The Lost Princess

By paupaupi

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Emma vivió toda su vida en una isla hasta que fue rescatada por un barco. Lo que no se esperaba es que su sal... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Epílogo

Capítulo 6

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By paupaupi

Killian se dedicó a hacer las rondas al igual que todos los días, para comprobar que cada integrante de la tripulación se encuentre haciendo su trabajo. Pero cuando se dirigió a cubierta se encontró con un panorama que no se esperaba, estaban todos sus hombres sentados alrededor de Emma, siguiendo sus instrucciones sobre algo.

- ¿Qué está pasando acá? ¿Por qué no están en sus puestos de trabajo? – Preguntó interrumpiendo el momento.

- Emma nos está enseñando a hacer flechas y arcos, y después nos va a enseñar a disparar. – Respondió Henry entusiasmado.

- ¿En verdad estás haciendo eso? – Preguntó Killian dirigiendo su pregunta a Emma.

- Si. – Asistió ella tímidamente.

- Nos va a ser útil saber defendernos con flechas aparte de con espadas Capitán. – Comentó Victor.

- Si, nos va a hacer tener ventaja sobre los demás piratas. – Agregó Will.

- Pueden hacerlo, pero en su tiempo libre. – Dijo Killian con seriedad para que todos vuelvan a su trabajo.

- De hecho ya hicimos todas nuestras tareas de la mañana, a la tarde volveremos a nuestros puestos. – Dijo Graham con sinceridad.

- Más les vale, llego a encontrar que hay algo sin hacer y les juro que no les daré tiempo libre por un mes. – Amenazó Killian.

Una vez aclarada la situación Killian se fue al timón y observó desde lejos como Emma les explicaba a sus hombres lo que tenían que hacer. Una vez que estuvieron listas las flechas y arcos, Emma se puso a enseñarles como disparar y calcular las distancias. Killian sintió gran admiración cuando vio que en la primera demostración la flecha que ella disparó dio en el blanco perfectamente.

- ¿Linda visión, no? – Preguntó Victor sentándose en una silla cerca de donde estaba Killian, para que puedan hablar.

- Si, siempre es interesante ver como viejos piratas aprenden cosas nuevas. – Respondió Killian con una sonrisa, le divertía ver a su tripulación intentando disparar flechas a los blancos y fallar en los intentos.

- No somos tan viejos, al menos no por afuera. – Le recordó Victor.

- Nuestros hermosos cuerpos jóvenes engañan a cualquiera. – Coincidió Killian.

- ¿Qué piensas de Emma? – Preguntó Victor después de un largo rato donde se mantuvieron en silencio.

- Que es muy buena disparando flechas. – Respondió Killian señalando hacia donde estaba ella, en ese momento estaba sonriendo y festejando que Graham había sido el primero en lograr disparar correctamente una flecha.

- No me refiero a eso, me refiero a todo. – Dijo Victor seriamente.

- Es una mujer hermosa, valiente y tiene un gran corazón. – Admitió Killian lo que pensaba sobre ella.

- Hay algo mágico en ella, ¿No? – Dijo Victor aceptando los comentarios de Killian como una buena señal.

- Si, tiene una cierta luz especial. – Asistió Killian.

- ¿Y qué piensas hacer con ella? – Preguntó Victor curioso.

- Nada. – Contestó Killian, sin comprender del todo la pregunta.

- Killian he visto como la miras, no haz mirado a nadie de esa manera desde Milah. – Dijo Victor llamando su atención.

- No digas su nombre. – Dijo Killian enojado.

- Lo siento, pero tenía que hacerlo. – Se disculpó Victor.

- Nada pasa entre Emma y yo, ni nada va a pasar. – Aclaró Killian.

- ¿Por qué no? – Preguntó Victor frustrado, él presentía que Killian tenía sentimientos sobre Emma que no se animaba a afrontar.

- Porque yo no soy capaz de amar a nadie. – Respondió Killian frustrado.

- Quizás ella sea quien pueda cambiar eso. ¿No crees que ya es hora de abrir tu corazón? – Dijo Victor con seguridad.

- No, yo no puedo. – Negó Killian sacudiendo la cabeza.

- Entonces déjala ser. No le des falsas esperanzas, no la lastimes. Ella no se lo merece. – Le aconsejó Victor.

- Gracias amigo. – Agradeció Killian.

