Cuando nos convirtamos en est...

By Briss_LG

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Un boleto de avión. Un joven sin casa. Y una chica deseosa de encontrar respuestas. Damian quiere dejar de... More

IMPORTANTE PARA LECTORES
E P Í G R A F E
D E D I C A T O R I A
P E R S O N A J E S
1| Fotografías delatoras.
2| No es un perro
3| Mercurio
4| Perro callejero
5| Espías
6| Venus
7| Ideas descabelladas
8| Derecho a ser idiota
9| Tierra
10| La familia Berlusconi
11| Huevos revueltos, chinchillas mojadas y perdimos a un niño.
12| Marte
13| ¿Eso que veo ahí es cerveza?
14| Un novio debería saber eso.
15| Júpiter
16| Grano de arroz en el zapato.
17| la diferencia entre una estrella y un planeta.
18| Saturno
20| Madrina
21| Urano
22| El río.
23| Las actas falsificadas
24| Mercurio
25| Un agujero negro.
26| La noticia.
27| Plutón
28| Malas hermanas.
29| Fogata de colores.
30| Osiris
31| Los acosadores.
32| Florencia
33| Haumea
34| Piera sabe la verdad.
35| No te entrometas.
36| Kepler
37| Celos americanos.
39| La verdad.
40| Decisiones difíciles.
41| Una oportunidad para los D'Fiore.
42| Planetario de estrellas.
43| Manhattan.
44| Reencuentro.
45| Dejar el pasado atrás.
46| No te vayas.
47. Cuando nos convertimos en estrellas.
Epílogo
AGRADECIMIENTOS

19| Eso que tenemos en común.

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By Briss_LG


19| Eso que tenemos en común. 


—¡Chiara! —grito desde el pasillo el miércoles a la mañana. —¡Quiero ver tu trasero sentado en el comedor antes de que pestañeé!

En la cocina, Damian se encarga de preparar el desayuno mientras ayuda a Lydia a pegar las últimas pelotitas de poliestireno para su proyecto de ciencias. —Todavía no puedo creer que se haya acordado del trabajo ayer por la noche—Y menos puedo creer que yo pueda mantenerme despierta a las siete de la mañana, luego de haber pasado la noche en vela pintando bolitas de espuma plast que asemejan ser planetas.

Miro de reojo a Damian, él todavía tiene pintura azul en la cara y cada cierto tiempo Lydia lo sacude para que no se quede dormido con la mano dentro del recipiente con pegamento express.

—¿Me sirves más jugo? —pide Luigi distrayéndome. Asiento y voy hacia la juguera, escucho pasos bajar por las escaleras y cuando me volteo, veo que Chiara ya está sentada en la cocina. Agarro el batido de frutas y los cereales de avena, dejo todo delante de ellos y por fin me puedo sentar a desayunar.

Observo a cada uno devorar su comida en silencio, creo que este momento es mi favorito del día, poco a poco nos vamos acoplando a la rutina, y cada día vamos mejorando la puntualidad. Ahora casi que llegamos temprano a todos lados y no nos olvidamos de ningún niño.

Es todo un progreso.

—Y bien. ¿Van a ir hoy a la reunión con la directora? —cuestiona Lydia terminando de comerse su tostada a la vez que pequeñas migajas caen sobre Mercurio.

—Ocho y media —recuerda Damian, concentrado en pegar la bolita que representa a Venus sobre un escarbadientes.

—Iremos después de dejarlo en la escuela —contesto.

El lunes a la mañana, bajé preparar el desayuno encontrándome un post-it en la heladera de Liz, la directora había llamado para hablar con ellos, pero como no podían ir por temas del trabajo, necesitaban que nosotros fuéramos en su lugar. Intuyo que se trata de Luigi y los moretones que trajo la última vez a casa por su supuesta pelea.

—Si les dice algo de mí no le crean. Está loca— admite sin vergüenza —A menos que diga algo bueno, ahí si créanle.

—El día que algún maestro diga algo bueno de ti será porque finalmente lo dejaste psiquiátrico—objeta su hermana

—Ya, y el día que tú traigas amigos a casa será porque los habrás sobornado.

