Encuéntrame

By MSCadiz

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Un niño es secuestrado al salir de su práctica de hockey. Un milagro ocurre cuando, meses después, él es enco... More

Sinopsis:
Nota.
Prólogo.
1: Hate (I really don't like you)
2: Knee Socks.
3: Coming Home
4: Ain't No Sunshine
5: Real Friends
6: Feel So Close.
7: She Moves In Her Own Way.
8: Bite.
9: I Wanna Be Yours.
10: High Hopes.
11: Prey.
12: Hearts on Fire.
13: Habits Of My Heart.
15: W.D.Y.W.F.M?
16: Formidable.
17: Down.
18: Faded.
TRAILER 4EVAH.
19: Nada Nuevo Bajo El Sol.
20: Between The Bars.
21: Rester Seule.
22: Hiding Tonight
23: In My Veins
24: Sweet Disposition
25: Can't Help Falling In Love.
26: So Far Away.
27: Float.
28: This.
29: Wires.
30: All About You.
31: Stressed Out.
32: Youth.
33: The Cave.
34: I Took A Pill In Ibiza.
35: Vapour.
36: Sweetheart, What Have You Done To Us?
37: Recovery.
38: Blackbird.
39: Danza Rota.
40: Slide.
Epílogo Parte I: Alive.
Epílogo II: All I Want.
Nota final (IMPORTANTE).
Atrápame
Enséñame

14: Heal.

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By MSCadiz

"Toma mi pasado y toma mis pecados, como una vela vacía toma el viento. 
Y sanar, sanar...
Toma mi corazón y toma mi mano, igual que el océano toma las arenas sucias. 
Y curar, sanar"—Tom Odell.

Siento que no puedo quedarme bajo la vista de ningún ser vivo porque me siento demasiado avergonzada. No me importa nada, corro hasta mi casa todo el camino, la mochila rebota contra mi espalda con cada zancada que doy, con cada piedra que esquivo.

Cuando el dolor de mis piernas me pide a gritos que me detenga, corro más rápido, hasta que mis músculos queman al igual que mis huesos, debido al duro camino en el que corro y que llevo botines con cinco centímetros de tacón.

Pero eso no me importa. Estoy tan enojada que no dejo que el dolor y el fuego de mi interior me interrumpan. Los pies me arden, me prometo jamás volver a ocupar tacones, no importa si son tres centímetros o veinte.

Cuando por fin entro a mi casa vacía azoto la puerta de la entrada, dejo caer mi mochila en una lugar del pasillo de la entrada, me quito los botines y los tiro con fuerza contra la pared, descargando mi rabia en mis zapatos, pero no me siento mejor.

Mi respiración se acelera y mis ojos vuelven a nublarse, agarro mi cabeza entre mis manos y entierro mis dedos en mi cabello, sin saber qué hacer.

¿Por qué?

Me dirijo al baño y me desvisto rápidamente. Una vez que ya no queda nada de tela en mi cuerpo me meto a la ducha y dejo que el agua helada corra por mi cuerpo.

Me mantengo rígida bajo el chorro de agua, hasta que mi cuerpo se relaja por sí solo. Me quedo ahí sin tomar en cuenta el tiempo, dejo que mi cabeza se drene de pensamientos y que mi corazón se congele con el resto de mi cuerpo, para que de alguna manera deje de doler. Me quedo así hasta que ya no siento mis labios y mi cuerpo se sacude tan fuerte que tengo que luchar para mantenerme de pie.

Salgo de la ducha y me envuelvo en una toalla, pero al entrar en calor a medida que pasan los segundos, los pensamientos atacan y vuelvo a sentir esa mezcla de impotencia y tristeza tan grande. Deseo volver a la ducha de inmediato.

Estoy tan frustrada. Puse tanto esfuerzo, tanta dedicación y profesionalismo en ello, ¿quién pudo hacerme algo como esto?

Camino hasta mi habitación, me visto en un pijama abrigador, seco mi cabello y saco todas las mantas que necesitaré para luego ubicarlas sobre mi cama. Me dirijo a la cocina a hacerme una infusión, espero a que el agua hierva y luego pongo una bolsa de té verde, sin azúcar.

