Cuando nos convirtamos en est...

By Briss_LG

38.7K 3.3K 529

Un boleto de avión. Un joven sin casa. Y una chica deseosa de encontrar respuestas. Damian quiere dejar de... More

IMPORTANTE PARA LECTORES
E P Í G R A F E
D E D I C A T O R I A
P E R S O N A J E S
1| Fotografías delatoras.
2| No es un perro
3| Mercurio
4| Perro callejero
5| Espías
6| Venus
7| Ideas descabelladas
8| Derecho a ser idiota
9| Tierra
10| La familia Berlusconi
11| Huevos revueltos, chinchillas mojadas y perdimos a un niño.
12| Marte
13| ¿Eso que veo ahí es cerveza?
14| Un novio debería saber eso.
15| Júpiter
16| Grano de arroz en el zapato.
17| la diferencia entre una estrella y un planeta.
18| Saturno
19| Eso que tenemos en común.
20| Madrina
21| Urano
23| Las actas falsificadas
24| Mercurio
25| Un agujero negro.
26| La noticia.
27| Plutón
28| Malas hermanas.
29| Fogata de colores.
30| Osiris
31| Los acosadores.
32| Florencia
33| Haumea
34| Piera sabe la verdad.
35| No te entrometas.
36| Kepler
37| Celos americanos.
39| La verdad.
40| Decisiones difíciles.
41| Una oportunidad para los D'Fiore.
42| Planetario de estrellas.
43| Manhattan.
44| Reencuentro.
45| Dejar el pasado atrás.
46| No te vayas.
47. Cuando nos convertimos en estrellas.
Epílogo
AGRADECIMIENTOS

22| El río.

620 53 5
By Briss_LG


22| El río. 


Una vez tuve una maestra que decía que si algún día tenía la oportunidad de cumplir mi sueño lo hiciera, incluso si ese sueño parecía algo tonto o innecesario, que no importaba cuanto se perdiera en el intento; si hay un sueño, hay que perseguirlo. Cueste lo que cueste.

Y eso hice.

Omití el daño y eludí las pérdidas. No me di cuenta que ese daño podía ser ajeno.

—¿Qué has dicho? —repite con sequedad Chiara, detrás de ella Luigi y Lydia permanecen confundidos y perplejos.

Lentamente me volteo para darles la cara, mi rostro debe estar pálido y mis manos tiemblan tanto que apenas puedo controlarlas.

—Chicos...—intenta comenzar el oji-gris.

Da un paso en frente para acercarse, pero enseguida la mayor de los hermanos toma la mano de los otros dos y los echa hacia atrás.

—No te acerques—espeta, me lanza una mirada rápida —Ninguno de los dos se atreva.

—Es todo un malentendido, déjennos explicarles mejor —pido.

—¿Creen que vamos a creer una palabra más de lo que digan?—escupe Lydia, sin soltar la mano de su hermano.

—Dijeron que nos querían—susurra Luigi con los ojos enrojecidos.

Se me hace un nudo en el pecho cuando sus ojos cristalinos se cruzan con los míos y veo la decepción surcar en ellos.

—Dijeron que podíamos confiar en ustedes —insiste.

Delante de mis ojos veo como poco a poco todo el plan se derrumba y se cae en pedazos hasta volverse escombro, todo lo planeado se arruina y lo que soñé comienza a desaparecer con una lentitud presuntuosa. No obstante, no es eso lo que más duele, no es el hecho de saber que lo hemos arruinado todos, sino ver la desilusión y el chasco en los ojos de tres críos que han salido lastimados por culpa nuestra.

Por culpa mía.

—Lo siento. —es lo único que me sale.

—¡Tú no sientes nada! ¡Mentirosa! —Lydia da un paso adelante esquivando la mano de su hermana que intenta echarla hacia atrás y me grita.

Está dolida y nosotros somos los culpables. Yo soy la más culpable de los dos y por esas razones termino siendo la que apoya la mano sobre los hombros de Damian y lo aparta para que Lydia se desquite conmigo.

—Eres una mentirosa—escupe entre dientes.

—Lo siento.

—Te odio. ¡Y a ti también te odio! —apunta al oji-gris —Porque confié en ti y les creímos cuando dijiste que habías venido para cuidarnos. Felicidades, nos han dado una bonita lección; los adultos mienten todavía más que los niños. Y duele el doble.

