Rompiendo Promesas

By Writing_on_Dreams

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"Hasta que la muerte los separe" Christian Harris había rehecho su vida con Mila Rogers. Se habían enamorado... More

Prologo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciseis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Capítulo Veintiuno
Capítulo Veintidos
Capítulo Veintitres
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo Veintiseis
Capítulo Veintisiete
Capítulo Veintiocho
Capítulo Veintinueve
Capítulo Treinta
Capítulo Treinta y Uno
Capítulo Treinta y Dos
Capítulo Treinta y Tres
Capítulo Treinta y Cuatro
Capítulo Treinta y Cinco
Capítulo Treinta y Seis
Capítulo Treinta y Siete
Capítulo Treinta y Ocho
Capítulo Treinta y Nueve
Capítulo Cuarenta
Epílogo
Agradecimientos
Capítulo Extra
SEGUNDA PARTE

Capítulo Ocho

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By Writing_on_Dreams

VERA

—Entonces, ¿salimos el viernes? —preguntó Ryan, un viejo amigo o, mejor dicho, el héroe que me sacó del acantilado antes de que muriera desangrada el día en que Margaret Harris trató de matarme.

—Claro —sonreí—. Te llevo a la salida.

Me levanté junto a él y salimos, iba tan concentrada riendo por las estupideces que Ryan murmuraba que no noté que Christian estaba esperándonos hasta que volteé a mi izquierda y lo vi sosteniendo una carpeta con el semblante totalmente petrificado. Fruncí el ceño y lo miré durante varios segundos, pero él parecía estar totalmente fuera de sí.

—¿Christian? —llamé al ver que no se movía.

Él inmediatamente dirigió su mirada hacia mí, reflejando el desconcierto por medio de sus ojos.

—Yo solo venía a traerte esto —caminó hacia mí y me entregó la carpeta que traía consigo.

La abrí y la leí detenidamente. Una carcajada se me escapó al ver que se trataba de una contrademanda por parte de su madre. Lo miré con la incredulidad dibujada en mi rostro y sonreí. ¿Qué clase de cobarde era esa mujer? Tenía que estar muy asustada para haber enviado a su hijo a enfrentarme.

—¿Por qué no vino ella personalmente a entregarla? ¿eh? —pregunté furiosa, pero a la vez con la burla danzando en mi tono de voz—. ¿Tan asustada está tu madre, Christian?

—No lo sé —respondió tajante mientras miraba detrás de mi hombro. Volteé recordando a Ryan.

¿Es por él que su semblante cambió? No podía ser.

—¡Oh! Ryan, él es Christian, mi ex novio —lo señalé—. Christian él es Ryan mi... —Christian me cortó de inmediato.

—Tu novio —le tendió la mano a Ryan—, es un placer, Ryan.

¿De verdad Christian Harris creía que Ryan era mi novio? ¿y de verdad se atrevía a sentir celos aún cuando llevaba un anillo de matrimonio en su mano? ¡Su mente estaba demasiado jodida! Lo miré durante un instante, hasta que interrumpió mis pensamientos con su voz. La tristeza era bien reconocida en sus ojos, pero trató de ocultarlo al apartar la mirada.

—Ya debo irme —me miró rápidamente—. En la carpeta está la fecha en la que debes presentarte ante un juez con tu abogado —se dio la vuelta y sin más se marchó.

Observé como abrió la puerta del auto de su hermano y subió sin si quiera mirarme, sin embargo, pude sentir que él y Javier discutían sobre mí, pues el joven rubio volteó a verme a través del parabrisas. Me crucé de brazos y negué con la cabeza.

Menudo imbécil había sido.

—Así que ahora soy tu novio —Ryan rompió la tensión con una risita.

—Eso parece —sonreí y volteé a verlo.

—Lastima no eres hombre, bonita —me abrazó y caminamos hasta la salida.

Pasé el resto del día con mis abogados, discutiendo sobre la contrademanda de Margaret Harris. Finalmente, decidimos que me presentaría ante la corte y resolvería el asunto de una vez por todas frente a un juez. Al llegar a casa, me quité los zapatos y me lancé al sofá, suspirando por el cansancio. Acaricié a Bruno mientras miraba la carpeta nuevamente con detenimiento y a la vez recordaba la imagen de Christian llena de dolor y confusión al verme con Ryan. Suspiré y comencé a pensar en si de verdad continuaba amándome. Si era así, ¿por qué se casó con otra?

Lo abandonaste, ridícula.

Mi subconsciente tenía razón, yo fui quien lo abandonó, pero tenía mis jodidas razones. El quedarme con los Harris hubiese acabado conmigo tarde o temprano y no podía permitir eso. Además, él no me buscó cuando me fui. En su lugar, terminé en el bajo de un acantilado a punto de morir gracias a que mi auto tenía una bomba, una jodida bomba que no sabía de dónde o de quién había salido. Tenía mis sospechas contra la familia de Christian en su momento, pero no había encontrado nada.

