the blackest day
Desde el día en que él se fue
he dejado de tomar café por las mañanas,
de pintar con mis acuarelas
y de escuchar mis canciones favoritas.
No es fácil para mí hablar sobre como estos
han sido los días más oscuros de mi existencia.
Me sumergí profundamente en el frío de la sala
sin su cuerpo cálido durmiendo en el sofá con la televisión prendida.
Presencié la terrorífica orquesta del silencio en la ducha,
donde ya no se escuchaban las gotas de agua caer mientras nos bañábamos juntos.
Escuché a los ángeles reír de mi miseria
y casi puedo jurar que dios me susurró al oído
que tiempos peores se aproximaban.
Me senté en silencio y lloré.
lágrimas que se congelaron antes de salir de mis ojos
y me nublaron la vista eternamente.