Se limpia las lágrimas con el puño de su sudadera. No recuerdo cuándo fue la última vez que pedí una disculpa sincera, tampoco es que tenga muchos amigos con los que discutir, soy demasiado orgullosa cómo para pedir disculpas y ahora me arrepiento de serlo. Sin embargo, no me da la oportunidad de volver a disculparme puesto que se marcha hacia la casa.

Damian no pierde tiempo en ir tras ella y a medio camino de cruzar la puerta, Joshué aparece con una sonrisa en la cara, la misma que desaparece al ver lo que está sucediendo.

Yo intento acercarme al pequeño de los Berlusconi, pero de un manotazo se aparta y también corre detrás de su hermana.

Escucho gritos desde la casa y con pasos lentos y dolorosos me acerco para ver lo que está sucediendo, agradezco mentalmente de que Vivian haya salido a hacer las compras y que no esté también presenciando esto, desde el piso de abajo oigo como Damian se esfuerza por destrabar una puerta y del otro lado, Chiara le grita que la deje en paz.

Paso a un lado de Joshué cuando me acerco para subir las escaleras y él me mira con curiosidad y desconcierto, no tengo idea si también ha presenciado la discusión o si solo se está dejando llevar por alguna deducción que su cabeza pueda mecanizar. Lo que sí sé es que él es único que al menos se atreve a regalarme una mirada cargada de compasión, aunque no sé si la merezco.

Termino de subir los últimos peldaños y en la planta de arriba observo que al final del pasillo Damian se encuentra recostado contra la puerta que pertenece a la habitación de invitados que Vivian asignó para Lydia y Chiara, mientras que la otra puerta a su costado, la de Joshué y Luigi también permanece cerrada con seguro. La única que permanece abierta es la de la derecha, la que se supone él y yo compartiríamos porque Vivian creyó que no habría problema.

Levanta la vista y me observa caminar por el pasillo hasta llegar a él. Me aparta la mirada y balbucea algo que parece ser una recriminación o quizá un insulto. No estoy muy segura, pero decido que tampoco quiero indagar al respecto.

Sin decir nada, acorto la distancia entre nosotros y me acerco para golpear la puerta, a unos pocos centímetros de que mis nudillos golpeen contra la madera me detengo. O más bien, él alza la mano para detenerme.

—Ni siquiera te molestes, no te va a abrir.

—Déjame intentarlo.

—Creo que ya hicimos suficiente. ¿No te parece?

Soy consciente de que tiene todas las razones para estar molesto conmigo también, pero su comentario me molesta más de lo que debería.

—No es mi culpa que tú no hayas podido dejar de gritar —replico —Si tú no te hubieras puesto prepotente desde un inicio esto nunca hubiera pasado. Así que eres igual o todavía más culpable que yo.

Sé que no debería descargar mi frustración contra él, pero me he callado tantas cosas durante los últimos días que ya no lo aguanto más. De hecho, cuando empiezo a sentir mis ojos húmedos no puedo evitar comenzar a llorar. Soy patética. Me estoy portando como una niña, espero que él me mire con odio, como hacen todos, lo que solo me enfadaría aún más; pero para mi sorpresa traga saliva y contesta:

—Ya no tiene sentido señalar culpables, somos unos imbéciles y con suerte nos perdonarán algún día.

Dejo caer mis hombros y me refriego la cara con la manga de mi chaqueta. La culpa es parecida a lo que sientes cuando extrañas a una persona, pero con el peso de haber sido tú quien la alejó.

—Nunca creí que te tomarías este trabajo tan en serio—confieso dejando resbalar mi espalda contra la puerta hasta tocar el suelo.

—¿Que te dio a entender eso?

Le sostengo la mirada al niñero. Al principio doy por hecho que es una pregunta encriptada y que solo le ha molestado la manera en que la hice sonar, pero es Damian, y si algo he comprendido de él es que Damian Ulbergh es como una bala que, aunque a veces dispara hacia el lugar incorrecto, otras veces da justo en el blanco.

—No lo sé.

