Encantus. Alas de fuego (libr...

By NomiSaez

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Diseño de portada por @AleanellF Mafer ha vuelto al mundo mortal, pero ya no es la misma chica que se fue en... More

Encantus
Prólogo
Capítulo 1: Traición
Capítulo 2: Sentimientos
Capítulo 3: Paso del tiempo
Capítulo 4: Extrañas criaturas
Capítulo 5: Una difícil promesa
Capítulo 6: Visita inesperada
Capítulo 7: Mensaje
Capítulo 8: Aguas calientes
Capítulo 9: Discusión familiar
Capítulo 10: Respuestas
Capítulo 11: Secuestro
Capítulo 12: Hada de invierno
Capítulo 13: Princesa oscura
Capítulo 14: Reencuentro
Capítulo 15: Encantus
Capítulo 16: Corte de verano
Capítulo 17: Jardín
Capítulo 18: Acecho
Capítulo 19: Castillo en ruinas
Capítulo 20: Despedida
Capítulo 21: Corte oscura
Capítulo 22: Secuestro
Capítulo 23: Las Cortes
Capítulo 24: Escape
Capítulo 25: Frontera de las tinieblas
Capítulo 26: Rescate
Capítulo 27: Sendero
Capítulo 28: Corte dividida
Capítulo 29: Vasija
Capítulo 31: Marcas
Capítulo 32: Laberinto de hielo
Capítulo 33: El lago del olvido
Capítulo 34: Sucesión
Capítulo 35: Príncipe de hielo
Capítulo 36: Rey de invierno
Capítulo 37: Mariposas negras
Capítulo 38: Bruja
Capítulo 39: Reina oscura
Capítulo 40: Cueva
Capítulo 41: Ritual
Epilogo

Capítulo 30: Caos en el velo

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By NomiSaez

Capítulo 30:

Caos en el velo

Gerald

Me llevaron de regreso a mi celda. Dormí demasiadas horas y todavía tengo la pesadez en el cuerpo por haber recibido lesiones que no me pertenecían. No me sentiré mejor, sino hasta mañana, es lo que espero.

Las confesiones de Yira me siguen pareciendo irreales, pero tienen su lógica. No puedo decir que miente, yo mismo he visto a Darla y Kevin, y sin saber muy bien lo que sucedía asumí que ellos ya nunca volverían. Pero me cuesta creer que esté aquí para que Maritza en algún momento ocupe su lugar, lo que significa que Yira eventualmente morirá.

Su escape y el de los demás que estamos marcados es detener ese ritual como sea. Y sí lo logramos solo compraremos un poco de tiempo, la raíz del problema es Maritza. ¿Cómo acabar con ella? Muy fácil, fue lo que dijo Yira.

Destruir su latente corazón en alguna cueva del otro lado de velo. La bruja conservó su corazón en el mundo humano y se ancló a Encantus por medio de Agadria. Encontrar la cueva en el mundo humano hasta sería fácil, el problema recae en que cualquier criatura que pertenezca a Encantus que entre, será mermado hasta convertirse en humano.

Alguien tendrá que sacrificarse por el resto.

—Levántate —ordenan desde el exterior. Los cerrojos suenan a la puerta ser abierta. Se trata de Tony—. Muévete.

Salgo de la cama y emerjo hasta el pasillo.

—¿Ahora qué? —pregunto.

—Maritza quiere la cabeza del hada de fuego antes de que cause más problemas—es su respuesta.

—Pero la necesitan para el ritual —replico.

La quieren muerta. ¿Qué pudo haber hecho Mafer para que no sea indispensable para el ritual?

—Ella no es la única hada de fuego que existe. Todavía su padre sigue con vida. Podemos usarlo a él en su lugar —explica muy sonriente.

—¿A qué se debe el cambio? —pregunto con la esperanza de que me dé una respuesta.

Este chico no suele ser muy comunicativo, sin embargo, hoy está siendo bastante platicador.

—Mafer se ha vuelto muy fuerte. La corte de verano está despertando porque ella está en Encantus, además, lastimo a Maritza a través de Yira. —Me empuja por la espalda—. Andando.