Cuando estoy en el camino de vuelta a mi habitación voy por mi teléfono, el cual está en el bolsillo externo de mi mochila. Mientras avanzo por el pasillo llamo a Roxy, pero ella no responde, recuerdo que sigue en clases y yo me escapé, sin más rodeos, del instituto.

Pandora también está en clases y no planeo molestarla. Incluso pienso llamar a Lola, pero creo que sería un poco humillante contarle a todo el mundo lo que acaba de suceder.

Mi última esperanza es Adrien, así que mientras me siento en mi cama oprimo llamar.

Diez timbres más tarde el buzón de voz hace su solicitud, esta es la única vez que la acepto:

Hola, Adrien. Sólo quería hablar contigo...—suspiro—espero que todo esté bien en Toronto, aquí las cosas no están...de lo mejor. Por favor, llámame. Te extraño.

Corto el mensaje y dejo mi celular lejos. Me tapo hasta la barbilla con las mantas e intento dormir, esperando que la próxima vez que abra los ojos las cosas no apesten tanto.

***

Pasan dos días exactos hasta que decido superar lo que sucedió. Y no es que ya han pasado dos días y ya no me da vergüenza recordar lo que sucedió; sigo molesta porque alguien me hizo algo horrendo, sigo triste porque todo mi trabajo fue en vano, tenía una gran oportunidad de ganar, sigo sintiéndome humillada porque jamás volvería a repetir una experiencia como esa, nunca en mi vida había deseado que la tierra me tragara tanto como en ese momento.

En el instituto la gente me reconocía, hablaban de mí, pero muchos me apoyaron y eso fue lo que me impulsó a dejar de sufrir tanto por el asunto.

Mamá se enojó demasiado por haberme fugado del instituto y tuvimos una gran discusión.

"Apuesto que mi padre sabría qué decir en estos momentos", le dije.

"No necesitas a tu padre, sólo mírate; eres su viva imagen", replicó ella.

"¡Al menos él me apoyaría!", le respondí muy enojada.

"¿Apoyarte? ¡Claro, todo lo que hecho para tú felicidad no es apoyo! Todos los años de trabajo a tiempo completo para que nunca les haga falta nada no cuenta como apoyo. Pero sí contaría como apoyo que dijera: tranquila nena, todo estará bien, cumplirás tus sueños y cagarás arcoíris si lo quieres. ¡Pues no! ¡Necesitas superarlo! ¡Es un estúpido concurso, no tu vida entera!" y así zanjó la conversación dejándome sola en mi habitación y cerrando con un portazo.

Luego decidí superarlo. Estaba siendo ridícula, mamá tenía razón. A veces me dejo llevar por mis emociones y eso jamás será lo correcto, no cuando hay que usar la cabeza y razonar.

Adrien no me devolvió la llamada, no envió un mensaje y nunca lo vi conectado a ninguna red social. Me estaba preocupando, así que decidí llamar a Isabelle para saber noticias de él, ella me invitó a tomar un té a su casa y es ahí hacia donde me dirijo en este instante.

Me demoro unos quince minutos en ir caminando desde mi casa a la suya. A pesar de que estamos en primavera el cielo luce triste y hay una humedad en el aire. Visto unos botines—sin tacón—, jeans ajustados, un gran suéter gris con algunos agujeros en la espalda, se puede ver mi brasier de encaje negro, así que decidí cubrirme un poco con mi chaqueta de cuero.

Cuando llego allí, toco la puerta con mis nudillos, unos segundos pasan antes de que la bella Isabelle aparece ante mis ojos con ropa informal y poco maquillaje en el rostro.

—Hola, querida. Entra, por favor—ella se hace a un lado y yo doy un paso adelante.

—Hola—murmuro cuando ya estoy adentro—. Gracias por invitarme, Isabelle.

—No es nada, Zoë. Sabes que me encanta tenerte aquí.

Sonrío en respuesta y me quito la chaqueta para dejarla en el respaldo de una silla del comedor. Ella me invita a sentarme en el sillón de color verde esmeralda, en la mesa de centro hay dos tazas, una jarra con agua, un plato con diversas bolsas de té y endulzantes, además de unas galletas.

— ¿Cómo está Adrien?—no puedo aguantarme a preguntar.

