Atrévete a dominarme {Wigetta...

Par Guti_chica

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Portada realizada por sallyxmonagas1, todos los créditos dirigidos a ella. Guillermo regresa a el pueblo en e... Plus

Prólogo
Capítulo uno.
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco.
Capítulo seis
Capítulo siete
Capitulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
*Extra*
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Aviso
Capítulo quince
Capítulo dieciseis
*Extra dos*
Capítulo diecisiete
Capitulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo ventiuno.
Nota para mis bonitas/os lectoras/es
Tag del Escritor
Capítulo veintitrés
Capítulo venticuatro.
Capítulo Veinticinco
Capítulo veintiseis
Respuestas
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Para los interesados en ello.
Capítulo treinta.
Tag 40 cosas sobre mi.
Capítulo final.
Epílogo.

Capítulo ventidos

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Par Guti_chica

Desperté con un horrible dolor de espalda, y a pesar de desear lanzar a Sandra lejos y quitármela de encima, la aparte con cuidado y posteriormente la arropé con la manta, que en algún momento de nuestra siesta había terminado en el suelo.

Hacía rato que Samuel me había llamado preguntándome la dirección del tal Mich, y no podía evitar preocuparme por lo que podría haber hecho. Caminé hacia la cocina y escuché como la puerta principal de la casa se abría. Los tacones de mi madre se hicieron escuchar por la entrada de la casa y segundos después ingresó en la cocina con una sonrisa cansada en su rostro. Besó mi mejilla y se quitó los zapatos antes de dejarse caer en una de las banquetas que había junto a la encimera de la cocina.

-¿Como te encuentras, pequeño Willy?
Últimamente se me hacía extraño el hecho de que mi madre volviera a llamarme por ese nombre, pero no podía evitar sonreír ante los recuerdos. Apenas tenía trece años cuando dejo de llamarme así cuando le grité que me llamara Guillermo en una discusión algo estúpida.

-Bien mamá. Sandra y yo hemos dormido durante casi todo el día en el sillón. - respondí mientras ponía un par de rebanadas en la tostadora, me apetecían tostadas con mantequilla.

-¿Juntos? - le dediqué una mirada extrañada y al instante comenzó a corregirse. - No me mal interpretes cielo. Desde que nos mudamos estáis más cariñosos de lo normal. No me desagrada, solo me parece extraño.

-Supongo que últimamente nos apoyamos mucho entre nosotros, ya que nuestra madre no nos dedica ni cinco minutos - esto último lo dije en broma y ella rió.

-Oh Guillermo, vamos. Si sois vosotros los que queréis volar ya fuera del nido. - entonces fue la carcajada de Sandra la que se escuchó en la cocina.

-Yo creo que me quedare en el nido unos cuando años más. - contestó frotándose los ojos y bostezando como un oso.

-Suena muy tentadora esa idea - comenté yo llevándome una tostada a la boca.

-No piensen que los mantendré hasta los treinta - dijo haciéndose la horrorizada, haciendo que todos estallásemos en carcajadas. - Oye, ¿tenéis planes para esta noche?

Sandra y yo nos miramos, para luego mirar a mi madre negando ambos.

-¿Que les parece una de esas viejas noches de sofá? Pizzas, pelis, podremos hablar de cualquier cosa.

Sandra saltó con los brazos en alto y comenzó a bailar por la cocina, provocando la risa de mi madre.

-¿De que clase de pizzas estamos hablando? - pregunté haciéndome el duro.

-No verás nada de piña, y habrá mucho queso. - contestó mi madre levantando el teléfono y marcando el numero de la pizzería, que colgaba de la nevera.

-Nos vamos entendiendo...

Sonreímos y luego cada uno fue a lo suyo. Mi madre subió a su habitación a ponerse un pijama, mientras que Sandra hizo hueco entre los sillones del salón y apartó la mesita central. Y entre empujones y gruñidos por mi parte traje un enorme colchón de matrimonio desde la habitación de invitados y le deje caer entre los sofás y el televisor.