Lo que significa que Mafer es un peligro para la bruja, entonces existen muchas posibilidades para librarnos de Maritza. Le tiene miedo al hada de fuego.

Tony me lleva directo a la celda compartida a cielo descubierto. Allí solo está Eulis. ¿A dónde se han llevado al resto?

Con la reja abierta ingreso.

El hada de otoño cabizbajo.

—¿Te encuentras bien? —pregunto al tiempo en que Tony se retira de la reja.

—Solo le dieron unos toques —dice entre risas Tony, alejándose.

—No te perdiste de nada interesante —comenta Eulis. Alza la mirada. Tiene un par de moretones en el rostro. —Estoy bien.

—¿A qué se debe la golpiza?

De cuclillas frente a él estiro la mano para... No puedo. No estoy completamente recuperado de las heridas de Yira, no es buen momento para sanar a alguien más. Solo son un par de golpes. Estará bien.

—Quieren llamar la atención de Mafer. ¿Sabes que la quieren muerta?

Me siento en el suelo. Mis brazos sobre mis rodillas.

—Algo comento el traidor.

—Tienen miedo —Eulis se recuesta contra la pared. —El fuego consiguió lastimar a la bruja, no estoy muy seguro de cómo, pero así fue.

Por el contrario, yo sé muy bien como sucedió. Maritza es un huésped en el cuerpo de Yira, y la mayor parte del tiempo la ha controlado, desde un poco antes de que su madre muriera.

Quien representa a la corte de verano sigue haciendo la vida de mi abuela un martirio. Y ahora, genera temor en la bruja. Su principal enemiga, porque, aunque el rostro que ha visto desde siempre haya sido el de Yira, es Maritza quien en más de una ocasión ha buscado su muerte. Es bueno saber que Mafer, no es tan fácil de atrapar. Cada vez que la hermandad cree tenerla en sus manos, ella se escabulle de cualquier manera.

—¿Y los demás? —me preocupa lo que puedan estar haciendo con los gemelos y Suri. Dar puede resistir, pero ellos son niños.

—Se los llevaron después de que me trajeran —explica el hada de otoño. —Tu abuela está empeñada en que podemos hacerla venir. Convocarla o algo así.

Arcadia descubrió la extraña habilidad de Mafer, y espera que le digamos como convocarla. El problema es que solo Suri tiene ese vínculo con ella. Y solo Mafer sabe cómo ir a donde quiere.

—No conseguirán nada —digo.

Por más que los torturen los gemelos no tienen nada que decir. Ambos son nuevos en esto, y estoy seguro de que Mafer no les ha confesado algo que ni siquiera ella misma entiende muy bien. La única que puede hablar al respecto tiene una fortaleza de hierro. No hay castigo que la haga hablar. He aprendió a admirar al pequeño elfo. Su lealtad hacia Mafer es impresionante.

—Si tu chica se entera de lo que les hacen a sus hermanos, se va a enfurecer —argumenta Eulis.

Él no tiene idea de la magnitud de enojo que puede llegar a tener Mafer. Por sus hermanos hace lo que sea, hasta bañar sus manos en sangre.

—Va a matarme cuando se entere —la conozco lo suficiente como para saber que lo hará.

Buena jugada abuela. Me hiciste curar a Yira para que no estuviera presente cuando te los llevabas. Todos mis intentos por mantener a los chicos lejos de las garras de su propia madre y mi abuela, no sirvieron de nada.

—Has hecho todo lo posible por protegerlos —me recuerda Eulis. Cada vez que su madre ha intentado acercarse a ellos conseguí impedirlo.

—Pero no ha sido suficiente —replico indignado conmigo mismo. La incertidumbre de lo que les pidan estar haciendo me está matando, esa mujer no tiene corazón.

Es tan fría como esta celda.

Para esto me querían débil.

El chirriar de la pesada reja que nos mantiene cautivos, nos hace salta a ambos de nuestros lugares.

Uno de los tantos lacayos de la hermandad, entra a la celda.