—Eh, bueno—ella toma una respiración profunda y me pregunta con un gesto si puede servir el agua, asiento con la cabeza y espero a que continúe— él ha visto días mejores, las cosas son difíciles para mi hijo en estos momentos.

— ¿Qué? ¿No le está yendo bien en la escuela de hockey?—pregunto confundida.

Isabelle deja la jarra de agua hirviendo de vuelta y luego me ofrece una bolsa, elijo té negro sin molestarme en revisar alguna etiqueta.

—Oh, no. Le está yendo excelente. Mi marido dice que nunca lo había visto jugar mejor.

Ella evita mi mirada y eso me confunde aún más. Pongo unas gotas de endulzante en mi té y revuelvo con la cuchara. La veo hacer el mismo procedimiento que yo acabo de hacer, luego entrelaza sus dedos y se sienta erguida, esperando a que el té enfríe un poco antes de dar un trago.

—No entiendo—le digo.

—Creo que estos últimos días han sido difíciles para él; volver a Toronto, volver a jugar en lugares que lo acompañaron durante tantos años de su niñez y volver a revivir lo que vino después...—su voz se extinguió por unos segundos, sonrió con melancolía— Yo estoy asustada. Pienso en esos días y siento que olvido lo que es respirar. Si fuera por mí, no lo hubiera dejado volver a esa ciudad, pero Jean me dijo que tenía dejar de temerle a un lugar que poco tenía la culpa de lo que sucedió.

Niega con la cabeza y ríe un poco. Tiene la mirada perdida, pero luego vuelve a la realidad, clavando sus ojos con los míos.

» ¿Es una locura lo que pienso?

—No—respondo—, yo tendría miedo también. Pero su marido tiene razón, hay que aprender a soltar lo que nos atormenta, es la única manera de ser felices con lo que tenemos; no mirar tanto el pasado.

—Tienes razón. Pero los recuerdos de ese lugar siempre me acompañarán. Es por eso que Jean acompañó a Adrien a Toronto; me rehúso a volver, mi vida se destruyó en esa ciudad. Nunca debí dejar Quebec.

— ¿Ustedes vienen de Quebec?

—Sí, Adrien nació ahí, éramos muy felices. Pero luego Jean lo metió en hockey y el pequeño se volvió muy bueno, mi marido recibió una oferta de trabajo en Toronto...nos mudamos porque queríamos un mejor futuro para nuestro niño. Sólo mira lo que pasó—su mentón tiembla y sus ojos se llenan de lágrimas—. Me culpo todos los días por lo que le hicimos a nuestra familia. Fue una avalancha, afectó a todos los relacionados con Adrien, con nosotros.

—Pero no fue su culpa. Ustedes no les dieron órdenes a esos hombres para que se lo llevaran...

—Lo sé, cariño. Pero pasaron tantas desgracias en esos meses que es imposible no sentirte culpable—la miro sin entender y ella me regala una sonrisa antes de contarme su historia: —. Cuando Adrien fue secuestrado tenía seis meses de embarazo, Zoë—siento mi corazón caer hasta el piso y podría jurar que dejé de respirar—, fue la peor etapa de mi vida: no podía comer, no podía dormir, lloraba día y noche, estaba tan asustada, devastada... mi marido intentaba ser fuerte, pero su manera de enfrentar el dolor era aislarse. Discutimos mucho, mi familia ni siquiera estuvo presente en esos dolorosos momentos, no podía ir a trabajar... Tuve un aborto involuntario. Jean se rompió, me abandonó, me culpó de ser la peor madre que existe, de matar a nuestro bebé—las lágrimas corrieron por su rostro y llevó su mano hacia su estómago—. Tocaba mi estómago involuntariamente en las noches, esperando reconfortarme con sentir a mi muñequita ahí, pero donde había vida ya no quedaba nada. Pasaba noches enteras en la habitación de mi niño desesperanzada, sabía que estaba muerto también. Yo quería estarlo. Quería encontrarme en el cielo con mi princesa para probarle las docenas de vestidos que habíamos comprado para ella y con mi sol, para que me enseñara a patinar sobre hielo. Pero nunca tuve el coraje de hacerlo; porque sabía que aunque Jean me había dejado, yo sabía que era muy importante para él y no quería seguir hundiendo su vida.

