Fuego Invernal © | Lyanna Sta...

By erikamills

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"Prometemelo Ned... Prometemelo" Todos conocemos la historia del secuestro de Lyanna Stark a manos de Rhaegar... More

PRIMERA PARTE
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
SEGUNDA PARTE
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
TERCERA PARTE
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
CUARTA PARTE
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42: Parte 1
Capítulo 42: Parte 2
Capítulo 43
Capítulo 44
Noticias 2024

Capítulo 5

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By erikamills

Su hermano mayor Ned iba a ir a Invernalia.

Lord Rickard lo había anunciado a la hora del desayuno, con el pecho henchido de orgullo y su voz profunda y potente. Los hombres del norte habían estallado en vítores, y los jóvenes nobles; amigos de Brandon, Benjen y Lyanna, habían gritado entusiasmados. 

Ned iba a volver.

Ahora bien. Se suponía que Lyanna tendría que estar rebosante de alegría. ¿El problema? Que no lo estaba.

Más bien estaba aterrada.

Que Eddard volviese a casa solo significaba que su padre ya había anunciado a los cuatro vientos la nueva noticia. ¿Podría estar más avergonzada? No era algo que celebrar o contar a extraños. Era algo suyo, personal e íntimo. Le parecía un insulto lo que su padre hacía. Ojala su madre estuviese viva, seguro que lograba meterle en la cabeza algo de sentido común.

Tocó con los nudillos en la puerta de Brandon, quien abrió sorprendido.

- Hoy a llegado una carta. He visto el cuervo. Quiero saber que decía. 

Su hermano suspiró.

- No es nada sobre ti, Lyanna.

- Entonces dime que pone - replicó.

Brandon resopló, algo molesto por la actitud caprichosa de su hermana. No todo era un paraíso para él.

- Noticias de Rocadragón. El príncipe Rhaegar ha tenido un hijo, Aegon VI o algo así.

Lyanna suspiró. Que el príncipe Rhaegar hubiese tenido otro hijo poco la importaba. Es cierto que tuvo una época, más o menos un año atrás, antes de que Rhaegar se casara con la hermosisima princesa de Dorne, Elia Martell y estuviese prometido con Cercei Lannister, en que estuvo día y noche suspirando por el príncipe dragón. No le conocía, ni siquiera le había visto en persona jamás, pero las historias contadas acerca de él eran abundantes e increíbles. Al igual que todos sus antepasados, el príncipe había heredado la increíble belleza Valyria. Se rumoreaba que, a diferencia de los demás señores de la guerra, Rhaegar prefería pasar tiempo leyendo o en otras cosas artísticas que empuñando una espada. Pese a eso, era un increíble guerrero. De momento el último dragón Targaryen. 

Los Targaryen, para mantener su línea de sangre pura, se habían estado casando entre hermanos durante todo los años que habían estado en el trono. El hecho de que la reina Rhaella fue incapaz de tener hijas - casi todos sus hijos habían muerto al nacer o a los pocos meses. Sólo Rhaegar y el pequeño Viserys estaban aún vivos - había hecho que todos en Poniente buscaran una prometida para el príncipe. Nadie sabe que fue, o que tenía ella que las demás doncellas no tuvieran y enamorara al príncipe, pero la hermosa Elia Martell fue la afortunada que ganó su corazón.

Un año atrás, tuvo una época en la que paseaba muy molesta por el castillo tras la boda de los dos y el embarazo de ella, quien era 10 años mayor que Lyanna. Incluso llegó a envidiar sus ojos oscuros y su piel morena, características que delataban su origen sureño. Ahora, ya la daba igual. Tardó un poco en entenderlo, pero cuando lo hizo, todo fue más fácil. El príncipe era ahora un hombre casado, padre incluso. Lyanna no podía enamorarse de un hombre casado. No debía. Igual que a ella la molestaría que su marido la fuese infiel, no podía ser la indecente que provocara la infidelidad del príncipe hacia Elia.  Lo tenía muy claro en su cabeza. Rhaegar era intocable.