Seguido a esto comienza una discusión de la que no me molesto en formar parte, no hay cuchillos en la mesa de todas formas.

Los niños terminan de pelear cuando advierto que ya es hora de ir tirando para la escuela, los tres se levantan y van escaleras arribas para ir por sus bolsos, hago lo mismo que ellos y me yergo de mi silla para dejar todos los platos sobre el lavavajillas.

El trayecto a continuación es ruidoso y rápido. Discusiones por cambiar de estación, un par de pisotones, codazos, Lydia preguntándome que voy a preparar para el almuerzo, Chiara pegada a su celular, Damian quejándose del tráfico y finalmente llegamos.

Los niños se bajan y nosotros vamos detrás de ellos.

No llegamos a poner un pie en el pasillo cuando los tres ya han desaparecido, abro la boca para pedirles que regresen y nos ayuden a encontrar la consejería, pero los pierdo de vista.

Los dos echamos a caminar sin un rumbo definido, miro para todos lados buscando algún cartel de consejería u oficina y un montón de estudiantes se nos quedan mirando. O bueno, más bien se lo quedan mirando a mi compañero, varias alumnas pasan a nuestro al rededor y se lo comen con la mirada, él parece inmutarse de ello y las saluda. Les regala una sonrisa coqueta y hasta tiene el descaro de guiñarles el ojo a un par.

—Te recuerdo que siguen en la escuela—le hago memoria, cruzándome de brazos y viendo a lo lejos lo que parece ser una sala de oficina.

—Y yo solo las estoy saludando, hay que ser educados —Me contesta encogiéndose de hombros.

No espera a que le conteste y se acerca a una de las chicas para pedirle indicaciones, ruedo los ojos y voy detrás de él. Va a terminar preso y yo voy a tener que devolverme de Italia por su culpa.

—Sigue recto y gira a la derecha, verás un cartel con el rótulo de «Dirección» —señala con una perfecta fluidez inglesa—. La oficina de la directora está justo al lado de la biblioteca, puedo acompañarte si quieres.

—No queremos causarte molestias. Pero gracias por la ayuda, nos vemos luego.

Escucho por lo bajo algunos murmullos del grupo de amigos. No entiendo del todo su conversación en italiano, pero si logro distinguir las palabras: "Buenazo", "trasero" y "cara de bruja" supongo que ese último va dirigido a mí.

—Espero que ese "nos vemos luego" no sea una invitación.

—¿Sientes celos?

—Solo ganas de vomitar.

—Admite que no soy tan desagradable a la vista.

—¿Tu mamá te mintió así?

—Oye, no metas a mi madre en esto —rezonga, cruzamos el pasillo y divisamos una puerta con un cartel de despacho en su ventana a lo lejos. —es ahí.

La oficina que vemos a continuación es pequeña. Dentro únicamente hay repisa atestada de archivos y cuadernos, un escritorio de madera con una silla modesta a disposición de la directora y otras dos sillas para visitas.

—¿Vienen de parte de los Berlusconi? —pregunta acomodando sus gafas.

Los dos hacemos un gesto afirmativo y con la mirada nos pide tomar asiento. Deja de un lado la carpeta que está leyendo y levanta la cabeza para mirarnos con mayor atención.

—Hubiera preferido que vinieran ellos, pero entiendo que estén ocupados, veamos...—añade—Quinn y Damian, ¿verdad?

—Intuyo que quiso citar a los señores Berlusconi por lo ocurrido con Luigi.—argumento— ¿Qué fue lo que ocurrió exactamente en su clase de natación?

—Fue una discusión en los vestuarios que a la salida terminó siendo una pelea, de todas formas, ya todos los implicados fueron amonestados. El acoso no es algo que se tolere en este instituto. —expresa, buscando en sus cajones una carpeta— Sin embargo no los llamé para hablar de eso.

El comentario me toma por sorpresa y levanto la vista.

—¿Qué ha hecho Lydia entonces? —pregunta Damian.