—Andando —ordena.

Eulis sale de la celda obedientemente. Le sigo a corta distancia. Dos guardias nos esperan fuera, y nos custodian hasta la sala principal de este reino en ruinas.

Arcadia se encuentra en el centro del recinto, su rostro severo. Me observa con su penetrante e intimidante mirada. No comprendo por qué nos han traído hasta aquí.

Hay más guardias por el lugar. En un extremo están Suri, su hermano Dar y Kevin. Los tres con moretones, y algunas incisiones en la piel. Demasiados exhaustos y cansados como para mantenerse en pie. Eulis corre hasta ellos, lo veo examinar a Suri en busca de heridas graves, luego pasa a Kevin.

Yo por mi parte trato de contener mi propia furia, las sombras quieren ser desatadas y no puedo permitirlo. Ya Mafer representa una amenaza para la hermandad no puedo convertirme en otra, eso me alejaría más del resto y así no podré hacer nada para mantenerlos a salvo. Aprieto los puños.

Busco con la mirada a esa mujer que es capaz de lastimar a sus propios hijos, por poder. Pero termino encontrando a Kevin y Darla. Me sorprende ver a Yira, regia y con los ojos tan oscuros como la noche. Completamente negros. Me pregunto, ¿estará sola o acompañada?

—Muy bien, ya que están todos —comienza a decir mi abuela.

Alzo la vista en su dirección, ¿Qué demonios está tramando ahora?

—Van a decirme como convocar al hada de fuego —dice amenazante.

El guardia detrás de mí me empuja al centro del recinto. Avanzo hasta donde están los demás.

El pequeño elfo, Suri, tiene profundas sombras moradas en parte de la cara y sus brazos. Pero sus ojos verdosos se muestran feroces, sin mostrar debilidad. Su hermano mayor se ha llevado la peor parte del castigo. Al igual que me ha tocado a mí y a Eulis, en ocasiones anteriores.

Proteger a los más pequeños, ha sido nuestro día a día desde que estamos en este lugar.

—Te han dado una paliza —murmuro.

—Han sido peores —dice Dar con una sonrisa.

Sonrió en respuesta. Las desgracias que hemos vivido aquí, nos han unido. Podría decir que hasta somos amigos.

Eulis se ha sentado al lado de Kevin, y limpia una herida en su mejilla. La sangre seca queda en la camisa del príncipe de otoño. El castigo ha ido muy lejos, nunca había lastimado así a ninguno de los niños. Me siento impotente por lo que han hecho, y porque no puedo hacer nada al respecto. Cris no está.

—¿Dónde está Cris? —pregunto preocupado.

—Lo tienen de aquel lado —responde Kevin con un exceso de rencor en a voz que terminara envenenándolo. Sus ojos azulados están enfurecidos. El chico no se está adaptando muy bien a su nueva realidad, es un hada y nos odia.

Me giro en busca del hermano de Mafer, y lo encuentro en peores condiciones que su hermano, pero en pie. Un hada guerrera nunca baja la cabeza. Sus alas marrones están extendidas detrás de su espalda. Es la primera vez que las veo, o mejor dicho es la primera vez que él logra liberarlas.

—Me he cansado de este jueguito de lealtad —expresa mi abuela con disgusto—. Tengo que admitir que la heredera de verano lleva en la sangre el liderazgo. Todos la siguen a ciegas, hasta sangran por ella. Pues hoy vamos a ver que tanto están dispuestos a sacrificar por ella.

Su frívola mirada se posa en Cris. El terror me recorre el cuerpo, espero que no sea lo que pienso.

Arcadia da señas para que lo hagan avanzar. Unos guardias lo llevan a rastras al centro del recinto. Lo hacen arrodillarse.

Tony sostiene una filosa daga en sus manos.

Maldición, esto no puede estar pasando.

—¿Sus alas o el hada de fuego? —pregunta mi abuela.