Sandra y yo llevamos al salón unos vasos de plástico y unas bolsas de patatas fritas y los dejamos a un lado del colchón, vigilando que Thor no decidiese venir al ataque.

Miré el teléfono y decidí llamar a Samuel en el tiempo que tardaran en traer las pizzas, solo para asegurarme que no había cometido ninguna locura de la que pudiese arrepentirse más tarde.

Un pitido.

Dos pitidos.

Tres pitidos.

-Guille... - casi fue un susurro.

-¿Samuel?¿Ocurre algo?

-No pequeño, no ocurre nada.

-Ya.. Bueno... ¿Como te ha ido... allí? - pregunté a la vez que entraba al baño, no quería que Sandra me escuchara hablar con Samuel sobre esto.

-Fue horroroso, Guille. Tiene información de todas las personas a las que ha... matado. Igual no creo que sea apropiado que hablemos de algo así por teléfono. ¿Quieres que valla a verte?

-Yo.. No... Vamos a tener una especie de noche en familia, o algo así... - cerré los ojos esperando que me respondiera con un tono frío y cortante, pero eso no sucedió.

-Pasatelo bien, pequeño. Y disfruta de tu familia, luego te arrepentirás de no haber podido hacer con ella muchas cosas. - ¿que le ocurría? Tenía ganas de preguntarle si se encontraba bien, si había sucedido algo, pero un toque en la puerta captó mi atención.

Susurré un casi inaudible 'espera' y cubrí el altavoz del teléfono.

-¿Si?

-Te esperamos abajo - dijo Sandra desde el otro lado de la puerta -. Las pizzas ya han llegado.

-Vale.

Suspiré y mire el teléfono un par de segundos antes de volver a ponerlo en mi oreja.

-¿Samuel?

-Dime

-¿Nos veremos mañana? - pregunté tirando de la cadena, aunque no he usado el váter.

-Claro. ¿En el receso en mi despacho, o prefieres en la cafetería?

-Tengo clase contigo antes, ya veremos en el momento.

-Llevas razón - contesto riendo -. Hasta mañana, Guille.

-Adiós.

Tras unos segundos de silencio fue Samuel el que terminó colgando.

Cuando bajé las escaleras me encontré a mi madre tirada en el colchón, atenta a una película que echaban en la televisión y a mi hermana devorando un enorme cacho de pizza.

Sonreí.

Hacía mucho que no teníamos un momento así, y solo ahora me estaba dando cuenta de lo mucho que lo echaba de menos. Me lancé al colchón haciendo que mi madre me diese un manotazo -obviamente en broma- en la pierna, y Sandra gritara porque se le callo la pizza por el pijama.

Ahora estaba feliz, y algo en mi interior deseaba que así fuera durante mucho más tiempo.

Narra Samuel.

-Quizás a ella si la convirtió - dijo la rubia mientras se acercaba a mi tendiéndome una taza de café humeante.

-Quizás la dejó tirada en algún lado para que muriera lentamente - dije yo esta vez, como siempre esperando lo peor.

Pero es que esto era lo que la vida me había enseñado. No por que pienses que algo bueno va a pasar, simplemente pase. No había destino, ni casualidades, todo estaba en nuestras manos. Las personas somos las que decidimos lo que va a pasar, cuando va a pasar, y porqué. Quizás eso desencadene en otras cosas, pero es lo que hay, fin.

-No ganas nada pensando así, Samuel - me regañó Luzu, mientras que Lana se acercaba a él y se sentaba sobre sus rodillas.

-¿Y que quieres que haga? ¿Que sonría como imbécil y me ilusione? ¿Que comience a buscar a mi hermana como un sociopata? ¿Decepcionarme cuando me entere de que murió?

-Relajate, Samuel. Luzu no tiene la culpa de nada - le defendió Mangel.

-Claro que no tiene la culpa de nada - dije indignado, levantándome del sofá y despeinándome levemente. - La culpa es mía, por no regresar junto a ellos, por no cuidarlos como debía.