Subí las maletas y luego yo subí al auto, alejándome de la casa de Christian Harris con las lágrimas empañando mi vista. Conduje a toda velocidad hasta que me sentí fuera de ese infierno y lloré, lloré desconsoladamente. Ni si quiera el golpe de Margaret me había dolido tanto como el ver a mi ex novio de pie sin haber hecho nada por mí.

Lo había dejado.

Había dejado al hombre que me hizo totalmente feliz durante un año y más gracias a su familia y la cobardía de no haber querido defenderme. Menudo show se había dado el señor Harris junto a sus hijos por causa de su "maravillosa" esposa. Una punzada me atravesó cuando volví a revivir la imagen de la humillación en mi cabeza. Sin embargo, me sentía avergonzada de sentir dolor al alejarme, pues a pesar del sufrimiento que me causaban esas horribles personas, yo seguía amando a Christian con fervor.

Conducía por las afueras de la ciudad sin tener rumbo a donde ir cuando algo en mi auto se activó, llamando mi atención. Un "beep" sonaba repetidas veces, por lo que apagué el auto y salí para revisarlo. De pronto, me sorprendí al ver algo debajo del salpicadero...

Una bomba.

Y todo ocurrió más rápido de lo que creí. Había explotado y yo había caído al acantilado girando a gran velocidad. Rodé, golpeando mi cabeza varias veces y ahí supe que todo había acabado para mí. No solo había dejado mi espíritu y corazón con Christian, sino que ahora estaba muriendo, literalmente.

Mi cuerpo cayó cerca de un río, golpeando mi cabeza fuertemente contra una piedra afilada. Traté de levantarme, pero sentí como la sangre salía de mi cabeza con rapidez y como mis ojos comenzaban a pesarme. Todas las imágenes de mi vida en su niñez y con Christian pasaron rápidamente, sofocándome y provocando que me arrepintiera por no haber valorado mi vida como debí hacerlo.

Mi fin había llegado.

Desperté con un gran dolor en mi cuerpo, pero no podía levantarme. Confundida me pregunté si continuaba viva, y no fue hasta que intenté incorporarme y sentí una gran punzada de dolor que lo reconocí. Mantuve mis ojos abiertos y pude notar que me encontraba en una cabaña vieja con un chico que me daba la espalda y se movía a través de lo que parecía ser su cocina.

¿Me había salvado?


Me había quedado dormida mientras recordaba mi maldito accidente. Sin embargo, no fue hasta que unos golpes en la puerta nos despertaron a mí y a Bruno que caí en cuenta de eso. Este mismo corrió a la entrada ladrando sin parar. Caminé hasta la puerta y la abrí encontrándome con Gabriela Harris, la hermana de Christian. Llevaba su cabello desordenado y un atuendo bastante casual. Me crucé de brazos y continué mirándola de pies a cabeza.

¿Acaso todos los Harris me vendrían a ver menos la persona que realmente necesito enfrentar?

—¿Qué haces aquí? —pregunté sin más.

—¡Vaya, querida! Un saludo por lo menos —sonrió.

—¿Olvidas que no tolero a nadie de tu familia? ¿Incluyéndote a ti? —¿a qué jugaba esta chica?

—Sí, lo sé —respondió y enarqué una ceja—, pero yo a ti no, Vera. Aunque creyeras que sí en un pasado e incluso ahora, yo jamás lo hice, solamente que no me entrometía en las cosas de mis padres y hasta la fecha no lo hago o trato de no hacerlo. Es mucha mierda para estar involucrada.

Me quedé sorprendida ante su tranquilidad.

—De hecho —prosiguió—, puedes quitarle la casa a mi madre que no me importaría. Ella dejó de ser humana cuando se llenó de riquezas y alguien tiene que bajarla de su nube de grandeza, y claro está que ese alguien eres tú, Williams.

Ahora estaba más que sorprendida, estaba en shock.

—¿Dices que estás de mi lado? —pregunté frunciendo el ceño.

—Digo que estoy de tu lado y que mi madre jamás se había sentido intimidada, hasta ahora —sonrió tímidamente—. Así que vine a darte esto como ofrenda de paz por mi parte.

Me entregó un maletín negro que llevaba en sus manos.

—Ahí está todo lo que necesitas para darle guerra a mi madre y salir indemne de ella —lo señaló.

—Yo, no sé qué decir, Gabriela —murmuré—. Gracias por esto —la miré con gratitud.

—No hay de qué Vera —me abrazó y luego se alejó—. Ahora debo irme, mi novio secreto me espera.

—¿Novio secreto? —pregunté con diversión.

—Es algo así como tu historia, mamá no lo aceptaría y yo no pienso alejarme de él, así que nos encontramos a escondidas.

Caminó hasta la puerta y me vio desde el umbral.

—¿Vera?

—¿Sí?

—¿Sabías que Christian no ama a Mila y jamás logró superarte?

Antes de que pudiera responder, ella ya se había marchado.

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