Victor era amigo de Killian desde el principio, desde que habían sido infantes de la marina real. Por eso Killian confiaba en Victor, porque él había estado a su lado frente a todo. El consejo que Victor le dio quedo resonando en su cabeza, hasta que se convenció que él tenía razón. Emma no se merecía sufrir. Así que lo mejor iba a ser ignorarla. La ignoró lo mejor que pudo y lo consiguió, al menos por tres días.

- ¿Qué haces? – Preguntó él cuando ella entró al camarote sin llamar a la puerta.

- Técnicamente tu camarote me pertenece por las noches, ¿Recuerdas? – Dijo ella.

- Cierto. – Asistió él.

- Como no viniste a cenar, pensé que ibas a necesitar ésto. – Dijo ella dejando una bandeja con comida en el escritorio.

- ¿Me trajiste la cena? – Preguntó él sorprendido por el gesto.

- Si, no podes pasarte todo el día sin comer nada. – Lo regañó ella, ya que él había evitado las comidas del día. Lo que ella no sabía es que él lo hacia para evitarla a ella. - ¿En qué estás trabajando? – Preguntó mirando los papeles y libros desplegados en la mesa.

- En mi venganza. – Respondió él llevándose un pedazo de comida a la boca.

- ¿Queres que te ayude? Yo soy buena leyendo e interpretando información. – Ofreció ella.

- No, no es necesario. – Negó él. – Creo que ya encontré una forma de terminar con el Señor Oscuro. – Confesó después de sacar una petaca de ron de su bolsillo y tomar un gran sorbo.

- ¿Puedo preguntar cuál es la forma que encontraste? – Preguntó ella algo insegura, sabía que a él no le gustaba que ella sea tan entrometida.

- Primero debo robarle su daga y segundo matarlo con ella, así me deshago de él para siempre. – Explicó Killian lentamente para generar cierto suspenso.

- Pero, si lo matas su maldición pasaría a vos. Killian vos te convertirías en el Señor Oscuro. – Advirtió ella sin poder evitar cierto tono de preocupación en su voz.

- Lo sé, para eso está el segundo paso. – Dijo Killian y le alcanzó un libro viejo abierto en una página específica.

- ¿Segundo paso? – Preguntó ella tomando el libro en sus manos.

- Lee el quinto párrafo. – Indicó él.

"La maldición del Señor Oscuro solo podrá ser puesta a su fín, si quien sufre la maldición, en un acto de compasión con el resto de la humanidad, decide quitarse la vida. Ésto solo será posible si es un acto sincero y llevado a cabo con su propia daga."

Killian la observó leer y pudo ver como sus expresiones se iban transformando. Curiosidad, entendimiento, confusión, preocupación, dolor. Ella leyó varias veces el párrafo hasta convencerse de lo que estaba leyendo era real, sosteniendo la mirada con él cada vez que terminaba de leerlo. Era como si ella estuviera intentando leerlo a él por completo.

- ¿Ésto quiere decir lo que creo que quiere decir? – Preguntó ella finalmente con la voz un poco temblorosa.

- Sos inteligente, creo que eres capaz de deducirlo por vos misma. – Respondió él mirando con detalle cada una de sus expresiones.

- ¿Planeas matarlo y luego suicidarte? – Preguntó ella adivinando su plan.

- Si. – Asistió él.

- ¿Y luego qué? ¿Crees que vas a ser capaz de no sentirte tentado por el poder oscuro? ¿Y si lo no lo haces y te suicidas, crees qué nadie sería capaz de volver a usar la daga y hacer que vuelva la maldición? – Cuestionó ella levantando el tono de voz, como si estuviera enojada.

- Mi tripulación se encargará de destruirla. – Contestó él volviéndose a concentrar en su comida, porque pensaba que la conversación iba a terminar ahí.

- ¡Pero Killian, no podes hacer ésto! ¡Tiene que haber otra forma! – Exclamó ella con cierta desesperación en su voz.

- Cuidado amor, me vas a hacer creer que me gane tu cariño. – Bromeó él.

- No estoy para bromas Killian, estoy hablando de tu vida, estoy hablando en serio. – Se quejó ella.

- ¡Yo también estoy hablando en serio! – Gritó él para que ella se calle.

- ¿Tan poco vale tu vida qué estás dispuesto a perderla de ésta manera? – Preguntó ella mirándolo intensamente a los ojos.

- Al contrario, vale tanto que estoy dispuesto al sacrificio. El mundo va a ser un lugar mejor sin la maldición del Señor Oscuro. – Aseguró Killian.