—En realidad Lydia es mejor alumna de lo que parece.—ladea la cabeza —Me gustaría hablar sobre Chiara.

—¿Chiara?—repito —Tengo entendido por Liz que ha sido siempre una de las mejores alumnas.

La directora asiente y nos deja a la vista la carpeta.

—La semana pasada su profesora de lingüística pidió escribir un ensayo sobre la importancia de la familia. Chiara no quiso entregarlo en la fecha acordada y no lo ha hecho hasta ahora —explica —. Es una nota importante, la final de este trimestre

—Ella es muy organizada, se le debió haber traspapelado con otros trabajos. —Afirmo.

—Como no quiso entregarlo, la profesora la regañó en frente de su clase y a raíz de ese regaño, sus compañeros comenzaron a hacer comentarios que no van al caso —añade —En la clase siguiente de artes, una alumna hizo una broma que ella no tomó bien. Por el enojo, Chiara tomó la pizarra de dibujos de otro estudiante y golpeó con ella a su compañera. Me temo que esas reacciones no pueden ser aceptadas.

—Si la otra chica la ofendió, no me parece que haya estado mal en defenderse.

—¿De esa forma? — le reprocha a Damian.

El solo se encoge de hombros y se acomoda en su asiento, la directora sigue la charla.

—La tabla que rompió fue de su compañero Joshué Shamash, él dijo que no tomaría cartas en el asunto y que no la obligaría a pagarle una nueva. Es un buen chico, pero como comprenderán, eso es algo que no podemos aceptar. Chiara debe ser suspendida por dos días, y debe pagar la mitad de los gastos junto a la otra alumna que comenzó la pelea. Sus padres tienen que firmar la suspensión.

Me mira esperando una respuesta. No sé qué decir.

—Haremos todo lo posible para hablar con Chiara y mejorar las cosas.— prometo.

Ella asiente y luego se levanta de su escritorio para estrechar nuestras manos y acompañarnos a la salida. Cuando la cierra dejándonos nuevamente a ambos en el pasillo, el oji-gris deja escapar un suspiro atormentado mientras rasca su nuca, me mira por el rabillo del ojo.

—Parece que tenemos una mañana larga por delante — me comenta.

—Y eso que el día recién comienza—añado mientras juntos nos encaminamos hacia el estacionamiento.

A la noche, y luego de que Damian se comprometiera a hablar con Chiara antes de que nosotros tuviéramos que vernos obligados a contárselo a sus padres, los señores Berlusconi nos dieron la noticia de que saldrían temprano del trabajo para cenar con nosotros.

Lydia y Luigi fueron los primeros en entusiasmarse, Chiara no tanto, aunque supongo que entendible porque si yo estaría en su lugar estaría aterrada de hablar con ellos. Cuando Benjamín y Liz llegan del trabajo todos nos sentamos silenciosamente en la mesa para comenzar la cena.

Observo disimuladamente los nervios de la mayor de los hermanos mientras corta su pasta; como se muerde las uñas, juega con su tenedor y mueve de un lado a otro su comida sin dar bocado.

Me siento entre la espada y la pared porque sé que si ella no cuenta lo sucedido antes de que termine la cena tendré que hacerlo yo y siento que nuestra relación no es la mejor de todas. No quiero ser la delatadora de una niña de quince años. Y mucho menos quiero que me siga viendo como su enemiga.

Cuando todos acaban de comer Damian se levanta a buscar el postre y Luigi va detrás de él para asegurarse de que le servirá la copa más grande de helado. Chiara deja de jugar con la comida y levanta la vista mirando a su madre, cuando abre y cierra la boca repetidas veces sin lograr decir nada, sé que es el momento donde la bomba será soltada:

—Mamá...—Se aventura al fin. La señora Berlusconi deja de prestarle atención a la charla con su esposo. Tengo la sensación de que por primera vez la veré enojada—Sobre la reunión con la directora...

—Espera, cariño —la interrumpe su madre —Antes de que digas nada, queremos darles un aviso a todos: Benjamín y yo nos iremos de viaje.