—A los dieciséis años comencé a transitar los albergues —explica —la mayoría de las veces aparecían niños con sus padres pidiendo comida. Se les daba alojamiento por una noche y a la mañana siguiente muchos de esos padres desaparecían y abandonaban a los niños creyendo que así alguien mejor que ellos se haría cargo y les darían mejor vida. —Responde, con la concentración perdida en algún punto fijo de la escalera —Casi siempre me despertaba por el llanto de algún crio que al salir de la cama se daba cuenta que ya no tenía familia. Al principio era molesto y no hacía nada más que levantarme para cambiarme de sitio, pero con el paso del tiempo entendí que lo único que iba a detener el llanto iba a ser el consuelo.

«En vez de quedarme vagando en las calles de Manhattan, a costa de todo lo puede suceder allí, volví cada noche al albergue porque sabía que iba a haber algún niño al que hacerle compañía antes de que la asistencia social viniera por él, de alguna forma me mantuvieron fuera de peligro, estaba muy perdido en ese tiempo, hubiera sido propenso a cualquier fatalidad»

Se nota tanto que intenta decir las cosas con naturalidad esforzándose por no parecer vulnerable, que resulta haciendo todo lo contrario.

—No he sido del todo sincero contigo, Quinn, y por eso es que me siento igual de responsable que tú de haber arruinado las cosas.

—¿Qué es lo que no has dicho?

—Sé italiano porque mi madre también era italiana, conoció a mis padre en uno de sus viajes, se enamoraron y años después de que yo naciera se mudaron a Manhattan, sé que tengo familia en el país, pero no pleno buscarla, ellos hicieron mucho daño a mi madre.

—¿Y por qué no me lo habías contado?

—No lo veía relevante, tu te mueres por encontrarlos, yo puedo seguir adelante con mi vida sin saber nada de la familia de mi madre.

—¿Ellos te buscaron?

—Le dieron la espalda a mi madre, por ende tampoco quisieron saber más nada de mi.

Me gustaría poder preguntarle por qué, pero si quisiera contarme, lo habría hecho justo como me contó sobre su papá, su madre y los años donde ya ninguno de los dos estuvo con él. Si no lo hace es por un motivo y debo respetarlo. Al final del día, no me incumbe, sin embargo, decir que la curiosidad no me hace cosquillear las puntas de los dedos sería mentir.

—¿No los buscaras ahora que tienes la oportunidad al alcance de las manos?

—Somos diferentes, Quinn. Yo no necesito remover el pasado para seguir adelante.

Tendría que haberme dado cuenta que él también estaba roto. Todas las personas lo están, pero a veces lo ignoramos porque de otra forma la vida sería una película triste que no se puede pausar.

Estoy a punto de decir algo cuando otra voz nos sobresalta.

—¡Damian!

Es Joshué, escucho las maderas de los escalones crujir bajo su cuerpo y uno segundos después lo veo correr por el pasillo buscándonos.

—¡Quinn! ¡Damian!

—¿Qué pasa?

Nos ve sentados en el suelo y se apresura a llegar hasta nosotros, enseguida al verlo tan alterado y cansado nos ponemos alertas y nos levantamos del piso. Toma aire apoyando sus manos sobre las rodillas y jadea antes de contestar:

—Es Lydia...

Los ojos de Damian se alarman.

—¿Qué pasó?

—No la encuentro, desapareció. La cerca del fondo está abierta y puede que se haya perdido en el bosque, llamé a mi tía para saber si se había ido con ella y me dijo que no. El bosque es muy grande y dentro de unas pocas horas nos quedaremos sin luz. —Advierte —Hay que salir a buscarla ahora.

El alma se me sale del pecho.

—¡Como no nos dimos cuenta antes!—se autoreprocha el oji-gris mientras baja las escaleras.

— ¡Torpes! ¡Tontos! ¡Damian! —me desespero en insultos.

—¿Desde cuándo mi nombre es un insulto? —me espeta.

—¡Desde que perdimos a otro niño!

Y antes de que los dos podamos seguir discutiendo y salir de la casa, la puerta de una de las habitaciones se abre y la cabellera de Chiara reaparece perturbada.

—Si dejan de pelear la encontraremos más rápido.—expresa desde arriba, cierra y baja hasta llegar a nuestro lado.

Antes de salir, la puerta delantera se abre y Vivian aparece con dos bolsas llenas de compras que no duda en dejar sobre un sofá para acercarse a donde estamos, le pido que se quede en casa cuidando a Luigi y que nos llame si Lydia aparece antes que nosotros.

