada—. ¿Me vas a dejar? Es en casa de una de ellas.

Descruzo mis brazos y dejo escapar un suspiro, eso hace que ella levante rápidamente la cabeza y me observe.

—Está bien, pero avísales a tus padres a ver si ellos también te dan permiso, y deja que alguno de nosotros te lleve y te pase a recoger.

Sostiene su cabeza con una mano, como si le costara mantenerla de otro modo, se queja por lo bajo, pero no pone reparos.

—Oye...—al cabo de unos segundos me vuelve a llamar. Me doy la vuelta de nuevo.

—¿Qué pasa ahora?

—¿Has estado enamorada alguna vez?

Me toma por sorpresa y abro la boca para contestar, pero no digo nada, sus ojos cafés me escrutan y reformulo mi respuesta antes de darla:

—Pues sí, pero solo una vez, y con un novio de la secundaria, rompimos antes del viaje, terminó siendo un cretino. —omito los cuernos—Pero mientras duró fue bueno, enamorarse es una de las cosas más lindas que te pueden pasar.

—¿Entonces tú y Damian no...?—me lanza una mirada de costado.

Dudo por un momento de que ayer a la noche haya escuchado algo.

—Nunca —me apresuro a contestar. Soy pésima mintiendo, pero no le quiero dar las ideas equivocadas, desde ayer en la noche él y yo no volvimos a cruzar palabra. La situación es complicada.

—Es que me pareció haber visto algo...—musita, curiosa y con ganas de molestar a la vez.

Me quedo estática con el repasador en mano, Damian me gusta, claro que lo hace, pero la luz es amarilla y deberia estar en verde para que pueda alardear de un avance.

—¿Y tú? ¿A qué viene esa pregunta? —Le cambio de tema, esta vez es su turno de titubear y tropezar con la respuesta.

—Pues... no es nada. —mienta de manera descarada.

—¿Y ese nada estará en la salida?

Sus ojos se alzan alarmados, hace una mueca y como respuesta los míos se entrecierran.

—Es el hermano de una de ellas.

—¿Y lo conozco?

Ladea la cabeza.

—Mucho cuidado en esa casa, préstale atención a la película, ¿sí? nada de distracciones ni besuqueos—Advierto, y la apunto con una cuchara a medio enjabonar.

—¡Quinn! —me regaña con las mejillas rojas sin mirarme a los ojos, no dice más y se va de la cocina para terminar unas tareas.

Yo me rio por lo bajo y agarro un trapo para comenzara secar los platos. Ya veré de quien se trata luego, ahora tengo que preocuparme porque no vaya a descubrirnos. 



Continue Reading

You'll Also Like

400K 43.6K 48
¿Puede un adolescente vivir sin Internet? Para Zachary Blackelee eso es pan comido, él nunca ha usado el Wi-Fi, no tiene celular o algún otro artefa...
Dos (EN PAUSA) By Yal

Science Fiction

20.8K 2.4K 11
Atrapados y condenados a vivir en un lugar donde nada es lo que parece, un grupo de veinte adolescentes sin el más mínimo recuerdo de quiénes son o d...
111K 13K 51
Para Gia Beckman, y su atareada agenda, no hay lugar para la diversión. De hecho, rara vez se da un respiro de sus días. Es la mejor en todo lo que s...
848 217 12
Esta es la historia de una joven de 18 años a la cual le sucederán cosas inesplicables que ni ella puede comprender, después de un acontecimiento y...