—Un viaje de trabajo—añade Ben—Nos han pedido gestionar la venta de unas viviendas en el centro de Venecia y tenemos que viajar hacia allá para contactar con los clientes interesados. Volveremos el próximo lunes y nos vamos mañana después del mediodía.

—Pero hace menos de un mes que volvieron de Roma—Se queja Lydia al mismo tiempo que Luigi vuelve para sentarse en su silla.

—Y dijeron que iban estar acá para mi competición de natación—murmura el más pequeño de la familia. Los ojos de Luigi se humedecen y verlo a punto de echarse a llorar me estruja el corazón.

—Lo sé, cariño y lo siento. Pero seguramente llegaremos a la próxima competencia.

—Lo mismo dijeron la última vez —la peli-verde espeta casi en un hilo de voz que estoy segura la señora Berlusconi no ha podido escuchar.

—Les prometo que traeremos los mejores obsequios. —intenta animarlos— Una pista de autos para Luigi, un montón de ropa para Chiara y oí que la última pistola de agua nerf ya ha salido al mercado. Te aseguro que compraré una para ti, Lyd— Liz esboza una sonrisa y Benjamín la secunda.

Sin saber muy bien qué decir o hacer, opto por continuar con mi estrategia de pasar desapercibida, Damian lo hace conmigo.

—El próximo viaje es a Nápoles y nos encantaría que fueran con nosotros. Podemos pedirles unos días de vacaciones en la escuela y hacer un viaje en familia todos juntos. Por supuesto, ustedes dos también están invitados—comenta Ben dirigiéndose a nosotros —Si es que para esas fechas todavía están con nosotros, porque es a mediados de otoño.

Intento sonreír en respuesta y agradecer el gesto. Pero Chiara se levanta de la mesa dejando caer los cubiertos al suelo y se lleva la atención de todos.

Su madre le pide que regrese, pero ella no hace caso y sube corriendo a su habitación. Escuchamos el portado de su puerta y seguido a esto Lydia también se levanta para irse a su cuarto, rápidamente la señora Berlusconi va tras sus hijas y Luigi comienza a llorar porque no quiere que su madre se vaya de nuevo.

Benjamín intenta consolarlo, pero este siguiendo el ejemplo de sus hermanas, se va corriendo a la puerta trasera que da al jardín. Ben comparte un incómodo silencio con nosotros durante unos segundos y luego se excusa diciendo que irá tras él.

Finalmente quedamos solo Damian y yo sentados en la mesa, nos miramos sin decirnos nada y como si ya estuviéramos sincronizados, nos paramos para levantar la mesa y dejar todo en la cocina

—No puedo creer que ni siquiera hayan preguntado por la reunión con la directora—musita cuando me ayuda a meter todo dentro del lavavajilla

—No es asunto nuestro...—me coloco los guantes y abro el grifo —Pero supongo que los chicos tienen todo el derecho de estar enojados, yo sentiría lo mismo.

—Tener padres así es una mierda.

—Al menos los tienen.

—Pero es como si no los tuvieran —toma un repasador y comienza a sacar los platillos que termino de enjuagar.

Su último comentario me hace pensar inevitablemente en lo ocurrido en Candeli, mis padres jamás hubieran gastado su dinero en desaparecer del mapa ¿no es así? Y de hacerlo, ¿Cual sería el motivo? ¿En que lío podrían haber estado inmiscuidos? De haber desaparecido, me habrían llevado con ellos, ¿pero por que ninguna Quinn Montesinos nació en Candeli? ¿Quien diablos es Alessandra y que edad tiene para no querer hacerse cargo de mi cuando mis padres murieron?

—¿Crees que Chiara le cuente a su madre que ha sido suspendida? —cuestiona luego de un corto silencio. Me encojo de hombros en tanto lo ayudo a secar los platillos.

—Deberá hacerlo, nosotros no podemos firmar por la señora Berlusconi la amonestación.

—¿Y crees que eso cambiará la decisión de ellos? —ladea la cabeza hacia mi lado —¿Cancelarán el viaje?