-Solo no podías. Si hubieras regresado los hubieras matado a todos... - esta vez fue la voz de Carlos la que se escuchó en la estancia. No estaba seguro de en que momento había llegado, pero simplemente no había reparado en su presencia. - Hiciste lo que debías, tuvieron una buena vida, sin saber nada de los vampiros. Una cosa como esta le cambia la vida a mucha gente, tuvieron una vida normal.

-Mi madre perdió a dos de sus hijos - solté, escupiendo las palabras. - Un padre nunca está preparado para ver morir a sus hijos, ningún padre debería tener que soportar la perdida de un hijo. Ese es nuestro trabajo, desde que nacemos sabemos que seremos nosotros quienes tendremos que soportar la perdida de quien los dio la vida. Quizás no haya sido padre, pero soy muy viejo como para saber eso.

Entonces las lágrimas de Lana comenzaron a correr por sus mejillas, y no fue hasta entonces que quizás no debería haber dicho eso delante de ella. Todos sabíamos de su perdida. Me golpeé mentalmente por ser un bocazas, y salí de la sala sintiendo la acusadora mirada de Luzu sobre mi. Subí las escaleras hasta mi habitación, y cerré la puerta de esta con un fuerte portazo.

Sentimientos tan diferentes se agolpaban en mi cabeza se encontraba saturada. Mi cuerpo no sabía como reaccionar y mi mente se encontraba en blanco. La ira recorría mis venas como fuego, mientras que la pena y el dolor hacían que mi corazón ardiera, sumándole a todo esto un profundo pesar y tristeza, que hacía a mis ojos aguarse y ponerse todo rojos. Me los froté desesperadamente y inconscientemente me llevé las manos a los bolsillos.

Cuando las saque abrí mis manos ante mi, dejando a la vista los botes con mi sangre y con la de Samantha. ¿Que debo hacer con ella? Quizás debería tirarla, o guardarlo, o no se... Me dirigí a la pequeña mesa de madera que adornaba uno de los laterales de mi cama y metí en el primer cajón ambos botes.

Suspiré pesadamente a la vez que me frotaba el rostro.

Esa misma noche, al rededor de las nueve, Guillermo me llamó. Supongo que lo que quería era asegurarse de que no había hecho ninguna tontería y me encontraba bien. Me contó que iba a tener una especie de noche en familia y me colgó cuando finalmente su hermana fue a buscarlo.

Salí al balcón de mi habitación, dejando que el frío otoñal me rodeara, y el viento revolviera levemente mi pelo. Observaba el cielo, azul y brillante, con la cabeza alzada. Entonces un fuerte golpe hizo crujir levemente de rodillas al suelo. Me encontraba aturdido, no veía bien, quizás el golpe había dado en una zona de mi cerebro que había provocado eso.

Me costaba moverme. Escuché pasos por la habitación, y el golpe de un cajón cerrarse de manera brusca.

No lo pensé, solo grité.

Grité con todas mis fuerzas el nombre de Carlos, y seguido a eso sentí una fuerte patada en la espalda que me hizo caer al suelo.

-Esto me pertenece, pequeño.

No recuerdo mucho más, porque algo hizo mi cabeza impactar fuerte contra el suelo, haciendo que todo se tornara negro.

(N/A: Holi... Ya, finalmente actualicé. Es un capítulo algo corto, pero dentro de poco finalmente viene lo... ¿fuerte? ¿bueno? ¿interesante?

Perdón a todos los que pensaron que la última actualización era un cap, pero finalmente aquí tenéis.

En el último mes me habéis dejado muchos comentarios sobre cosas que os parecían extrañas o que no teníais claras, así que he pensado algo.

Muchas escritoras "recogen" preguntas dirigidas hacia sus personajes, y hacen un apartado respondiéndolas como si fuesen ellos, así que...

↓Inserte aquí su pregunta (explica hacia quien va dirigida)↓

Espero que les haya gustado el cap a pesar de ser una caca, así que prometo intentar compensaros de alguna manera.

Gracias por las más de 40k en leídos y todos y cada uno de sus preciosos comentarios y votos.

Os amooo♥♥♥)

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