Suri se tensa inmediatamente, es ella quien sabe cómo convocarla. Pero si lo dice, mi abuela tendrá acceso al hada de fuego, a un poder que hace muchos años no había nacido. Pero tampoco podemos dejar que corten las alas de Cris, desgarran parte de su alma si lo hacen.

Suri se levanta, y camina. Indecisa por la decisión que tiene que tomar.

—No lo hagas —grita Cris.

Suri se detiene en seco. Sus piernas tambalean ante el agotamiento de su cuerpo. La sostengo por la espalda, y la mantengo entre mis brazos. Su piel está muy caliente, y su cuerpo tiembla.

—No puedo dejar que lo hagan —susurra.

Giro la vista.

Eulis ha puesto en pie a Kevin, y lo sostiene para que no vuelva a caer al piso. Dar se ha levantado también, y avanza torpemente hasta mí.

Mi abuela nos observa con diversión. Al igual que la señora Cristina. Nos tiene entre la espada y la pared. En cambio, Yira, mira a Cris aterrada, como si espera el mismo destino para ella. Aunque su destino puede llegar a ser peor.

—Yo tampoco —le susurro para tranquilizarla. Aunque, no estoy seguro de qué hacer.

Pienso en mis posibilidades de salir vivo de la loca idea que comienza a tejer mi mente, no puedo permitir que corten las alas de Cris. Si eso ocurre Mafer me matará sin contemplación, y a decir verdad le temo más a ella que a toda la hermandad. La he visto luchar por estos gemelos, y no tengo intención de terminar como los duendes del bosque, la madre de Yira, y todos los demás.

—Haré algo muy estúpido —susurro.

—¿Y qué estás esperando? —pregunta Suri con impaciencia.

—Córtenlas —ordena mi abuela. Inmediatamente Tony, desliza la daga entre sus manos.

A mi espalda, Kevin inicia una batalla contra el príncipe de otoño para ir por su hermano. Tanto Dar como Eulis lo sostienen.

Llego el momento de liberar mi magia. Las sombras se alzan por mi cuerpo, mientras la daga se desliza con precisión sobre una de sus alas. Encuentro su mirada ámbar, está aterrado.

—Junta al resto. Voy a sacar a Cris de aquí.

Suri se mueve de inmediato para alcanzar el brazo de su hermano. Las sombras envuelven a Cris y confunden al resto. Encuentro su brazo y logra moverse. El chico está desorientado. No puedo hacer lo mismo que Mafer, pero soy rápido para moverme entre las sombras. Conozco muy bien cada lugar de las ruinas de este castillo, por lo que llegar a una pequeña celda en el ala este del castillo, no se me hace complicado.

Suelto a Cris, instintivamente toca sus alas, y deja escapar el aire al darse cuenta de que siguen intactas en su espalda.

—¿Cómo lo hicis...? —Sus palabras quedan suspendidas en el aire al darse cuenta de que estoy envuelto entre sombras—. Por lo menos no es fuego.

—Sí, realmente es un alivio —concuerdo con él—, permanece aquí, voy por los demás.

Regreso al gran salón, un grito agonizante me eriza la piel. Unos guardias han apresado a Dar y a Eulis.

Kevin está en el suelo, con la respiración agitada y la mirada fija en un pequeño cuerpo cerca de sus pies. El cabello le cubre el rostro, hay sangre sobre su espalda. Tony sostiene la daga ensangrentada en su mano. Me detengo unos segundos para tratar de comprender lo que sucede. Para intentar entender por qué Yira está herida.

—Sácalos de aquí rápido —grita Suri. No me había fijado que estaba cerca de Yira. La veo moverse rápidamente, y la voltea sobre sus piernas.

Antes de que la guardia reaccione a mi presencia. Llevo a Kevin con su hermano. Lo dejo en medio de una crisis nerviosa en el suelo. Y regreso.

Dar se ha zafado de los guardias y pelea como puede para mantenerlos alejados de su hermana. Ella intenta ayudar a Yira. Hay más guardias. Escucho a mi abuela gritar para que me detengan. Pero ninguno es capaz de ver con exactitud donde me encuentro.