Niego, frunciendo el ceño. Lo dudo unos segundos, pero creo que es inevitable saber la respuesta.

—No sabemos cómo reaccionarán, pero supongo que tratándose de su hija ejemplar si tomarán medidas. Hablando de medidas... —recuerdo la conversación con la directora—Deberíamos decirle a Chiara que entregue su tarea.

—Dudo que no la haya escrito porque se le haya olvidado hacerla, no lo ha hecho porque no quiere hacerlo y no podemos obligarla. —masculla— Ya has visto cómo son las cosas en esta casa. Yo hubiera mandado ese trabajo a la mierda también.

Ruedo los ojos. El día que escuche a Luigi decir algún insulto sabré exactamente a quién le cortaré la lengua primero.

Sin embargo, no puedo reprocharle nada, porque antes de que pueda decir algo, escucho pasos en las escaleras y veo a Liz asomarse a la cocina, me quito los guantes y observo sus ojos vidriosos y agotados.

—¿Puedes ir a hablar con mi hija? —pregunta rendida. No se dirige a Damian, me mira directamente a mí. El oji-gris levanta la vista del lavavajillas y puedo asegurar que mentalmente se pregunta por qué no se lo ha preguntado a él que tiene mejor relación con Chiara, pero supongo que la señora Berlusconi ni siquiera se ha dado cuenta de ello.

Asiento y sin decir nada me seco las manos, subo las escaleras y camino hasta la puerta de su habitación. Toco antes de entrar y como nadie me responde decido entrar de todas formas, Chiara está de espaldas a mí, sentada en su escritorio y escribiendo algo en su portátil.

Se da cuenta que entro a su territorio porque la madera del suelo cruje apenas doy un par de pasos dentro. Me siento sobre su cama y como sé que no empezará ella la conversación, lo hago yo.

—¿Estás haciendo la tarea de lingüística? —la observo teclear algo.

—Ya dije que no iba a entregarla. —contesta a secas.

—¿Por qué no? Tus notas son muy buenas, no las arruines por un estúpido ensayo.

Antes no la conocía nada, pero ahora me da la impresión que su actitud a veces odiosa y mimada es solo una mala fachada, una para llamar la atención de sus padres, pero ni aunque se pintara el pelo de verde como su hermana y se llenara la cara de tatuajes, lograría captar su consideración.

—De seguro ni siquiera es un trabajo tan pesado —añado.

—Mira, no tiene sentido pretender que te agradamos —se da la vuelta para enfrentarme.

—¿Por qué estás tan enojada?

—No estoy enojada —me espeta.

—Lo estás, pero estás enojada con tu madre, no conmigo.

—¿Por qué quieres saber?

—Porque me importas. —confieso, sorprendiéndome hasta mí.

La confesión le hace gracia.

—Estoy segura de que en un par de meses volverás a tu país y te olvidarás de nosotros. No eres la primera Aupair que aparece en esta casa, y tampoco serás la última. —expone sin levantar la voz—No nos gusta encariñarnos con las personas, porque tarde o temprano todos nos dejan. Así que no encariñes a mis hermanos y solo haz tu trabajo de hacer que lleguen temprano a la escuela.

Se queda en silencio esperando una respuesta, para tener quince años es mucho más intimidante que cualquiera de mis antiguos profesores de universidad.

—No deberías tener miedo a encariñarte con las personas solo porque piensas que algún día van a irse. Hay muchas que se quedan de por vida.

Y nuevamente nos quedamos calladas, el silencio inunda la habitación y decido que será mejor dejarla sola.

Del otro lado de la puerta no soy capaz de soltar la perilla, entiendo entonces que Chiara y yo tenemos algo en común, nos une el miedo, a mi por salir de mi zona de confort, por eso prefiero estar sola, pero ella lo está por miedo a que la lastimen y le hagan daño. Ninguna de las dos está sola por la razón correcta, de hecho no debería existir un motivo válido para aceptar sentirnos solos.

Y puede que no sea la mejor niñera del mundo, pero no voy a permitir que a ninguna de las dos nos venza el miedo. 



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