Su compañero de clase nos da indicaciones de cómo está dividido el bosque y a través del celular nos comparte su ubicación para que podamos estar en contacto. Damian y yo tomamos el camino largo que lleva al río y él junto a Chiara deciden irse por el camino corto.

Al cabo de veinte minutos no conseguimos ningún avance y tanto él como yo comenzamos a desesperarnos.

—Mierda, esto es mi culpa...—Hago una pausa para tragar el nudo que las inseguridades, soy una imbécil.

Caminamos en círculos varias veces y no hay ni rastro de Lydia en los siguientes quince minutos, ni siquiera escuchamos el gua correr del río y so se debe a que ahora no es solo ella la que está extraviada.

A Damian se le acaba la batería en cuestión de otros quince y nosotros también nos auto declaramos perdidos.

Lo único que veo son árboles, arbusto y tierra, agarro un montón de piedritas que encuentro debajo de algunas plantas y con ellas, al igual que leí alguna vez en algún cuento infantil voy trazando el camino por el cual hemos venido. Mi acompañante me mira de reojo al ver lo que estoy haciendo y ladea la cabeza repetidas veces.

—¿Qué? —farfullo molesta.

—¿Cómo piensas encontrar el rastro si nos agarra la noche y no tenemos nada con qué alumbrar? ¿Eres estúpida?

Tan directo como siempre. El comentario me sienta como una patada en el estómago porque, diablos, tiene razón.

—Mejor volvamos —Propongo para desviar el tema.

—Espera —Pasa las manos por mi cabello, frustrándose, se detiene y eso hace que por inercia mi cara choque contra su espalda y me detenga.

Me quejo por lo bajo y él me chita que me calle, estoy a punto de quejarme cuando me doy cuenta del porqué me ha pedido silencio.

A lo lejos se escucha la voz de alguien.

—Es una chica. —Reconozco la voz. Él también lo hace.

—Y es Lydia —Afirmamos al unísono.

Nos dejamos guiar por el sonido y ambos corremos en la dirección que proyecta la voz de la peli-verde.

El ruido de agua chocar contra las rocas se va volviendo más intenso y nos hace llegar a la desembocadura de una cascada. Miro para todos los costados y allí del otro lado del arroyo, lo que veo me deja perpleja.

—¡Lydia! —grito asustada.

Damian copia mi gesto e intentamos acercarnos todo lo posible a ella. Está sostenida de un tronco que cruza de un lado a otro el río y que seguramente se ha caído debido a una tormenta.

—¡Ayúdenme!

Inmediatamente da un paso adelante para ir por ella, pero lo detengo sujetándolo del brazo.

—La corriente es muy fuerte. Y no sabemos qué tan profunda es el agua. Hay que sacarla de allí cuanto antes —advierto sin saber muy bien que hacer.

Lydia vuelve a gritar ayuda y se aferra mucho más al tronco. Doy por hecho que ha intentado cruzar directamente en vez de intentar bordar la zona y que el viento y la fuerza del agua la hicieron resbalar y quedar atrapada sobre el tronco.

—Ve a buscar una rama gruesa y resistente, creo que vi una por el camino que vinimos. —Le pido y me volteo hacia Lydia —Y tú no te muevas, ese tronco puede romperse en cualquier momento. Presiona con fuerza las piernas a cada costado y estira los brazos lo más que puedas.

Lo hace y cuando veo que está en la posición correcta me acerco sin dudar al tronco. Me arrodillo al mismo tiempo que Damian vuelve con una rama y me coloco boca abajo hasta que mi pecho toca la tierra húmeda. Le extiendo la rama lo más que puedo y le pido a Damian que se acueste boca abajo delante de mí y copie la misma posición que yo.

—¡Me voy a caer! —Solloza la peli-verde al sentir como el tronco cruje debajo de su peso.

—Lydia, escúchame —Llamo su atención con firmeza—. Sé que no te va a gustar esto, pero haz lo que te digo y verás cómo en pocos segundos volverás a estar pisando suelo, ¿Me oyes?—asiente y eso hace que me tranquilice un poco —Vas a agarrar el extremo de la rama con todas tus fuerzas y te vas a dejar caer en el agua con las piernas flexionadas.

—Me...me voy a ahogar —balbucea negando rápidamente. Damian me mira nervioso.