Llevo a Eulis a la celda, Cris ha logrado tranquilizar un poco a su hermano. Todo es un maldito caos, y las cosas se pondrán peor.

En el momento en que vuelvo al salón, un fuerte golpe en la espalda me desestabiliza. Ruedo por el suelo, mi atacante es el padre de los gemelos. Dejo que las sombras me desvanezcan antes de que su amenazante hacha corte mi cuello. Haber curado a Yira me está afectando, no he descansado lo suficiente. No estoy seguro de poder salir con los demás.

Dar lucha contra su propia madre y otros dos guardias para mantener a salvo a su hermana y Yira. El resto se desplazan ciegos entre las sombras a espera que yo de un paso en falso.

Mi magia comienza a retroceder. Estoy exhausto y no conseguiré mantenerla por más tiempo.

—¿Cuánto tiempo crees que podrás mantenerlos fuera de mi alcance, Gerald? —la histérica voz de mi abuela resuena por todo el lugar.

Arcadia, está sentada en su trono ardiendo en cólera.

—No lo suficiente —respondo escéptico.

Me muevo de lugar.

Sus labios forman una arrogante sonrisa, recordándome que sigo estando en su territorio y por más que luche seguiré estando en sus manos y en las de la bruja.

—Entréguenme al hada de fuego, y se acabarán los castigos —expresa Arcadia.

—¿Se supone que eso es algo beneficioso para nosotros? —Pregunto estoico—. Desde mi punto de vista, no es exactamente un buen intercambio.

Prefiero enfrentar las consecuencias que acarrearan mis actuales acciones. Maritza me necesita, no tanto como a Yira, pero la bruja se ha encaprichado conmigo. Lo que resulta ventajoso en esta situación.

—Es una batalla perdida, Gerald.

—No del todo.

Hago un último esfuerzo y la negrura cubre todo el recinto. Dar sigue peleando, pero no puede ver a su contrincante, tampoco puede alcanzarlo con sus golpes. Pasan unos segundos hasta darse cuenta de que lo único que puede ver es a su hermana y Yira.

Deja de luchar. Levanta a la pequeña hada oscura del suelo. Suri sobresalta en el momento en que toco su hombro. Las sombras se agitan y nos engullen. Me tropiezo con mis propios pies en el pasillo, a unos pocos pasos de la celda. Lo que sea que haya hecho Eulis tiene la forma de raíces entrelazadas.

—¿Gerald? —grita Suri asustada.

Por un instante perdí el equilibrio.

—¿Tanto te preocupas por mí? —pregunto. Tengo que sostenerme de la pared.

—No te creas tan importante —replica.

—Ella necesita de un curandero —dice Dar.

Yira ha perdido mucha sangre. Sí, lo necesita con urgencia. No se suponía que alguien saldría herido, ¿cómo demonios consiguió una herida mortal a mitad de la espalda?

—¿Cómo pasó? —pregunto.

Suri alza la vista. Se ve agotada, su respiración agitada por toda la adrenalina.

—Se puso en medio cuando casi matan a Kevin. No me preguntes ¿por qué?, ya que no tengo idea —. Explica Suri—, sin embargo, creo que hay algo salvable en ella.

—Definitivamente lo hay. Además, la necesitamos si queremos detener a la hermandad.

Suri no hace preguntas al respecto.

—¿Ahora qué? —inquiere Suri mirando a ambos lados del pasillo.

Ir en busca de un curandero nos pondrá en peligro.

—La atenderemos nosotros. Si es fuerte sobrevivirá.

—Es un pésimo plan —dice, Suri. La veo golpear con fuerza las barreras de raíces que desaparecido prácticamente la reja.

—Voy a estar bien —dar se sobresalta al escuchar la voz de Yira. Ella se ve tan indefensa, abre los ojos y no son negros. Han vuelto a su color normal, un marrón pálido.

—¿Cómo? —pregunto.

—Ella estaba ya muy débil por la pelea con Mafer —comenta.

Las raíces se mueven hasta abrir una ranura. Me despego de la pared para caminar. No llego muy lejos solo siento el impacto contra el suelo.

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