Isabelle suspira y seca sus ojos con un pañuelo, yo imito su gesto usando la parte trasera de mis manos. No sabía en qué momento de la historia había empezado a llorar.

»Jean volvía a veces, ¿sabes? Se quedaba en la habitación de Adrien y antes de irse me decía que me seguía amando, pero días después lo veía con su amante en cenas románticas, haciendo las compras, saliendo de la oficina. Decidí quedarme en mi casa y no volver a salir para evitar que mi corazón se rompa en más pedazos. Ahora lo pienso y me pregunto, ¿era eso posible? A esas alturas mi corazón estaba roto en miles de pedazos, estaba más allá de lo irreparable.

—Lo lamento tanto—digo y agarro su mano, ella me da un pequeño apretón y una sonrisa de agradecimiento.

—Estuve en ese estado miserable tanto tiempo, Zoë. A veces, despertaba en la noche, en esa gran casa vacía y me enfurecía conmigo misma por ser tan estúpida: tenía que rehacer mi vida, seguir adelante. Luego olía el aroma de la colonia de Adrien y me acostaba a llorar, me daba cuenta que no podía dar vuelta la página hasta que fuera capaz de saber con certeza qué sucedió con mi hijo. Era joven, tenía veintiocho años, nada más. A esa edad mis amigas estaban teniendo sus primeros hijos y yo los había perdido.

»Pasé seis meses en el infierno. Hasta que Jean apareció frente a mi puerta y después de tanto tiempo, fue la primera vez que lo vi llorar. Hace unas horas habían encontrado a Adrien vagando por las afueras de Ottawa en un estado mísero. Pero estaba vivo y volvió a casa. Después de eso todas las cosas volvieron a su lugar; su padre y yo nos empeñamos en estar juntos por él, para que viera que todo era normal de nuevo, que nada había cambiado después de todo. Pero él sabía que ahora ya no tenía una hermanita, que ya no había amor entre nosotros y que estábamos rotos. Pude ver en su mirada cómo se recriminaba por nuestro dolor, sé que aún lo hace.

— ¿Por qué me cuenta eso?—pregunto cuando encuentro mi voz en el gran nudo de mi garganta.

—Porque quería que supieras quiénes somos, quería que supieras que detrás del Adrien que conoces se esconde el más grande dolor. Te lo digo porque soy su madre y es lo más preciado que tengo; no rompas su corazón porque se perderá. Se perderá en sí mismo y nada curará esa herida.

—Pero, Adrien tiene novia, yo...

—Lo sé—me interrumpe—pero eres tú la que está enamorada de él.

Me quedo sin palabras, no sé qué responder a eso. Ella me sonríe con dulzura y toma un sorbo de su té. ¿Estoy enamorada de Adrien?

En ese momento la puerta de entrada se abre con brusquedad haciendo que las dos demos un respingo, un gran bolso es aventado desde la puerta hasta el pasillo. Se escuchan unos pasos pesados entrar y luego unos gritos:

— ¡Estoy cansado de esta mierda!—Adrien suena furioso— ¡Terminé con esto!

Su silueta aparece en mi campo de visión y lo único que veo es su ancha espalda alejarse por el corredor.

—Adrien—lo llama su madre.

Él voltea con una expresión que nunca había conocido en él; luce cansado, pero más que nada, enfadado. Sus ojos azules se encuentran con los míos y queda pasmado, quizá tiene la misma expresión que yo tengo en mi rostro.

—Zoë—suelta como si fuera su último aliento.

Me levanto del sillón y corro a abrazarlo, esconde su cara en mi cuello y me sujeta fuerte. Sé que está mal y necesita un poco de apoyo en estos momentos, así que me aferro a él como si mi vida dependiera de ello, mientras susurro en su oído:

—Te extrañé.

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Holi asldslkdh <3 Terminé este capitulo súper largo a las 5 de la mañana esta mañana xd Espero que les haya gustado, díganme qué les pareció. 

Quería avisarles que en el siguiente capítulo quedará la grande, la crema, la escoba, la embarráh, así que no se emocionen tanto (o quizá sí) hahahahahaha <3

¿Ya votaron por Encuéntrame en los EDRAwards? Si no lo han hecho, el link para votar está en el primer comentario.

Eso es todo, gracias por leer.

Besos, Milla.



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