—Si no lo hacemos así el tronco se va a caer y te va a arrastrar rio abajo. Ni Damian ni yo podemos intentar subir sobre él porque mientras más peso ejerzamos más probabilidades hay que se rompa. Esta es la única forma de hacerlo y te aseguro que saldrá bien. Confía en mí—

Veo en sus ojos la duda.

—Confía en mí una vez más. —insisto.

Mis palabras parecen hacerla entrar en razón y dubitativamente asiente.

Contamos hasta tres y lo hace, Lydia se lanza al agua y grita por el susto, la corriente del agua la hace zambullirse y girar en el mismo lugar un par de veces. Damian y yo nos encargamos de jalar de la rama lo más fuerte que podamos y en poco tiempo logramos quitar a Lydia del agua dejándola en tierra.

Tose un poco y me apresuro a intentar ayudarla en sacar toda el agua de sus pulmones.

—Gracias —dice al fin cuando su toz se calma y respira con normalidad. —¿Cómo sabías lo que había que hacer?

—Fui scout de niña —contesto. Rose me obligó a pasar los veranos en campamentos de boy scouts que en ese momento odié, pero ahora siete años después por fin puedo quitarle provecho.

—¿Estas bien? —El oji- gris se pone en cuclillas hasta quedar a su altura. Lyd asiente pero al intentar levantarse, su cara cambia a una mueca de molestia.

—Mi tobillo—apunta —. Creo que me lo torcí.

Me siento con ella en el suelo y ella extiende su pierna sobre mis rodillas, presiono un poco de peso sobre la zona que le duele y en seguida chilla. Está algo inflamado y puede que si se lo haya torcido.

—Habrá que revisarlo bien en casa. Puede que Vivian tenga algún calmante muscular o gasas.

—¿Lydia? —Chiara aparece entre los árboles junto a Joshué detrás, está embarrada y con el pelo lleno de hojas y lodo, Joshué está igual o todavía peor.

—¿Qué les pasó?

—Se quiso trepar a un árbol para encontrar a Lydia y se terminó cayendo sobre un poso de lodo—responde encogiéndose de hombros el castaño, Chiara blanquea los ojos y rápidamente va hacia su hermana.

—No me hubiese caído si me hubieras sostenido bien —se queja.

—No te habrías caído si directamente nunca hubieras decidido subir.—replica.

—¿Y por qué quisiste subir? —inquiere Lydia todavía sentada en el suelo.

—Porque quizá si tenía una percepción más amplia podríamos encontrarte más rápido.

—¿Te has trepado a un árbol solo por mí?

—Mi hermana me importa más que un par de unas rotas y una falda rasgada —confiesa.

Y luego pasa lo que ninguno de nosotros creyó nunca ver: ambas hermanas se sonríen y se abrazan.

Aunque se nota que no le gusta arruinar el momento, termina siendo Damian quien carraspea y hace que poco a poco vuelvan a separarse.

—Será mejor irnos yendo antes de que oscurezca. —Comunica y se acerca para llevar sobre su espalda a Lydia. Pero esta pronto se aparta y le pide a Joshué que lo haga por él.

Y ese gesto parece romperle el corazón al oji- gris, porque aunque él no dice nada, su rostro consternado dice todo, suspira apartando la mirada y finge que el comentario le ha afectado.

El camino a casa por los senderos resulta silencioso e incómodo. Nadie inicia una conversación hasta cruzar la cerca del patio trasero de la casa, allí nos espera Luigi que al vernos corre para abrazar a su hermana.

—¡No vuelvan a dejarme solo! —Las regaña a ambas.

—Lo sentimos, te juro que no volverá a pasar—lo tranquiliza la peli- verde y por el rabillo del ojo mira hacia nosotros dos que hemos preferido quedarnos atrás.

—Iremos a preparar las maletas para volver a casa —avisa Chiara de manera seria, más bien dirigiéndose a sus hermanos más que a Damian o a mí.

Luigi y Lydia asienten y esta última se baja de la espalda de Joshué para caminar con dificultad detrás de su hermana.

—Chicos, esperen.

—Quinn, ya déjanos en paz por favor. —insiste sin ganas de empezar otra pelea.

Pero no tengo ganas de quedarme callada esta vez. No quiero seguir haciéndoles daño y mucho menos quiero seguir siendo aquel hoyo negro que arrastra a todo a quien que se encuentra a su lado.