- ¿Nada más? - preguntó con voz neutra.

Que supiera que lo suyo con el príncipe fuese imposible no hacía que le molestase menos ver como tenía hijos con otra mujer.

- Noticias de Aguasdulces, pero eso no te incumbe - replicó su hermano.

- El pececillo ha vuelto - adivinó cansada.

- Lord Hoster Tully ha mandado una carta de disculpa por el episodio del año pasado y ha expresado sus deseos de que el compromiso siga adelante.

Lyanna suspiró, notando porque Brandon estaba tan molesto. Él no amaba a Catelyn Tully, apenas la soportaba, pero su padre ansiaba control al sur. Era probable que a ella la tocara casarse con algún señor de Dorne. La verdad es que en ese caso no la importaría tanto, adoraba el sol y la arena. 

El caso es que un año atrás más o menos, cuando Brandon decidió ir a Aguasdulces a ver a la doncella con quien ya llevaba un año prometido, un niño tonto, pupilo de Lord Hoster, decidió que era buena idea retar a su hermano a un duelo por el amor del pececillo. Petyr Baelish, recordaba Lyanna que se llamaba cuando Brandon se lo contó a Lord Rickard. El chiquillo no tendría más de 11 años y estaba enamorado de la chica, pero luchar contra Brandon, de 17 años y recién llegado de su exhaustivo entrenamiento en Fuerte Túmulo, era una especie de suicidio. La pequeña trucha incluso se atrevió a pedirle a su hermano que no matara al niño, y él, como el hombre educado que era , le prometió no hacer daño al chico que la amaba. Brandon incluso se quitó casi toda la armadura cuando vio el triste intento del niño. Venció sin ningún problema, resultando ridículo y patético, y aunque Petyr no fue colgado por tal atrevimiento, Lord Hoster lo envió de nuevo a Los Dedos, lejos de sus dos hijas.
Cuando Brandon volvió y contó lo ocurrido, Lord Rickard se mostró furioso y ofendido, incluso mandó un cuervo a Aguasdulces mostrando su enfado. 

Durante todo este año Lord Hoster tuvo la inteligencia de permanecer callado, por lo que Brandon aún tenía la esperanza de que el compromiso se disolviera. Catelyn Tully no le gustaba en absoluto, era, aunque tímida, orgullosa y altiva, Brandon lo había visto en la manera de tratar al pobre chico que la amaba. Además, Brandon ya tenía a cierta chica de Los Riachuelos con la que sí que querría casarse. Fue una pena que el deseo de dominio sobre el sur de su padre fuese tan grande como para volver a instaurar el compromiso con la pequeña y débil truchita. 

- Lo siento por ti, hermano - murmuró de corazón.

- No importa - Brandon le quitó importancia con un gesto de la mano. La dejó pasar y los dos se sentaron en la cama de él - Después de todo, el pececillo servirá para aplacar la ira de padre. Siento que no te agrade.

- Me desespera - confesó ella - Es tan superficial y estúpida que... 

- Pero no te vas a casar con ella - Brandon la interrumpió - Por el contrario, yo sí.

Lyanna esbozó una pequeña sonrisa.

- Espero que te haga feliz con su pequeño cerebro. A lo mejor padre debería casarla con Ned.

- Catelyn Tully casada con Ned, ¿te lo imaginas? - los dos echaron a reír antes la simple posibilidad.

- Él siempre fue más bueno con los idiotas que nosotros.

Su hermano la empujó juguetonamente un hombro.

- No es idiota, sólo es sureña - trató de defenderla.

- La pequeña truchita es idiota. Cree que el norte es lugar para ella.

- Su lugar estará dónde yo esté, así que técnicamente sí será su lugar.

- Entonces me alegro de irme de aquí pronto.

Tan rápido como esas palabras salieron de su boca, se arrepintió de haberlas dicho. El ánimo decayó y el ambiente se llenó de tristeza.

- Aún te queda tiempo. Aunque te prometas, no te casarás en seguida.

Lyanna suspiró.

- Para eso viene Ned, ¿verdad? - dijo con voz alicaída - Padre va a comprometerme.