- Si no estarías tan cegado por tu venganza, te darías cuenta que ésta no es la manera. – Dijo ella sacudiendo su cabeza de lado a lado.

- ¿Y cuál es la manera? ¡Si hay otra manera, decimelo! – Explotó él ante la insistencia de ella.

- Yo no lo sé, solo sé hay que seguir buscando hasta encontrar la manera. – Dijo ella con sinceridad.

- Eso es porque no hay otra manera. – Retrucó él.

- Tiene que haber otra manera, siempre hay otra manera. – Aseguró ella.

Killian no entendía porque ella insistía tanto en buscar otra manera. Pensaba que ella iba a aceptar la información que él le había dado sin quejarse, ni hacer ningún tipo de comentario, ni consulta. Pero no, claro que no. Emma siempre lo sorprendía. Ella se vio horrorizada ante la idea que él se quite la vida y él no entendía porqué. A penas se conocían y era imposible que ella le tenga cariño, no con lo mal que él la trataba y lo mucho que la ignoraba. Y a pesar de todo ella estaba ahí, diciendo que había que buscar otra manera y dándole algo de esperanza a su miserable vida.

- Mi venganza va a suceder, y no hay nada que puedas hacer o decir para hacerme cambiar de idea. – Dijo él luego de varios minutos en los que solamente se dedicaron a mirarse. Él dio por terminada la conversación y se dirigió a la puerta para salir del camarote.

- Pero, si encontramos otra manera, ¿La tendrás en cuenta? – Dijo ella haciendo que él se detenga antes de abrir la puerta.

- Todas las opciones son siempre bienvenidas y tenidas en cuenta. – Respondió él asistiendo con la cabeza.

- Bien. – Susurro ella.

Killian se fue del camarote lo más rápido que pudo, ya que sus emociones explotaban por todos lados. Hace tiempo que nadie le había hecho sentir que su vida era importante. Emma siempre hacía eso, lo hacía sentir especial, lo hacía sentir que vivir valía la pena. Pero Killian no comprendía como ella era capaz de creerlo importante, cuando él era solamente un pirata centrado en su venganza. Quizás ella podía ver más allá de las cosas terribles que él había hecho a lo largo de su vida en nombre de la venganza. Quizás ella podía ver al hombre valiente y de honor que él fue en un pasado muy lejano.

Al otro día siguió con su plan de evitarla. Definitivamente lo mejor que podía hacer por ahora ero eso, sobretodo cuando sus emociones eran tan inestables que le eran difíciles de distinguir. Killian no sabía lo que sentía, solo sabía que lo hacía.

A la noche se desató una gran tormenta y Killian se movió por todo el barco dando indicaciones a sus hombres. En cierto momento vio a Emma aparecer en la cubierta y el corazón se le aceleró. Las tormentas eran peligrosas, lo mejor sería que Emma se quede a salvo en su camarote.

- ¿Qué haces acá? – Preguntó él sorprendido de verla.

- Vengo a ayudar. – Respondió ella como si fuera lo más simple del mundo.

- ¡Las tormentas son peligrosas, deberías estar en tu camarote! – Dijo él levantando el tono de voz.

- Soy una mujer libre y puedo elegir donde estar. – Dijo ella recogiendo un par de sogas del piso.

- Swan vete a tu camarote. – Ordenó él.

- ¿Y qué hay de ustedes? ¿Por qué no van también a los camarotes? – Preguntó ella sin hacerle caso a sus órdenes.

- Éste barco no se maneja solo a través de una tormenta. – Respondió él frustrado.

- Por eso, toda ayuda suma. – Dijo ella mirando para todos lados, como si estuviera buscando algo.

- Swan, eres una mujer. – Dijo él como si eso fuera una gran excusa para que ella no tenga que estar ayudando en una tormenta.

- Y como dije antes soy libre y elijo estar acá. – Dijo ella con convicción.

- Bien, haz lo que quieras. – Dijo él dándose por vencido.

Killian no podía soportar que Emma sea tan cabeza dura, ¿Tanto le costaba entender que lo mejor era que se mantenga dentro del barco? Lo único que hacía su presencia allí era distraerlo. Killian se movió por la cubierta, continuando con las respectivas indicaciones. De repente escuchó un grito, que estaba seguro que venía de Emma. La buscó con su mirada y pudo ver lo que le había hecho gritar de esa manera, Henry había caído al mar.


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