—Sentimos haberles ocultado la verdad. Y especialmente yo siento haberme comportado como una egoísta; porque sé que lo soy —Le ofrezco mi disculpa más sincera—. Estuve tan ocupada pensando en mí misma y lo que pasaba a mí al rededor que nunca me paré a pensar en la atención que ustedes podían estar necesitando. —inhalo para que no se me rompa la voz —Y no se enojen con Damian, porque él si los ha valorado desde el primer día y es mi culpa que él se haya metido en esto. Son los mejores chicos que me han tocado cuidar y si nos perdonan, prometo que voy a hacer la niñera y la amiga que ustedes merecen tener.

El cerebro me martillea con fuerza en los oídos y trago saliva esperando una respuesta de su parte. Noto por el rabillo del ojo lo mucho que le afecta esto y lo mucho que le duele a Damian saber que también están molestos con él.

—Es complicado para nosotros perdonarlos sabiendo que nos han mentido desde un principio—confiesa Lydia. —Cuando aparecieron y se quedaron más tiempo de lo que pensamos, creímos que ustedes si disfrutaban de estar con nosotros. No como los demás niñeros que solo nos aguantaban el primer mes y a la primera paga se largaban. O no como los compañeros de clase que solo se acercan cuando necesitan dinero.

—Estamos acostumbrados a ser los niños malcriados que nadie quiere. —añade Chiara.

—A veces pienso que mamá tampoco nos quiere—susurra Luigi. El corazón me da un vuelco.

— Su madre los quiere, su papá también los quiso y estoy seguro que Ben los amará más que a nada.—Se interpone Damian— No tuve la oportunidad de conocer a su padre, ni tampoco conozco demasiado a Benjamín, pero sé que él y su mamá deben amarlos mucho...porque los padres aman a sus hijos a pesar de todo.

Y sé que las palabras queman en su garganta, cómo también lo hace en mi pecho y puede que tenga el mismo efecto en ellos.

Creo que he encontrado algo que todos nosotros tenemos en común y creo que pude haberme dado cuenta mucho antes si no hubiera estado tan ocupada sumiéndome en mis propios asuntos.

—No puedes estar seguro de eso—farfulla Chiara.

—Tienes razón, no lo sabemos—contesto—No podemos asegurarlo...pero hay algo que si podemos asegurar —Me acerco a ellos intentando esbozar una sonrisa sincera—Y es que los dos los queremos, y ya no habrán mas secretos.

— Ninguno de los dos va a volver a mentirles o a ocultar algo de nuevo. —añade el oji-gris.

Y sé que me estoy metiendo en un laberinto sin salida en estos momentos. Pero tengo claro que estos niños me necesitan más de lo que yo pudiera haber creído, y creo que también los necesito más de lo que yo pienso.

—Entonces tendrán que contárnoslo todo desde el principio. —exige la hermana del medio, sin dejar de mirar a Damian—¿Tu nombre real es Freduard?

Ladea la cabeza.

—Hubiera preferido no nacer antes de que me pusieran de esa manera.

—¿Y por qué vinieron a Italia? —pregunta Chiara.

—Yo lo obligué a venir. —Contesto—Tenía que viajar hasta Florencia para saber la verdad de mis padres. Y él necesitaba salir de Manhattan para huir del suyo.

Y en este punto no sé ni siquiera lo que estamos haciendo; en primer lugar, ¿Por qué terminamos pasando toda la tarde contándoles la historia desde el principio? Y en segundo, ¿Cómo es que ellos logran comprenderlo tan fácilmente? Son misterios que jamás voy a resolver. Lo único que sé es que esa decisión activó un dominó de sucesos inesperados en mi vida, y vaya que no tenía ni la más mínima idea en ese entonces de lo que vendría después.







Continue Reading

You'll Also Like

5.5M 582K 48
¿Cuál es el mejor lugar para trazar un plan de espionaje? El malhumorado Xiant Silver no tiene nada en común con la impulsiva Preswen Ellis. O tal ve...
24.2M 1.9M 156
En el libro de Anneliese, decía que la palabra «Ambrosía» podía referirse a tres cosas: 1.- Un postre dulce. ...
59.3M 2.6M 70
Freya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su padre. Un bloque de apartamentos alejado...
6.8M 685K 22
Tercer libro en la Saga Darks (2021) Portada: BetiBup33 design studio.