- Tienes ya una buena lista de pretendientes, hermanita. He hablado hoy con él. Estoy castigado a dos semanas ayudando a Hullen con los caballos, pero padre te va a dejar escoger a ti dentro de un margen.

- No sé si eso ayuda - admitió.

- Algo ayudará, Lya. Además, la carta de nuestro querido Ned decía algo más - y movió la cejas con una sonrisa pícara.

Lyanna le miró con ojos brillantes. Ned era muy diferente de los otros tres hermanos. Ella casi la que más. Ned era callado, amable y sabía escuchar muy bien. Cada vez que salía de Nido de Águilas para ir a verla le usaba de baúl de los secretos. Lyanna le había contado mil y una cosas, y su hermano simplemente escuchaba y luego la aconsejaba con la sabiduría de alguien mucho mayor. Era muy parecido a su padre. Más duro que Brandon, más serio, más firme. Más como los antiguos reyes en en norte antes de que Torrhen Stark, el Rey que se Arrodilló, jurara fidelidad a Aegon el Dragón para no tener que presentarle batalla. 

- Le acompaña tu adoradisimo Robert Baratheon - se mofó su hermano de ella. 

Lyanna le golpeó en broma mientras él no paraba de reírse a carcajadas de su cara.

Robert Baratheon era como una pesadilla para Lyanna.

La joven de los Stark se pasaba los días proclamando al mundo entero su desagrado hacia la guerra y los caballeros en general. Que si eran brutos y primitivos. Que si la asqueaban. Que si la daban lástima ellos y las estúpidas chicas que perdían la cabeza por ellos. Que si eran descerebrados que simplemente tenían músculos. Lo mejor de todo era que cada vez que Robert visitaba Invernalia junto a Ned, Lyanna insistía más en lo que decía, poniendo al joven Señor de Bastión de Tormentas como claro ejemplo. Señalaba sus enormes músculos, su increíble atractivo y su sonrisa de rompecorazones y ya tenía una clara prueba de un hombre que amaba la guerra y engendrar bastardos. Estúpidos descerebrados suicidas, los llamaba Lyanna, pero cada vez que Robert posaba sus ojos azules en ella, se tocaba el pelo negro azabache, o estaba en su presencia con menos ropa de la recomendable; Lyanna se perdía en la belleza innegable del cuerpo del guerrero. Y por los dioses antiguos, eso la enfurecía muchísimo, porque la hacía entender a las doncellas que se abandonaban a los placeres de una noche en su cama sin importar las consecuencias. En esos momentos incluso ella lo deseaba. Ella se veía a si misma en la cama de Robert totalmente predispuesta, y por un momento sentía que eso era lo que ella necesitaba para ser feliz, que podría incluso tocar el cielo con él. Luego, cuando volvía en si, se le iba la cabeza por la furia. Odiaba todo lo que él representaba, pero también se odiaba a si misma por no poder permanecer indiferente ante él. Cada vez que el chico andaba cerca Lyanna estaba siempre histérica y mal de la cabeza, a veces incluso la habían visto tierna y seductora. 

Verla reaccionar ante aquel hombre era una fuente de diversión constante para todos.

- Cállate. Es un idiota, y tú también - replicó ella, furiosa y con las mejillas rojas.

- Lo que tú digas, pero bien que te quedas comiéndole con los ojos siempre - se burló.

- ¡No puedo evitarlo! ¡Pero eso no significa nada! Es un idiota, ni importa lo guapo que sea. 

Brandon volvió a empezar a reír. Le encantaba ver a su hermana fingir indignación. Decidió que sería divertido molestarla un poco más, sólo por haberse reído de él antes por lo de Catelyn Tully.

- A lo mejor a venido para pedir tu mano - dijo su hermano tratando de parecer serio.

Lyanna se sorprendió. Ingenua.

- O a lo mejor simplemente para reírse de ti cuando no puedas prestar atención a tus pretendientes por estar demasiado ocupada desnudandole en tu imaginación - terminó.

Lyanna se abalanzó sobre él.


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